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10.000 ciclistas reclaman un Londres más seguro para las dos ruedas


La serpiente multicolor a su paso por Park Lane (Londres). | C. FresnedaLa serpiente multicolor a su paso por Park Lane (Londres). | C. Fresneda
  • Alerta ante el aumento de accidentes mortales por el tráfico
  • La campaña 'Go Dutch' propone seguir el modelo holandés
Más de 10.000 ciclistas han tomado las calles de Londres para reclamar más seguridad e infraestructura para las dos ruedas. Bajo la consigna "Love London, Go Dutch", la serpiente multicolor desafió la lluvia y recorrió Picadilly Circus, Trafalgar Square y el Big Ben pidiendo que se levanten barreras al coche y se implanten medidas similares a las de las ciudades holandesas.


Ciclistas con pancartas. | C. F.
Ciclistas en Westminster Abbey. | C.F.Ciclistas en Westminster Abbey. | C.F.


"Aún nos queda un largo camino para llegar hasta donde está Amsterdam", aseguraba al frente del pelotón Ann Kenrick, de la London Cycle Campaign (LCC). "Queremos más carriles-bici, más límites de velocidad y un rediseño de las intersecciones para que no tengamos que jugarnos la vida en cada giro. Queremos una ciudad más transitables para ciclistas y peatones".
Dieciséis ciclistas murieron en accidentes de tráfico en Londres el año pasado, frente a diez el año anterior, con un preocupante aumento del número de heridos. La seguridad vial se ha convertido en uno de los temas calientes en las elecciones municipales del 3 de mayo. El periódico 'The Times' ha lanzado su popia cruzada tras el accidente sufrido por una de sus periodistas.

Londres, por el buen camino

Todos los candidatos se han aprestado a suscribir entre tanto la campaña 'Go Dutch', respaldada hoy 'in situ' por la candidata del Partido Verde Jenny Jones. El laborista Ken Livingstone ha prometido convertir la seguridad vial en una de sus tres prioridades.
El alcalde conservador Boris Johnson -impulsor de la bicicleta pública- asegura que Londres va por el 'buen camino'. Muchos le acusan sin embargo de haber practicado un peligroso doble juego desde su llegada a la alcaldía, con la retirada del 'peaje de congestión' en el oeste de Londres y la alteración de la secuencia de los semáforos que prima descaradamente al tráfico rodado.

El número de ciclistas urbanos se ha triplicado en la última década. Aún así, los desplazamientos a dos ruedas en Londres están entre el 3% y el 5%, frente a más del 30% en ciudades como Amsterdam y Copenhague. La embajada holandesa apadrinó precisamente la manifestación rodante, que discurrió bajo el pacífico lema de 'Seguridad, Adaptablidad, Armonía'.

Louis Franklin sacó a pasear un esqueleto como paquete, en recordatorio de "mi mejor amigo que sufrió hace un año un accidente y que por suerte ha sobrevivido para poder contarlo". Sarah Lootman, estudiante universitaria, reconoció cómo ha estado dos años sin sacar la bici después de "una experiencia escalofriante" al ser adelantada a gran velocidad por un autobús de dos pisos.
"Londres corre el riesgo de quedarse desfasada con soluciones que siempre priman al automovilista, por delante del ciclista y del peatón", se lamenta Ashok Sinha, director ejecutivo de LCC. "Todo lo que se ha hecho hasta ahora se ha quedado desfasado. Lo que necesitamos es una auténtica revolución a la holandesa para llevar las dos ruedas al siguiente nivel".

Carlos Fresneda (Corresponsal) | Londres
Publicado en El Mundo Natura

¡A todo pedal en Nueva York!


                                                                                            Foto: Isaac Hernandez

Aaron Naparstek dio un “volantazo” a su vida el día en que un coche se plantó bajo su apartamento en Brooklyn y empezó a dar bocinazos en medio de un atasco. Harto de la insiodiosa cantinela, Aaron tomó posiciones en su ventana y empezó a tirarle huevos al tipo del claxon: uno de ellos se estrell'o contra el capó y dejó su impronta pegajosa en el parabrisas.
    
El conductor cabreado se bajó del coche y apuntó con el dedo hacia el certero lanzador de huevos: ‘”Voy a volver, cabrón ¡Te voy a matar! ¡Sé dónde vives!”.
    
Nunca más volvió saberse del loco del claxon, pero los insultos en cadena resonaron en la mente Aaron con la música de un “haiku”. Acto seguido, se puso a componer poemas de 17 sílabas, más o menos inspirados por los bocinazos (“honks”). Empezó a pegarlos en las farolas del barrio, y tal fue su éxito que la cosa acabó en libro: “Honku: el antídoto “zen” contra el cabreo del tráfico”.
     
Cuando la luz se pone verde/ como una hoja en primavera/ suena el claxon con urgencia.
   
Hace trece años inmortalizamos a Aaron en el papel de “El poeta del tráfico”, predicando contra la corriente con sus “honkus” en medio de la marabunta urbana. Ahora, a la vista de los grandes cambios que ha experimentado Nueva York (650 kilómetros de carriles-bici y sumando), Aaron se ha plantea si ha llegado el momento de escribir “bikus”: haikus inspirados por su experiencia como ciclista en la jungla de asfalto...
    
“El modo en que percibes la ciudad se altera radicalmente cuando cambias el volante por el manillar. No sólo es más saludable y reduces tu huella de CO2, sino que abres los ojos y estimulas todos los sentidos. Te sientes realmente parte del entorno y comprendes mejor que nunca que somos parte del medio ambiente”.
     
Según las noticias/ hoy es un día de mala calidad del aire/ así que procura no respirar.
    
Aaron ha puesto toda la carne en el sillín en defensa del controvertido carril de Prospect Park, el mismo que ha desatado en Nueva York la guerra de las bicicletas. En su opinión, como experto en movilidad urbana, “nos encontramos en una encucijada histórica comparable a la principios del siglo XX, cuando hubo que adaptar las ciudades a los coches, sólo que ahora nos toca adaptarlas a los dos ruedas”.
   
“Entonces también hubo férreas resistencias a los coches, por los accidentes que casusaban y por cómo alteraron la dinámica de la ciudad”, recuerda Aaaron. “Con el tiempo, permitimos que se conviritieran en reyes indiscutibles del asfalto. Pero ha llegado el momento de darle la vuelta a la tortilla: las calles son para vivir, y no para conducir”.
    
Otra vez juntos/ estampados contra el semáforo/ ¿para eso corrimos tanto?

Aaron es el impulsor de un movimiento, Livable Streets, que lleva más de seis años reivindicando calles más “vivibles”, para quien las camina y las pedalea. En esa dirección avanza Nueva York (con la meta de 2.700 kilómetros de carriles-bici en 2030) y bajo la batuta de Janette Sadik-Khan, la directora de Transportes que predica con el ejemplo de las dos ruedas.
    
El camino aún en largo, y apenas el 1% de los neoyorquinos acuden al trabajo en bicicleta. Pero el uso de la bici se ha disparado un 75% en los últimos años, y Aaron tiene muy clara cuál es la razón: “Para que las bicicletas circulen hace falta infraestuctura. Y eso significa que hay que quitarle espacio al coche: estamos cuestionando al todopoderoso rey de las calles y de las carreteras”.
     
Aaron desenmascara sin pudor y con humor en su blog callejero a las fuerzas de la “resistencia al cambio”, que pretenden convertir a los ciclistas en los “enemigos públicos número uno”. Pero las cosas caerán por su peso, vaticina. Los coches irán cediendo más y más terreno en las ciudades, hasta que llegue un momento en que lo normal será desplazarse en bicicleta. “Nuestros hijos mirarán hacia atrás con incredulidad y no acabarán de entender por qué tardamos tanto en darnos cuentas de la forma más sensata y saludable de desplazarse en nuestros barrios”…
     
Los bosques se están quemando/ pero no te preocupes, aún nos queda/ el Toyota Secuoya

Carlos Fresneda, Nueva York
Publicado en el blog EcoHéroes de El Mundo.es

ELOGIO A TODOS LOS CICLISTAS URBANOS

Todos respiraríamos mejor por cada bici que sustituyera a un coche en la ciudad. La bici es un poderoso símbolo del cambio que se nos avecina.

Madrid, un cruce de calles en el barrio de Chamberí. Es el punto de encuentro con Carlos. Llego y lo primero que comentamos es que la ciudad está fagocitada por el coche. ¿Donde están las bicis? Me explica lo distinto que es Portland, Austin o la mítica Nueva York, llenas de miles de ciudadanos a pedales. Hablamos de la paralización de la bici pública de alquiler en la ciudad con motivo, alegan, de la crisis.

Pero ¿cuál de ellas? Si se analiza en profundidad, la bici puede ahora incluso cumplir una función práctica y económica para más personas. ¿Será una crisis de voluntad política o una crisis de dominadores culturales? Ninguna de estas crisis tiene remedio rápido.

Seguimos comentando sobre los movimientos en defensa de la bicicleta como medio de transporte urbano, que tienen en Madrid plaza activista bien reconocida, y sus memorables masas críticas así lo demuestran. Aunque llegamos a la conclusión de que, como en tantas ciudades, la batalla en el asfalto la tiene ganada, de momento, el vehículo de motor de combustión... mientras ruge alguna ruidosa moto y el compresor de los aires acondicionados de los coches que esperan la salida en el semáforo también aporta ruido y agua condensada. ¡Más calor y suciedad para la ciudad compartida y más fresquito en el habitáculo privado! Divagando, llegamos a la conclusión de que la batalla se pierde, de momento, porque con los indicadores igual nos hemos equivocado.

Pero si valoráramos como prioridad social la calidad del aire que respiramos en las ciudades, ¿no sería todo algo distinto? Si culturalmente el valor del aire de calidad estuviera instaurado en nuestra concepción de la vida urbana, tanto militantes de la bici, como militantes del caminar y hasta los usuarios del excelente contaminador móvil de la urbe, quizás todos tendríamos más claro que ensuciar el aire no debe ser gratuito. Ahora lo es.

Pensemos en un paisano estresado que entra por el norte de la ciudad rumbo a gestiones varias de su vida cotidiana. El tubo de escape llena metros cubicos del aire de todos desde el km0. Entre paradas de semáforos, posibles acelerones de salida de campeón de lo inútil y frenazos por ir demasiado rápido: más metros cubicos de basura áerea que inhalamos otros muchos miles de ciudadanos. Compras aquí y allá, gimnasio para cuidar la salud (!!!) y gestiones en la otra punta a mediodía. Comida con los colegas en la zona oeste, a la que va nuestro imaginario conductor cotidiano aprovechando túneles y serviciales preferencias. Por la tarde, a otras gestiones, rumbo al este para volver al párking del centro social donde hablará de lo mal que está el tráfico y de la subida del combustible, mientras lee en una revista la decadencia de la Fórmula 1 y las carreras de motos. Miles de metros cúbicos de aire que respiramos todos tienen la contribucción individual de un ciudadano motorizado que no hace nada por el bien común (usa la ciudad para sus cosas) y que llena de tóxicos el aire de todos, en la ciudad ahora enferma.

En Elogio a la bicicleta, Marc Augé reclama el retorno del mito del tour de Francia y recuperar el valor cultural y promocional de la bici, como sucede en la vuelta ciclista a españa (en la imagen).

Ahora que todo puede cambiar, que debe cambiar, el valor del aire de la mayor calidad posible deberíamos convertirlo en un valor sagrado de la urbanidad/humanidad. Algunos verían reducidas sus libertades de movimientos tóxicos y las mayorías apreciaríamos más la belleza artificial de la gran obra humana ciudadana. Todos respiraríamos un poco menos de contaminación por cada vehículo de combustión que dejara de usar la ciudad y todos los ciclistas serían héroes anónimos que desplazan sus cuerpos y hasta sus pequeñas mercancías con poco ruido por precisos, amplios y seguros carriles bici.

Carlos y yo acordamos meterle mucha más mano a la bici en estas páginas e intentar dar a conocer todo lo posible la diversidad creativa entorno a la máquina verde y sus conductores en las ciudades (bici héroes para nosotros en todas sus vertientes). Las bicis van a ayudar mucho a cambiar este mundo, estamos convencidos.

Lo que son las cosas, en el quiosco de la estación de tren, me pillo el último número de Integral y, mira por dónde, tienen a bien comentar un libro que me genera conmoción debido a lo sinérgico del día, poniendo broche de lujo a nuestras complicidades como comunicadores. Elogio a la bicicleta, de Marc Augé, antropólogo y etnólogo francés, se convierte en una búsqueda casi frenética por hacerme con un ejemplar como sea. Gedisa lo edita y no tardo más que un rato en solicitar un ejemplar que llega a mis manos en poco tiempo. El libro es menudo, de letra grande y de sabiduría revolucionaria. Pone puntos sobre las íes de nuestra particular conspiración, llevándome del mito a la epopeya y concluyendo en la utopía posible. El autor se va a su infancia y a las sensaciones vividas sobre la bicicleta. Reclama el retorno del mito del Tour de Francia en base a sus héroes de cuando joven y del valor cultural y promocional de la bici a recuperar en todas las vueltas ciclistas. Admira y analiza la irrupción de la bicicleta pública de alquiler en París y Barcelona , y desgrana las posiblidades de revolución urbana que tenemos delante. Indica que la bicicleta encarna una bella utopía, una promesa de felicidad, que podemos soñar y proyectar a grandes rasgos una ciudad utópica del futuro donde la bicicleta y el transporte público sean los únicos medios de desplazamiento.

"En su humildad –escribe MarcAugé en su libro 'Elogio de la bicicleta'– , la bici nos enseña a estar en armonía con el tiempo y el espacio"

A estas alturas, y desde la contraportada, yo me creo que he encontrado el bicigrial mientras le doy fuerza a los planes con Carlos ideados unos días antes (presentar a los biciacompañantes, descubrir métodos y tipos de trailers de los trabajadores sobre bicis, destacar las planificaciones urbanas más potentes...).

Algunos lemas del libro los hacemos nuestros enseguida:“El milagro del ciclismo devuelve a la ciudad su carácter de tierra de aventura o, al menos, de travesía”; “El ciclismo es puro humanismo: pedaleo luego existo” y “¡Arriba las bicicletas, para cambiar la vida!”. comenta augé que, en su humildad, la bicicleta nos enseña, ante todo, a estar en armonía con el tiempo y el espacio. Nos hace redescubrir el principio de realidad en un mundo invadido por la ficción y las imágenes. El ciclismo es un humanismo que abre con renacidos bríos las puertas de la utopía y de un futuro más esperanzador: el símbolo de un futuro ecológico para la ciudad del mañana y de un proyecto urbano que tal vez podría reconciliar a la sociedad consigo misma.

Al final del libro, el autor compara el efecto pedalada con el efecto mariposa, y describe un escenario futuro lleno de creatividad entorno a la bici: diseñadores extremos, mecánicos insuperables, tuneadores exquisitos... Imagina un mundo donde los investigadores multiplican los descubrimientos: bicis plegables, portátiles, todoterreno, musicales, acuáticas, bicis a vela... Los científicos están a un paso de descubrirla manera de capturar la energía desplegada por los ciclistas y, con ese propósito, se están construyendo carreteras especialmente equipadas, e incluso en el año 2036 una prestigiosa universidad organiza la conferencia internacional “La bicicleta y el fin de las ideologías” o, un año después, “La bicicleta y la muerte de Dios”... Cierro el libro y veo que la utopía ya es posible, además de necesaria. ¡Ciudadanos y ciclistas del mundo, uníos, que el cambio es sólo nuestro y lo mejor que nos puede pasar!

Manolo Vílchez
Publicado en Integral nº
Enlace al artículo en pdf
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¡A TODO PEDAL EN PORTLAND!

Hay dos maneras de conocer el calado de la bicicleta en cualquier ciudad. La más socorrida y tediosa: comparar el número de ciclistas con el número de conductores. La más provocativa y certera: pedalear en pelotas y ponerse a contar, y contar, y contar...

Más de 3.000 ciclonudistas se lanzaron a tumba abierta durante el fin de semana por las cuestas de Portland. Todo parece indicar que la remota ciudad de Oregón ha arrebatado a Londres y a Amsterdam el disputado centro de la World Naked Bike Ride, , que nació precisamente en Zaragoza, como una manera jovial y carnal de reclamar el espacio urbano frente a la invasión del coche.


Hace poco más de un año, en esta misma ciudad que presume de ser la más “verde” de Estados Unidos, celebró Obama uno de sus mítines más multitudinarios ante miles de ciclistas. Portland vuelve a pedalear fuerte estos días con “Pedalpalooza, el festival que durante dos semanas celebra el irresistible impulso de la bicicleta.

Portland dista aún de ser el paraíso de las dos ruedas, pero se le acerca. El 18% del largo millón de habitantes acude a diario al trabajo en bicicleta. Las oficinas disponen de duchas para incitar a los sudorosos currantes a que bajen sus emisiones. A pesar de la crisis –o gracias a ella-, el “complejo industrial de la bicicleta” mueve ya al año unos 150 millones de dólares (palabras mayores del Oregon Business Journal).

El imán de Portland ha atraído a gente como Neal Fegan, uno de los más cotizados fabricantes de velocípedos, como los que abrieron durante el fin de semana el Circo de la Bicicletas. Allí estuvo también Larry Hogan con su “supertriciclo”, intentando no perder la rueda de su hija Esther. En el carnaval callejero irrumpió de pronto la primera caravana de ciclonudistas, con el trío formado por Rockelle, Foxy Roxy y Deidra abriendo sin pudores el pelotón despelotado.

Todo huele estos días a un contagioso verde estival en Portland: cientos de vecinos se han lanzado a la calle para reinventar su ciudad en el Village Convergence Building, fieles a la consigna “Cambiando el mundo, barrio a barrio”. Pero de todo esto hablaremos otro día: a estas horas nos espera Adam Boesel en el Green Microgym, donde las pedaladas de la bicicleta fija se trasforman sobre la marcha en energía limpia.


Habrá que volver pues periódicamente a Portland, la ciudad del presente, con un pie (o un pedal, más bien) en ese futuro en el que la tracción “humana” será la norma y no toleramos las emisiones “indecentes” de los coches.

Carlos Fresneda desde Portland (Oregon)
Publicado en Crónicas desde EE.UU en El Mundo