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El 'boom' del consumo colaborativo

Miembros españoles de Ouishare. | Kike Carbajal

Miembros españoles de Ouishare. | Kike Carbajal
  • 'La tendencia ha madurado en España y el paisaje ha cambiado en un año'
  • Lo más significativo en 2012 es que ha habido inversiones importantes
  • 'Hace falta un cambio de mentalidad colectiva y cultural importante'
Del intercambio de casas al coche compartido, del 'crowdfunding' al 'coworking', de los préstamos entre particulares (P2P) a los 'solucionadores' a domicilio. El universo del consumo colaborativo se expande día a día y en España ha tomado velocidad de crucero en 2012, a pesar de la crisis (o gracias a ella).

[foto de la noticia]Así lo certifica Albert Cañigueral, creador de www.consumocolaborativo.com y conector en Barcelona de Ouishare, la red global creada hace exactamente un año en Francia y que se ha convertido en el referente mundial de esta tendencia imparable: la alternativa más real a la economía del 'comprar por comprar'.

  

"La tendencia ha madurado en España y el paisaje ha cambiado radicalmente en un año", asegura Cañigueral. "La crisis ha obligado a la gente a buscar alternativas, no sólo para ahorrar, sino para hacer dinero al mismo tiempo. A esto se une la explosión de las redes sociales, ahí es donde todos comprobamos todos los días el poder de compartir. Cuanto más das, más recibes".

En apenas un año, el creador de Consumo Colaborativo ha rastreado en España más de 150 'startups' asociadas con eso que también suele llamarse la 'economía compartida'. El propio Albert, ingeniero multimedia, reconoce que las innovaciones tecnológicas y la sed de respuestas le han hecho experimentar con dinero propio en muchas de ellas.

"Se ha producido tal avalancha que aún es difícil distinguir la paja del heno", reconoce. "Aún nos faltan herramientas para poder cuantificar el dinero que mueve el consumo colaborativo en España. Pero lo más significativo en 2012 es que ha habido inversiones importantes, tanto a nivel de multinacionales como en iniciativas impulsadas por nuestros emprendedores".

Desde el otro lado de los Pirineos, el fundador de Ouishare, Antonin Léonard, atribuye el despegue fulminante del consumo colaborativo en nuestro país a dos factores: el auge de las redes sociales y el acicate de la crisis.
"España tuvo el movimiento de los 'indignados', que en Francia no fue tan fuerte", admite Antonin. "Ouishare es también un movimiento social, pero no nos indignamos (al menos en público), sino que proponemos. Vamos reuniendo cada vez más personas que se dan cuenta de la oportunidad que representa el consumo colaborativo. Más allá de la colaboración que permite Internet, podemos inventar otro tipo de sociedad".

'Reiniciar el sistema'

"Cada vez más personas que se dan cuenta de la oportunidad que representa el consumo colaborativo. Podemos inventar otro tipo de sociedad"
En Madrid, el conector de Ouishare es Luis Tamayo, analista de tendencias sociales y consumo, que asegura que estamos a las puertas de un giro profundo que va más allá de lo estrictamente económico: "Igual que nos enseñaron y nos alentaron a ser hiperconsumistas, a usar y tirar, nos tendrán que enseñar a compartir bienes. Estamos empezando a activar esta parte del ser humano que estaba aplastada por el exceso como valor, perdida en nuestro subconsciente".

"Compartir es algo tan natural como poseer", asegura Tamayo. "Lo que ocurre es que venimos de una hipertrofia de la propiedad privada, un exceso del individualismo donde el yo es insaciable y se confunde el ser con el tener. Confundimos consumo con identidad y nos olvidamos de que consumir es sólo eso, usar algo".

"La situación actual de producción y consumo es totalmente insostenible", concluye Tamayo. "Por eso el sistema hizo crack, y ahora estamos equilibrando la balanza. La economía colaborativa es un recurso para reiniciar el sistema, sanearlo, equilibrarlo o en definitiva hacerlo sostenible. Es una cuestión de supervivencia".

¿Está nuestra sociedad preparada para compartir o estamos aún muy arraigados a lo que nos queda? A la pregunta del millón responden por separado Luis Tamayo y Albert Cañigueral.

[foto de la noticia]
Luis Tamayo | Foto: Kike Carbajal

"Hace falta un cambio de mentalidad colectiva y cultural importante, y eso difícilmente se puede hacer sin que las grandes instituciones públicas y privadas apuesten por la economía colaborativa como un modelo complementario" (Tamayo).
"Se está produciendo una cambio de valores, de la propiedad al uso, y al mismo tiempo la gente se está dando cuenta de que todo son beneficios con el modelo colaborativo: eliminas intermediarios, creas comunidad, ahorras dinero, haces dinero 'extra'...". (Cañigueral).

Nueva moneda: la confianza

En el nuevo modelo, la confianza será la nueva moneda de cuño, tal y como advertían Rachel Botsman y Roo Rogers en el libro que abrió la espita, 'Lo que es mío es tuyo'. Albert Cañigueral reconoce que mucha gente desconfía de entrada cuando les hablas de cosas como "alquiler tu coche a un extraño" o "prestar tu dinero a un desconocido".
"Pero una vez compruebas por ti mismo que todo eso y mucho más no sólo es posible sino que es muy útil y deseable, van cayendo las barreras", certifica el creador de Consumo Colaborativo."La mejor demostración es que quien prueba repite". Y ahí tenemos bien fresco el 'boom' de 2012.
"Igual que nos enseñaron y nos alentaron a ser hiperconsumistas, a usar y tirar, nos tendrán que enseñar a compartir bienes"
Pese a los nubarrones que pesan sobre la industria del turismo, Airbnb ha llegado este año al millón de noches reservadas en España, con 22.000 casas prestas a ser "compartidas". En menos de dos años, Knok.com, con sede en Barcelona, ha llegado a los 14.000 usuarios del intercambio de casas en 145 países.

La movilidad compartida se ha disparado también en pocos meses. SocialCar abrió brecha con el alquiler de coches entre particulares y llega ya a los 7.000 conductores y 1.500 vehículos. Con Carpooling.es se han realizado 250.000 viajes compartidos en dos años, mientas que Amovens.com cuenta con 50.000 vehículos registrados. A otro nivel, Blablacar ha llegado a los 70.000 usuarios en España y a los dos millones en Europa (y eso por no hablar la reciente adquisición de Zipcar por Avis).
En el ya concurrido campo del crowdfunding, Verkami ha financiado colectivamente más de 700 proyectos en dos años. Lánzanos.com ha rebasado el millón de euros recaudados, con 100.000 usuarios registrados. En un año de actividad, Goteo ha recaudado 450.000 euros, con una media de 40 euros por cofinanciador y con 120 proyectos en marcha (además de haberse convertido en referencia mundial del "crowdfunding for crowdbenefits").

De la banca a los 'solucionadores'

España va a la cabeza mundial de espacios de 'coworking' (espacios de trabajo compartido) per capita, aunque Albert Cañigueral reconoce que puede haber una 'burbuja' en este campo, y previene contra la tendencia a confundir lo que realmente es una comunidad de 'coworkers' con un simple 'business center' o un 'despacho de boutique'.

Los mercadillos de intercambio en las redes se están disparando, de Nolotiro.org a Segundamanita.com, especializado en ropa y accesorios de niños. Bookcrossing está popularizando el trueque de libros, y HuertosCompartidos ofrece la posibilidad de compartir espacios de cultivo en las ciudades y en los pueblos.

Con cierto retraso con respecto al Reino Unido, donde Zopca se ha convertido en una alternativa reconocida a la banca, se están abriendo paso en España los préstamos entre particulares (P2P). Comunitae, con 1,5 millones de euros en transacciones y una rentabilidad neta media superior al 10%, es la iniciativa pionera por nuestras tierras. Cañigueral vaticina que en 2013 no sólo aumentará esta tendencia sino que se abrirá otra veta innnovadora: el préstamo directo de particulares a pequeñas y medianas empresas.

En 2012, Etece.es rompió también aguas en el campo de los 'solucionadores', siguiendo el modelo de 'taskrabbit' que tanto éxito ha tenido en Estados Unidos: tareas al mejor postor, desde colgar cuadros a montar muebles de Ikea (la más solicitada con diferencia). Busuu.com (la comunidad para aprender idiomas), Arttroop (el makerplace de arte) o FON.es (compartir el wifi legalmente) son otras tres iniciativas novedosas.

Aunque si hay un campo prometedor en España es precisamente el del turismo. "Imagina la de cocineros y cocineras excepcionales que hay en nuestro país y que podrían invitar a miles de turistas a degustar auténticos platos caseros en sus casas", sugiere Albert. La comida está servida, por gentileza de eatwith.com, mealisready.net, mealmeats.com y otros sabrosos experimentos del consumo colaborativo ya en marcha. ¡Que aproveche!

Carlos Fresneda | Londres

La economía del dar y compartir



Dar y compartir eran hasta ahora dos palabras proscritas por nuestro sistema económico. El enriquecimiento personal, la competencia salvaje y la zancadilla al prójimo fueron la regla de oro durante la década del “pelotazo”. Parece que algunos no han aprendido la lección después del “batacazo”, y vuelven a sacar la fusta con la vana esperanza de poner a galopar de nuevo al caballo con la misma fórmula.

Pero no le vamos a culpar a estas alturas a Adam Smith de todos los males que nos aquejan. Mucho ha llovido desde que publicó La riqueza de las naciones en 1776, y muchos lo han malinterpretado desde entonces, anteponiendo el afán de lucro y la prosperidad personal a todos los otros factores.
Estamos donde estamos y punto. Llevamos cuatro años intentando salir de la ciénaga de la recesión con los remos gastados. Escuchamos las mismas falsas promesas sobre el crecimiento económico que sabemos que no nos llevarán a ningún lado. Nos aferramos al bote salvavidas cuando a lo mejor va siendo hora de tomar el timón, y salir al encuentro de muchos otros que también están buscando respuestas en medio de la tormenta.

Curiosamente, el mensaje hiperconsumista que nos invade siempre por estas fechas está dejando paso a ese otro de “dar y compartir”, más a tono con los tiempos que corren y más fieles al espíritu original de estas fiestas.

La economía compartida, la economía del bien común y la economía del “regalo” (gift economy) son tres afluentes que confluyen en un río cada vez más caudaloso, paralelo a los cauces de la economía convencional que va poco a poco abriendo sus compuertas.
“Las empresas que se cierren en banda y sigan funcionando a la vieja usanza, están condenadas a la extinción”, vaticina Benita Matofska, “compartidora jefa” de Compare and Share, el primer agregador de economía compartida en la red. "En tiempos difíciles es cuando la gente busca soluciones y crea alternativas. Y la crisis ha servido sin duda para acelerar el cambio cultural que ya se iba gestando: estamos pasando de la cultura del 'yo' a la cultura del 'nosotros'. Y estamos aprendiendo finalmente a cooperar y compartir los recursos en un planeta finito”.
Desde su terruño en Bristol, Gran Bretaña, Benita se ha subido a la ola que golpea también fuerte en Francia con Ouishare y en Estados Unidos con Shareable Magazine. Se calcula que la economía compartida mueve ya en torno a 370.000 millones de euros en el mundo, y el futuro es tan ancho como el horizonte: alquiler de casas entre particulares, coche social, préstamos personales, reparaciones, trabajo compartido…

“Todo está cambiando muy rápidamente y se está haciendo más participativo”, asegura Rachel Botsman, madrina del “consumo colaborativo” y coautora de Lo que es mío es tuyo. “Más que ante una tendencia, estamos ante una fuerza que se está propagando a gran escala. Se está produciendo un definitivo giro de poder del centro hacia la periferia, con la ayuda insustituible de la tecnología de las redes".
“El estilo de vida 'colaborativo', hasta ahora asociado con lo 'alternativo', será cada vez más visible y más común”, asegura por su parte Roo Rogers, coautor del libro y emprendedor social. Rogers se remonta a los estudios del psicólogo Michael Tomasello, autor de Por qué cooperamos, que ha sido capaz de encontrar "respuestas de empatía y colaboración" en los niños a partir de los dos años. Contra la creencia acendrada del instinto posesivo ("¡mííííío!"), Tomasello asegura que los humanos somos “sociables y cooperativos por naturaleza”, y que va siendo hora que el sistema económico tome nota.



Algo parecido sostiene el austríaco Christian Felber, autor de 
 La economía del bien común, que estudió precisamente en Madrid y 
tiene una especial querencia por nuestras tierras. “Nuestra economía ha funcionado impulsada por el afán de lucro y por la competencia”, asegura Felber. “Ha llegado por fin el momento de incorporar
los valores humanos presentes en todas las culturas: la cooperación, la honestidad, la generosidad, la solidaridad, la compasión”.
Decenas de empresas en todo el mundo han empezado a aplicar la fórmula de Felber (“de todo un poco”), que se distancia tanto de neoliberalismo imperante como de la economía planificada. Su principio es tan simple como la proclama de la Constitución de Baviera: “Toda actividad económica servirá al bien común”. Y su objetivo es poner siempre las interrelaciones humanas en el centro de la ecuación económica.

Llegamos así al último afluente, que de alguna manera los envuelve a todos. Desde Harrisburg (Pensilvania), el profesor y pensador Charles Eisenstein ha sacudido los cimientos del sistema con Sacred Economies. Asegura Eisenstein que “la monetarización de nuestras vidas” ha tocado techo con la crisis, que debería servirnos para reevaluar nuestra relación enfermiza con el dinero y redescubrir la dimensión “sagrada” de la actividad económica.

“Cuanto menos usemos el dinero, menos tiempo pasaremos gastándolo y más tiempo dispondremos para dedicarlo a la economía del regalo””, escribe Eisenstein, que ilustra su visión formando “gift circles”, integrados por diez o veinte personas dispuestas a dar y recibir algo a cambio.

“Los círculos del don están emergiendo en internet en muchas variantes y es una manera de reclamar las relaciones humanas hasta ahora ausentes en el mercado”, concluye Einsenstein. “En los tiempos que vienen, y en la transición hacia otro modelo social y económico, vamos a necesitar la generosidad, el altruismo y la dedicación de mucha gente. En contraste con la era en la que todo se puede comprar con dinero, avanzamos hacia una realidad cada vez más clara: nos necesitamos unos a otros”.


Carlos Fresneda
Publicado en el blog La Realidad Paralela de El Correo del Sol