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Con dinero o sin dinero

En Alemania, y en plena época de vacas gordas, Heidemarie Schwermer creó el grupo de trueque "Gib und Nimm" (Da y Toma). En 1996 se propuso dar un paso más e intentó vivir sin dinero durante un año. El “experimento” se convirtió al final en su filosofía de vida…

Ahí sigue al cabo de 17 años y cumplidos ya los 70, sin tocar un euro, viviendo del puro intercambio de favores y de la generosidad de su red de amigos sin fronteras. De su pasada y acomodada vida (primero como profesora, después como psicoterapeuta) no echa en falta apenas nada. Su insólita decisión, reconoce, la llevó a plantarle cara al miedo y a la incertidumbre. La sensación de “libertad” que tiene ahora es impagable, o eso asegura.

Aunque muchos la critican, ella se defiende alegando que lo que pretende es bajar el dinero del pedestal, cuestionar nuestra relación con los bienes materiales y contribuir al cambio de valores en un mundo “nuevo”. Una película, Viviendo sin dinero, de la noruega Line Halvorsen, recoge su singular experiencia, que cobra una relevancia especial en estos tiempos de zozobra.

¿Acaso es posible vivir sin dinero? ¿Qué es lo que intenta demostrar?
Mi motivación sigue siendo la misma que cuando empecé: no me gusta la situación del mundo. Algo falla en este sistema que permite que mucha gente muera de hambre mientras muchos otros desechamos a diario toneladas de alimentos. Es injusto este contraste entre la riqueza de unos pocos y la pobreza de muchos. Por eso quise hacer algo diferente con mi vida. Intenté vivir sin dinero durante un año, y ahora son ya 17. He aprendido a ser generosa y agradecida, y he descubierto que hay una profunda relación entre una actitud y otra. Cuanto más das, más recibes.
Heidemarie, con sus únicas posesiones. Foto: Daniel Mazza.
Heidemarie, junto a Line Halvorsen, directora de Viviendo sin dinero.



Cuando empezó su experimento vivíamos un mundo muy distinto, aún no teníamos el euro ni había azotado la crisis…
Es cierto. Y creo que mi mensaje es más relevante hoy en día. La gente me toma más en serio porque piensa que algo debe cambiar realmente.

A mucha gente le sorprende que el “mensaje” venga precisamente de Alemania…
Pertenezco a la generación de la posguerra y pasé por momentos duros en mi infancia. Mi experiencia como una niña refugiada fue la de la falta de amor y comprensión por parte de los otros. Creo que esto me ayudó para ser más sensible sobre el problema de la pobreza en el mundo. Pero Alemania ha cambiado, y lo cierto es que existe un movimiento muy importante de gente buscando otros estilos de vida. En otros países mi historia puede resultar absurda. En Italia por ejemplo me han criticado, aunque al mismo tiempo me reconocieron en el 2008 con el premio Tiziani Terzani de la paz.

Usted empezó en 1994 uno de los primeros grupos de trueque en Alemania, ¿cree que la economía compartida está por fin levantando el vuelo al cabo de casi veinte años?
Creo que los grupos de intercambio son sólo el comienzo para que todos podamos empezar a actuar de un modo diferente. Mi vision hoy en día va más allá. El cambio –con o sin dinero- debe suceder en cada uno de nosotros, y entonces es cuando la economía compartida puede de veras arrancar. El mundo entero puede despegar.

¿Alcanza usted a imaginar un mundo sin dinero?
Sí, me lo puedo imaginar. Sería un mundo diferente al que vivimos hoy en día, con más espiritualidad y un nuevo sentido del hecho de vivir juntos. Con más lazos humanos que nos pemitieran vivir en comunidad.

¿Cree que caminamos hacia un mundo donde se podrán hacer más cosas sin dinero?
Sí. No sólo es posible sino que está sucediendo ya con los bancos de tiempo y otros sistemas que lo hacen posible.
El salto de un modo de pensar al otro es fundamentalmente un salto de conciencia

¿Piensa seguir viviendo sin dinero el resto de su vida? ¿Ha tenido momentos en que se ha visto en la calle y sin nada que comer?
No sé cómo será el resto de mi vida, pero de momento pienso seguir adelante con esta vida maravillosa que tengo ahora… Y sí, he tenido que hacer frente a obstáculos a lo largo de los años. Una vez me dejaron vivir en una casa en la que no había nada que comer. Aunque tenía amigos a los que recurrir, me quedé perpleja pensando que me tocaba pasar hambre. Era absurdo, pero lo sentía como una reliquia de mi infancia. Pienso que todos debemos trabajar esas “reliquias” que nos quedan de nuestras experiencias tempranas para ser libres de verdad. Y así fue como superé el miedo. Me disponía ya a salir a recoger plantas comestibles para llevarme algo a la boca cuando me recibí una llamada de unos amigos (Heidemarie tiene teléfono y ordenador gracias a la generosidad ajena). Me invitaron a comer en el último momento y se acabaron todas las preocupaciones. Pero normalmente no me falta ni un techo donde dormir ni tampoco comida. Yo suelo “pagar” con favores como ciudar de la casa, de las plantas o de los niños. Una vez resolví un conflicto familiar, aprovechando mi experiencia como profesora y como psicoterapeuta, y me lo “pagaron” con una entrada a la ópera.

¿Qué piensan sus hijos (a los que regaló su casa) y sus nietos de su experimento?
Mis nietos están orgullosos de mí por un lado. Pero, por otro lado, quieren llevar una vida “normal”, con dinero y posesiones.

¿Cree que la crisis actual nos va a llevar del “Tener o no tener” al  “Ser o no ser”?
Quizás la crisis puede ayudarnos a pensar de un modo diferente. Pero el salto de un modo de pensar al otro es fundamentalmente un salto de conciencia. Mi filosofía de “Gib & Nimm” (Da y Toma) puede aplicarla perfectamente cualquiera a la vida normal, a partir de ahora, con dinero o sin dinero... Si la gente siente su auténtico valor, todos descubriremos cómo queremos vivir. Eso es lo que yo reclamo a fin de cuentas: un “nuevo” mundo de dignidad y amor. Animo a la gente, en España y en cualquier lugar, a que descubra este nuevo paradigma y contribuya al cambio de valores en el mundo.
Line Halvorsen hació en Noruega hace 44 años y lleva 20 documentales en sus alforjas. El más celebrado de ellos de A Stone's Throw Away, sobre la vida de tres niños palestinos en Cisjordania, donde vivió durante dos años. En el 2004 se trasladó a Estados Unidos y allí rodó EEUU contra Al-Arian, el juicio de un palestino encarcelado en Estados Unidos y finalmente absuelto de las acusaciones de afiliación a la yihad islámica. En el 2010 decidió cambiar de rumbo y seguir en Alemania los pasos de Heidemarie Schwermer, que entonces llevaba ya 15 años practicando su peculiar filosofía de “Gib und Nimm” (Da y Toma)
¿Cómo responde la audiencia a Viviendo sin dinero?Hemos tenido 350 proyecciones del documental en 30 países, de Alemania a Grecia, pasando por Italia, Estados Unidos o España. Las reacciones han sido muy diversas. Hay gente que se siente inspirada por Heidemarie y gente que se cabrea con ella y critica su decisión. Lo bueno es que la película no deja a nadie indeferente y crea un interesante debate. Me gustaría que la gente fuera más allá de la historia personal de Heidemarie y que se hiciera este tipo de preguntas: ¿Llevamos realmente la vida que queremos? ¿Somos felices con el sistema económico que tenemos? ¿Podemos encontrar alternativas de vida y de trabajo para recuperar el sentido de la comunidad y llevar vidas más plenas y sostenibles? Creo que la crisis financiera está fozando a la gente a pensar de una manera diferente y más creativa.

¿Su mensaje no era acaso más relevante en medio de la prosperidad de los años noventa?
Yo creo precisamente que es más relevante hoy en día. Estamos más cerca que nunca de una crisis ambiental, y la crisis financiera ya la tenemos encima. Es importante que la gente empiece a cuestionarse el coste de la sociedad consumista y que entendamos que cada uno puede marcar la diferencia a título individual y en beneficio del planeta.

¿Llegó a entender las “razones” de Heidemarie para vivir sin dinero? ¿Hasta qué punto el rodaje de la película ha tenido un efecto en su propia vida?
 Al principio tuve dificultades para entender lo que hacía y por qué lo hacía. Reconozco que me hizo pensar sobre mis propias actitudes hacia la vida, el dinero y las posesiones. Me hizo mirarme hacia dentro y enfrentarme a mis prejuicios y mis miedos. Durante el rodaje luché a veces, sobre todo porque a ella no le gustaba tener que dar la cara a todas horas ante la cámara. Pero pasamos meses juntas, nos hicimos amigas y fuimos ganando confianza. Lo que me sorprendió realmente fue ver su actitud de relajación y aceptación total. Heidemarie vive en el momento y no se preocupa de lo que ocurrirá mañana. Tiene una fe increíble en lo que pasará, pero no se enfada si las cosas no salen como imaginó. Cada nueva dificultad es para ella una ocasión para crecer. Puedo decir, en fin, que hacer esta película ha tenido un gran impacto en mi vida.

¿Cree que hay signos de que algo está cambiando realmente en nuestra sociedad y en nuestra economía?
Creo que hay un movimiento muy fuerte, y que la economía compartida y la “gift economy” están en empezando a tomar cuerpo al margen de la economía oficial. El consumo colaborativo, los bancos de tiempo o el “upcyling” son nuevas maneras de reclamar una economía que funcione para todos, y no para los bancos y las corporaciones. Pienso que estamos avanzando hacia un modelo de mayor
conexión social. Nos estamos dando cuenta que la felicidad va más allá de los bienes materiales.

¿Qué proyecto se trae entre manos? ¿Qué la ha traído por España?
Estoy haciendo algo impensable antes de que conociera a Heidemarie. Digamos que estoy viviendo temporalmente de la generosidad de un amigo que me ha dejado su casa en España mientras pienso en el siguiente paso en mi vida, que seguramente sea un portal en internet sobre la nueva economía y un nuevo documental que cuestione el mito del perpetuo crecimiento económico (en este planeta finito). Estoy aún en fase de investigación, pero es increíble descubrir todo tipo de iniciativas realmente inspiradoras que están surgiendo en el mundo.

Carlos Fresneda

La mayoría 'exprimida'

  • Son las familias británicas que viven con menos de 25.000 euros al año
  • Familias para quienes un gasto imprevisto supone un gravísimo trastorno
  • Ya pagaron su parte de la factura en la época de las vacas gordas
  • La vida entonces subió a todo tren pero los salarios se quedaron estancados
La cosa viene de largo, antes de que golpeara la crisis... "Lo habitual en los años 80 era ver cómo la gente de clase media prosperaba y subía peldaños en la escala económica. Pero de un tiempo a esta parte, los únicos que han despegado de veras son los más ricos, cada vez más lejos del resto".

Giselle Cory, analista de la Resolution Foundation.Giselle Cory, analista de la Resolution Foundation.
Hablamos con Giselle Cory, analista de la Resolution Foundation, poniendo sobre el tapete los problemas de esos 11 millones de ciudadanos de clase media-baja que componen la Gran Bretaña 'exprimida' ('Squeezed Britain'). En esa franja están las familias que viven con menos de 25.000 euros al año y que muchas veces se ven en la tesitura a fin de mes: o pagar el alquiler o la factura de la luz o la cesta de la compra (todo al mismo tiempo es ya imposible).

Esas familias ya pagaron su parte de la factura en la época de las vacas gordas, cuando el coste de la vida subió a todo tren y los salarios se quedaron, sin embargo, estancados. En plena borrachera de consumo –alimentado por la deuda colectiva- nadie hablaba entonces de la pérdida del poder adquisitivo, y ahí nos duele. Según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONS), los ingresos del británico medio, teniendo en cuenta la inflación, han caído un 13% desde la debacle financiera.
Por bien que vayan las cosas, y según estimaciones de la Resolution Foundation, la Gran Bretaña 'exprimida' de clase media-baja no alcanzará hasta dentro de 10 años el nivel de vida que tenía en 2008. Y estamos hablando de un país con el 7,8% de desempleo, que sigue pareciendo la tierra prometida a los ojos de nuestros "jóvenes sin futuro" (que este domingo cruzarán por cierto el puente del milenio sobre el Támesis, denunciando la falta de oportunidades en España).

"Podemos hablar efectivamente de una mayoría exprimida por el estancamiento salarial, por los recortes sociales y por el sistema impositivo", recalca Giselle Cory. "Esta mayoría quedó excluida del crecimiento y ahora está siendo especialmente golpeada por la austeridad. Hablamos de familias que viven al límite y sin ahorros, para quienes una lavadora averiada o un gasto imprevisto supone un gravísimo trastorno".

Según el estudio, el auténtico bache entre ricos y pobres empezó a perpetuarse desde 1995. En apenas una década, el 1% de la población en lo más alto de la pirámide se benefició del 15% del total del crecimiento económico, la misma proporción que le correspondió en el desigual reparto al 50% de los británicos con rentas más bajas.

Hoy por hoy, un británico necesitaría los ahorros de 22 años para poder pagar la entrada de un piso, mientras que en 1983 le bastaba con tres años. El bache entre los que tienen y no tienen se estrella irremediablemente contra el muro de la vivienda: la proporción de propietarios ha bajado al 60% y a los jóvenes se les pone ya el estigma de la 'rent generation' (generación de alquiler).


El problema del subempleo

"Las posibilidades para la gente joven de subir en la escala económica son cada vez más limitadas", sostiene Giselle Cory. "Y esto coincide con los casos cada vez más habituales de mayores de 50 años que dan precisamente un paso atrás, por los cambios del mercado laboral y en medio de la actual incertidumbre económica".

"En Gran Bretaña, aunque el paro no es tan acuciante como en España, tenemos un problema adicional con el subempleo que afecta sobre todo a las mujeres", agrega la analista de la Resolution Foundation. "El nuestro es el segundo país occidental, después de Estados Unidos, con la mayor proporción de trabajadores con salarios bajos, el 21% de la población".

"Tenemos que movernos necesariamente del salario mínimo al concepto del 'living wage' (salario de vida)", sostiene Giselle Cory. "Se trata de una idea que cuenta ya con un amplio consenso político y con el apoyo de gran parte del mundo empresarial, que empieza a moverse ya en esa dirección: comprometerse con unos salarios más equitativos y un estándar de vida para sus trabajadores que vaya más allá del mínimo salarial".
"Los empresarios deben comprometerse con unos salarios más equitativos y un estándar de vida para sus trabajadores que vaya más allá del mínimo salarial"
El reto a medio plazo, según la Resolution Foundation, no es ya cómo mitigar los efectos de la austeridad en las clases menos favorecidas, sino cómo volver a abrir el 'círculo de la prosperidad', restringido durante casi dos décadas a la parte más alta de la pirámide.

"Se habla de la necesidad de estimular el crecimiento, pero hay muy poco debate sobre cómo lograr que ese crecimiento sea compartido por la mayor parte de la población", añade Giselle Cory, que nos remite a las recientes recomendaciones de la Comisión de Niveles de Vida: "Más ayudas del Estado para el cuidado de los hijos. Más deducciones fiscales a las familias con dos sueldos. Medidas urgentes pro-empleo entre los trabajadores mayores, incluida una reducción de su aportación a la Seguridad Social. Nuevas vías de aprendizaje y acceso al mercado laboral para los más jóvenes".

Gavin Kelly, director ejecutivo de la Resolution Foundation, con experiencia desde el otro lado de la barrera (trabajó en Downing Street con Tony Blair), pronostica que las próximas elecciones de 2015 girarán irremediablemente en torno a cómo mantener los niveles de vida. En un artículo en 'The Guardian' sobre "la clase media exprimida", Kelly emite su peculiar diagnóstico sobre la frustración palpable y creciente, que puede extenderse hoy por hoy a cualquier país europeo:
"La vida no ha discurrido como se pensaba para la gente que ronda los 35 años. No pueden permitirse comprar una casa, el coste para mantener a la familia va en aumento y la inseguridad económica pasa factura. Y por debajo de todo existe el convencimiento de que los niveles de vida han tocado techo y que van a continuar así por mucho tiempo".

Carlos Fresneda (Corresponsal) | Londres

Miles de británicos se lanzan a las calles contra la austeridad


Imagen de la marcha en Londres. | Foto: C.F.
Imagen de la marcha en Londres. | Foto: C.F.
  • El líder laborista participa en la marcha y da un mitin en Hyde Park
  • También se han registrado protestas en Belfast y Glasgow


Decenas de miles de ciudadanos se han lanzado a las calles de Londres y de las principales ciudades británicas en la mayor protesta contra las medidas de austeridad de David Cameron de los dos últimos años. Policías, bomberos, funcionarios, profesores, enfermeras y demás afectados por los recortes sociales han hecho causa común bajo la convocatoria unánime de los sindicatos.
"El malestar social ha tocado techo y el país está listo para una huelga general", declaró sobre la marcha Bob Crow, líder del sindicato ferroviario RMT. "Los servicios públicos están al límite yeste país está al borde del colapso si seguimos con los recortes salvajes".
El líder de la oposición laborista, Ed Miliband, se dejó caer por la marcha a su paso por Hyde Park. Entre más abucheos que aplausos, Miliband condenó con dureza la política económica de Cameron: "Este Gobierno ha ido demasiado lejos y demasiado rápido... No puedo prometer remedios fáciles, pero los laboristas marcaríamos la diferencia y salvaríamos empleos, frenaríamos la privatización de la sanidad pública y pondríamos impuestos a los bonos de los banqueros".
[foto de la noticia]

El monstruo de 'Bankenstein', subido a unos zancos, se sumó al río humano que recorrió la ribera norte del Támesis. Por allí pasó también el tren fantasma de la recesión, en un ambiente de festiva protesta que superó con creces a todas las manifestaciones celebradas durante el último año.


El frente de los 'Piigs'

Medio centenar de españoles se unieron en un frente común con los griegosportuguesesitalianos e irlandeses, en el recién creado 'Piigs Uncut'. Un cerdo simbólico abría la 'batucada' mediterránea, tras la pancarta roja de 'Solidaridad' que portaban los griegos.
"Hemos decidido darle la vuelta al nombre con el que el Financial Times se refirió despectivamente a los países con problemas económicos en la UE", explicó Víctor, portavoz de las Asamblea del 15-M en Londres. "Estamos apoyando a los británicos en su protesta contra las medidas de austeridad. Aquí, como en España,la gente común está pagando la factura de los problemas creados por los políticos y por los banqueros, que siguen eludiendo sus responsabilidades".
Dianna Higgs, profesora en paro, denunció "la cadena de despidos en la enseñanza pública". "A Cameron se le hace la boca agua prometiendo que va a extender los privilegios", denunció Higgs. "La verdad es sin embargo ésta: a los profesores se nos está condenado al paro y la mayoría de los estudiantes están abocados a la ignorancia".
Los bomberos de Edimburgo, con falda escocesa y con sus gaitas, denunciaron también los recortes de efectivos, al igual quelos 'bobbies' de Londres, en el doble papel de vigilantes y manifestantes semiclandestinos, repartiendo panfletos de tapadillo contra las reducciones de plantilla y privatización de la policía.
Al cabo de más de siete horas, la marcha contra la austeridad –secundada también en Glasgow y Belfast- acabó en un gigantesco picnic vespertino bajo los nubarrones en Hyde Park, donde resonó aún más fuerte la consigna: "¡No pagaremos esta crisis!".