Un anciano y su cuidador en el Parque de Doña Casilda, en Bilbao. | Iñaki Andrés
- En España, el cuidado de los mayores recae en su mayoría en las mujeres
- La crisis ha empañado los avances de la Ley de Dependencia
- Cada vez son más los que llegan a fin de mes 'gracias' a la pensión del abuelo
Íbamos por buen camino, o eso parecía. Junto a la salud, la educación y las pensiones, el cuidado a las personas dependientes ('social care') despuntaba como la cuarta 'pata' del estado de bienestar. Pero la crisis lanzó por tierra todos los avances de los últimos años y aquí estamos, haciendo equilibrios con la silla mientras la mesa colectiva se tambalea.
Seis años después de la Ley de dependencia, miles de familias 'dependen' ahora de la pensión del abuelo
para llegar a fin de mes, al tiempo que los hijos 'independizados'
vuelven a casa porque no pueden pagarse la hipoteca, mientras los padres
engrosan las filas del desempleo.
"La crisis está dejando en un estado muy precario a los pilares del
estado del bienestar", certifica la socióloga Sara Moreno, que ha pasado
varios meses en Londres con un proyecto de I+D del Instituto de la
Mujer para comparar el modelo de 'social care' británico con el español.
"Y si estamos sudando para proteger la educación, la salud y las
pensiones, imagínate lo que ocurre con el cuidado de los mayores, que
era la asignatura pendiente para una población envejecida como la
nuestra y en la que las mujeres siguen llevando casi todo el peso".
"En España se dio un paso importante con la Ley de dependencia en 2006, pero con dos problemas: no se sabía de dónde íbamos a sacar el dinero
y no se tenían en cuenta las resistencias culturales de una sociedad
muy familista", recuerda la socióloga catalana. El caso británico es
exactamente al revés, llevan años discutiendo cómo financiar el sistema
de cuidados antes de su aprobación en el parlamento, apunta. "Ahora la
ley no sólo se ha parado, sino que se va hacia atrás. Hay un parón
general en cuestiones sociales, y no creo que la cosa cambie hasta que
no salgamos de la crisis".
Sara Moreno. | C.F.
"¿Qué hacemos con los mayores?" La pregunta obvia debería dejar paso a
un planteamiento más amplio que nos afecta a todos en estos momentos de
incertidumbre total ante el futuro: "¿Cómo queremos envejecer?".
Sara Moreno, que ha seguido de cerca los cambios vertiginosos de la
última década desde el Centro de Estudios Sociológicos sobre la Vida
Cotidiana y el Trabajo de la Universitat Autònoma de Barcelona, tiene
unas cuantas respuestas tras culminar su periplo británico, pero antes
quiere dejar claro el punto de partida del modelo español.
"Nada es genético en nuestros hábitos sociales, todo es cultural",
insiste la socióloga. "Y lo cierto es que en España el cuidado de los
mayores es una responsabilidad que recae casi siempre sobre las mujeres,
al igual que el trabajo doméstico. Nunca tendremos igualdad hasta que
las casas no se organicen de manera igualitaria, y en este terreno que
avanzar aún mucho". Aunque la crisis ha golpeado tan duro en sectores
'masculinizados' como la construcción, que en muchos hogares los hombres
han tenido que asumir involuntariamente la tarea porque es la mujer la
que trae el pan a casa. Otra realidad, cada vez más cruda, es que la
pensión del abuelo o de la abuela se han convertido en el "salvavidas"
para que muchas familias puedan llenar la cesta de la compra o llegar a
fin de mes.
La familia, 'colchón social'
"Paradójicamente, los británicos miran con cierta envidia el papel que la familia tiene como 'colchón social'
en España", advierte Sara Moreno (que quiere agradecer de paso la
colaboración de Mike Rigby, director del Center for International
Business Studies de la London South Bank University). "Pero es también
una mirada romántica del ideal de envejecer en el entorno familiar. Es
verdad que en la sociedad anglosajona las familias están muy
fragmentadas, pero también es cierto que en España se crean 'falsas solidaridades': al final son las mujeres las que están atrapadas en los cuidados a los mayores".
"En medio de la crisis y con los cambios demográficos, ni el Estado ni la familia pueden asumir la responsabilidad total de los cuidados a los dependientes"
"Si algo bueno tiene el modelo británico es precisamente el
reconocimiento de la dimensión 'social' del problema. De hecho, ellos
hablan de 'cuidados sociales', y reconocen y asumen el poder que tiene
la comunidad ante las necesidades de una población envejecida".
"En medio de la crisis económica y con los actuales cambios
demográficos, está claro que ni el Estado ni la familia pueden asumir al
100% la responsabilidad de los cuidados a las personas dependientes",
concluye la socióloga. "La comunidad emerge así como la cuarta institución,
junto al Estado, el mercado y la familia. Aunque los británicos tienden
muchas veces a eludir la responsabilidad del Estado y a sobrecargar el
peso de la comunidad".
La solución no es fácil, que se lo digan a millones de familias
españolas con mayores en casa. Pero Sara Moreno está convencida de que
la respuesta a la fatídica pregunta –¿Cómo queremos envejecer?- pasa
necesariamente por una vejez de puertas abiertas, más
allá de los confines de la casa y mucho más activa, con centros de día
donde los mayores puedan seguir en estimulante contacto directo con la
sociedad que les necesita. Y convirtiéndose de paso en un generoso motor
de empleo. Sólo en el Reino Unido el 'sector mayores' da trabajo a 1,6 millones de personas y es lo de los pocos que está creciendo. A pesar de la crisis.
Carlos Fresneda (Corresponsal) | Londres
Publicado en El Mundo.es
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