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EL HONOR DE LOS "NUNEZ"

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Jules Nunez (primer plano) y su hijo Randy, propietarios de una lonja en Luisiana. | C.F.
  • Jules y Randy Nunez son pescadores de Luisiana descendientes de españoles
  • Aunque les cueste reconocerlo, son lo que en el sur de EEUU llaman 'islenos'
  • Regentan una de las lonjas más celebres de Bahía Barataria: 'Nunez Seafood'
  • El negocio existe desde hace 60 años y ha sobrevivido a muchos huracanes

El petróleo del Pozo Macondo entra en la Bahía Barataria... No se dejen engañar por la carga literaria y asómense a la cruda realidad: el vertido del Golfo de México azota el mayor estuario de Luisiana.

Cientos de pescadores se quedan en el dique seco, y entre ellos los Nunez, que llevan aquí anclados el tiempo suficiente como para haber perdido la 'eñe' y el acento canario.

Aunque les cueste reconocerlo, los Nunez son lo que aquí llaman 'islenos' (nosotros diríamos 'isleños'). Al abuelo Clemente le recuerdan como 'Grandpa Clement'.

No saben a ciencia cierta de qué isla llegaron sus ancestros, ni en qué año recalaron en la Luisiana. Pero es muy posible que lo hicieran entre 1778 y 1783, cuando Carlos III envió a los pobladores canarios que se adaptaron como pez en el agua a las llanuras aluviales de rodean Nueva Orleans.

El caso es que Jules y Randy Nunez, que nunca leyeron el Quijote, regentan una de las lonjas más celebres de la Bahía Barataria: 'Nunez Seafood'. El negocio familiar lleva abierto desde hace 60 años y ha sobrevivido a incontables huracanes.

En plena temporada, entre 50 y 75 barcos depositan aquí a diario su maná de gambas, cangrejos, lenguados y corvinas. El negocio factura al año dos millones de dólares, pero el vertido lo ha arrojado todo por la borda.

"Nos estábamos recuperando finalmente del Katrina y ahora nos llega esto", se lamenta Jules Nunez, 77 años, en esa especie de camarote varado en el tiempo, decorado con mapas antiquísimos y corvinas disecadas.

"Todos sabemos qué hacer cuando llegan los huracanes, pero nadie nos había preparado para el petróleo. Lo temíamos desde hace tiempo. Rezábamos para que no sucediera... y ahora rezamos para que ocurra el milagro".

Era domingo, y tras la misa de rigor (día estatal de 'plegaria' para frenar el vertido), los Nunez se refugiaron en su lonja porque no había nada mejor que hacer... "Esta es nuestra vida, siete días a la semana. Y aquí esperaremos las noticias, buenas o malas. En el mejor de los casos, habrá que esperar uno o dos años. Hemos puesto las demandas contra BP, pero aún no sabemos nada de compensaciones económicas ¿Que si he escuchado el discurso de Obama? Buenas palabras, pero poca acción...".

A la espera

Jules prefiere sin embargo "no hablar mal de nadie" y esbozar una sonrisa de viejo pescador que se las sabe todas. El timón del negocio se lo pasó hace tiempo a su hijo, Randy, que es el que 'está moviendo los papeles'.

Una vez a la semana, los miércoles, el 'consejero de la crisis' se acerca al centro comunitario de Lafitte para despachar con los pescadores y ponerles al día. El dinero no llega, y la paciencia se va agotando, en medio del insoportable bochorno y del quejido estridente de las chicharras.

"Vuelve dentro de unos meses y te diremos", sentencia Jules. "Lo mismo ha ocurrido ya el 'milagro' y ves los muelles repletos con cajas de cangrejos y gambas. O a lo mejor nos ves igual que ahora, desocupados y pendientes del televisor... Pero aquí seguiremos, no lo dudes. Esta es nuestra vida y de aquí no nos vamos".

Dejamos a los Nunez con una sensación amarga allá en su lonja, en uno de tantos canales que rompen en la inmensa Bahía Barataria. El petróleo entró de lleno hace más de dos semanas y ha estrangulado ya la vida de varios delfines, que llegaron precisamente a la bahía huyendo de la mancha.

El gobernador Bobby Jindal, que tiene una especial querencia por el estuario, ha ordenado el despliegue de medio centenar de balsas de contención, para evitar que el crudo entre en los canales y en las zonas pantanosas.

Poco se puede hacer, sin embargo, mientras el realismo 'sucio' siga brotando a espuertas del pozo Macondo. La tragedia se cuece a fuego lento en la Bahía Barataria.

Carlos Fresneda, (Enviado especial) | Bahia Barataria (Luisiana)
Publicado en El Mundo

COMO "TAPONAR" LA VERDAD SOBRE EL VERTIDO

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BP está librando desde hace 50 días dos batallas simultáneas. De su lucha desesperada por ponerle un “tapón” al vertido de petróleo en el Golfo de México tenemos constancia sobrada. Poco ha trascendido sin embargo de los denodados esfuerzos de la compañía británica por ponerle un “tapón” a la verdad, por negar sistemáticamente la evidencia, por mantener a distancia a los medios, por movilizar sus influencias políticas y por alistar a los máximos expertos en el dudoso artes de manipular a la opinión pública.

BP empezó contratando los servicios de Brunswick Group, uno de los despachos más poderosos de Washington, especializado en “retos críticos de comunicación”. Hace una semana, BP fichó directamente a Anne Womack-Kolton, ex jefa de campaña del ex vicepresidente Dick Cheney. Esta misma semana, el ex estratega de Bush Alex Castellanos se suma a la lista, a través de la firma Purple Strategies.

En un alarde de desfachatez o socarronería, BP parece dispuesta a alistar a los “sospechosos habituales” para deshacer el entuerto al que tan generosamente contribuyeron cuando Bush y Cheney se bajaron los pantalones ante las petroleras. Aunque la mancha de petróleo salpica por supuesto a los demócratas, y los pringosos tentáculos de BP llaman a la puertas del jefe de Gabinete de la Casa Blanca, Rahm Emanuel; del ex jefe de la transción de Obama, John Podesta, y hasta del fallecido Ted Kennedy (por citar unos cuantos).

BP contraataca por todos los medios posibles para rehacer su imagen, de Facebook a Twitter, donde le ha salido por cierto un “replicante” disparatado. La compañía británica ha colocado también su “enlace patrocinado” en lo más alto de las búsquedas de Google, cada vez que se teclean las palabras malditas: “oil spill.

En televisión, y en toda página en los periódicos, vemos al controvertido director ejecutivo, Tony Hayward, pidiendo perdón por activa y por pasiva: “El vertido es una tragedia que nunca debería haber ocurrido... Lo siento profundamente”.

Pero lo más lamentable es sin duda el empeño de BP por hacer “invisible” el desastre. Lo pudimos comprobar en carne propia varias veces durante los primeros días, cuando nos topamos con cintas amarillas –como las que usa la policía para delimitar la “escena del crimen”- para bloquearnos el acceso a las playas de Shell Beach o Grand Isle entre otras.

Una semana después del vertido, comprobamos que BP exigía a los pescadores la prohibición de “hablar con los medios” como condición para poder sumarse a las operaciones de “respuesta”. Los pescadores de Venice advirtieron que la Guardia Costera les llegó a amenazar con multas cuantiosas si se atrevían a llevar periodistas a la zona del vertido.

Poco después, los guardias de seguridad de otra compañía petrolera –Shell- nos dieron con las puerta en la narices cuando pretendíamos acceder a deshora a una conferencia de prensa en el fortín de Robert (¿alguien nos explica por qué ponen el centro de información a 200 kilómetros de la costa?). Hace menos de dos semanas asistimos a la patética coreaografía con la que BP agasajó al propio Obama, que dio su rueda de prensa en Grand Isle a menos de 500 metros del cuartel general de Exxon Mobil en el Golfo de México (¡rodeados estamos!).

La agencia AP, la cadena CBS y el diario Times-Picayune denunciaron recientemente los esfuerzos de BP por bloquear el acceso a los medios, aunque la cortina de humo no podía resistir mucho más. Las fotos espeluznantes de los pelícanos embadurnados en la isla de Gran Terre acabaron con la consigna no escrita que funcionó casi a la perfección hasta la fecha: “Prohibido fotografiar animales muertos”.

Se confirma por fin ahora la existencia de manchas submarinas de petróleo, diez días después de que el ubicuo Tony Hayward pusiera la mano en el agua ante la prensa: “El petróleo está en la superficie... El petróleo tiene una gravedad específica, que es la mitad que la del agua, y tiende a salir a la superficie por esa diferencia de gravedad”.

Elemental, querido Hayward... Seguiremos desinformando.

Carlos Fresneda
Publicado en el blog Crónicas desde EE.UU. de El Mundo

EL DESASTRE "INVISIBLE"

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La mancha se propaga ya por las marismas de Luisiana. La Agencia Espacial Europea confirma que el petróleo ha entrado en la corriente del 'lazo' del Golfo de México. Los científicos alertan de la existencia de un gigantesco 'iceberg' de crudo bajo la superficie. Y sin embargo el desastre ecológico que arrancó el 20 de abril con la explosión de la plataforma Deepwater Horizon sigue siendo 'invisible' para la mayoría de los norteamericanos.

"Estamos asistiendo a una campana orquestada para engañar al público", alerta el biólogo Ian McDonald, de la Universidad Estatal de Florida. "Nadie sabe con exactitud cuánto petróleo está saliendo, ni hasta dónde llega la mancha. La falta de transparencia y la ocultación de la información ha sido una constante desde el principio, no sólo parte de BP, también por parte del Gobierno".

Ian McDonald petenece a ese pelotón cada vez más nutrido de científicos que cuestiona como "ridícula" la estimación oficial de 5.000 barriles diarios derramados de crudo... "Nadie sabe de dónde viene esa cifra ni por qué se ha dado por buena. Cualquier experto que haya visto el vídeo de la fuga y que haya podido ver las imágenes por satélite puede llegar fácilmente a la conclusión: de ese pozo de están saliendo más de 25.000 barriles diarios".

"Estamos ante algo parecido a un 'iceberg': la parte mayor es la que no vemos", advierte por su parte el oceanógrafo Frank Muller-Karger, de la Universidad del Sur de Florida. "Es muy difícil cacular todo el petróleo que hay por debajo. Honestamente, creo que el Gobierno no lo sabe. Tampoco lo sabe BP, aunque creo que la estimación que se ha hecho hasta ahora es a la baja".

Hablamos con Muller-Karger pocas horas después de su intervención ante el Comité de Energía de la Cámara de Representantes... "He recalcado que es totalmente necesario tener una idea tridimensional del vertido. Tenemos que entender también cómo se mueve el agua en el Golfo e intentar averiguar hasta dónde puede llegar. Nos espera una ardua labor científica de evaluación del impacto ambiental, incluido el uso de los dispersantes que han usado en grandes cantidades y que han servido para que el petróleo se instale en las capas medias y en el fondo".

"Los dispersantes han servido para 'ocultar' el petróleo que llega a la superficie, pero a la larga pueden estar contribuyendo al mayor desastre ambiental en la historia de Estados Unidos" advierte por su parte John Hocevar, el director la Campaña de los Océcanos de Greenpeace.

Crudo acumulado en Luisiana. | Reuters

Crudo acumulado en Luisiana | Reuters

"No hay excusa para justificar la falta de transparencia y la manipulación de la información desde que comenzó el vertido", añade Hocevar. "Tampoco es de recibo que el Gobierno permita las perforaciones en el Ártico este mismo verano con lo que está ocurriendo en el Golfo de México. Nosotros reclamamos una moratoria en las prospecciones marinas.

Rick Steiner, profesor de la Universidad de Alaska, ha pasado más de una semana intentando calibrar 'in situ' el alcance del vertido y vuelve a su tierra con una sensación frustrante... "Es imperdonable que la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) tenga sólo un barco, el Pelican, que esté suministrando información de primera mano en la zona del vertido".

"Tendría que haber no uno sino veinte barcos del Gobierno tomándole la medida a la mancha", advierte Steiner. "Y no sólo en lugar de la fuga y en la superficie; hay mucho petróleo sumergido y necesitamos saber cuánto para calcular las posibles consecuencias".

"La diferencia con el desastre del Exxon Valdez es que entonces sí sabíamos cuánto crudo se iba a derramar", añade Steiner. "Y aunque no fue uno de los mayores vertidos, sí fue el que más daños ecológicos ha causado hasta la fecha. En el vertido del Golfo nos enfrentamos sin embargo a muchas incertidumbres que aún no son visibles. Aunque una cosa es cierta: es imperdonable que nadie previera que algo así pudiera ocurrir”.

La última estimación del desastre 'invisible', realizada por la Universidad de Miami, habla de un 'brazo' de petróleo que ocupa ya más de 11.000 kilómetros cuadrados, más o menos el tamaño del estado de Nueva Jersey o de la región de Murcia. "Una mancha pequeña comparada con el gran océano", en palabras del director ejecutivo de BP Tony Hayward.

Carlos Fresneda. Nueva York
Publicado en El Mundo
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