Mostrando entradas con la etiqueta Keystone XL. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Keystone XL. Mostrar todas las entradas

El 'recambio' de la esperanza

Courtney Hight. Foto: Isaac Hernández

Courtney Hight tenía 28 años cuando se embarcó como voluntaria en la primera campaña de Obama, aquella del “cambio” y de la “esperanza”. Lo dejó todo durante unos meses para movilizar el voto joven en Florida. Lloró como tantos otros la noche de marras, en el parque Grant de Chicago, celebrando el ascenso del primer presidente negro.

Su esfuerzo tuvo una recompensa: en el 2009 fue nombrada asesora del Consejo Ambiental de la Casa Blanca. Y durante varios meses mantuvo vivas las esperanzas, creyendo que el cambio era posible desde dentro.

La frustración comenzó a mascarse durante las reuniones de política energética: “No tardé en darme cuenta que no había mucho que hacer frente al poder de los lobbies del carbón y del petróleo”. Su mosqueo creció con la tibia postura de Obama en la Cumbre de Copenhague y con la marcha atrás del cambio climático. A partir de ahí, todo fue cuesta abajo...

“Aunque mi decepción final tuvo una fecha muy clara: marzo del 2010”, recuerda Courtney. “El suelo se abrió a mis pies cuando el presidente dio el visto bueno a las perforaciones petrolíferas a grandes profundidades en nuestras costas... Días después ocurrió el accidente de BP en el Golfo de México.”

La ex voluntaria y asesora ambiental salió finalmente de la Casa Blanca en plena “marea negra” y en una de las primeras “purgas” internas de jóvenes entusiastas, adiestrados ya en una asignatura obligatoria: los límites del poder.

Convencida ya de que el “cambio” tiene que producirse necesariamente desde fuera, Courtney Hight volvió a la militancia dura. Se puso al frente de la Coalición por la Acción Energética y se unió a la campaña de 350.org contra el oleoducto Keystone XL, que pretendía traer hasta Texas el petróleo de las arenas alquitranadas de Alberta en Canadá (posiblemente, la mayor aberración ambiental de Norteamérica).

En noviembre del 2011, tres años después de la elección de Obama, la entusiasta ex voluntaria de campaña fue detenida y esposada junto a la verja de la Casa Blanca por manifestarse contra el oleoducto. “Tuve que hacer un esfuerzo por reprimir las lágrimas”, confiesa. Bill McKibben y tantos otros activistas fueron arrestados en el mismo incidente, metáfora misma del triste “recambio” de la esperanza.

La persistencia de los activistas dio al final sus frutos, y Obama anunció la suspensión (temporal) del proyecto, pendiente de una evaluación final sobre su impacto ecológico. El presidente reculó lo justo para intentar recuperar el apoyo perdido de los miles de entusiastas que le llevaron en volandas hasta la victoria en el 2008.

Courtney Hight engrosó hace tiempo las filas imaginarias del “Partido del Desencanto”. Reacia al protagonismo, ha decidido mantenerse fuera de las “apuestas” multimillonarias entre Demócratas y Republicanos. Ahora, cuando escucha a Obama, le cuesta mucho reconocer a “su” presidente, aunque no puede evitar los escalofríos al recordar aquella noche de Chicago, hace cuatro años: “Él fue el líder que elegimos, pero no pudo plantarle cara a los lobbies todopoderosos que se resisten al cambio”.

Carlos Fresneda

¡Por el 'cambio' energético!





Courtney Hight trabajó al otro lado de la verja, como miembro del Consejo Ambiental de la Casa Blanca. Llegó allí a los 29 años, con la sobredosis de idealismo que empapó la campaña de Obama. Pero no tardó en estrellarse contra el muro de las lamentaciones: “El Congreso está en manos de los “lobbies” del carbón y del petróleo, y así no hay manera de cambiar las cosas”.

A los 32 años, Hight volvió a la carga desde fuera, al frente de la Coalición por la Acción Energética. Fue detenida junto con otros 1.253 activistas a los pies de la mansión presidencial, cuando protestaba contra la construcción del oleoducto Keystone XL, de Canadá a Texas. Tuvo que reprimir las lágrimas cuando se la llevaron esposada, pero al cabo de varias semanas cantó victoria: el presidente ordenó la revisión del proyecto y aplazó la decisión al menos un año....
    
“La batalla no está aún ganada, pero hemos dado un gran paso. Los jóvenes han vuelto a movilizarse, esta vez para pesionar y recordarle a Obama su compromiso por un cambio energético real. Se ha dado cuenta de que puede perder definitivamente nuestro voto”.
     
Sin afán de protagonismo, pero sin miedo a hablar, Courtney Hight se ha convertido en el símbolo vivo de la frustración de los activistas norteamericanos por la falta de acción contra el cambio climático. “Mi decepción particular con Obama tiene una fecha, marzo del 2010”, recuerda la ex asesora del Consejo Ambiental de la Casa Blanca. “El suelo se abrió a mis pies cuando el presidente dio el visto bueno a las perforaciones petrolíferas a grandes profundidades... Días después ocurrió el accidente de BP en el Golfo”.
     
Courtney Hight salió como tantos otros por la puerta trasera de la Casa Blanca en plena marcha atrás de la Administración Obama en cuestiones energéticas: “Me tocó vivir desde dentro las negociaciones de la ley del clima. No tardamos en darnos cuenta de que no había mucho que hacer. El presidente dio un par de discursos sobre el tema, pero nunca puso la carne en el asador”.
      
Una vez consumada la experiencia, consciente de las “limitaciones” a la hora de trabajar desde dentro, Courtney Hight volvió al papel de la activista indomable, como codirectora de la Coalición de Acción Energética... “Somos una organizacuón paraguas con más de 50 grupos. Uno de nuestros objetivos es informar y dejar en evidencia a la industria del petróleo y a la del carbón. Si queremos acabar de verdad con las energías “sucias”, tenemos que cortar los 10.000 millones de dólares de subsidios anuales”.
     
Junto a Bill McKibben, se sumó a la campaña de 350.org y participó a primeros de noviembre en los círculos concéntricos de 12.000 activistas que rodearon la Casa Blanca y forzaron la respueta del presidente: “El es el líder elegimos y necesitamos que le plante cara al lobby de la energías fósiles. No podemos permitir nuestra complicidad en un método tan devastador para el medio ambiente como el petróleo de las arenas bituminosas de Alberta. Necesitamos apostar de una vez por todas por las energías renovables”.
     
La batalla del oleducto Keystone XL ha dado fuerzas renovadas al movimiento ecologista, pero le preguntamos a Courtney Hight si no hará falta algo más para calar en la mayoría de la población, si no ha llegado tal vez el momento de “cambiar” el mensaje del cambio climático: “Yo creo que el mensaje habla por sí solo. Estamos poniendo en juego la capacidad del planeta para seguir siendo habitable para los humanos. ¿Hay algo que nos afecte más de lleno como especie?”.

Carlos Fresneda