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Pensamos y sentimos que por qué no lo imposible en tiempos ordinarios se puede convertir en factible en tiempos extraordinarios. Los ejes políticos y economicos, se manejan por una minoría hija predilecta del capitalismo. Indagar en la construcción de la resiliencia, reencontrar valores no rentables para pocos pero vitales para los muchos, anhelar un mundo sin perdedores, escribimos sobre personas y organizaciones que estimulan a cambiar hacia un mundo mejor. Carlos Fresneda y Manolo Vilchez
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La soga del petróleo amenaza con estrangular la vida en el mayor ecosistema marino de Estados Unidos. Salvando las distancias, el delta del Missisipí es a Norteamérica lo que Doñana es a Europa, en un clima rigurosamente tropical y a esa escala apabullante de la naturaleza a este lado del Atlántico.
La zona amenazada se extiende entre marismas y brazos inabarcables de agua a lo largo y ancho de 75.000 kilómetros cuadrados (de los que 12.000 km2 pertenecen estrictamente al delta). Por allí pasan cada primavera 500 millones de aves. Se estima que más de 400 especies –como la garza roja, el frailecillo blanco o el pelícano pardo, emblema del estado de Luisiana- se encuentran en grave peligro.
Pero el primer y más contundente impacto de la marea negra es el causado ya sobre la vida marina del Golfo de México. En las últimas horas han aparecido decenas de tortugas muertas en las playas del estado de Missisipí. Aunque aún no está probada la relación del incidente con la mancha de petróleo que avanza hacia las costas, los expertos advierten que puede no ser más que el principio de un desastre ecológico de imprevisibles consecuencias.
La fuga de petróleo ha ocurrido en plena época de cría de los delfines en el Golfo de México, donde también reside una importante población de cachalotes y de atún de aleta azul. Por efecto de la 'bioacumulación', toda la fauna marina se verá irremisiblemente afectada.
Aquí se produce el 40% de los mariscos que se consumen en Estados Unidos, principalmente gambas, ostras y cangrejos azules. Las autoridades locales decretaron el domingo la prohibición absoluta y por un tiempo indeterminado de toda la pesca al este del delta de Missisipí.
"Primero fue el huracán Katrina, luego vinieron el Rita y el Gustav, y finalmente el derrame de petróleo", se lamenta Wilma Subra, de la Red de Acción Ambiental de Luisiana. "Estamos hablando de un ecosistema muy frágil que estaba aún convaleciente por los últimos temporales. Ahora llega este desastre causado por el hombre... Vamos a estar pagando sus efectos durante décadas".
La noticia de las tortugas muertas entre el sábado y el domingo en las playas de los condados de Harrison y Hancock, en el estado de Missisipí, dispararon ayer las alertas. Moby Solangi, director del Instituto de Estudio de los Mamíferos Marinos, admitió ayer que es "demasiado pronto" para vincular el incidente con la marea negra, pero no descarta que sea la primera y agorera señal de lo que puede ocurrir en los próximos días en las costas.
"Las tortugas no tienen restos de petróleo, pero pueden haber ingerido peces contaminados o haber respirado el combustible en la superficie", asegura Solangi. "Los peces que entran en contacto con el petróleo serán los primeros en sufrir los daños en el sistema digestivo, y el problema irá creciendo a través de toda la cadena alimenticia".
A Solangi, como a otros expertos, le preocupa especialmente que la acumulación de petróleo en las marismas y en las zonas pantanosas y en las marismas genere "un círculo vicioso que altere por completo la vida silvestre durante años y años".
El Instituto de Estudios de los Mamíferos Marinos en Gulfport ha movilizado a decenas de voluntarios y tiene ya listas varias piscinas de 'rescate' para delfines y otras especies afectadas por la marea negra. La asociación Audubon, con una fuerte e histórica presencia en Nueva Orleans, ha puesto también en marcha un dispositivo de alerta y rescate.
"Estamos preparados para lo peor", admite Melanie Driscoll, directora de conservación de las aves de Audubon. "Tenemos localizadas las áreas más sensibles en el delta del Missisipí y estamos vigilando la situación minuto a minuto... El impacto sobre las aves aún no ha sido muy visible, pero estamos en una carrera contra el reloj para preservar un habitat único en el mundo".
Hasta el momento, media docena de aves han pasado por el centro de rescate establecido en Fort Jackson, a medio camino entre Nueva Orleans y Venice: el vértice del delta que anteayer visitó Obama y que donde primero se ha sentido el impacto.
"Estamos en compás de espera y nuestra capacidad de acción es muy limitada", admite por su parte Aaaron Viles, de la Red para la Restauración del Golfo. "La zona empezaba a recuperarse cinco años después del Katrina, aunque el deterioro ambiental viene de mucho antes. Todo intento de proteger la zona es inútil ante la presencia ubicua de las explotaciones petrolíferas".
"Las plataformas y las refinerías han sido siempre una amenaza permanente en la distancia; ahora estamos por fin conociendo el auténtico peligro", advierte Viles. "Este desastre ecológico va a dejar aún más desprotegidos a los dos millones de habitantes que viven entre Baton Rouge y Nueva Orleans y que se están quedando sin barreras naturales para protegerse contra las tormentas y los huracanes".
"El Gran Petróleo está a punto de adjudicarse una triste victoria sobre la Gran Naturaleza", sentencia por su parte Jeremy Symons, vicepresidente de la Federación Nacional de la Vida Silvestre. "Llevamos décadas trabajando por la conservación de este hábitat, con las plataformas en el horizonte, y temiendo que cualquier día pudiera pasar lo peor. Lo más lamentable es que nadie vio venir esto".
Symons acudió el domingo a supervisar las labores de protección de las marismas de Hopeland con barreras flotantes, pero perdió toda esperanza al comprobar que el mal tiempo ha dejando totalmente inservibles el 80% de las barreras desplegadas durante la última semana... "Mientras no cerremos el 'grifo' del petróleo no va a haber manera de protegerse contra esto. Estamos siendo testigos de cómo un sistema económico estrangula nuestro medioambiente. Esta tragedia tiene que servirnos de profunda reflexión sobre el futuro del planeta".
Carlos Fresneda, enviado especial a Venice (Luisiana)
Publicado en El Mundo
El otro día durante las conferencias de clima y energía en la Pedrera, desde Greenpeace, comentaron que su director ejecutivo, Juantxo Lopez de Uralde, llamó al orden a los sindicatos cuando defienden el papel actual del mundo del carbón histórico y fuera de lugar a las alturas climáticas que estamos, citando la perdida enorme de empleo que se ha generado por no apoyar bien al sector fotovoltaico, (se citan 20 mil empleos alterados). El activista venía cansao de 4 horas de juicio por la mañana por publicar una fotos sobre zonas de la Manga del Mar Menor, inspiradas en los informes del IPCC. En ese lugar robado al mar de todos por el capital privado es donde ruinosas inmobiliarias los denunciaron por la bajada de ventas debido a su alarmismo visual.
En fin, quien negocia con la ruina planetaria llama a que me sume a ellos y los que trabajan por el bien común y con la ciencia a su lado, pagan el precio que otros deberían asumir.
El otro día abro en el bareto cafetero la prensa y me encuentro unas señales que me hacen volver la vista a la bici plegable que uso esta semana por que la cotidiana Dahon esta en urgencias debido a un disloque en el cambio interno y a una reposición de puños de manillar. La de hoy una Brompton D6, preciosa y que me espera a la entrada con su seductor plegado a medias. Lo que son las cosas que llevo unos días inmerso en la lectura del experto energético Jeff Rubin desde su libro Porque el mundo está a punto de hacerse más pequeño, donde me estoy poniendo al día sobre el liquido vital de la sociedad, que no es el agua sino el petróleo fósil. El bueno de Jeff sabe más de ese mundillo tan grande que la mayoría de los que tiramos de sus bondades y tiranías, y lo echaron del su curro por decirles que la globalización se acaba ya mismo. Que la fiesta se acaba coincide con los dos artículos de días pasaos en la prensa, también con las tesis y activismos de los cuidadores de la organización Crisis Energética y allá puedes ojearlos.
Ayer la contraportada de La Vanguardia la ocupaba precisamente Jeff Rubin, y mira, aquí la pego para irnos situando y ánimo, que mejor no podía ser que comencemos a activarnos para cambiar este mundo por completo.
Manolo Vílchez
‘ He descubierto que el petróleo va a ponerse en 100 dólares en seis meses y que ese barril a tres dígitos acabará con la cultura low cost y demostrará que la globalización ha sido un sueño o una pesadilla, pero, en cualquier caso, económicamente insostenible en el futuro’
‘ Lo que puedo predecir es que se acabaron los vuelos de los londinenses a Barcelona para disfrutar de una noche de juerga’
Sus detractores le acusan de ‘ antimaterialismo’ y ‘ paranoia petrolera’ pero Jeff Rubin no retrocede y nos prepara para el mundo que se avecina en el que ya no comeremos cerezas en Navidad, ya no viajaremos a más lugares exóticos que cercanos y ya no saciaremos nuestra fiebre consumista con productos chinos baratos.
Ya no vale decir que no nos avisaron a tiempo…
Tengo 55 años y en el banco CIBC me dieron a elegir: mi libro o mi cargo. Nací en Toronto: mis hijos comen papayas, pero volveremos a la compota de manzana. Soy economista: mi religión son los precios. No sé si la globalización es buena o mala, pero sé que es insostenible
Desde que el mundo se mueve con petróleo, todas nuestras crisis económicas han comenzado por su precio…
Correcto.
… Y esta no es diferente.
¿Y las hipotecas subprime?
No son su causa, sino una irresponsable consecuencia: se concibieron con la presunción de que los tipos de interés seguirían siempre bajos, como el precio del barril.
Siempre fue el gran tensor de precios.
¿Recuerda cómo el barril de petróleo se puso poco antes de la recesión a 147 dólares?
¡Y cómo se quejaban los taxistas!
Pues las subprime y las hipotecas baratas que causaron el terremoto financiero se empezaron a conceder cuando el petróleo costaba 40 dólares y había liquidez de sobra.
Y el tráfico estaba imposible.
Y de repente el petróleo pasó de 40 a 70 dólares y subiendo. Por eso la inflación se disparó un 35 por ciento en el planeta. Y los bancos centrales se vieron obligados a subir tipos para evitar un desastre monetario.
Y las hipotecas se hicieron impagables.
¡A más del 5 por ciento de interés! Pero… , recuerde: ¿cuál era la causa última?
Usted dice que el precio del petróleo.
Por eso, cuando reventó la burbuja hipotecaria, el precio del petróleo también volvió a bajar a los 40 dólares y ahora, que apenas se observa una tímida recuperación… ¡Ya está el barril de nuevo a ochenta dólares!
Y las petroleras subiendo en bolsa.
Mi propio banco, el CIBC, tuvo que dar por perdidos 8.000 millones de dólares de hipotecas impagadas. Yo decidí ir más allá de todo lo que se publicaba y empezar a estudiar esa causa última: el precio del petróleo.
¿Y qué ha descubierto?
Que el petróleo va a ponerse en 100 dólares en seis meses y que ese barril a tres dígitos acabará con la cultura low cost y demostrará que la globalización ha sido un sueño o una pesadilla, pero, en cualquier caso, económicamente insostenible en el futuro.
Pero los bancos estarán más regulados.
¿Y qué? Los gobiernos pueden desincentivar el riesgo especulativo, cobrar tasas sobre los movimientos de capital… Lo que quieran: pero eso no abaratará el petróleo. Los estados no pueden inventarse el crudo.
Nadie sabe cuánto petróleo queda.
Lo que puedo afirmar, como cualquier experto, es que se ha acabado el petróleo barato: ahora disfrutamos aún de una tregua gracias a la recesión que acabará en seis meses.
¿Cómo lo sabe?
Digamos que el petróleo barato ya ha sido extraído y se ha dejado el caro para el final… ¿No le parece puro sentido común?
La técnica avanza, el mundo es grande.
Las técnicas progresan, sí, pero también son más caras. Además, los países productores necesitan cada vez más su propia producción: simplemente, ya no pueden permitirse vender barato el petróleo que queda.
Las renovables ya están despegando.
Pero no están aún desarrolladas lo suficiente como para sustituir al petróleo en unos meses; ni siquiera para modular su precio. Lo estarán en 10 años, pero no en 10 meses.
Entonces…
Insisto en que hablo sin emoción partiendo del frío estudio de los precios: en apenas unos meses veremos el fin del low cost y el principio del fin de la globalización.
¿Me alegro o me entristezco?
Ese es su problema. Yo sólo soy economista. Lo que puedo predecir es que se acabaron los vuelos de los londinenses a Barcelona para disfrutar de una noche de juerga.
Y con ellos todo un estilo de vida.
El low cost es ecológicamente insostenible, pero ahora será económicamente inviable. Usaremos el avión, desde luego, pero no para ir a Vietnam unos días de vacaciones, sino en ocasiones señaladas y a un alto precio.
Volar será un lujo, como en los 60.
Desandaremos la senda de la globalización que anduvimos gracias al petróleo barato.
Si me permite: no me parece tan malo.
Pues mejor para usted, porque vamos a tener que renacionalizar y relocalizar todo el sistema productivo a medida que se demuestre que el alto precio del petróleo hace inviable seguir globalizando la economía.
¿En qué sentido?
Que en las Navidades del 2010, amigo, ya no va usted a poder comer mangos.
¿…?
Yo de pequeño, en Navidad en Toronto, la única fruta que tenía era la compota de manzana en tarro de mi abuela. A eso volvemos.
¿Y qué más?
Ahora las economías avanzadas sólo crean empleos de servicios con salarios bajos: camareros, telefonistas… Y un puñado de capataces, porque la producción se lleva a Asia.
Aquí todos innovaremos… Dicen.
Pues van a volver aquí las fábricas, porque muy pronto será imposible pagar el petróleo que cuesta mover piezas y productos entre Asia y España: económicamente insostenible. Así que tendremos que volver a producirlo nosotros todo y más cerca: desde los granitos de arroz hasta los transatlánticos.
¿Volver a la autarquía, dice usted?
Relocalizar y aproximar la producción al consumidor: el mundo encogerá. América no podrá permitirse importar como ahora 6.000 millones de dólares de comida china.
¿Y así volverá el consumo de lo local?
No habrá más remedio. Lo exótico será de nuevo exótico… Y caro. Y lo local y artesano volverá a ser lo cotidiano… Como en nuestra infancia.