LAS TUMBONAS DE TIMES SQUARE

Vaya, vaya. El atasco incesante de Times Square ha dejado paso a una playa del asfalto y tumbonas. La encrucijada canalla se ha convertido en un paraíso peatonal, salpicado por sillas de todos los colores que invitan a los paseantes a relajarse en plena calle y mascar el tiempo. A determinadas horas se escucha incluso el rumor lejano del mar.

En Broadway han descubierto a estas alturas el placer de tomar la fresca, y aunque los taxistas estén cabreados, los neoyorquinos han acudido en masa al lugar, disputando las tumbonas a los turistas.
Mark Sotckard, tomando la 'fresca' en Times Square. | C.F.

Hacía años que no venía y esto me parece lo más”, confiesa Mark Sotckard, 56 años, vecino del Upper East Side, mientras se cruza de piernas en la silla y clava la mirada en los neones en actitud meditativa. “Siempre me echó para atrás el bullicio y el tráfico, pero esta sensación es completamente nueva, como si estuvieras en un parque... ¡Deberíamos cerrar toda la ciudad a los coches!”.

Los coches siguen atravesando la Plaza del Tiempo, todo hay que decirlo. La Séptima Avenida sigue tal cual, congestionada a todas las horas. El tráfico transversal -de la calle 42 a la 47- incomoda como antes a los peatones. La “isla peatonal” se reduce al esquinazo de Broadway y tiene el aspecto de chapuza provisional, protegida por unos cuantos policías y decenas de tapacubos.

El dudoso acierto ha sido sin embargo el de las sillas y tumbonas, gentileza de la Times Square Alliance. En una ciudad en la que llegaron a desaparecer los bancos de las calles –para que no se instalaran los “homeless”- es de agradecer el detalle con el sufrido caminante, abrumadora mayoría en Manhattan.

El “experimento urbano” durará hasta finales de año, aunque está por ver si sobrevivirá más allá de las elecciones de noviembre. De momento, casi todo han sido celebraciones, aunque siempre hay “aguafiestas” como Andrea Peyser en el New York Post, que reclama la vuelta del coche para que Times Square siga siendo “el vibrante y frenético centro del universo”.

A Peyser y a todos los defensores de la marabunta motorizada les sugerimos que visiten la página web de Ciudades Sin Coches para que vayan haciéndose a la idea. O mejor que pinchen en YouTube y se asomen a la ciudad del futuro, Masdar, diseñada por Norman Foster en Abu Dhabi y concebida para que sus 40.000 habitantes puedan tomar la fresca en la calle, sin malos humos y sin el acoso incesante del coche.

Carlos Fresneda desde Nueva York
Publicado en el blog Crónicas desde EE.UU de El Mundo

GAMESA LE "QUITA EL OXIDO" AL CINTURON INDUSTRIAL DE PENSILVANIA

EBENSBURG (PENSILVANIA).- Siguiendo el rastro del carbón bituminoso y de las fábricas abandonadas de acero, se llega hasta Ebensburg, Pensilvania. La central térmica de Cambria Cogen nos da la humeante bienvenida a este pueblo de tres mil almas, azotado frecuentemente por el viento que viene de las montañas Allegheny, donde despuntan a lo lejos las 40 turbinas de dos megavatios de Gamesa.


Hace tres años que el gigante alavés de la energía eólica echó raíces en estos parajes, emparentados con el bosque y con la herrumbre de nuestro norte industrial. El arranque no fue fácil, y a los problemas técnicos se unió la resistencia “cultural” de muchos vecinos crecidos a la sombra del carbón y temerosos del impacto de los aerogeneradores de hasta 80 metros de diámetro.

“Como suele pasar con todo lo nuevo, hubo gente que reaccionó con miedo al cambio”, admite el gobernador de Pensilvania, Ed Rendell. “Pero todos han podido comprobar los beneficios, para la economía y para el medio ambiente. Gamesa forma ya parte de nuestro paisaje y de nuestro futuro”.


La apuesta firme del demócrata Rendell, que ha embarcado a los republicanos en el objetivo de 18% renovables en el 2021, fue vital para que Gamesa eligiera Pensilvania antes que Texas, el estado líder de energía eólica en Estados Unidos. Los incentivos fiscales, la mano de obra, la infraestructura y la posición estratégica del estado –la “piedra angular” de la costa este- hicieron el resto.


Aunque quien puso definitivamente a Gamesa en el mapa fue Barack Obama en plena campaña electoral. Su visita a la segunda fábrica de la compañía en Fairless Hills, en la otra punta del estado y a orillas del río Delaware, marcó su conversión a la economía de la “nueva energía”.

Obama estampó su firma en una pala, “pero lo que más le impresionó fue el complejo ensamblaje de las “nacelles” que permiten que el viento se transforme en energía”, certifica Jim Bauer, histórico líder sindical del acero. “Buen trabajo, Jim”, terció el entonces candidato. Desde entonces fue como si Dylan le susurrara a todas horas al oído aquello de “La respuesta está en el viento” (esta misma semana ha reiterado su objetivo del 20% para energía eólica en el 2030).


Jim Bauer puso entonces sobre la mesa otro factor que ha contribuido a la buena reputación de la compañía: “Gamesa no sólo ha traído empleo “verde”, sino que ha creado puestos de calidad y ha entablado una cooperación con los sindicatos poco usual en Estados Unidos. Tenemos nuestras lógicas tensiones, pero nada que ver con el modelo confrontacional al que estábamos habituados en Pensilvania”.


“Hemos querido destacar no sólo como una compañía puntera en desarrollo y tecnología, también en compromiso social”, certifica el madrileño Luis Miguel Fernández, al frente de los servicios corporativos y técnicos de Gamesa en Estados Unidos. Pese a las dificultades del primer año de operaciones y con el viento en contra de la crisis, la compañía vasca hinchó las velas en el 2008, con una producción equivalente a 1.050 megavatios (más una inversión acumulada de 200 millones de dólares y 1.000 puestos de empleo creados en los tres años).


“Le estamos quitando el óxido al cinturón de hierro de Pensilvania”, presume Michael Peck, portavoz norteamericano de Gamesa y uno de los artífices de la singular elección de la costa este, lejos del túnel del viento. “Al fin y al cabo, Navarra no figuraba en los primeros mapas eólicos de España y ahí está hoy en día”, puntualiza Peck, gran conocedor de lo que se cuece por nuestras tierras.


La otra gran responsable es la secretaria de Medio Ambiente Kathleen McGuinty, que se desplazó personalmente a Bilbao en cuanto supo que Gamesa estaba tanteando Texas: “Organizamos una serie de encuentros y les convencimos de que no podían encontrar una puerta mejor de acceso, ni un aliado más comprometido con el futuro de las energías renovables”.


McGuinty afirma que nunca ha habido ni habrá conflicto entre el viento y el carbón “limpio”. En en los valles de las Allegheny aún pueden verse viejos carteles que atribuyen al carbón el “milagro” de la electricidad. Barry Lauer, trabajador de Gamesa y vecino de Ebensburg, está convencido sin embargo de que las últimas brasas son ya cosa del pasado: “El futuro está en el viento y en el sol, aunque aún haya gente que aún se resiste a cambiar”.

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Del acero a las “palas”

EBENSBURG.- La crisis golpeó antes de tiempo el oxidado cinturón industrial de Pittsburgh. Troy Galloway, 45 años, trabajador del acero, perdió su empleo y no volvió a encontrar el norte hasta que Gamesa aterrizó en Ebensburg. Ahora trabaja fabricando las vigas que son algo así como la espina dorsal de las palas gigantes (de más de cuarenta metros de longitud).

“Cuando nos dijeron que venían los españoles, no nos lo creíamos”, confiesa. “Después de tantos años cerrando fábricas y llevándose puestos de trabajo, nos costaba creer que un empresa extranjera invirtiera en la zona... Todas las tardes, camino de casa, paso ahora por el parque eólico de Allegheny y veo las palas de Gamesa girando. Me llena de orgullo ver mi trabajo en acción”.


CARLOS FRESNEDA

Enviado especial

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El PUMA CONTRA EL HUMMER

Hace 30 millones de años existió un mamífero gigante, llamado Indricotherium (wiki) que pesaba 20 toneladas y contribuyó generosamente a la deforestación del centro de Asia. Hace once años, la General Motors fabricó un monstruo llamado Hummer (wiki) que pesa tres toneladas y avanza sobre el asfalto como si fuera un tanque.


El Hummer está destinado a morir bajo su propio peso, como ocurrió con el Indricotherium. El presidente Obama acaba de certificar su defunción de aquí al 2016, cuando la “fauna” de vehículos en Estados Unidos deberá consumir una media de 6,6 litros a los 100 kilómetros (o sea, casi tres veces menos de lo que “bebe” un Hummer).

Intentarán vendernos, cómo no, la versión “ecológica” del Hummer, como la que tiene Schwarzenegger en su garaje. Pero los tiempos cambian, y sólo las especies que mejor se adaptan sobreviven y evolucionan, como constató Darwin.


La General Motors, amenazada de extinción, ha empezado a virar de rumbo antes de que sea demasiado tarde. Por las calles de Nueva York y Washington ha empezado a circular de modo experimental una nueva especie automovislística, el P.U.M.A , que pesa 136 kilos, tiene un motor eléctrico y mantiene prodigiosamente el equilibrio sobre dos ruedas.

El PUMA es un paso más allá del futurista Segway, que no acabó de encontrar su espacio en las aceras. El nuevo invento está especialmente diseñado para abrirse paso en los intersticios del asfalto y esquivar los atascos, con la ayuda de un GPS. Tiene una autonomía de 50 kilómetros y estará listo para revolucionar la movilidad urbana en el 2012.


La auténtica “revolución”, ya se sabe, viaja todos los días en bicicleta (180.000 usuarios en Nueva York). Pero mientras llegamos a la “masa crítica”, demos la bienvenida al PUMA y entonemos el RIP por el Hummer.

P.D.: Pido disculpas por el uso inapropiado de la palabra “humareda” en el último post (¿Viento o carbón?). Lo más correcto hubiera sido hablar de la “cortina de vapor” de las torres de enfriamiento, que entre otras cosas sirven para “tapar” las emisiones de gases de combustión. Por si quedan dudas, se puede pinchar aquí para saber cómo funciona una central termoeléctrica. Se calcula que las 600 centrales de carbón en Estados Unidos son responsables de una tercera parte de las emisiones de CO2. Otro día hablaremos de la campaña para impedir la apertura de nuevas centrales térmicas en EEUU, impulsada por el climatólogo de la NASA James Hansen. Y por si alguien tiene aún dudas del impacto ambiental del carbón, nada mejor que pinchar en este vídeo de la campaña “The Dirty Lie”, auspiciada por Robert Kennedy


CARLOS FRESNEDA

Desde Nueva York


Manolo en una performance sentimental hacia un hummer en Madrid:


texto vinculado: acción simpatica antiHummer realizada en Madrid para protestar contra el uso de un vehículo innecesario en la ciudad, y uno de los mayores consumidores de petróleo, osea un vehículo lider en la contribucción al cambio climático y el uso gilipollas de la tecnología. Para saber más de lo que piensan muchos sobre este monstruo: http://www.fuh2.com/submissions.php

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PAUL EHRLICH: "HEMOS SIDO UNOS PESIMOS GESTORES DEL PLANETA"

“Llamadme Pablo”... Paul Ehrlich es uno de esos profesores colegas con los que uno quedaría a tomarse una cerveza (o mejor un vino) a la salida de las clases en Stanford. Gran conversador, con un sentido de la ironía que se agradece en los tiempos que corren, accede gustoso a posar junto a la reproducción de las “Puertas del Infierno” de Rodin. Y así conjuramos de paso los predicamentos apocalípticos.
Paul Ehrlich, en las puertas del infierno
Ehrlich se ganó tantos adeptos como detractores con “El boom de la población”, auténtico hito cultural de finales de los sesenta, en el que vaticinaba carestías y hambrunas. El mundo siguió girando, pero el reputado biólogo –experto en mariposas, devoto de la mosca del vinagre- extendió su radio de acción en una treintena de libros hasta llegar a “El animal dominante” (escrito junto a su mujer, la también bióloga Anne Ehrlich).

Miembro de la Academia Nacional de las Ciencias, afiliado al Instituto Beijer de Economía Ecológica, Ehrlich sostiene que ha llegado el momento de revisar a fondo nuestro comportamiento como especie y aboga por la necesidad de un “contrato ecológico” entre el homo sapiens y la naturaleza.

PREGUNTA: ¿El hombre es dominante por naturaleza? ¿Llevamos la avaricia en nuestros genes?

REPUESTA: Digamos que la avaricia y el afán de dominio son parte de la naturaleza humana.

Ahora bien ¿tiene que ser así para siempre? Es una pregunta abierta...Tan importante como la

evolución genética es nuestra evolución cultural. Genéticamente, no hemos evolucionado apenas desde la época de Aristóteles. No tenemos la suerte de la mosca del vinagre, que en cuestión de semanas es capaz de “evolucionar” y desarrollar la resistencia al DDT... (risas) Diez generaciones del “homo sapiens” tardan 200 años en consumarse. El cambio cultural es mucho más rápido e imprevisible.


P: En el epílogo de su libro, usted sostiene que las mismas cualidades que nos han hecho ser el animal “dominante” pueden ser usadas para crear un futuro sostenible ¿Al cabo de 200.000 años del “homo sapiens”, cabe esperar un cambio de conducta?

R: La esperanza es lo último que se pierde, pero tengo serias dudas... La verdad es ésta: hemos sido unos pésimos gestores del planeta hasta la fecha. Hemos alterado los ecosistemas y la atmósfera hasta el punto de poner en peligro las condiciones que hacen habitable la Tierra. Llegamos a crear una versión reducida del planeta en el desierto de Arizona, Biosfera 2, y ya vimos lo que pasó: el experimento acabó en un completo fiasco. Entre tanto, hemos sobrepoblado la Tierra y hemos sobrexplotado los recursos naturales. Ahora estamos alterando el clima, y aunque tenemos las pruebas científicas y se supone que somos inteligentes, no hemos hecho prácticamente nada para cambiar nuestro comportamiento.


P: A finales de año, en Copenhague, parece que pueden cambiar las tornas...

R: En ninguna parte del mundo se ha dado un paso significativo para combatir el cambio climático. Y no me refiero sólo a Estados Unidos y China ¿Qué ha hecho por ejemplo España? Se han dado pequeños pasos, pero parece que siempre estemos esperando a que el vecino dé el gran paso hacia delante. Lo que hace falta es un “contrato ecológico” entre la especie humana y la naturaleza.

Carlos Fresneda con Paul

P: ¿Cree usted pues en la capacidad del hombre para “salvar” el planeta?

R: Yo no creo en la necesidad de “salvar” el planeta. Llegado el caso, el planeta se va a valer perfectamente por sí mismo y sin necesidad del animal “dominante”. Incluso si hubiera una hecatombe nuclear, las bacterias serían capaces de generar nueva vida y evolucionar, quién sabe, hasta que llegara otro George W. Bush (risas).


P: Sus detractores le acusan de catastrofista y “maltusiano”, y recuerdan que sus predicciones agoreras sobre el hambre mundial en “El boom de la población” nunca se cumplieron...

R: Estamos viviendo de prestado, se lo aseguro. Estamos robándole el capital natural e hipotecando la vida a las generaciones venideras.


P: Y ahora que hemos rebasado los 6.700 millones de habitantes ¿cuál es el límite que usted considera razonable?

R: No sabemos si la Tierra va a poder soportar más de 8.000 millones en el siglo XXI, aunque dudo seriamente que por encima de una “capacidad de carga” de 7.000 millones se pueda garantizar a todos el derecho a una vida digna. Ese es el problema de fondo: el problema de la sobrepoblación está unido al de la pobreza y al deterioro del medio ambiente. Aunque el mayor impacto es el que causamos los países ricos: si el mundo entero viviera como los americanos o los españoles, necesitaríamos varios planetas para satisfacer nuestras necesidades.


P: ¿Sigue siendo partidario de métodos drásticos como la esterilización para controlar el crecimiento de la población?

R: La solución está en dar educación y poder a las mujeres, que siguen siendo ciudadanas de segunda clase en la mayor parte del mundo. Las tasas de crecimiento disminuyen por sí solas cuando las mujeres tienen igualdad de derechos... La tasa de crecimiento que tenía España, del 1,5% anual, era más o menos la deseable. La población no puede seguir creciendo indefinidamente, de la misma manera que no puede crecer sin límite la economía, por más que se empecinen los políticos.


P: ¿Cómo solucionamos el problema del envejecimiento?

R: Acabando con la jubilación a los 65. Todos podemos ser productivos unos cuatos años más y a nadie le va a pesar. Hay estadísticas que demuestran que la gente que trabaja vive más. Yo mismo estoy a punto de cumplir los 77 y aún tengo cuerda para rato.


P: ¿Y cuál es la alternativa al crecimiento económico?

R: Hay que encontrar una nueva fórmula que ponga en el otro lado de la balanza a la ecología. Desde hace años soy miembro del Instituto Beijer de Economía Ecológica de Estocolmo, donde convergen economistas de primera como Kenneth Arrow o Partha Dasgupta, que llevan años explorando alternativas. La mayoría de los economistas han sido adoctrinados en la idea del crecimiento económico a toda costa. No saben nada de ciencia y viven de espaldas a la naturaleza. Tengo las esperanzas puestas en una nueva generación de economistas sensibilizados con el medio ambiente, la pobreza y la población, tres factores casi siempre ignorados en aras del crecimiento económico.


P: Hablemos de la crisis...

R: A la crisis nos ha llevado precisamente este modelo de Robin Hood a la inversa, que consiste en robar a los pobres para darle el botín a los ricos. En otras palabras: capitalismo para los pobres, socialismo para los ricos (risas)... La crisis debería hacernos examinar a fondo el sistema. Deberíamos ser capaces de responder a la pregunta ¿Quién controla el crecimiento económico? Y deberíamos replantearnos por completo los modelos de producción y consumo, que son totalmente ineficientes.


P: ¿Qué le parecen las recetas económicas de Obama?

R: Tengo que confesar que la persona que más me asusta de su Administración es Larry Summers. Es un tipo muy listo, pero muy arrogante y muy ignorante en temas de medio ambiente. Temo que vuelva a poner en marcha la misma maquinaria económica que nos ha llevado hasta aquí. En Estados Unidos, con el 4,5% de la población mundial, consumimos el 22% de los recursos. La ambición de Summers será seguramente llegar al 30%.


P: ¿Cree que el presidente apostará realmente por la ciencia?

R: Ahí sí que Obama ha dado un giro radical con respecto a la Administración Bush, sin duda la peor en toda la historia de Estados Unidos y la más hostil hacia la ciencia... Al asesor científico de Obama, John Holdren, le conozco desde hace tiempo y puedo decir que es el probablemente el físico que más sabe sobre cambio climático en el mundo. Otro gran fichaje ha sido Jane Lubchenco, que estuvo al frente de la Academia Nacional de las Ciencias. Steven Chu, que lleva las riendas de la energía, tuvo algunas ideas muy ingenuas sobre los biocombustibles, pero es inteligente y posiblemente tendrá muy en cuenta lo que diga Holdren.


P: ¿Veremos finalmente a Estados Unidos liderando en la cuestión del cambio climático?

R: Obama lo va a intentar, ¿pero hasta dónde le van a dejar llegar? Eso es lo que no sé... Al menos parece que por fin existe la voluntad política de avanzar, pero el cambio cultural que necesitamos tiene que cuajar muy rápido. La llegada de Obama al poder es un paso adelante hacia el cambio rápido, aunque no olvidemos que el 45% de los americanos votaron por una imbécil genuina como Sarah Palin, y la resistencia al cambio sigue ahí: no hay más que ver la cantidad de gente que escucha a un cretino como Rush Limbaugh... (risas) Gran parte de mi investigación se dirige ahora hacia ese terreno ¿Cómo acelerar la evolución cultural? Un cambio de paradigma puede servir para provocar un giro radical en nuestra conducta.


P: Usted propuso junto con decenas de científicos la elaboracion de un mecanismo para “evaluar la conducta humana” de cara al milenio ¿En qué quedo ese proyecto?

R: Fue un intento de poner el énfasis en la conducta destructiva de nuestra especie, precisamente para evolucionar hacia otro tipo de comportamiento, más respetuoso con el planeta. El punto de partida fue un manifiesto –“Alerta a la Humanidad”- firmado en 1992 por 1.500 científicos que advertían sobre la colisión inevitable entre el mundo natural y lo que entendempos por civilización. Está claro que necesitamos un cambio global como especie si queremos evitar el desastre económico y ecológico.


P: En “El animal dominante” hace usted un repaso detallado y crítico a nuestra evolución como especie ¿Cuál fue el mayor salto cualitativo de la humanidad?

R: Sin duda, la revolución agrícola, hace unos 10.000 años. Por alguna razón, posiblemente por la presión demográfica, varias culturas decidieron simultáneamente que el hombre no podía seguir viviendo de la caza y de lo que le propiciaba el bosque, y tenía que cultivar sus alimentos. La agricultura es lo que nos hizo literalmente “bajar de los árboles”. Con la agricultura llega la división del trabajo, la especialización, las jerarquías, el comercio. Con la agricultura empieza la alteración de la superficie de la Tierra para satisfacer nuestras necesidades, y así hasta nuestros días: nuestro modo de alimentarnos es lo que sigue causando el mayor impacto ecológico.


P: ¿Y el impacto de la revolución industrial?

R: La revolción industrial no habría sido posible sin la revolución agrícola. Pero hay que reconocer que el progreso científico y técnico ha acelerado el motor de la evolución cultural en los últimos cien años como nunca antes. El progreso ha ido muchas veces más allá que nuestra habilidad para calibrar sus efectos.


P: ¿Hacia dónde avanza el “homo sapiens”?

R: Somos el producto de una doble evolución, genética y cultural. Sabemos de dónde venimos, pero no está claro hacia dónde vamos. Tenemos que imponernos metas e intentar alcanzarlas. Tenemos el potencial, pero no lo estamos usando.


P: ¿Qué lección de la biología aplicaría usted al futuro de la especie humana?

R: Permítame que vuelva a insistir en la mosca del vinagre... Si una mosca del vinagre decubre una fruta podrida, pongamos un plátano, pronto verás una población de moscas comiendo de la misma banana. Hasta que una mosca se dispersa, encuentra otra fruta y las demás la siguen... El problema es que la especie humana dispone de una sola banana, por eso conviene cuidarla lo mejor posible.

Carlos Fresneda
Enviado especial / Palo Alto

Publicado el 17 de mayo en El Mundo

GRACIAS BIOCULTURA


Nos llegó esto y flipamos:

Por quinto año consecutivo, BioCultura otorga los Premios Periodísticos BioCultura, el Premio a la mejor tienda Bio y el Premio al mejor producto Bio del año.

Los Premios Periodísticos BioCultura

Reconocen a los profesionales de la comunicación o a los programas que más han trabajado en pro de la divulgación sobre la alimentación ecológica en prensa, televisión, radio e internet.

Cada vez son más las candidaturas que se presentan a este premio. Este año se ha mostrado especial interés por los trabajos más completos y originales, y los que mejor engloban la producción "bio" en una visión holística de los problemas que afectan a la Humanidad y a nuestro planeta.

Con estos galardones, BioCultura quiere incentivar la difusión de las características
particulares de los productos biológicos, ya que es una labor fundamental si lo que se prentende es que este tipo de productos, sanos para el medio ambiente, para el consumidor y para los propios agricultores, llegue cada vez más a un mayor número de consumidores.

Los premios Periodísticos- Biocultura 2009 son para:

Premio Biocultura 2009 Prensa : Javier Rico – Diario EL País
Premio Biocultura 2009 Televisión : Programa El Escarabajo Verde – TVE
Premio Biocultura 2009 Radio : Programa Tàpias Variades, Catalunya Ràdio
Premio Biocultura 2009 Internet: Blog YOCAMBIO , Responsables : Manolo
Vilchez y Carlos Fresneda
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No pudimos asistir por estar ambos alejados del lugar. Y le encargamos a Montse Cano, directora de la revista Integral que nos representará. Leyó esto:

Yo Cambio nació exactamente en un lugar llamado Milagro. Fue en ese pueblo navarro, famoso por sus cerezas, donde experimentamos la felicidad de la tierra y del sol. Subimos al punto geodésico, entre un inmenso mar de placas fotovoltaicas que buscaban afanosamente los primeros rayos como auténticos girasoles, y vibramos con un prodigioso amanecer que nos transportó al “otro mundo posible”. De vuelta, arropados por las turbinas de viento que nos persiguieron durante nuestro recorrido por Navarra y Aragón, decidimos llamar a Montse Cano en Integral para proponerle una idea: publicar una serie de crónicas bajo el título conjunto de Yo Cambio, con el compromiso de ser testigos y partícipes de los cambios positivos que están produciendo en el planeta. Montse Cano aceptó con entusiasmo la idea y nos apremió -como buena directora- para que le entregáramos sobre la marcha la primera entrega. Manolo prometió explorar como nunca antes la geografía peninsular, a la busca de nuestos ecohéroes anónimos, y Carlos anticipó los cambios que allanaron el camino a la América de Obama. Más allá de publicar en la revista decana desde un honroso espacio mensual que vamos alternandonos, parecido ocurre con el suplemento Natura y sobre todo con la fértil labor de “cronista mayor del cambio hacia el mejor mundo”, titulo que Manolo ha adjudicado a Carlos por la fértilidad comnicadora desde emocionantes crónicas de la mejor America, en tiempos de tremedos cambios, que publica en el periodico del que es corresponsal en EE.UU. El viaje del Yo cambio se fue dilatando y pronto descubrimos que había que llevar el mensaje a internet, el vehículo cambiante por naturaleza, la primera red global que una familia, la humana, tiene para ser más que nunca una unidad ante los retos imponentes que tenemos delante nuestro. Agradecemos tremendamente a Biocultura este premio y lamentamos de veras no poder estar aquí, como tantos años, compartiendo la ilusión por el cambio con vosotros. Carlos se encuentra en estos momentos en Chicago, tomándole el pulso a la energía eólica, y Manolo, que estuvo ayer y estará mañana está ahora demostrando el potencial de las cocinas solares en las celebraciones del 25 aniversario de Greenpeace, en Madrid. Hemos querido compartir este premio con Montse Cano, directora de la revista donde se cruzaron nuestros caminos. Sin la complicidad de Integral, Yo Cambio quizás nunca habría sido posible.

A todos, gracias y ánimos para cambiar desde el yo y el nos, este mundo por completo

Carlos y Manolo

DECRECER SERENAMENTE PARA CRECER MEJOR

Consejos: En este artículo, el autor resume los principales argumentos en favor del decrecimiento y recuerda los ocho principios básicos de Serge Latouche.

Algunos de los objetivos ambientales se están produciendo, pero quizás no de la forma deseada por la mayoría. Baja la progresión de emisiones de gases de invernadero, entre ellos el CO2, porque baja el moverse tanto como hasta ahora y el levantar paredes a 'go gó'. Aumenta la agricultura sin venenos porque permite fórmulas más rentables a los agricultores familiares que llevan las cestas con sus frutos a los domicilios de sus amigos clientes locales, y en algunos casos porque lo agroquímico no resuelve la papeleta. Algunas ciudades se llenan de bicicletas de alquiler para descongestionar la negativa planificación de movilidad. Se comienzan a promocionar los viajes de placer a las cercanías no del todo conocidas y uno se emociona con los planes generales para la bicicleta que permitirán moverse seguros por mucho territorio con casi nada de contribución al cambio climático y mucho a la economía local.

Leo con atención suprema la última entrega de Serge Latouche, el pequeño tratado para el decrecimiento sereno, editado por Icaria. Con unas ganas insuperables de crecer en lo que ahora comienza a ser más importante, la apuesta por lo que, como ecologista casero, me ocupa y preocupa es comprender qué está pasando y actuar con optimismo para ser parte de la solución en momentos sociales y climáticos sencillamente extraordinarios.
Ilustración de Luís Parejo

Todo por la economía ya no vale, crecer descontroladamente y progresar a cualquier precio es el pasado, aprender todos a vivir mejor con menos es la apuesta del decrecimiento, un camino hacia la dicha global.

Encuentro entre las páginas las apreciadas erres, tan vinculadas a la cultura ambiental. Son ocho y no paran de sumar y seguir motivando el cambio. Las (r)enombro:

Reevaluar. Dejamos de creer en la dominación de la Naturaleza y nos insertamos en ella.

Reconceptualizar. Qué es riqueza y qué es pobreza, qué es abundancia y escasez, qué es la riqueza verdadera.

Reestructurar. Debemos adaptar la forma de producir nuestros bienes.

Redistribuir. Si medimos nuestra huella ecológica podemos determinar nuestros derechos morales sobre la explotación de los recursos.

Relocalizar. Producir localmente los bienes para satisfacer nuestras necesidades deja más poder en nuestras manos para actuar globalmente.

Reducir. Urgente es aminorar el impacto de nuestras actividades de producción y consumo en las componentes bioquímicas de la biosfera que nos acoge.

Reutilizar/reciclar
. Clásicas erres. Valorizar, usar y rediseñar las cosas que nos rodean es lo más inteligente para simplemente sobrevivir.

Y cerrando el círculo de las erres, la última, RESISTIR: ésa puede ser la cuestión, y si es pasándolo lo REmejor REposible, es la REmejor REopción.

Manolo Vilchez
Publicado en Natura 36 de El Mundo PDF Natura completo
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Decrecimiento, extraordinario blog a rebosar de información sobre el movimiento social

Tres videos de el documental supremo HISTORIA DE LAS COSAS, disfrútalos, seguro que comienzas a decrecer

parte 1



parte 2



parte 3




EEUU ABANDERA EL LIDERAZGO DE LA ENERGIA EOLICA

El gigante noteamericano supera a Alemania por potencia instalada

CHICAGO.- El viento sopla a favor de la energía eólica en Estados Unidos. La recesión ha mermado tan sólo parcialmente el empuje de la industria, que en el 2008 supuso el 40% de la nueva energía generada en el país y ha permitido que el gigante norteamericano adelante a Alemania en el “top ten” mundial por potencia instalada.

El Windpower 2009 de Chicago -el mayor cónclave mundial de energía eólica celebrado hasta la fecha- ha servido para confirmar la pujanza renovada del mercado norteamericano. Aunque el epicentro de la “revolución” eólica se trasladará muy pronto a a China, que está duplicando anualmente su producción y en los próximos meses arrebatará el tercer lugar a España.

Con 28.206 megavatios instalados –suficiente para abastecer a 8 millones de hogares- el viento no llega sin embargo aún al 2% de la tarta energética de Estados Unidos, el país de las contracciones. Pese al tremendo impulso dado en los últimos años por Texas, Iowa o Minnesota, lo cierto es que aún hay 16 estados sumidos en el “apagón” eólico.

La industria recogió en el 2008 los frutos del apoyo “pasivo” de la Administración Bush en los dos últimos años. La crisis no ha permitido sin embargo saborear aún el “efecto Obama” y todo parece indicar que el 2009 (con 2.836 megavatios instalados hasta la fecha) será un año de transición.

“El país adolece aún de la gran señal a largo plazo que necesitamos para impulsar las energías renovables a gran escala”, admite Denise Bode, directora de la Asociación Americana de Energía Eólica (AWEA). Obama ha indicado su compromiso de duplicar la potencia generada por las renovables en tres años, pero la “señal” que la industria espera es la meta de 25% renovables en el 2025, que se convirtió en el lema del encuentro de Chicago.

Allí estuvo el secretario de Interior Ken Salazar, prometiendo tener muy en de la demanda colectiva. “En ningún otro momento de nuestra historia ha sido tan urgente la necesidad de una nueva política energética”, admitió Salazar. “Esta es una oportunidad que los americanos no podemos dejar pasar.

El secretario de Interior prometió explorar el filón de la energía eólica “offshore” en las costas y reiteró el compromiso de la Administración Obama para renovar las obsoletas “autopistas” de transmisión -auténtico “cuello de botella” al que se enfrenta la industria- y ajustarlos al nuevo mapa energético.

T. Boone Pickens, ex magnate del petróleo, admitió que la crisis crediticia ha mermado sus ambiciones a corto plazo, pero reiteró las líneas maestras de su ya famoso “plan Pickens”, que pretende “explotar el túnel de viento que baja de Canadá a Texas y generar 200.000 megavations de potencia”.

En Texas, donde todo es más grande, está precisamente el mayor parque eólico del mundo, Horse Hollow, capaz de producir una décima parte de los 7.116 megavatios de potencia. Iowa, con 2.790 megavatios, se ha colocado por delante de California y ha dado un paso de gigante en último año. En el estado clave del Midwest –el mismo que allanó el camino al asceso de Obama- echó precisamente el ancla Acciona con su fábrica de turbinas (Gamesa optó por Pensilvania, mientras Iberdrola tienede ya sus redes por una larga decena de estados).

“Uno de cada tres megavatios instalados en Estados Unidos es de tecnología española”, aseguró José Donoso, presidente de la Asociación Empresarial Eólica en el Windpower 2009, donde estuvieron presentes una treinta de empresas españolas. “La apuesta estratégica de Obama la hicimos nosotros antes”, destacó Donoso, que destacó la contribución española a la creación de 5.000 puestos de empleo en Estados Unidos (de los 85.000 generados por el sector).

España, con 16.740 megavatios instalados en el 2008, mantiene su posición en el podio europeo por potencia instalada, justo después de Alemania. En términos comparativos, la Unión Europea mantiene su primado con un total de 64.949 megavatios, pero el viento pierde fuerza en el viejo continente precisamente ahora que Estados Unidos y China se desperezan.

El “milagro” chino se consumó en el 2008 al duplicar la potencia instalada y llegar a los 12.200 megavatios. El recién creado Comité Nacional de la Energía ha dado prioridad absoluta la viento, que sigue avanzando a un ritmo trepidante a pesar de la crisis. China adelantará en el 2010 a España y Alemania, con la meta de los 100.000 megavatios en el horizonte del 2020

Carlos Fresneda, desde Chicago

EL VIENTO SOPLA A FAVOR DE CHICAGO

Como madrileño me cuesta reconocerlo, pero el viento olímpico sopla descaradamente a favor de Chicago (con el permiso de Río). El aprecio y la pasión que uno siente por esta ciudad y por su gente crece con cada visita. La penúltima vez fue cuando eligieron a Obama. En esta ocasión, como diría Dylan, la respuesta está en el viento...

Chicago acoge estos días la mayor conferencia mundial de energía eólica, Windpower 2009. La ciudad del viento hace honor a su nombre y despliega alegremente las palas, con tres empresas españolas hinchando las velas americanas (Iberdrola, Acciona y Gamesa) y una larga decena pisando fuerte (MTorres, Xubi, Danobat y compañía).


“Uno de cada tres megavatios de viento instalados en Estados Unidos lleva la estampa española y hemos generado más de 5.000 puestos de trabajo”, asegura José Donoso, presidente de la Asociación Empresarial Eólica. “Estamos viviendo un momento histórico, pero no podemos olvidar que la gran apuesta de Obama la hicimos nosotros antes”.

El pabellon de ACCIONA en el Windpower 2009


A nuestro “dream team” del viento le tienden la alfombra roja en el ciudad de Michael Jordan. El ecohéroe local Bil Becker, creador de las innovadoras microturbinas de Aerotecture, se deshace en elogios lejanos: “España ha marcado el camino, nosotros no hacemos más que seguirlo... La era de quemar combustible ha tocado su fin. El futuro es del viento, del sol y de la eficiencia”.

Bill Becker explicando las virtudes de la microturbina de AEROTECTURE

Las aeroturbinas de Bil Becker, eficientes al menor soplo, empiezan a florecer ya en los tejados de Chicago, con 14 proyectos instalados y el respaldo moral del alcalde, Richard Daley, que antes sembró la ciudad de “tejados verdes”. A tiro de piedra de la torre Sears está precisamente el tejado verde y ventoso del Pepsico Sustainable Center, con cuatro turbinas “areosolares” que combinan el potencial de las dos energías y generan la mitad de las necesidades energéticas del centro.

“Son silenciosas, no vibran, son respetuosas con los pájaros y captan el viento en todas las direcciones”, se jacta Becker, que nos invita a pinchar su vídeo en Youtube para verlas en acción . “Pesan unos 110 kilos, están fabricadas con acero tubular y plástico policarbonado. Tienen una capacidad de producción de 1 a 1,8 kilovatios. Dos de ellas bastarían para abastecer las necesidades de un hogar medio europeo”.
>Las microturbinas "AEROTECTURE" de Bil Becker en el Pepsico center de Chicago


Dejamos atrás al ingeniero Becker y nos topamos con otra las pequeña grandes estrellas del Windposer 2009: el “cubo del viento” de Green Energy Tecnologies (www.getsmartenergy.com). Con todos los respetos hacia la candidatura olímpica de Chicago, su presidente Mark Cironi tiene ya un pie puesto en Madrid: “La cultura del viento está muy arraigada en España, y nos interesa muchísimo como mercado”.


Cironi nos explica en directo la magia del “windcube”, que aprovecha “el efecto del túnel del viento”, conocido en física como el prinicipio de Bernoulli... “El cubo capta y amplifica el viento, y es mucho más productivo que cualquier aerogenerador de su tamaño. Es ideal para superficies urbanas y zonas pobladas. Podemos llenar los techos de los centros comerciales con “windcubes”...”.

Mark Cironi con el "WINCUBE"


Las innovaciones del microviento comparten techo con las turbinas de los gigantes, reproducidas a “escala” en el Windpower de Chicago. El espectro de la crisis no ha conseguido arredrar a los pioneros del viento, peleando como están por el objetivo del 25% renovables para el 2025. Queda un largo camino (la energía eólica no llega aún al 2%), pero el 40% de la nueva energía generada en el 2008 fue de procedencia eólica y Estados Unidos arrebatará este año a Alemania el primado mundial por potencia instalada.


“La revolución de las renovables es imparable”, advirtió en Chicago el magnate texano T. Boon Pickens, que consumó hace un año su conversión del petróleo al viento. “Vamos a eliminar nuestra peligrosa dependencia del petróleo y vamos a revitalizar la América rural. Tenemos un plan: generar 200.000 megavatios en el “túnel del viento” que baja de Canadá hasta Texas. La economía “verde” es la mejor salida a la crisis”.

Carlos Fresneda, desde Chicago

EL NUMERO MAS IMPORTANTE DEL AÑO: 350

La otra América está en plena ebullición. Mientras Europa se sume en el letargo y en la indecisión, en Estados Unidos parece haber estallado la primavera ruidosa del activismo ecológico. Rara es la semana que no brota una nueva campaña, una nueva idea o una poderosa intentando despejar el camino incierto.


“Nos sentimos un poco como en España cuando cayó la dictadura”, certifica Bill McKibben, el autor de “El fin de la naturaleza”. “Ahora tenemos un presidente real y existe una posibilidad “real” de conseguir metas que hace un par de años parecían inimaginables. La crisis nos está castigando y puede dar al traste con nuestras ilusiones, pero la gente se mueve como nunca en las tres últimas décadas.. Hay muchísima energía humana en acción”.


Bill McKibben ya canalizó esa energía joven –y cien por cien renovable- en una campaña que se abrió paso durante el ascenso de Barack Obama: Step It Up. Más de 2.000 oganizaciones hicieron causa común para poner la cuestión del cambio climático en la parrilla electoral. La chispa brotó en Vermont, el estado más progesista de la unión, y sacudió el país de costa a costa.


Vermont ha vuelto a ser ahora el epicentro de una nueva campaña ideada por McKibben, esta vez de alcance global y con un “padrino” de excepción: el científico de la NASA James Hansen. Allá por 1988, cuando empezaba a hablarse del “efecto invernadero”, Hansen testificó ante el Congreso norteamericano sobre “las peligrosas cantidades de dióxido de carbono acumuladas en la atmósfera”.


Tras sufrir en carne propia las censuras de la era Bush, Hansen ha podido desquitarse ahora lanzando una advertencia sin fronteras: “Si la humanidad desea preservar el planeta en un estado similar al que ha permitido la civilización y al que se ha adaptado la vida en la Tierra, necesitamos reducir los niveles de CO2 en la atmósfera de las 385 a las 350 partes por millón (ppm)”.


Tomen nota: www.350.org . De aquí a diciembre, cuando se celebre la Conferencia del Clima de la ONU en Compenhague, el 350 va a ser posiblemente el número más ubicuo del mundo, gracias la a campaña urdida por Bill McKibben, con ramificaciones en Pekín, Delhi, Beirut, Berlín, Budapest, Quito, Johanesburgo, San Francisco, Barcelona y muchos otros lugares.


“350 es nuestra línea de seguridad, común a todo el planeta”, sostiene McKibben. “350 es también un símbolo universal que no necesita traducción. Si los políticos quieren jugar la tenis con el clima, van a tener que hacerlo a partir de ahora con una red y dentro de la línea de los 350 ppm. Es el único juego que podemos aceptar como ciudadanos”.


El rotundo número merece en todo caso una pequeña explicación por parte de su más conspicuo defensor: “Antes de la revolución industrial, las concentración de CO2 en la atmósfera era de 280 partes por millón. Con la progesión actual, llegaríamos a las 465 en el año 2050. Los expertos del clima afirman que por encima de las 450 ppm nos enfrentamos a efectos seguramente catastróficos”.


350 es pues “el número del compromiso y de la esperanza”, en opinión de McKibben, que propone celebrarlo de la forma más llamativa y creativa posible.


La campaña se irá calentando de aquí al 24 de octubre: un día para cambiar el mundo. En la cordillera del Himalaya y en las faldas del Kilimanjaro, 350 escaladores desplegarán gigantescas pancartas alertando sobre los efectos del calentamiento global. 350 buceadores pedirán la protección de las barreras coralinas del Pacífico, y 350 exploradores formarán la cifra emblemática ante los ojos vacíos de los gigantes de la isla de Pascua. Habrá también marchas simbólicas de 350 kilómetros –o millas- en todo el planeta.


En España, nuestro colega Manolo Vílchez pretende organizar 350 paellas “solares”, aderezadas con otra iniciativas que se irán sumando. Para ir abriendo boca, en el próximo Biocultura que se celebra de 7 al 10 de mayo en Barcelona, habrá 350 infusiones destinadas a 350 ciudadanos suscriban 350 “compromisos” por el bien del planeta. De ahí saldrá un mini-documental de 350 segundos que servirá para alimentar la campaña por nuestras tierras.


El famoso número fue bien visible en el Powershift 2009, el mayor cónclave del activismo juvenil por el cambio climático que se celebró en Washington a primeros de marzo. Los líderes mundiales han tenido también ocasión de tomarle la medida al número durante el Foro del Clima y la Energía convocado por Obama a finales de abril.


Pero 350 no deja de ser una mera abstracción, una meta difusa para el común de los ciudadanos... “Hay maneras más o menos drásticas de poder llegar hasta ahí”, se defiende McKibben. “La más instantánea, como sugiere James Hansen, es reclamar el cierre paulatino de las centrales térmicas de carbón, que bombean todos los años a la atmósfera 2.000 millones de toneladas de CO2 en este país y son responsables de una tercera parte de las emisiones de gases invernadero”.


En su vertiente de autor, McKibben ha vuelto a primerísimo plano con “Deep Economy”, en el que defiende la necesidad de “relocalizar” la economía, empezando por la energía y por la alimentación. Con él coincidimos precisamente en la sede Efficiency Vermont, con la meta de reducir un 30% el consumo de energía del estado. Por el camino vimos la red de huertas perirurbanas de Burlington, que proveen al menos el 10% de las verduras y las frutas que se consumen en la ciudad.


“Con iniciativas así, replicadas en muchas otras partes del mundo, avanzaremos seguramente hacia la meta del 350”, advierte McKibben. “El crecimiento económico sin límite pertenece ya a otra época. Necesitamos modelos más seguros para los ciudadanos y más respetuosos con el planeta. El hombre reacciona ante el peligro inminente y en momentos de crisis como el que estamos viviendo... No podemos esperar otros veinte años”.


Carlos Fresneda

Publicado en Yo Cambio de la revista Integral nº 353 / mayo 2009

LA AMERICA PROFUNDA SE TIÑE DE VERDE

El tornado de fuerza cinco avanzaba implacable hacia Greensburg, Kansas. Sonaron las sirenas, como si se avecinara una bombardeo, y los 1.500 vecinos bajaron con sus linternas a los sótanos. Apenas les dio tiempo a rezar entre el estruendo. El torbellino lo arrasó todo en doce minutos. Cuando salieron de los refugios en mitad de la noche, abriéndose paso entre montañas de escombros, descubrieron un paisaje desolador y humeante. La primera luz del día confirmó la sospecha: el 95% del pueblo había desaparecido del mapa.

Todo el país se estremeció ese día, 4 de mayo del 2007, con las imágenes de ese pueblo devastado en el corazón de la América profunda. A diferencia del Katrina, cuando la tragedia se vivió como una agonía, la destrucción causada por el tornado fue tan fulminante que no hubo ocasión para los lamentos. Once paisanos perdieron la vida; muchos hicieron las maletas con el propósito de no volver.


Pero otros decidieron quedarse. Y en medio del desastre fraguó una especie de epifanía colectiva: Greensburg no sólo iba a renacer sus cenizas sino que haría honor a su nombre y se convertiría en el pueblo más “verde” de Estados Unidos.


“Sentimos la necesidad de trascender a la tragedia y empezar desde cero”, recuerda Bob Dixson, 55 años, funcionario de Correos reconvertido en alcalde. “Algunos pueden verlo como algo revolucionario, pero para nosotros ha sido una manera de volver a las raíces, de cuidar la tierra y sus recursos como siempre se ha hecho en la América rural, sólo que con la ayuda de las últimas innovaciones tecnológicas”.

Stacey Barnes y el Centro de Arte. Foto Issac Hernández


El Plan Maestro del nuevo Greeensburg estipuló que todos los edificios públicos deberían obtener la máxima calificación –“platino”- en el ranking de la construcción ecológica. El pueblo se fijó como meta la autosuficiencia energética, impulsado por el sol, el viento y la geotérmica. Al reclamo de Greensburg Greentown –el laboratorio del futuro- desembarcaron decenas de empresas punteras dispuestas a experimentar. Leonardo DiCaprio, en el papel de productor, desplazó durante todo un año a un equipo de televisión para dar constancia “del momento histórico en el movimiento “verde” de América”.


Barack Obama ha sido el último en subirse a la fiebre de Greensburg. En su primer discurso sobre el estado de la unión, el presidente ensalzó al ya famoso pueblo de Kansas como un “ejemplo global” del mundo que viene. Obama alabó la visión de estos “nuevos pioneros de la economía de verde que han sabido crear empleo y traer dinero a un lugar en donde sólo había pilas de ladrillos y de escombros”.


El alcalde Dixson, invitado de honor en el pleno del Congreso, no cabía en sí de orgullo: “Tengo la sensación de que hemos sido elegidos para despejar el camino y dejar un legado a las futuras generaciones. Si es posible en Greensburg, tiene que ser posible en cualquier otro lugar de la Tierra”.



En la tierra de los tornados, el cielo tiene siempre un aspecto amenazante. Hay en el aire un presagio de tormenta inminente y ventanas rotas. Las nubes se desplazan a toda velocidad y proyectan inquietantes claroscuros sobre la pradera interminable, atizada por remolinos de polvo.


Los aires difíciles son sin embargo ahora la promesa del futuro. Kansas es el tercer estado de la Unión por el potecial del viento, y en la granja eólica de Spearville, a 60 kilómetros de Greensburg, empieza a otearse ya el horizonte cambiante de la América interior.


Pronto harán dos años desde la fecha trágica y las cicatrices del tornado están aún muy vivas en el destartalado centro del pueblo, donde sólo quedó de pie el viejo banco de ladrillo visto. Los árboles truncados y los cimientos de las casas arrancadas se suceden a nuestro paso. Las excavadoras trabajan a destajo en los solares vacíos, dominados por la nueva torre del agua, pintada de un verde más que simbólico.


Los primeros destellos del nuevo Greensburg reciben al visitante como un fogonazo, empezando por el futurista Centro de Arte, con sus cristales templados, las tres turbinas de viento, los paneles solares y su tejado vegetal. Al vuelta de la esquina, la casa con cúpula geodésica de Scott Eller, que luego visitaremos, y un poco más allá la eco-casa “silo”, construida con cemento reciclado y en forma elíptica, capaz de resistir vientos de hasta 300 kilómetros por hora.


El colegio que aspira ser un modelo nacional de energía solar “pasiva”, el Ayuntamiento concebido para los ciudadanos “digitales” y el edificio de la “incubadora” de negocios (patrocinado por el propio DiCaprio) empiezan a tomar cuerpo. En su oficina a pie de obra, rodeado de módulos experimentales, nos econtraremos con el infatigable Daniel Wallach, el alma de Greensburg Greentown.


Pero la primera y obligada cita es con Bob Dixson, elegido alcalde en medio del ciclón emocional que provocó el tornado. Dixson fue de los primeros en reconstruir su casa de madera de estilo “victoriano”, sin apenas elementos innovadores (más allá de los paneles de aislamiento y de los materiales reciclados), acuciado por la urgencia de tener un techo bajo el que poder vivir... “Sólo quedó en pie la chimenea. A partir de ahí reconstruimos nuestro hogar en siete meses. Estuvimos viviendo entre tanto en una caravana, como la mayoría de los 600 vecinos que decidieron quedarse”.

Como si fuera el secreto mejor guardado de la casa, Dixson nos conduce hasta el refugio subterráneo de hormigón. El alcalde, altísimo, baja la cabeza para entrar al “bunker” que salvó la vida a la familia: “Bajamos con provisiones y linternas y aquí lo vivimos todo. Sabíamos que la casa entera había volado. El estruendo nos llegaba amortiguado, pero intuíamos que era el peor tornado que habíamos pasado en nuestras vidas. Cuando logramos salir al exterior, y aunque era de noche, no podíamos creer lo que veíamos: nuestro pueblo había desaparecido por completo. El olor de la destrucción lo impregnaba todo”.


“Faith, Family and Friends” (Fe, familia y amigos). Así resumen los Dixson la fórmula del “éxito” de Greensburg, donde a los pocos días funcionaba ya el Comité de Acción que empezó a darle vueltas al futuro. “La idea de la reconstrución “verde” surgió de la manera más natural”, recuerda el alcalde. “Somos tierra de rancheros y granjeros. Siempre hemos usado molinos para bombear el agua, y el sol para calentarla. Hemos procurado ser fieles durante más de un siglo al viejo lema: “Si cuidas de la tierra, la tierra cuidará de ti”.


El alcalde no tiene afiliación política, pero es capaz de tender una mano a George Bush (“un hombre genuino y compasivo”) y la otra a Barack Obama, que ha contribuido lo suyo al segundo “boom” que vive estos días Greensburg, donde la recesión no ha conseguido aplacar la actividad incesante. “Durante el proceso hemos descubierto además que ser “verde” es más económico”, recalca el alcalde. “Hemos reducido las facturas de la electricidad de un 30% a un 50%, y eso es algo que agradece la gente”.


La última conquista de Greensburg ha sido precisamente la de haberse covertido en la primera ciudad norteamericana en iluminar sus calles con bombillas por diodos LED, que consumen hasta un 70% menos, contribuyen a paliar el fenónemo de las “contaminación lumínica” y aligeran en 40 toneladas la huella de dióxido de carbono del pueblo.


La primera “piedra” verde, al cabo de poco más de un año de la destrucción, la puso el Centro de Arte 547. Hasta allí nos lleva la hija del alcalde, Stacey Barnes, que ha decidido volver al pueblo “para formar parte de esta aventura apasionante que es el nuevo Greensburg”. “Nada de lo que yo conocía ha aguantado en pie”, recuerda Stacey. “Por una parte ha sido muy doloroso, pero por otra hemos tenido una libertad total para crear”.

El Centro de Arte, diseñado por Studio 804 y por los alumnos de Arquitectura de la Universidad de Kansas, ha sido el primer edificio en lograr la calificación “platino” de construcción ecológica en todo el estado. Además de las turbinas y los paneles fotovoltaicos, cuenta con tres pozos geotérmicos que calientan o refrigeran el edificio. Los tragaluces, el filtro de los cristales templados y el tejado vegetal hacen innesario el aire acondicionado. El agua de la lluvia se recupera y se reutiliza para el riego.


A dos manzanas del emblema más visible del pueblo está el “laboratorio” de Daniel Wallach, el “forastero” del estado de Colorado que llevaba años soñando con reverdecer Kansas y que aterrizó en el pueblo con Greensburg Greentown. La organización sin ánimo de lucro se ha convertido en factoría de todo tipo de ideas, innovaciones y proyectos, desde los modelos prefabricados como la Casa X a la casa-silo que se erige ya como una poderosa realidad.


“Nos estamos adelantando al futuro y estamos construyendo la nueva ciudad americana”, presume Wallach. “Esto empezó como un sueño y ahora mismo está provocando una reacción en cadena: todos los ojos del país están puestos sobre nosotros. Tenemos la oportunidad –y la responsabilidad- de demostrar que se puede vivir de una manera más sostenible en el planeta”.


Gracias al esfuerzo de Wallach, las empresas más punteras de construcción (Armour Homes), eficiencia energética (Tremco, Viega, Glass Factory) o en sistemas de máximo aprovechamiento del agua (Evolve, Caroma) han donado o rebajado considerablemente sus productos con la idea de convertir Greensburg Greentown en banco de pruebas. El nuevo concesionario de John Deer, la futura planta de biodiesel y los planos de la primera iglesia “ecológica” han pasado por su despacho.


Con la ayuda del Studio 108 de la Universidad Estatal de Kansas, Wallach ha puesto ahora al

alcance de los vecinos ocho modelos de eco-casas –de bungalov solar al hogar “accesible”- que se constuirán este año y que funcionarán también como poderoso imán para el nuevo y próspero negocio local: el ecoturismo.


Hasta hace dos años, el único atractivo de Greensburg era el mayor pozo del mundo excavado a mano. Allí, junto al Big Well, está la tienda de “souvenirs” locales, con toda la parafernalia consagrada al devastador tornado y a lo que vino después. Jordan Eller, que estudia fuera la ciudad, vende camisetas y rumia su posible regreso en un par de años: “Nunca me lo habría planteado antes del tornado, pero mi pueblo se ha convertido ahora en un lugar muy atractivo para todo el que se interese por el medio ambiente”.


La casa de los Eller, sin ir más lejos, convoca todos los fines de semana a decenas de visitantes, atraídos por el poderoso influjo de su cúpula geodésica. Scott, el padre barbudo, nos explica su particular fascinación desde que vio los diseños de Michael Morley, especializado en bioconstrucciones para climas extremos con paneles estructurales aislados (SIP).


“La cúpula no sólo aprovecha mejor el espacio sino que es mucho más resistente al viento que una construcción con ángulos convencionales”, explica Scott, en mono de faena y con los clavos en la mano. “Nuestra casa estaba en el otro lado del pueblo y la perdimos por completo la noche del tornado. Estos meses han sido muy duros, pero todos hemos salido fortalecidos con el tiempo. Lo que ves ahora no son más que los cimientos del nuevo Greensburg. El futuro se tiene que parecer necesariamente a esto”.


Carlos Fresneda desde Greensburg (Kansas)


Publicado en magazine del El Mundo 3.4.09