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La auténtica transición

Rob Hopkins, en Totnes. Foto: C.F.
"Transición: pasaje de un estado a otro, período de transformación"... Rob Hopkins supo ver antes que nadie los cambios que se avecinaban. A su gentil manera, sin estridencias pero sin pausas, este espigado profesor de permacultura ha puesto en marcha una silenciosa revolución que se despliega ya por 43 países y está empezando a dar una vibrante cosecha de cambio económico, energético y social al cabo de ocho años.
    Lo que empezó como Transition Towns ha acabado cuajando en la Red de Transición, un experimento de ramificaciones múltiples con 1.130 iniciativas en todo el mundo. Nada está escrito en piedra, y la única convicción que une a los 'transicionistas' es ésta: "Si esperamos a que actúen los Gobiernos, será demasiado tarde. Si tomamos la iniciativa en solitario, será demasiado poco. Pero si actuamos comunidades, posiblemente será suficiente y a tiempo".
    Digamos que Hopkins oteó la crisis en los tiempos de las vacas gordas. Y aunque los primeros reclamos del movimiento de Transición fueron el cambio climático y el 'pico' del petróleo, el mensaje ha evolucionado ahora hacia la "regeneración económica", empezando por lo que tenemos más cerca.
"El sistema con el que funcionamos se encuentra en un callejón sin salida", sostiene Hopkins. "Y el problema es que no tenemos ninguna alternativa válida sobre la mesa. En el movimiento de Transición estamos intentando crearla con un abanico de acciones: planes de descenso de consumo energético, cooperativas de energía solar, proyectos de agricultura urbana, apoyo a las economías locales, monedas complementarias. No tenemos todas las soluciones, pero al menos las estamos buscando".
    De todo esto hablará hoy Rob Hopkins por videoconferencia en las jornadas "Despierta: el planeta te necesita" en la Casa Encendida de Madrid, "también estarán el filósofo y pensador Jordi Pigem y el biólogo y educador Juan del Río, uno de los principales impulores de la Red deTransición en España. En las jornadas se proyectará el documental "En transición 2", con la aportació como animador del español Emilio Mula.
   En Gran Bretaña, mientras tanto, el "experimento" sigue creciendo por días. Tan sólo en Londres hay más de 50 grupos conectando los grandos barrios y promoviendo iniciativas de autonomía alimentaria, movilidad urbana o dinero local, como la emblemática 'libra de Brixton'. En el 2012,Bristol dio un tremendo impulso al movimiento de las monedas sociales con la adopción de la nueva divisa electrónica y complementaria en una ciudad de medio millón de habitantes.
"Experimentamos haciendo: no esperamos a que nadie nos dé permiso", advierte Ben Brangwyn, co-fundador del movimiento. "No tenemos una receta mágica para el cambio, y hemos comprobado que la misma fórmula no sirve en todas las partes del mundo. Pero la red se está propagando cada vez más rápido. Del intercambio de experiencias está surgiendo un poder transformador que antes no teníamos".
Totnes, por cierto, es un pueblo bucólico pero no 'utópico' de poco más de 7.000 almas en la campiña de Devon. "Todavía hay coches por las calles y no tenemos a las cabras pastando en los tejados verdes", bromea Frances Northrop, al frente del grupo local de Transición. "Los cambios son lentos, pero el proceso está en marcha y hemos implicado a las autoridades locales. Las placas solares empiezan a ser ubicuas y el plan de descenso de consumo energético se consumará en 2030. Con Transition Streets hemos embarcado en el cambio a gran parte de la población, calle a calle, casa a casa. Y ahora contamos con el impulso de los comercios locales, que son el auténtico motor de nuestra economía".
En el terreno de la energía, Totnes marcó la pauta en el 2003 con el primer Plan de Descenso Energético del Reino Unido, con la mirada puesta en el 2030. Una mirada limpia, desde lo alto del castillo normando desde el que se domina el pueblo, bastará para constatar el destello de las placas fotovoltaicas en los tejados. Más de 65 grupos de transición -con 550 hogares implicados- se han abonado al cambio, con un ahorro medio de 700 euros en la factura de la luz y con una reducción media de 1,3 toneladas de CO2.
La alimentación, tan ligada al pasado y al futuro de esta ciudad-mercado, es sin duda el campo más fructífero. La iniciativa Food Link pone en contacto directo a los productores con los consumidores. Gardenshare ha creado una red de huertos compartidos. Food Hub intenta dar respuesta a problemas como los excedentes alimentarios. Las Seeding Sisters son las animadoras de la agricutura urbana y el grupo local de Incredible Edible, cultivando a discreción en todos los espacios públicos, ha echado raíces en apenas dos años.
"Necesitamos una nueva economía que funcione para la gente y para el planeta", retoma el hilo Rob Hopkins, artífice de la nueva cultura de la transición. "Empezamos como una respuesta directa al cambio climático y al pico del petróleo, pero el mensaje se ha ido enriqueciendo y afecta ahora a todo eso que llamamos 'resiliencia' desde lo local... Cómo reconstruir las economías, cómo respaldar a los emprendedores y crear empleo, cómo aspirar a una mayor igualdad".
Pero puestos a indagar en lo que moviliza a la gente, más allá de los mensajes de urgencia ecológica o de regeneración económica (tanto da), la respuesta es así de simple: la necesidad de conectar. "Es algo que hemos podido comprobar en todas las partes del mundo", admite Hopkins. "La gente quiere conocer a sus vecinos, sentirse parte de algo, compartir inquietudes y vislumbrar soluciones".
"Aunque los cambios más profundos requieren tiempo y paciencia", advierte Hopkins, que puso en práctica su "experimento" en Totnes en 2006, cinco años después de haber urdido su primer plan de 'transición' para Kinsale (Irlanda), cuando ni siquiera se había "acuñado" aún la nueva dimensión del término.
    Hopkins advierte sin embargo del riesgo de tomarse la Transición como un acto de fe: "Cuando empezamos acuñamos los doce pasos, pero ahora hemos dejado atrás esa aproximación porque era demasiado rígida y había quienes lo interpretaban como si fueran los doce mandamientos. No hay siquiera una guía, en todo caso un 'Compañero de Transición', y así es como hemos titulado el libro que recoge las experiencias en todo el mundo".
     Sin salir de Totnes más que ocasionalmente en tren o en barco (se resiste en coger el avión por no aumentar su huella ecológica), Hopkins se acaba de descolgar con un nuevo libro -"The Power of Just Doing Something"- inspirado en una idea así de simple: cómo la acción local puede cambiar el mundo.
     "Los pequeños cambios en nuestro radio de acción pueden acabar cuajando en algo grande y extrordinario", advierte el cofundador de la auténtica Transición, que se despide con una llamada al idealismo práctico: "La visión de otro mundo posible y mejor es totalmente necesaria. Es algo que te pones delante de los ojos y hacia lo que avanzas paso a paso, aunque por momentos pueda parecer imposible".
@Cfresneda1

La sociedad post-crecimiento






Richard Heinberg no tiene vocación de "aguafiestas", aunque el libro que le valió el reconocimiento mundial se titula precisamente así: "The Party's Over". Se acabó la fiesta... Su visión del futuro es cruda, pero hasta cierto punto esperanzadora. Pese a los nubarrones en el horizonte, aún confía en la capacidad de adaptación del hombre a la "sociedad post-carbono" o "sociedad post-crecimiento, la que brotará tras la borrachera industrial y financiera del último siglo.
En "Peak Everything", publicado durante la orgía económica que precedió a la gran recesión, Heinberg pronosticaba ya el inevitable declive de casi todo en el siglo XXI, empezando por el petróleo. En "Blackout" intentaba alumbrar varios escenarios de futuro, si logramos superar la última e inconfesable dependencia de la energías fósiles ("seremos 100% renovables en el siglo XXI, lo queramos o no, simplemente por el agotamiento de los recursos").
Su último libro, "The End of Growth", es un alegato contra todos los intentos de reavivar la economía con la vieja fusta del crecimiento a toda costa... "No estamos simplemente en la parte baja de un ciclo económico. Hemos llegado a un punto en que cualquier expansión económica está estrangulada por los límites naturales y financieros. Se acabaron el petróleo barato y el crédito barato, que fue lo que nos hizo tocar techo. En Estados Unidos y en Europa nunca volveremos a crecer como antes".
Alineado con Tim Jackson, Herman Daly o Serge Latouche, el profeta del "decrecimiento", Richard Heinberg sostiene que no queda otra salida que "adaptarse a la nueva realidad" y hacer acopio de energías para "una transición larga y dolorosa, que servirá sin embargo para transformar profundamente el modelo económico y social".
"Se acabó la fiesta de la sociedad industrial, así de claro", sostiene Heinberg. "Todas las deudas ambientales del último siglo están convergiendo al mismo tiempo... La crisis financiera no ha sido más que el preámbulo, y estuvo precedida -no lo olvidemos- de una subida fulgurante del precio del petróleo. El agotamiento de los combustibles fósiles nos va a forzar a cambiar radicalmente de estilo de vida. Si encima le añadimos la presión del cambio climático, la situación es aún más urgente e imperiosa".
Desde la sede del Post Carbon Institute en Santa Rosa, Heinberg nos invita a asomarnos a la sociedad "post-carbono" y "post-crecimiento" quitándole los tintes apocalípticos y realzando en todo caso el verde de las colinas, en este lugar privilegiado del norte de California...
"Nos moveremos mucho menos en el futuro. Habrá menos coches en nuestras calles y compartiremos su uso: ni los biocombustibles ni el motor eléctrico podrán mantener la flota actual. La transición se empezará a hacer en las ciudades, con movimientos como Transition Towns o Post-Carbon Cities que ya están dando los primeros pasos"...
"Las grandes metrópolis adoptarán "planes de choque" y volverán a ser la suma de pequeños barrios, unidos por el transporte público. Las ciudades pequeñas se adaptarán mejor a los criterios de autosuficiencia energética y alimenticia. Habrá una tendencia a la descentralización y a la "re-ruralización". Se crearán incentivos para que la gente vuelva a la tierra, y brotarán las granjas urbanas. Y habrá un uso mucho más sensato de la tecnología para arpovechar al máximo los recursos o adaptarnos a las nuevas circunstancias... En un planeta superpoblado, el futuro estará definido por los límites, y por cómo responderemos a esos límites.
¿Utopía o más bien distopía? "Yo lo llamaría realismo", replica el autor de "El fin del crecimiento". "Ha llegado el momento de admitir que no tendremos ni la energía ni los recursos suficientes para seguir como hasta ahora. Pero los cambios no significan necesariamente autoprivación... Tenemos que pasar de maximizar la producción y el beneficio a regenerar el tejido social y redefinir la calidad de vida.Todos tendremos que poner de nuestra parte".
"Debemos diseñar un modo de vida más sostenible, más local, más lento, más feliz", concluye Heinberg. "Y eso significa poner más énfasis en la cultura, el arte y la educación. Esa es si acaso la transición más necesaria: hay que embarcar a los niños en la dura tarea de cambiar nuestra sociedad; no les podemos seguir enseñando a ser "brokers" en Wall Street".
Carlos Fresneda