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La crisis de las energías verdes

Planta fotovoltaica de Abengoa, en Sanlúcar la Mayor. | EMPlanta fotovoltaica de Abengoa, en Sanlúcar la Mayor. | EM
Las energías renovables están progresando lentamente y apenas han ganado terreno en los últimos años a las energías fósiles por el efecto combinado de la falta de acción política y la crisis económica. Así lo atestigua la Agencia Internacional de la Energía (IEA) en su último informe, a tiempo para el Día de la Tierra, alertando sobre la imposibilidad de combatir el cambio climático en el escenario actual.
"El impulso para limpiar el sistema de energía en el mundo se ha estancado", certifica la directora ejecutiva de a IEA, Maria van der Hoeven. "A pesar de todo el debate político, y del 'boom' de las renovables en la última décadas, lo cierto es que el promedio de energía generada hoy en día es tan sucio como lo era hace veinte años".

"Mientras aumentan las temperaturas debido a las emisiones gas invernadero como el CO2, la falta de progreso debería servir para hacernos despertar", advierte Van der Hoeven. "No podemos permitirnos otros 20 años de indiferencia. Necesitamos una rápida expansión del sector de las tecnologías bajas en carbono para evitar un calentamiento catastrófico del planeta. Debemos acelerar el giro de las energías fósiles a las energías limpias".

El informe de la IEA destaca que tanto la solar fotovoltaica como la energía eólica siguieron creciendo en términos reales en torno al 42% y el 19% en los dos últimos años. Aun así, el 'boom' del gas pizarra, los nuevos yacimientos petrolíferos y el aumento en la producción de carbón absorbieron prácticamente el crecimiento de las renovables.

 

Dificultades de financiación

En los últimos tres meses, la incertidumbre económica ha ralentizado incluso las inversiones en parques eólicos y en la solar fotovoltaica un 22%, en comparación con el 2012. Según el informe Bloomberg New Energy Finance, la caída es la mayor desde el inicio de la crisis y afecta no sólo a Estados Unidos y Alemania, sino también a China y Brasil, donde los nuevos proyectos se están enfrentando a dificultades crecientes de financiación.

"En los últimos 18 meses se han realizado varios proyectos que se iniciaron antes de la crisis financiera y que han podido terminarse gracias a subvenciones", recalca Michael Liebreich, director ejecutivo de Bloomberg New Energy Finance. "Eso ha permitido mantener un aumento en términos de megavatios, pero no de dinero invertido. Si queremos que las renovables sigan estimulando el crecimiento y la lucha contra las emisiones.

El estancamiento de las renovables coincide, nada casualmente, con la creciente preocupación por la así llamada 'burbuja del carbono'. Según la organización Carbon Tracker (financiada por entidades bancarias como el HSBC y el Citi Bank), las recientes inversiones en energías fósiles han creado una 'sobrevaluación' del precio del petróleo, del gas natural y del carbón que podría causar una tormenta económica –similar a la de la burbuja inmobiliaria- si se produce una verdadera revolución energética.

 

Amenaza climática

Hoy por hoy, las reservas de energías fósiles en el mundo son cinco veces mayores de lo que se deberían quemar si se quiere evitar que las temperaturas aumenten más de dos grados centígrados. Las inversiones en carbón, petróleo y gas han vuelto sin embargo a crecer sustancialmente en los últimos años, con el beneplácito de los mercados financieros y de los gobiernos que han relegado la acción contra el cambio climático al último lugar en la lista de prioridades.
"La crisis financiera nos enseñó lo que puede suceder cuando los riesgos se acumulan y no son visibles", advirtió en declaraciones a 'The Guardian' Lord Nicholas Stern, profesor en la London School of Economics y mentor del estudio. "Existe un riesgo muy grande en el sector de la energía, y eso es algo que los inversores y los reguladores no han llegado a admitir".

La 'burbuja del carbono' está siendo alimentada, entre otros, por multimillonario como Aubrey McClendon, el rey del 'fracking' en Estados Unidos, con un control comparable con el que los hermanos David y Charles Koch tienen sobre los oleoductos y las refinerías. Otro millonario que se ha apuntado a la fiebre del 'fracking' ha sido el texano T. Boone Pickens, que ha pasado de ser el adalid de la energía eólica a convertirse en el defensor a ultranza del gas natural 'como el motor que puede reactivar la economía'.

Carlos Fresneda (corresponsal) | Londres
Publicado en El Mundo.es

Guerra sucia contra las renovables


Financiados por los mismos y oscuros intereses, los escépticos del clima han vuelto a la carga, esta vez para disparar contra las energías renovables. Lo revela Suzanne Goldenberg en The Guardian, aunque lo llevábamos sospechando desde hacía tiempo.

Detrás de los nuevos grupúsculos para desacreditar las turbinas eólicas y las placas solares vuelven a estar los inefables hermanos Charles y David Koch, que hacen el número 7 y 8 en la lista de los más ricos del mundo de Forbes (con una fortuna combinada de 62.000 millones de dólares). Su fuente de riqueza es principalmente el petróleo y sus derivados. Su fortuna ha crecido más del 50% desde la debacle financiera del 2008. Y aún quieren más…

El buque insignia de la guerra sucia contra las renovables tiene ahora otro de esos nombres engañosos que tanto abundan en la geografía norteamericana: Centro Franklin para el Gobierno y la Integridad Pública. Su misión, dicen, es ayudar a los ciudadanos a tomar “decisiones informadas sobre sus Gobiernos”. O sea, a boicotear por todos los medios posibles el avance de las renovables, estado a estado.

El “hachazo” a la eólica y a la solar en España se vuelve a mirar en las aguas turbulentas del Atlántico. Hace apenas tres años, no lo olvidemos, el economista Gabriel Calzada (protegido de Aznar) emprendió una cruzada por la América de Obama hablando del “catastrófico modelo español” y culpando a las renovables del estallido de la burbuja. Con la complicidad de la Fox y otros grandes medios conservadores, Calzada logró su propósito: hundir la imagen de España y dinamitar los intereses de las empresas líderes en renovables (Acciona, Iberdrola, Abengoa, Gamesa) en la “tierra prometida”.
Como buen escéptico del cambio climático, Calzada tendió las redes con el American Enterprise Institute, el Heartland Institute y Americans for Prosperity, la “avanzadilla” de los negacionistas, íntimamente ligados al Tea Party de los republicanos. Según The Guardian, los hermanos Koch y otros millonarios coservadores han desviado a estos grupúsculos un total de 118 millones de dólares a través de dos misteriosos patronatos: el Donors Trust y el Donors Capital Fund.

Las leyes norteamericanas protegen el anonimato de los donantes, de modo que cada vez es más difícil saber quién está con los hermanos Koch en esta guerra sucia, dirigida contra todos y cada uno de los intentos del presidente Obama por emprender una mínima acción ante el cambio climático.
Pero estábamos con el Centro Franklin, la última rencarnación del negacionismo. Conseguido con creces su objetivo (lograr que el cambio climático se caiga de los titulares y de la agenda política), los hermanos Koch y compañía están financiando iniciativas para torpedear las renovables desde lo local, con la ayuda de supuestos “ciudadanos periodistas” cuyo objetivo es crear la duda y la confusión.
Según el Pew Research Centre, la labor del Centro Franklin tiene muy poco de “periodística” y mucho de “ideológica”. En Carolina del Norte, por ejemplo, ha financiado la creación de grupos para boicotear proyectos de parques eólicos y ha presionado para eliminar las referencias al “aumento del nivel del mar” en la legislación local. En Nueva Jersey, se ha presionado al estado para eliminar los límites de emisiones regionales de CO2.

La madeja crece. Los escépticos del clima y los detractores de las renovables (vinculados casi siempre con las energías “sucias”) se dan la mano en otros grupos como el orwelliano Comité Para una Mañana Constructivo (Cfact). Con tres millones de dólares recibidos del Donors Trust, los nuevos “guerrilleros” conservadores han creado incluso una brigada de respuesta rápida en la red: Climate Depot. Su última acción ha sido desacreditar punto por punto las menciones al cambio climático en el discurso sobre el estado de la Unión de Obama…

Y Al Gore, entre tanto, se vuelve a apuntar a la guerra con El Futuro, donde denuncia que casi todas las noticias y los comentarios políticos de televisión “están patrocinados por la industria del petróleo, del carbón o del gas para reasegurarnos que todo va bien, que el medio ambiente no está amenazado y que las compañías que emiten CO2 están trabajando diligentemente para desarrollar fuentes de energía renovables”.



Lo que no dice Gore es que el primero en lucrarse de la industria del petróleo es él mismo. Coincidiendo con la publicación del libro se ha confirmado la venta de su canal de televisión, Current TV, a la cadena Al Jazeera, financiada (con todos los respetos) por los petrodólares de Qatar. Se estima que Al Gore sacará una tajada de 100 millones de dólares. Otra prueba (también con todos los respetos) de la hipocresía que ha terminado por desacreditar al “mensajero” del cambio climático.

Carlos Fresneda