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Breve carta a la ciudadana 7.000.000.000

Hola humana 7 mil millones, debes saber que sois varias y que además depende como se cuente y quien cuente y donde estés, pero sea como sea nunca antes hubo alguien ocupando el lugar en la gran fila de los vivos, que tu ocupas ahora.

Llegas en un momento especial del año, los que estamos ya nos hemos cepillado la bioproductividad del 2011, es decir que consumimos más que lo que el ecosistema planetario puede renovar, osea que te quitamos parte de lo que te toca a ti, disculpanos, pero es que no somos conscientes ni responsables, muchos no sabemos ni siquiera como influimos con nuestros actos en este mundo finito que te recibe.

Cuando leas la hemeroteca del día que naciste, en los apartados de importancia sabrás que Europa andaba torpemente en la senda hacia el desmontaje del sueño de la unión económica de sus países afiliados, leerás que mandaban los mercados, donde todo se compraba y todo se vendía sin importar a veces mucho la vida. Seguirás leyendo sobre la mayor catástrofe nuclear de todas las habidas después de unas bombas que explotaron en ese mismo país, tiempo atrás, cuando nos matábamos masivamente unos a otros. No se decirte como estará el clima cuando corras por la vida adulta, pero me disculpo por lo que puedas encontrarte en lo que a mi me toca de culpabilidad, por estar en el lado del mundo donde dispongo de mucho más de lo necesario, porque otros a ello no pueden acceder. Leerás de hambrunas en un planeta de gordos y famélicos siglo XXI y te parecerá mentira, y de como la democracia era lo mejor experimentado, aunque tan débil ante el manejo de las élites que ojala pinten mucho menos cuando te toque decidir el mundo que querrás para ti, los que esten contigo y para los que vengan detrás de ti.

Espero que cuando seas mayor de edad los humanos utilicemos las energías renovables salvándote del colapso energético, no habrá sido por el sueño y el trabajo de los solaromanticos, espero que tampoco sea por una urgencia civilizatoria, deseo que sea por el avance de la conciencia crítica y la inteligencia de nuestra especie.

Deseo que puedas aprender y recibir el máximo del fascinante conocimiento de valor de la gran obra humana, y deseo que tengas toda la fuerza para hacer bien el trabajo que elijas, que espero sea digno y constructivo de un mundo mejor para ti y para todos los que llegarán. Y quiero sepas que el día que nacistes, cientos de miles de ciudadanos ocupaban cientos de plazas en muchos lugares del planeta, las plazas son espacios públicos donde se pueden expresar los sentimientos, elaborar reclamaciones a las instituciones que velan por el bien común o deberían hacerlo y porque no, las plazas son ahora espacios donde preparar revoluciones en pro de la justicia social, para que tú y los que seáis, podáis tener lo mejor de todo lo posible por conseguir y diseñar.

He aprovechado para colocando mi fecha de nacimiento en una calculadora saber que lugar ocupaba hace 45 años en la gran fila humana, e incluso cual ocupo en la historia de nuestra especie. Mira, en 1965 eramos el día que yo nací 3.330.601.189, menos de la mitad que hoy somos contándote a ti y fui el 77.235.716.538 en todo el periplo de la humanidad. Es sorprendente lo que ha ocurrido en tan poco tiempo, somos muchos más humanos porque somos muchos más una especie tecnológica que una evolucionada de forma natural.

Ya puestos he medido el lugar que ocupo ahora en la gran familia humana por lo rico que soy, por el dinero que tengo la suerte de recibir por mi trabajo, son 900 euros por 12 meses, aunque le sumo los 400 de gastos sociales que recibo y entrego a las cajas de la seguridad de la comunidad, en total 1.300 euros al mes que dan 15.600 euros al año. Sabes, de los 7 mil millones yo soy el humano 660,069,322, que me sitúa en el top 11% de los más ricos del planeta, menuda suerte tengo, no te parece? Ello me permite coger del gran buffet de la bioproductividad de la Tierra, más de lo que necesito, aunque cuando estoy delante de la mesa donde está todo, no puedo resistir girar la cabeza y mirar la gran fila de humanos que hay detrás de mi, sabes, aunque coja poco, los últimos si llegan se encontrarán el buffet vacío.Y me duele.

Ya puestos, me ha llegado hoy un espectacular viaje alrededor del planeta donde has nacido, quien sabe, igual pasamos por encima tuyo, podrás ver como la luz, la energía, mide nuestra humanidad en las noches en la Tierra.


y para terminar, te dejo un documental que grabado hace un año y realizado por miles de ciudadanos, narra vivencias de los que fuimos como tu, recién nacidos en un paraiso donde a pesar de todo podemos conseguir la dicha, la equidad y el equilibrio. La Vida en un Día en la Tierra permiteme que te lo deje aqui para cuando puedas verlo. Que la salud, el amor, la justicia y la suerte te acompañen.

Manolo Vílchez


Will Allen, el poder transformador de los alimentos


Se retiró del baloncesto y creó una granja urbana en Milwaukee que abastece de alimentos sanos allí donde solo había 'fast foods'

Las manos enormes de Will Allen están surcadas por infinitos surcos de tierra. El oficio le viene de familia,aunque su imponente altura –por encima de los dos metros– le llevó a triunfar antes como jugador de baloncesto y a descubrir la importancia de la autosuperación personal y del trabajo en equipo.

Cuando dejó los aros, se pasó, todo hay que decirlo, a la cancha del enemigo: Kentucky Fried Chicken. Después, fue jefe de ventas de la multinacional Procter & Gamble, y pudo muy bien haber ascendido en el escalafón corporativo, con su impactante presencia y sus dotes de comunicador. 


Pero algo le dijo que tenía que volver a sus raíces y redescubrir el poder transformador de los buenos alimentos. Llevar la agricultura a los barrios más desfavorecidos de las grandes ciudades y embarcar en la faena a cientos de adolescentes. “Porque ellos son la auténtica semilla del cambio...”

Cierto que en su infancia el campo, allá en Maryland, le parecía “una labor demasiado fatigosa”. Acabó no solo alejándose de ella, sino renegando contribuyen también a fertilizar la y prometiendo que nunca más metería las manos en la tierra. Hasta que tiempo después, en gira con su equipo de baloncesto, conoció en Bélgica a un grupo de agricultores ecológicos que le hicieron cambiar radicalmente su visión y su propósito.

“Mi misión ahora es que todo el el mundo en la Tierra tenga acceso a buenos alimentos”, asegura Will Allen a sus 62 años, al frente del equipo de más de 30 personas que trabajan en Growing Power, la granja urbana en Milwaukee (Wisconsin) que rescató del abandono y el olvido hasta convertirla en modelo internacional del emergente movimiento de agricultura en los barrios.

“La comida es lo que más une a la gente”, asevera Allen con su poderosa voz. “Y, sin embargo, en barrios marginales como el que estamos, Park Lawn, la gente no tenía la posibilidad de comprar verdura o fruta fresca en un radio de siete kilómetros a la redonda. Todo lo que había eran McDonald’s y establecimientos de fast food, o tiendas con comida ultraprocesada y llena aditivos. Y luego se preguntan por qué la obesidad se ceba de esa manera con los chavales negros e hispanos.”

Growing Power tiene una traducción de doble filo: el poder de cultivar o el poder creciente. Instalado desde 1993 en la que llegó a ser la última granja en suelo urbano de Milwaukee, Allen ha convertido la hectárea larga de terreno en un impesionante centro experimental para cultivar en zonas frías. Los 15 invernaderos funcionan prácticamente durante todo el año y, en combinación con otra granja rural quince veces mayor,producen el equivalente a 250.000 dólares al año. 


Por el centro de vermicompostaje de Growing Power pasan todos los años hasta seis millones de toneladas de basura orgánica. Cada cuatro meses, se producen 50.000 kilos de compost... “La tierra es la base de todo”, precisa Allen. “En las ciudades, los suelos son muy pobres y están contaminados. Por eso es muy útil cultivar en lotes o en camas de cultivo. Y tener bien cerca a las lombrices trabajando para cerrar el ciclo: lo que creció en la tierra, vuelve a la tierra.”

Veinte cabras, cincuenta patos, seis pavos y 250 gallinas granja contribuyen también a fertilizar la granja y a enriquecer su oferta con leche y huevos. Y, por último, están de las percas y las tilapias, criadas en tanques de agua dulce en varios invernaderos donde se cultiva por hidroponía...

“La idea es reproducir la circulación del agua en un río... Abajo tenemos a los peces, el agua pasa luego por un sistema de filtros naturales que rompen los componentes tóxicos de los excrementos y los transforman en nitrógeno que será usado como nutriente para las plantas. A este nivel usamos también nuestros populares berros como segundo sistema filtración. El agua es finalmente bombeada a las camas elevadas de cultivo, donde tenemos sobre todo tomateras, lechugas, espinacas y otras verduras.”

Allen mete la red en el agua y captura un hermoso ejemplar de tilapia, cotizadísima por la decena larga de restaurantes a los que abastece en Milwaukee y Madison... “No solo hemos creado cultura de comida local, sino que hemos enriquecido los horizontes y queremos seguir experimentando.”

La cosecha de Growing Power se vende en la propia tienda y llega a los mercados locales de granjeros, aunque el modo más popular y económico de distribución es sin duda la Cesta del Mercado, que por 16 dólares garantiza verdura y fruta durante toda una semana para dos o cuatro personas.

Pero, tanto como alimentar a 10.000 bocas urbanas, a Will Allen le interesan esos 3.000 agricultores en potencia que pasan por aquí todos los años, para aprender las reglas básicas para cultivar en la ciudad, o especializarse en cultivos hipodropónicos, o sacar un master en vermicompostaje.

“Digamos que growing Power es el germen de muchas otras historias”, palabra de Will. “Estamos asistiendo a un momento de cambio profundo y desde dentro en las ciudades. Al boom de movimientos como Slow Food o la comida local se une ahora la lucha contra el racismo ambiental, que ha hecho que muchos jóvenes en nuestras comunidades se interesen por primera vez en cultivar la tierra como una herramienta de cambio social.”

Will ha pescado para la faena a su propia hija, Erika Allen, que a sus 42 años está al frente de la granja que Growing Power ha abierto en la periferia obrera de Chicago. “Me siento muy orgullosa de recoger la antorcha de mi padre y de toda mi familia, que lleva 400 años dedicada a la agricultura”, asegura Erika. “Y siento también que nuestro trabajo es una gran contribución a la justicia social, para paliar las tremendas carencias que existen en nuestros barrios.”

Food From the Hood, en Los Angeles, People’s Grocery, en Oakland, o Just Food, en Nueva York son otros ejemplos de iniacitivas abanderan el movimiento de la justicia alimentaria, que también ha echado raíces en la ciudad industrial y decadente por excelencia: Detroit. El renacer de la agricultura urbana en los solares vacíos de Detroit ha dado pie a un documental, Urban Roots, que simboliza como ningún otro la nueva era de la autosuficiencia urbana.

En Milwaukee, entre tanto, Will Allen (wiki) acaricia el sueño de hermanar agricultura, tecnología y justicia social con un proyecto que pondrá definitivamente a Growing Power en el mapa mundial: “Queremos construir un centro que sea una auténtica revolución en agricultura urbana, con granjas verticales de cinco pisos. Seríamos el primer centro en la nación, aunque no tardarían en imitarnos”... 

Carlos Fresneda