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'Antes de comprar algo hay que preguntarse: ¿Tengo otras opciones?'


Trucos para equilibrar la economía doméstica

  • Tess Read, autora de un manual de referencia en Reino Unido, nos da las claves
  • 'El abanico es inmenso, pero la sociedad de consumo no nos deja ver más allá'
  • ¿Alternativas? Compartir, trueque, préstamo temporal, entre otras
Tess Read hizo su tesis sobre el euro y trabajó en el Banco de Inglaterra antes de pasarse al campo de la "economía personal". Su visión de la crisis la dejamos para el final; lo que ahora nos interesa es su aproximación particular a la cesta de la compra, mucho más allá de la idea que hasta ahora teníamos de la austeridad.

"Antes de comprar algo nuevo y dejarnos tentar por las últimas ofertas conviene hacer un alto y preguntarse: ¿Tengo otras opciones? Siempre se puede lograr un precio mejor, o comprar lo mismo de segunda mano, o pedirlo prestado por un tiempo, o compartir el uso, o intercambiarlo gratuitamente, o hacerlo uno mismo".

"El abanico de posibilidades es inmenso, aunque la sociedad de consumo que hemos creado no nos deja ver más allá", sostiene Tess Read, autora de 'Look after the pennies' ('Vigila la calderilla'), el manual para tiempos de crisis que está cambiando el modo en que los británicos se miran al bolsillo.

"Tenemos que explorar nuevas fórmulas y escapar a la trampa que el propio sistema ha creado", afirma Tess, madre de tres hijos, tentada a diario por los mercadillos de su barrio, Camden. "Nos han hecho creer que la única vía posible es el crecimiento sin límite de la economía, lo que nos obliga a consumir más, y a pedir dinero prestado, y a crear esta situación de deuda colectiva en la que estamos".

Lejos de recomendar el 'hachazo' puro y duro al presupuesto familiar, Read propone enriquecer nuestra vida de ciudadanos/consumidores buscando alternativas al 'pay as you go' (pagar sobre la marcha), creando redes, "humanizando" la economía y sacando al mismo tiempo partido de la tecnología.

"Internet está revolucionando nuestro comportamiento como consumidores. Compartir se ha convertido de pronto en algo deseable, y ahí tenemos Freecycle, la mayor red de trueque del mundo con más de 15 millones de usuarios. Otros prefieren el préstamo directo por tiempo específico, como Ecomodo. Y siempre podemos pujar por algo que de verdad necesitamos en eBay. Estamos creando no sólo nuevas formas de consumir, sino de crear al mismo tiempo comunidad y contribuir al futuro del planeta", explica.
"Mucha gente no sabe en qué se le va el dinero y el 'agujero' se nota cuando llegan las vacas flacas".
Tess Read admite su debilidad particular por las tiendas de segunda mano, donde encuentra muchas veces los retales con los que tapiza sus propias sillas y sofás, con la ayuda de su madre, maestras consumadas en el arte del 'patchwork'. "Procuro aplicarme el cuento en mi vida, empezando por el 'háztelo tú mismo'". En casa nos hacemos a diario el pan, y cultivamos tomates y patatas en el patio trasero. Cultivar tus alimentos no es sólo una manera de ahorrar, sino de ganar en salud y en contacto con la naturaleza".

Reglas de oro que no cambian

Aunque hay reglas de oro que no cambian, como esa de "vigilar" la calderilla para evitar el despilfarro. "Mucha gente no sabe realmente en qué se le va el dinero, y el 'agujero' se nota especialmente cuando llegan las vacas flacas. Yo propongo a cualquiera que apunte hasta el último céntimo que se gasta en una semana, que lleve un control muy estricto durante siete días y eche las cuentas. Nunca volverá a gastar de la misma manera".

Read nos instruye también en el arte del regateo: no mostrar excesivo interés al principio, preguntar por el precio de tres objetos (dejando para el final el que de verdad nos interesa) y llegado el momento preguntar al dependiente si puede "hacer algo" con el precio, y presionar hasta lograr un descuento entre el 10% y el 20%.

Compartir coche o intercambiar casa son otras de las dos opciones cada vez más usadas para poder seguir disfrutando de las vacaciones aún es estos tiempos. "Podemos encontrarle un nuevo sentido al ocio en familia, y lograr incluso que la experiencia sea aún más rica e intensa, si intercambiamos algo con los locales. El año pasado encontramos una casa en Cunit y este invierno queremos ir a Canarias. A cambio ¿cuántos españoles querrían pasar un fin de año en Londres?"
"Nada hay tal vez más importante que el lugar donde depositas tu dinero".
En enero, por aquello de remontar la cuesta, recomienda hacer repaso a todas las facturas caseras, tantear las ofertas y calibrar si merece la pena cambiar de compañía telefónica o eléctrica. Y lo mismo con los bancos: "Nada hay tal vez más importante que el lugar donde depositas tu dinero. Yo lo tengo en una mutua bancaria, porque soy parte del sistema, hay un trato muy personal y tienen una base local. Como tanta gente, desconfío de lo que harían con mi dinero los grandes bancos".

Su experiencia en el Banco de Inglaterra, donde trabajó a mediados de los noventa, le sirvió "para conocer cómo funciona el mundo de las finanzas" y para mantener una prudente distancia. Optimista por naturaleza (su expresión natural es la sonrisa), Tess Read admite que la salida de la crisis será muy difícil "sin un cambio de mentalidad".

Y después de haber escrito hace más de una década su tesis sobre el euro, esta es su conclusión: "Los políticos europeos no han sido honestos con la gente. La historia nos demuestra que no puede haber unidad monetaria sin unidad política, sobre todo cuando existen grandes disparidades económicas. Cuando golpea una crisis, la única solución en una 'unidad monetaria' es la trasferencia de fondos de unos países a otros. Pero la verdad se ocultó en su día: no advirtieron a los europeos de las consecuencias del euro sobre su propia soberanía. Y ahora llega el momento de la verdad: o los países ricos aceptan esta verdad, específicamente Alemania, o algunos países acabarán saliendo de la eurozona".

Carlos Fresneda (Corresponsal) | Londres
Publicado en El Mundo.es

Freecycle, la reinvención del trueque en Internet

 

Todo empezó con un email y un viejo colchón. En vez de deshacerse de su cama de soltero, Deron Beal se la ofreció gratuitamente a treinta amigos. Y no sólo encontró a alguien dispuesto a hacerse cargo de ella, sino que a cambio consiguió un viejo y confortable sofá. En él se sigue sentando a diario, al cabo de siete años...
Tu “basura” es el tesoro de otro”, asevera Beal desde la lejana Tucson, en Arizona, donde prendió la chispa de Freecycle. “Ese principio tan básico, que durante toda la vida ha sido la base de los grupos de trueque, ha encontrado un nuevo sentido en la era del Internet. Cuando las estrellas están alineadas, todo se multiplica”.

 Como el pan y los peces, todo es perfectamente multiplicable e intercambiable en Freecycle. Lo que empezó en el 2003 como un pequeño grupo de amigos en Yahoo ha fraguado en la mayor red de intercambio en Internet, con más de 7,5 millones de miembros repartidos por 110 países (entre ellos España).
De Madrid a Torrevieja, de Barcelona a Icod de los Vinos, una veintena de grupos han descubierto ya en nuestras tierras las ventajas del “freeciclaje” en tiempos de crisis. De teléfonos móviles a kimonos de aikido, de cochecitos de bebé a sillas de oficina de Ikea... Todo se puede encontrar en este mercado “virtual” y gratuito donde el único requisito es estar dispuesto a dar y recibir.
“Todos los días, en los más de 4.800 grupos que existen en el mundo, cambian de manos unos 45.000 objetos”, presume Deron Beal. “Lo importante no es sólo lo que nos ahorramos nosotros, sino la basura industrial que evitamos en todo el proceso... A diario reusamos unas 700 toneladas de materiales, más o menos la carga que recibe un vertedero de tamaño medio cada 24 horas”.
El sofá en el que está sentado Deron Beal, sin ir más lejos, pesa apenas 45 kilos, “pero harían falta hasta veinte veces este peso en materiales necesarios para fabricar un nuevo sofá”. Beal asegura que se nos está yendo la fuerza y la energía recalcando lo importante que es “reciclar”, cuando el énfasis deberíamos ponerlo precisamente en las dos primeras “erres”: reducir y reusar.

Los “freecicladores” han puesto rigurosamente al día otro de los viejos lemas –“piensa globalmente, actúa localmente”- y de paso han generado un flujo contagioso de buen rollo: “La sensación de desprenderte de algo útil para otra persona es algo muy gratificante, casi olvidado en esta sociedad de usar y tirar que hemos creado”.
Sostiene Beal que el éxito de Freecycle es la prueba irrefutable de un giro copernicano en nuestra mentalidad de consumidores... “El hiperconsumismo de los años noventa quedó atrás. La crisis ecológica y económica y la creación de redes sociales han posibilitado esta nueva era del “consumo colaborativo” que no ha hecho más que empezar”.

What’s Mine is Yours” (“Lo que es mío es tuyo”) es la nueva consigna, que nos llega estos días en forma de libro, a tiempo para la fiebre consumista. Los autores, Rachel Botsman y Roo Rogers, ahondan no sólo en el fenómeno de Freecycle, también en la explosión de empresas de coches compartidos (ZipCar), redes de viajeros (Airbnb) o compañías de préstamos de tú a tú (Zopa).

Pero estábamos con Freecycle, y hablábamos del deleite de compartir que elimina barreras sociales. “El trueque es un valor universal que está presente en todas las culturas”, asegura 
 Deron Beal. “Nuestro siguiente paso es extender las redes de intercambio en los países en desarrolo. Ahí nos hemos chocado con el bache tecnológico, pero estamos trabajando en la solución: Freecycle para todo el mundo con la ayuda de los teléfonos móviles”.



Carlos Fresneda, Nueva York
Publicado en el blog de El Mundo, En la Ruta Verde