Inspirado por aquello de que quizás parte de lo más importante en la
relación con los demás es amar el lugar donde uno vive, el alcanzable
con la vista y aunque el anhelo te lleve a querer ver todo el planeta de
un tirón, bajo a lo más sensible para intentar mantener esa relación
sincera con el entorno y sus devenires, las gentes y sus ilusiones, los
recursos locales y sus servicios vitales, en una población con algo más
de 12 mil almas y de nombre Bullas, en el sureste murciano.
Amar el lugar donde un vive, donde te toca vivir la mayor parte del
tiempo en el ahora, aunque suene romanticón es quizás una prueba de fe
en el aprecio al resto de lugares, tan cercanos ya, donde habitan el
resto de los miembros de la familia humana. Amar el lugar y sus
contenidos, puede parecer idealista pero igual sirve como poco para
encontrar la identidad y otorgarle personalmente lo mejor que uno pueda
dar para el bien compartido, el bien común. el bien que importa.
Porque no atreverse a imaginar que allá donde uno se identifica, se
busca la vida, la comparte, se desarrolla entre miedos y euforias, allá
donde mirando como al horizonte a la vida se la ve pasar, o bricar, o
volar... y allá donde cada cual la acompaña con toda la intensidad que
precise y pueda, porque no enamorarse de la imperfecta obra humana
legada que te rodea con todas sus taras remendables, o del agua que te
llega mágica y limpia, para sobrevivir, o del sol que manda energía a
raudales para que se enamoren tensamente de él las plantas alimentarias y
las que les acompañan o incluso las tecnologías humanas. Porque no
imaginar que acortado las distancias a lo que se alcanza placidamente en
pocos minutos a golpe de pedal, es suficiente espacio para descubrir
maravillas, para no perdelas, para recuperar las que fueron y para
despejar a las que llegarán.
Si uno coge y define a la ecologia como una historia de amor entre lo
humano y su entorno, ser ecologista en Bullas se me antoja un hermoso
deber y un privilegiado derecho cual novio apuesto. Y ya en onirico
sobrepasao llega uno a imaginar que una tropa de amantes de todos los
lugares de este hermoso planeta deciden de golpe, cada uno en su lugar,
narrar lo hermoso, lo feo, lo mejorable, lo necesario, lo inutil, lo
acertado, lo equivocado, lo sorprendente, lo emocionado y mandarlo a una
base común de datos de amantes globales, que se emocionan, inspiran o
incluso dudan entre ellos. Yo he decidido mirar con amor el lugar donde
ahora más me toca estar, y no se porque me han entrao unas ganas
desproporcionadas de contar detalles de mi subita pasión. Aquí comienzan
pinceladas de una enamorao ecologista en Bullas
y en la columna de la derecha, se apilará la relación de ellas. Venga,
ponte tu también, que enamorarse de lo imposible deja más fácil hacerlo
de lo posible y hay veces que lo pide a gritos.
Manolo Vílchez
Pensamos y sentimos que por qué no lo imposible en tiempos ordinarios se puede convertir en factible en tiempos extraordinarios. Los ejes políticos y economicos, se manejan por una minoría hija predilecta del capitalismo. Indagar en la construcción de la resiliencia, reencontrar valores no rentables para pocos pero vitales para los muchos, anhelar un mundo sin perdedores, escribimos sobre personas y organizaciones que estimulan a cambiar hacia un mundo mejor. Carlos Fresneda y Manolo Vilchez
1 comentario:
Allí nos vemos pronto.
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