Mostrando entradas con la etiqueta George Monbiot. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta George Monbiot. Mostrar todas las entradas

Los ecologistas británicos acusan a David Cameron de 'destruir' el medio ambiente

El primer ministro británico (i), David Cameron, y el ministro de Economía (d),George Osborne, en agosto. | AFP
 El primer ministro británico (i), David Cameron, y el ministro de Economía (d),George Osborne, en agosto. | AFP

  • Le acusan de presidir el 'Gobierno más destructivo contra el medio ambiente'
  • Arremeten contra el ministro George Osborne por su política anti-verde
  • Las inversiones en energía eólica caen un 70%
  • Se reducen los subsidios a la solar y aumenta el impulso a la extracción de gas
La mayor alianza de grupos ecologistas de los últimos años en Gran Bretaña ha lanzado un ataque unánime contra el Gobierno de David Cameron, al que acusan de llevar a cabo "la política más destructiva contra el medio ambiente en este país en las últimas décadas".

En dos cartas abiertas, publicadas por 'The Observer', un abanico de líderes y asociaciones ecologistas –del autor George Monbiot a la líder del Partido Verde Carolina Lucas, de Wildlife Trusts a Greenpeace- le recuerda a David Cameron su promesa fallida de hace apenas año y medio, cuando aseguró que presidiría "el Gobierno más verde en la historia del Reino Unido".

El detonante ha sido el reciente discurso del ministro de Finanzas George Osborne, la nueva 'bestia negra' del movimiento ecologista. Osborne advirtió que Gran Bretaña "no va a salvar el planeta cerrando industrias" y aseguró que no es el momento "de pensar en cosas como los habitats, que pueden suponer costes ridículos a las empresas".

Su discurso ha creado un movimiento de tierras dentro de la coalición de los conservadores y los liberal-demócratas, encabezados por el ministro de Energía y Cambio Climático Chris Huhne, que no ha ocultado su contrariedad ante el alegato antiambientalista de Osborne en el nombre de la economía.

Promesas incumplidas

"El asombroso desdén mostrado hacia el valor del mundo natural no sólo va en contra de la opinión popular, sino en contra de todo lo que el propio Gobierno dijo el pasado mes de junio, cuando publicó el libro blanco de la medio natural y la estrategia para la biodiversidad de Gran Bretaña", puede leerse en la carta suscrita por Greenpeace y la Royal Society for the Protection of Birds.

La Campaña para Proteger la Inglaterra Local y Wildlife Trusts destacan por su parte el apoyo inicial dado por Cameron a la iniciativa para vender gran parte de los bosques nacionales (retirada ante la presión de la opinión pública), así como la nueva Ley de Urbanismo que aspira a recalificar grandes extensiones en la periferia de las ciudades y los pueblos para permitir nuevas construcciones.

Freno a las renovables

Los ecologistas destacan también el freno experimentado por las renovables, en detrimento sobre todo de las nuevas explotaciones de gas, que han recibido grandes exenciones fiscales al tiempo que se reducían los subsidios a la energía solar. Las inversiones en energía eólica han caído entre tanto un 70% en el último año, mientras que la potencia "aprobada" ha pasado de 1.366 megavatios a 920.

Por su parte, Greenpeace ha acusado al Gobierno Cameron de "abuso de poder", a la hora de intercambiar información privilegiada sobre la batalla en los tribunales que libra la asociación ecologista, contraria a los planes para construir ocho nuevas centrales en el país.

Greenpeace asegura que Cameron ha arrimado el ascua a la industria nuclear y ha intentado manipular la opinión pública para mitigar el efecto de la "marcha atrás" en Alemania y del referendum en Italia tras el desastre de Fukushima.

Carlos Fresneda | Londres

ESTAMOS LISTOS: TODOS DEBEMOS CAMBIAR

En la Conferencia de Barcelona los activistas recordaron a los representantes políticos que el clima es el problema más importante de la humanidad y que Copenhague es decisivo

No ha ocurrido nunca en la historia que todala humanidad, representada en un mismo foro, decida sobre por dónde deben ir los valores ambientales que rijan su futuro cercano. En épocas de bombas, ya se hicieron cosas globales con lo social, pero los tiempos afortudamente van cambiado.

Aún en un mundo de tensiones e injusticia latente por el acceso y reparto de los recursos vitales, la diplomacia hace su papel echando mano de lo mejor de la ciencia y lo más conservador de la doctrina económica, todo ello en el primer y mayor reto de toda la humanidad bien juntita: contener en lo posible algo –el cambio climático– que no se ve nitidamente de momento, que se siente poco, pero que culturalmente nos envuelve ya por todos lados. Acelerado por nuestra especie, se suma rápido al cambio de clima que los ciclos de la Tierra acarrean con tranquilidad. Los negacionistas del cambio climático han sido cortésmente invitados a irse a otro planeta.

Desde siempre he oído, y es obvio, que los grandes imperios que han probado suerte en la historia humana utilizando la maldad, las armas y la dominación sobre los vencidos han ido sucumbiendo por los excesos y sus podridas estrategias. ¿No estará pasando quizás lo mismo con el imperio humano sobre la Tierra y sobre todas las demás especies?.

lvo de Boer, secretario ejecutivo del UNFCCC, con un reloj de la campaña Tcktcktkc

Como expresa George Monbiot, posiblemente no entendemos todavía bien de qué va la jugada porque ésta ya no es una batalla contra otros, sino que es contra nosotros mismos. El territorio del imperio humano va dejando de ser jardín equilibrado y pasa a ser urbanidad desconectada plenamente de los ritmos, servicios y límites naturales. Dentro del territorio, los más poderosos marcan el ritmo de los más débiles, con mecanismos muy estudiados bajo un prisma insolidario y desde un sistema económico que rige implacable el viaje global de la especie en un planeta finito total. Parece que ya es general el sentimiento de que hay que rectificar o nos comenzamos a pegar –primero, los que están a nivel de mar y, después, todos– un hostión tremendo.

Las pasadas conversaciones de Barcelona organizadas por la ONU para tratar apartados de lo que debe ser el nuevo tratado climático a pactar en Copenhague han sabido a poco, parece. Pero que 4.500 currantes debatan, indaguen y corrijan los textos clave sobre el clima actual y su progresión hacia lo totalmente incierto y peligroso para los gozos humanos no es poco en estos momentos sobre lo que debemos hacer entre todos y rápido. Los que menos culpan tienen, los países pobres, que no cogen del pastel finito de los recursos demasiado porque no se les deja, pero lógicamente a ello aspiran, piden justicia ambiental y que los ricos reduzcamos drásticamente la emisión de CO2 y otros gases, y, por el camino, que les ayudemos a progresar sin dañar el clima común. Los que contribuimos enloquecidamente a alterar la física de la sopa de gases climáticos por nuestro nivel de consumo de bienes y servicios, como que miramos hacia el futuro ya con temor y debilidad, pero sin querer tocar casi lo más mínimo lo alcanzado.

Bien, estoy convencido de que este mes del año y del siglo donde estás leyendo en fresco esto, el mes de la cumbre donde comenzamos a jugarnos el futuro climático inmediato en Copenhague, es el comienzo del final de un imperio caduco de unos Homo sapiens depredadores evolucionados. Pero también es el principio de un imperio donde la inteligencia colectiva aplicada sobre lo que somos, dónde estamos y hacia dónde vamos irá encontrando un nuevo sentido, un necesario destino por primera vez como gran familia, que, aunque compleja, está unida por valores supremos como la bondad, la razón y la pasión por el cambio.

En Copenhague se reúnen más de 20.000 humanos que representan a 6.800 millones de consumidores de los recursos minerales, vegetales y de los bienes naturales de este planeta. Una parte de ellos son los Homo sapiens que más oportunidades han tenido para cultivar el conocimiento y la estrategia, y que en muchos casos han recibido el encargo de decidir lo mejor para sus representados desde cinco continentes y 198 países con todas sus ricas diversidades. Estarán también los representantes de una minoría elitista que gobierna el capital financiero y los bienes materiales estratégicos. No son tantos, pero pesan demasiado en las decisiones que deben tomar los que firman los acuerdos para el mejor rumbo colectivo. Y también están los representantes de una fuerza joven, con conocimientos y estrategias más que demostrados y que no permiten la influencia sobre ellos y sus objetivos de las fuerzas que ensucian y dominan el mundo de todos.

Somos ya millones de 'homo sapiens' que han dominado, quieren o lo intentan, aspectos primarios de la esencia de la especie, para volcarnos en el sentimiento y la acción de lo más grande e interesante de lo humano, la capacidad de vivir y no hacer daño a nada ni a nadie. Miles estarán allá para influir hasta el final y que la balanza no se incline peligrosamente. Pero es una fuerza que tiene que sumar activos –de hecho, no para de hacerlo–, pero falta el refuerzo crucial. Es el momento de la gente global, nuestro momento, de los casi 6.800 millones que no estarán en la ciudad danesa pero que debemos decir bien fuerte que estamos listos para comenzar la necesaria ruta hacia el mejor clima. Somos la contrafuerza influyente que ayudará a que la élites recapaciten, cedan y colaboren en el más apasionante viaje común hacia lo incierto, con el más inteligente control sobre el clima que nos permita llevar a la inmensa fuerza humana hacia la reconstrucción del más confortable jardín.

¿Por qué no soñar que nos dirigimos a un mundo menos carnívoro, con una economía mucho más local, con actividades y laboreos dignos y justos, tremendamente cuidadoso con las alteraciones moleculares químicas, una sociedad menos materialista y más mentalista, usuaria de tecnologías fascinantes con cero emisiones sobre el clima, moviéndonos lo justo porque el jardín especial hay que mantenerlo vibrante y requiere sus tiempos. Además, en primavera las mariposas traerán premio.

Imágenes: Activistas de entidades ambientales recordaron a los participantes de la Conferencia de Barcelona, en noviembre, que el tiempo se acaba para tomar decisiones trascendentales para el planeta.

Más información en Integral práctica
Aquí pdf artículo original

Manolo Vílchez
Publicado en Integral, nº 361, diciembre 2009
.

AL GORE URGE AL CONGRESO DE EEUU A QUE APRUEBE LA LEY DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Los republicanos se resisten a fijar la reducción de un 20% de las emisiones en el 2020.

Nueva York.- Al Gore ha urgido al Congreso norteamericano a aprobar la ley del cambio climático que pretende fijar la reducción de un 20% en las emisiones de CO2 en el año 2020 y estipula la creación de un mercado de bonos de carbono similar al que funciona en la Unión Europea.


Gore insistió en que la aprobación del texto en “un imperativo moral para Estados Unidos” y equiparó su importancia histórica con la ley de derechos civiles hace 45 años.

En el banquillo opuesto estuvo su viejo antagonista, Newt Gingrich, reconvertido ahora en experto republicano sobre el cambio climático. Gingrich condenó a la hoguera la ley impulsada por los demócratas Henry Waxman y Edward Markey por considerar que “ignora la economía y la seguridad nacional, además de crear una mayor burocracia y no resolver el problema de las emisiones”.

La Administración Obama respalda en principio la propuesta de los congresistas demócratas, aunque el secretario de Energía Steven Chu ha pedido más tiempo para estudiarla a fondo. El bloque republicano ha boicoteado la ley por considerarla demasiado “radical”.

La mayoría demócrata podría impulsar su aprobación en la Cámara de Representantes, pero el destino de la ley en el Senado está pendiente de un hilo por las resistencias de varios demócratas moderados.
“Nuestro país no puede soportar más el status quo”, insistió Al Gore, en su comparecencia ante el Comité de Energía y Comercio de la Cámara de los Representantes. “No podemos soportar la inestabilidad de los precios de la gasoliona, la pérdida de empleos, el cierre de nuestras factorías y el envío de 2.000 millones de dólares cada 24 horas a países extranjeros a cambio de su petróleo”.

El mano a mano entre Al Gore y Newt Gingrich ha coincidido con las revelaciones en primera página del New York Times: la Coalición Global del Clima –donde se daban la mano los lobbys del petróleo, el carbón y el automóvil- ignoró las advertencias de sus propios expertos que hace 14 años admitieron que “el potencial impacto de las emisiones de CO2 por la actividad humana está bien establecido y no puede ser negado”.


Andrew Revkin, especialista del New York Time en cambio climático, recalca cómo la Coalición Global del Clima desoyó la opinión de sus propios científicos y financió campañas cuestionando la contribución humana al cambio climático y boicoteando las leyes que prentendían fijar un límite a las emisiones.


El activista y escritor británico George Monbiot compara la estrategia del lobby de los combustibles fósiles con la usada en su día por la industria del tabaco, cuando ocultó los estudios que vinculaban los cigarrillos con el cáncer de pulmón.. “No tuvieron que ganar ningún argumento para triunfar”, advierte Monbiot. “Les bastó con crear la mayor confusión posible”.
Carlos Fresneda