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El guardián del maíz


               Foto: Isaac Hernández

Como si fuera su tesoro más preciado, Clayton Brascoupé despliega ante nuestros ojos las mazorcas de maíz negro, maíz blanco, maíz rojo, maíz azul... El increíble arco iris de granos y semillas ha pasado de generación en generación desde tiempos inmemoriales. Su labor consiste ahora en preservarlos, ante la invasión de maíz transgénico que acecha a los agricultores nativos de Nuevo México.

"El maíz es algo sagrado para nosotros", asegura Brascoupé, un indio "mohawk" que cambió los bosques del noreste americano por los bancales del río Tesuque, donde también cultiva fríjoles, chiles, guisantes y verdura orgánica. "Nada atenta más contra nuestra cultura que el maíz transgénico. Creemos que una semilla saludable hará a la gente saludable, por eso nos rebelamos instintivamente".
    
El pueblo de Tesuque (apenas mil almas) tiene una larga tradición en esto de las "rebeliones". Cada 4 de agosto se celebra en la plaza la danza del águila, para conmemorar las "revuelta" de 1680 que acabó con la retirada de los españoles y con la supervivencia contra todos los elementos de esta cultura ancestral, que se ha preservado milagrosamente en los 19 pueblos de adobe de Nuevo México.
    
"Vivimos en contacto primordial con la tierra", advierte Clayton Brascoupé, el "guardián" del maíz. "Tenemos una relación espiritual y emocional con las semillas de maíz. Nuestros ancestros mesoamericanos lo llevan usando desde hace 7.000 años. Moler el maíz es algo que seguimos haciendo a mano todos los días. Es la base de nuestra alimentación y lo usamos de mil maneras, para hacer pan, harinas, dulces... Y lo utilizamos también en nuestras ceremonias sagradas".
      
"Por eso no concebimos que alguien venga de fuera con una patente y un contrato para poder usar las semillas. Hemos informado a los agricultores de sus derechos y hemos puesto en marcha campañas para prevenir la "contaminación" de cultivos genéticamente modificados. Queremos preservar a toda costa nuestras variedades de maíz frente a los monocultivos. Y no podemos tolerar que se fuerce a los agricultores a destruir sus semillas, o a quemar una cosecha "ilegal". Para los indios pueblo, quemar el maíz es un sacrilegio".
    
Taos, Picuris, Pojoaque, Cochit, Zia, Acoma, Tesuque... Los pueblos de Nuevo México son territorio fértil para el mestizaje y las ensoñaciones, pero no para las cosechas. Durante más de tres siglos, y gracias a la sabiduría tradicional heredada de la cultura de los "anasazi", los nativos lograron sin embargo sacarle fruto a estas tierras áridas.
    
La "ocupación" española, pese al derramamiento de sangre, dejó también un surco muy profundo. Ahí tenemos a la Asociación de las Acequias (protegiendo las "venas" de agua de Nuevo México), y al grupo Amigos Bravos (velando por los cauces naturales) y a la asociación Tierra Lucero (uniendo a los agricultores ecológicos).
    
El agua es la vida y aquí se la venera como el maná del cielo. "¡El agua no se vende, el agua se defiende!", es el lema de los "parciantes", hermanados por un sistema cooperativo que ha sobrevivido a hambrunas y sequías. El mismo espíritu de independencia y colaboración ha alimentado la Declaración de la Soberanía de las Semillas, firmadas en la localidad de Alcalde por decenas de agricultores "resistentes al sistema de industrialización de los alimentos que corrompe nuestra salud, nuestra libertad y nuestra cultura".
    
Entre los impulsores de la declaración de "soberanía" se encuentra precisamente Clayton Brascoupé, cuyo sueño es la creación de una red de "bancos de semillas" donde se preserve la herencia agrícola de los pueblos. El "guardián" del maíz lleva también las riendas de la Asociación de Agricultores Nativos y Tradicionales, surgida hace 17 años como respuesta a la alimentación industrial y la cultura de los casinos como única fuente de ingresos en las reservas indias...
   
"Hemos decidido reclamar nuestra cultura desde lo más básico y tomar las riendas de nuestro propio destino. Aquí mismo, en Tesuque, cultivamos 17 hectáreas que sirven esencialmente como "agricultura de subsistencia" para el pueblo. El sobrante lo vendemos en los mercados locales, y la agricultura sirve ya para generar empleo".
     
"La mayoría de la gente trabaja fuera del pueblo, pero estamos involucrando muy especialmente a los jóvenes", se jacta Brascoupé, que quiere dejar sus semillas multicolores en buenas manos. La Iniciativa Agrícola de Tesuque se ha convertido entre tanto en un "santuario" de variedades autóctonas, del maíz azul de los indios "hopi" a las judías anasazi, pasando por las calabazas, los chiles o las hierbas medicinales.
    
Decenas de expertos y cientos de escolares pasan por Tesuque todos los años a extraer las lecciones de la tierra, y hasta el Consejo Internacional de las Trece Abuelas eligió este difícil pero mágico lugar para uno de sus recientes encuentros. Las granjas de Tesuque se han incorporado también a otro proyecto auspiciado por los Bioneros, empeñados en convertir este rincón incomparable en el sureste de Estados Unidos en paradigma de lo posible.
    
"Soñando Nuevo México" da nombre a esa visión futurista y sostenible que, con la ayuda de Google Maps, se ha hecho realidad desde el cielo. Hacia ella avanzan.

Carlos Fresneda

Cómo rediseñar el mundo desde la cuna


 
                   Foto: Isaac Hernández

No es fácil cambiar el mundo. Que se lo digan al arquitecto William McDonough, más de una década predicando el concepto de 'cradle to cradle' junto a su socio y cómplice, el químico alemán Michael Braungart. Más de una década vaticinando la definitiva 'revolución' tecnológica: un cambio radical en la manera de pensar, diseñar y hacer las cosas...
    
Siguiendo los principios de la naturaleza, donde no existe el concepto de 'residuo'. Tratando los materiales como 'nutrientes'. Creando un flujo continuo para reusar y reciclar todo lo que producimos. Generando una 'economía circular' que sustituya a este nefasto modelo en el que llevamos anclados desde hace más de un siglo: usar y tirar, quemar y enterrar, 'de la cuna a la tumba'.
   
Escuchamos al visionario McDonough en aquellos primeros encuentros de los Bioneros, cuando la idea del 'cradle to cradle' ('de la cuna a la cuna') empezaba a levantar el vuelo. Coincidimos en la conferencia de TED, y allí nos anunció la creación del Green Products Innovation Institute (GPII), la definitiva mutación del concepto, con la esperanza de convertir California en el gran laboratorio mundial de productos verdes.
    
A sus 61 años, de vuelta de su experimento fallido en China (la ciudad ecológica de Huangbaiyu que nunca llegó a despegar), William McDonough ha perdido parte del viejo entusiasmo, pero no la fe en sus ideas. De acuerdo con sus cálculos, unos 30.000 productos deberían haber logrado la certificación 'cradle to cradle' en el 2012. De momento son algo más de 300, suficientes (según él) para demostrar que el concepto no es una utopía, sino "un ideal alcanzable, beneficioso y rentable".
    
Como arquitecto, sigue fiel a sus principios: un edificio debe aspirar a ser como un árbol, y aportar lo más posible a su entorno. Lo demostró en su día con la regeneración de la planta de Ford en Dearborn, Michigan, con el tejado verde de 100.000 metros cuadrados. Lo intenta probar ahora con la Base de Sostenibilidad de la NASA en California, capaz de producir más energía (solar y geotérmica) que la que necesita y de consumir el 90% menos de agua que un edificio de sus características.
     
McDonough se ha implicado también hasta el tuétano en el renacimiento de Nueva Orleans, con el diseño de la Flow House y la colaboración con Brad Pitt y la fundación Make it Right, que ha aplicado los principios del C2C ('cradle to cradle') a las casas ecológicas que construye en el Noveno Distrito. El arquitecto pondrá también una pica en Hospitalet del Llobregat, con el centro de investigación y desarrollo de Ferrer que aspira a ser un modelo de construcción biosostenible.
     
Pero su niño mimado sigue siendo 'de la cuna a la cuna' Y su sueño irrenunciable es "convertir el imperativo ecológico en el imperativo económico"...
"Las empresas siguen creyendo que lo verde y sostenible no es rentable. Muchos empresarios te escuchan con interés, pero acto seguido te preguntan: "Me parece muy bien, ¿pero cuánto me va a costar?". No me canso de decirles que la innovación no sólo es beneficiosa, sino que a medio plazo es muy rentable y convierte a las empresas en algo social y ecológicamente relevante. No podemos seguir funcionando como en la vieja revolución industrial; tenemos que cambiar radicalmente nuestros modelos productivos y mentales".
       
Le pedimos a McDonough que haga un esfuerzo didáctico y simplifique el concepto del 'cradle to cradle' (C2C) para profanos... 'Hay que rediseñar las cosas siguiendo las pautas de la naturaleza, donde todo son nutrientes. El residuo es un invento humano, acaso el más pernicioso. Tenemos que pensar en todo momento en el uso presente y futuro de los materiales. Una parte de ellos volverá a la biosfera, otra parte se quedará necesariamente circulando en la tecnosfera".
    
"El primer requisito es pues separar los materiales por su metabolismo. El segundo es lo que yo llamo un plan de gestión de nutrientes: determinar qué se va a hacer con ellos tras su uso. El tercer criterio es que estén fabricados con energías renovables, y el cuarto es minimizar el uso del agua y que pueda ser reaprovechada. El quinto, y no menos importante: que los productos sean fabricados con criterios de  responsabilidad social".
     
El listón del C2C es bien alto, pero está técnicamente nuestro alcance, sostiene McDonnough. La silla Think de Steelcase, uno de los primeros productos en lograr la certificación, es un claro ejemplo: fabricada con el 37% de material reciclado, el 98% de sus materiales son reciclables. Edificios enteros, cubiertas exteriores, materiales de construcción, alfombras, césped artificial, tejidos, teclados reciclables, pañales compostables... El universo del 'cradle to cradle' se ha expandido desde la publicación del emblemático libro, hace diez años, aunque no todo lo rápido que sus impulsores habrían querido.
    
"El concepto está ya muy arraigado en países como Alemania y Estados Unidos, pero nos falta dar un salto cualitativo", admite McDonough. "El terreno está muy abonado también en India (donde se identifica con la idea de la reencarnación) o en China (donde se traduce como 'economía circular'). Cada país debe adaptar el concepto a su propia cultura, pero nuestro objetivo es lograr un estándar global. Y lograr que el 'cradle to cradle' se eleve a la categoría de ley, que sea algo así como la certificación pública de la ecoeficiencia".
     
A McDonough le acusan de un excesivo celo con su certificación. También le critican por el revés sufrido en China, donde sus planes se estrellaron con los deseos de los promotores y con 'problemas de comunicación', pero donde sus ideas de un urbanismo en simbiosis con la naturaleza han echado raíces.
     
El C2C evoluciona entre tanto y da pie a tendencias como el 'upcycling' (el reciclaje 'hacia arriba' de los materiales más valiosos) en contraste con el 'downcycling' o el reciclaje 'hacia abajo' que ha sido hasta la ahora la moneda corriente. McDonough no se cansa de citar el ejemplo inmejorable del aluminio: "Reciclando el aluminio usamos el 95% de la energía y ahorramos el 95% de las emisiones que nos costaría fabricarlo por primera vez. No es de extrañar que sigamos usando el 75% del aluminio producido desde 1888...".
     
Sin renunciar a su pasión por la arquitectura, el artífice de 'cradle to cradle' -hermanado en la distancia con Michael Braungart- sigue dándole vueltas por las noches a cómo 'diseñar' un mundo mejor desde la cuna.

Carlos Fresneda - Londres
Publicado en el blog Ecohéroes de El Mundo

BIONEROS: LA REVOLUCION "NATURAL"

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Mientras la “contrarrevolución” del Tea Party acapara toda la atención de los medios, otra “revolución” callada e invisible sigue ganando adeptos desde hace 21 años en el corazón de la “otra” América...

Se hacen llamar los Bioneros, “pioneros” de la biología, a la busca de soluciones ante los acuciantes retos ecológicos del planeta. Científicos e inventores, pensadores y activistas se dan la mano en esta tribu global que a finales de octubre dará el salto definitivo a Europa, después de haber propagado en Estados Unidos su mensaje inequívoco: “Revolución desde el corazón de la naturaleza”.

Pese al viento en contra, los Bioneros acaban de celebrar su cónclave anual en San Rafael (California), con el climatólogo de la NASA James Hansen y la naturalista Jane Goodall como invitados de honor a un encuentro marcado por la preocupación ante el futuro con el que tendrán que lidiar los hijos del nuevo siglo.

“Storms of my grandchildren” da precisamente título al libro escrito por James Hansen, el “abuelo” del cambio climático, que recordó cómo las inundaciones de Pakistán o los fuegos de Rusia no han sido más que manifestaciones del “clima extremo” hacia el que inevitablemente caminamos, a menos que consigamos reducir las emisiones de CO2 por debajo del listón crítico de 350 partículas por millón.

“Hay un bache enorme entre lo que sabe la ciencia y lo que sabe la opinión pública”, precisó Hansen. “En los últimos meses hemos asistido a una campaña organizada para ocultar los efectos reales de los combustibles fósiles, desvirtuar la labor de los científicos y evitar que esa información le llegue a la gente”.

En el papel de activista, Hansen hizo una llamada a la movilización frente al negacionismo rampante y el inmovilismo de los políticos. “Me preocupa mucho el futuro al que tendrán que hacer frente mis nietos”, aseguró. “El cambio es todavía posible, pero nos queda poco tiempo”.

Recogió el testigo Jane Goodall, convencida como está en el poder transformador de los más jóvenes. Goodall invitó a los más de 2.000 asistentes a la cumbre de los Bioneros a reflexionar sobre el impacto de nuestras acciones y a vislumbrar “los próximos 50 años”. A través de la organización Roots and Shoots, la prestigiosa primatóloga aspira ahora a involucrar a la “juventud global” en el volantazo necesario para frenar el deterioro ecológico.

Entre uno y otro orador escuchamos cientos de voces innovadoras, hablando de la justicia ambiental, del alfabetismo ecológico, de la permacultura en las ciudades, del consumo"colaborativo", de los coches eléctricos... Rompiendo moldes, la inventora Beth Ferguson se trajo la "gasolinera solar", presta a cargar sobre la marcha las bicis electricas.

“Como decía Einstein, no podemos solucionar los problemas que tenemos con la misma mentalidad con la que los hemos creado”, recalcó Kenny Ausubel, cofundador de Bioneros junto a la inseparable Nina Simons. “Tenemos que ser capaces de extraer las mejores soluciones de la propia naturaleza, adecuar los sistemas humanos a los sistemas naturales... Y tenemos que aceptar que eso que llamamos medio ambiente es un concepto mucho más amplio, que incluye cómo nos tratamos los unos a los otros”.

Carlos Fresneda, San Rafael, California
Publicado en el blog En la Ruta Verde de El Mundo.es

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