Mostrando entradas con la etiqueta crisis ambiental. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta crisis ambiental. Mostrar todas las entradas

El planeta infeliz

La tierra vista desde el espacio. | EM
La tierra vista desde el espacio. | EM

España figura entre los países 'en descenso' en la tercera oleada del Indice del Planeta Feliz (HPI) difundida por la New Economics Foundation (NEF). Nuestro país ocupa el número 62 en el ranking mundial, encabezado nuevamente con Costa Rica y con la sorprendente presencia de nueve países latinoamericnos o caribeños en el 'top ten'.

La 'caída' de España se debe sobre todo a la bajada de la "percepción subjetiva del bienestar" a raíz de la crisis. El otro factor de peso es la alta huella ecológica: pese a la ralentización de la economía, nuestro país está deuda ecológica, con un consumo 3,25 veces mayor que su biocapacidad. En la tercera casilla del ranking, determinada la esperanza media de vida, España sigue figurando sin embargo entre los primeros países del mundo (81,4 años).

"En España se ha producido un grave deterioro de la calidad de vida desde que arrancó la crisis", reconoce Saamah Abdallah, analista del Centro de Bienestar del NEF, pionero en la utilización del nuevo indicador de la felicidad desde el 2006. "El paro es sin duda el principal problema. El desempleo crea una gran inseguridad, destruye el capital social e influye tremendamente en la autoestima".

 

España, con la misma huella ecológica que Alemania


Abdallah, que vivió un tiempo en Barcelona y conoce nuestro país sobre el terreno, apunta sin embargo a otro factor 'invisible': "España entró en deuda ecológica en el mes de abril. La huella ecológica de los españoles es muy similar a la de Alemania, aunque la renta per capita sea más baja y los dos países estén viviendo muy diferentes situaciones económicas".

La crisis ha desplazado por cierto a Grecia hasta el número 83. Otros 'perdedores' son Egipto y Túnez, donde la 'experiencia subjetiva del bienestar' ha caído soprendentemente tras la oleada de la primavera árabe. Saamah Abdallah reconoce que el Indice del Planeta Feliz es aún relativamente 'imperfecto' y no distingue entre países democráticos y no democráticos, pero incide en hechos como el ascenso de Vietnam (número dos en la lista mundial), con una más que aceptable esperanza de vida (75,2 años) y una huella ecológica menor incluso que la utópica meta de 1,8 hectáreas globales per capita (1,4).
En comparación, los habitantes de Costa Rica tienen un impacto mayor en el planeta (2,5 hectáreas per capita), pero su esperanza de vida es la mayor de toda Latinoamérica (79,3 años) y el nivel de satisfacción y bienestar de la población -recogido por la Gallup World Poll- es prácticamente el mismo que el de Noruega y Suecia.

"Latinoamérica va muchas veces por delante de Europa en cuestiones ambientales, y Costa Rica y Colombia (tercero en el ránking) son dos buenos ejemplos", sostiene Saamah Abdallah. "Los dos países son muy autónomos a nivel energético y han apostado por las revonables, en este caso la hidráulica. En Latinoamérica sigue habiendo pobreza y desigualdad económica, pero hay también otro factor que casi nunca figura en los indicadores económicos: el capital social, el valor de los lazos humanos y de las iniciativas comunitarias".

 

Buena vida sin un alto coste


Como contraste, Estados Unidos figura en el puesto 105 de la tabla, arrastrado por su alta huella ecológica (7,2 hectáreas per capita), una de las más altas del mundo, aunque superada por países como Kuwait (9,7) Luxemburgo (10,7) o Qatar (11,7). "Pese a que los norteamericanos puntúan alto en la experiencia subjetiva del bienestar, lo cierto es que su esperanza media de vida (78,5 años) sigue estando por debajo de la de Cuba y de la mayoría de los países occidentales", asegura Abdallah.

En líneas generales, el informe sobre el bienestar sostenible del NEF confirma que vivimos aún en "un planeta infeliz en gran medida, con grandes retos tanto en los países de rentas altas como en los de rentas bajas para llegar al mismo fin: que la buena vida no suponga un alto coste para la Tierra".
La crisis, en opinión de Abdallah, ha tenido un impacto en la calidad de vida -sobre todo en la población joven- y no ha provocado hasta la fecha un revulsivo a nivel político. "Se sigue funcionando con la misma mentalidad con la que creamos el problemas y no se han producido cambios significativos a nivel de gobierno para avanzar hacia la meta del planeta feliz", sostiene. "Existen ideas y soluciones, pero no tenemos aún sobre la mesa un modelo alternativo".

El Indice del Planeta Feliz, enarbolado incluso en su día por David Cameron antes de ser primer ministro, sigue siendo sin embargo "un referente válido" de todo aquello que no solían medir hasta ahora los indicadores económicos. "Al fin y al cabo, el Producto Interior Bruto tardó en su día varias décadas hasta convertirse en el indicador mundial del crecimiento económico", precisa Addallah, convencido de que el HIP -que se obtiene combinando el bienestar subjetivo, la esperanza de vida y la huella ecológica- se codeará tarde o temprano con el PIB.

Carlos Fresneda (Corresponsal) | Londres
Publicado en Natura de El Mundo.es

Algo se mueve en el barrio



Sarah Nicholl y Alexis Rowell (en bicicleta) cofundadores de Transition Belsize.| C.F.
Sarah Nicholl y Alexis Rowell (en bicicleta) cofundadores de Transition Belsize.| C.F.


Primero llegan las carretillas con tierra abonada. Después aparecen los rastrillos y los azadones. Y finalmente los árboles frutales: manzanos, perales, ciruelos, cerezos, avellanos... La idea es transformar el aséptico aparcamiento de un hospital en un vergel que pueda alimentar generosamente en unos años a los vecinos de Belsize Park.
Sarah, Alexis, Helen, Anna y Pandora se van relevando en la dura tarea. A lo largo del fin de semana se dejarán caer decenas de sudorosos voluntarios. Los niños pondrán finalmente la pequeña gran semilla del cambio que acabará fraguando calle a calle, manzana a manzana, barrio a barrio...
Así trabajan los grupos de Transición como éste en Belsize Park, al noroeste de Londres, uno de los más dinámicos de los más de treinta que funcionan ya en la ciudad. Más de 1.600 vecinos se han embarcado en los últimos cuatro años en la ardua misión de transformar el barrio desde dentro.
La Feria Verde de Belsize.| C.F.
La Feria Verde de Belsize.| C.F.
Los tres acicates de Tansition Towns son el cambio climático, el pico del petróleo y la regeneración económica. Pero lo que une sobre todo a la gente son las ganas deconectar con su entorno, de sentirse parte de algo en movimiento, de contribuir al cambio visible y palpable...
"Hacen falta también grandes dosis de tiempo y de energía", apunta Sarah Nicholl, cofundadora de Transition Belsize. "No es fácil funcionar con grupos, cualquiera que lo haya intentado puede atestiguarlo. Al final, el éxito depende del impulso de unas pocas personas que han decidido salirse de los cauces convencionales y volcarse por completo en los proyectos para intentar cambiar las cosas".
Cada grupo de Transición tiene su propia receta, pero hay dos ingredientes que nunca deben faltar, y eso lo tiene muy claro Sarah Nicholl: "Organización y celebración. Las cosas no ocurren por sí solas, alguien las tiene que planificar. Y hay que procurar ante todo que sean atractivas para el común de la gente... Nosotros proyectamos películas y organizamos debates sobre problemas ambientales, pero no podemos quedarnos ahí. Tenemos que ofrecer un abanico de respuestas desde lo local y celebrar todo lo bueno que tenemos a mano".
La Feria Verde que desde hace tres años ocupa las aceras de Haverstock Hill ha sido uno de los grandes reclamos del grupo. Las gallinas, las ovejas y las cabras se convierten ese día en la gran atracción de las aceras, donde también hay sitio para los apicultores urbanos, los jardineros "verticales", los constructores de balas de paja, los mecánicos de bicicletas, los instaladores de placas solares o los "cazadores de corrientes" (en el nombre de la eficiencia energética).
La Feria Verde de Belsize.| C.F.
La Feria Verde de Belsize.| C.F.
Lo más "revolucionario" del barrio salta ese día a la vista, incluido el ManCan, el robot de productos reciclados construido por los niños de Transition Kids. Aunque lo más importante es la labor invisible de las decenas de voluntarios que durante todo el año se reúnen en Olviver's, donde semana tras semana se reinventa el "arte" de socializar.
Lo que ha puesto definitivamente a Transition Belsize en el mapa de Londres es el grupo de "Draught Busting", que ha contagiado a todo el barrio su obsesión por la eficiencia energética. "Nuestras facturas eléctricas podrían reducirse del 15% al 25% con una simple mejora del aislamiento", recalca Sarah, "y ese es un mensaje que ha calado en los responsables políticos de nuestro distrito y sobre todo en las escuelas".

Convertir ideas en proyectos

"Draught Busting" se ha convertido también en el germen de una empresa social que en el último año ha reforzado el aislamiento de 700 ventanas en seis escuelas del barrio, y las que aún quedan... "Otro de los retos de los grupos de Transición es la capacidad de convertir ideas en proyectos que sean rentables y contribuyan a la economía del barrio", asegura que Sarah, que cede la palabra al cofundador Alexis Rowell.
Por su experiencia como concejal y su infatigable militancia ambiental, Alexis es algo así como el motor (sin emisiones) del barrio. Sin bajarse de la bici, nos invita a que le sigamos desde la "frutería" recién plantada junto al hospital Royal Free hasta el aparcamiento de un hotel cercano donde crece uno de los dos mini-huertos urbanos del grupo.
Entre coles, hierbas y tomateras, Alexis nos habla de la "proposición radical" que a su entender une a los grupos de Transición: "A simple vista, podemos parecer un movimiento amigable y positivo de agricultores urbanos y productores caseros de mermelada. Pero en el fondo nuestro mensaje es muy subversivo, yo diría que revolucionario".
Alexis Rowell, en su huerta.| C.F.
Alexis Rowell, en su huerta.| C.F.
"La pregunta de fondo es:¿Podemos salirnos total o parcialmente del sistema económico?", reflexiona Alexis. "¿Pueden los grupos de Transición ayudar realmente a la gente a hacer ese salto revolucionario? ¿Estamos creciendo suficientemente rápido y a un nivel profundo? ¿Qué nivel de interacción deberíamos tener con la política convencional?".
"La proposición es buena, pero aún no tenemos un veredicto", admite Alexis, que ha llegado a dedicar más de 20 horas semanales a Transition Belsize, como complemento inseparable de su personalísima cruzada contra las emisiones, Cutting the Carbon. Hace unos años le nombraron "Eco Campeón" del distrito de Camden, y ahí sigue, a golpe de pedal, involucrado ahora hasta el tuétano en las elecciones municipales de Londres que están al caer...
"Aún somos pocos los "transicionistas", pero me pregunto si con el tiempo podremos incluso convertir nuestra pasión personal en un modo de vida. Nuestro Gobierno está yendo exactamente en la dirección equivocada: austeridad, privatización, crecimiento, globalización... Honestamente, creo que no los necesitamos. Lo que sí necesitamos es llegar a los gobiernos locales, o hacerles entender todo lo que podemos hacer en momentos críticos como éste. Necesitamos que las comunidades locales den un paso adelante y tomen el futuro en sus manos".
Carlos Fresneda (corresponsal) | Londres

Bienvenidos al Antropoceno: la era de un planeta acorralado por el hombre



  • 3.000 científicos advierten que hemos entrado en una nueva era geológica
  • "La presión humana está llevando al planeta a una situación límite"
  • Reclaman una serie de acciones urgentes ante la nueva cumbre de Río

Hace unos 12.000 años, el Pleistoceno dejó paso al Holoceno y el hielo se fue replegando. El planeta se convirtió en terreno abonado para el 'Homo sapiens', que se hizo sedentario y empezó a deforestar los bosques, a cultivar los campos y a construir las primeras ciudades. La civilización fue posible gracias precisamente a un clima más benigno y estable, que permitió la proliferación de nuestra especie.
Ahora, con más de 7.000 millones de humanos sobre la faz de la Tierra, con un crecimiento imparable de la superficie urbanizada, con una capacidad sin precedentes para alterar los ciclos del agua, del carbono y del nitrógeno, los científicos advierten que hemos entrado de lleno en una nueva fase geológica: el Antropoceno.
El nombre se le atribuye al premio Nobel de Química Paul Crutzen, convencido ya hace una década de que el planeta ha cambiado esencialmente por "la acción directa del hombre". Hay quienes sugieren que el Atropoceno arrancó realmente con la introducción de la agricultura, aunque la 'frontera temporal' más admitida es la del siglo XIX, con el advenimiento de la Revolución Industrial.
Otros, como el profesor Will Steffen, de la Universidad Nacional de Australia, hablan incluso de 'La Gran Aceleración' tras las Segunda Guerra Mundial como la última y definitiva prueba... "En los últimos 50 años hemos asistido sin duda a la transformación más rápida de la historia en nuestra relación con el mundo natural. La escala y la rapidez de los cambios han sido impresionsantes: todo esto ha ocurrido en el espacio de una vida humana".

Un planeta bajo presión

Will Steffen ha sido una de las voces más notorias en el cónclave de 3.000 científicos que esta semana han confluido en Londres para alertar sobre los riesgos y vislumbrar las soluciones en la era del Antropoceno. La conferencia 'Planeta bajo presión' ha servido de antesala al encuentro que se celebrará en Río el próximo 20 de junio, veinte años después de la primera Cumbre de la Tierra.
Como telón de fondo, la frustración de los científicos por el callejón sin salida en que ha acabado el debate del cambio climático. Coincidencia general: hay que cambiar de narrativa y hay que buscar maneras más efectivas de calar en la opinión pública, como el vídeo que explica el advenimiento del Antropoceno, la 'hiperpared' de la NASA que ilustra el aumento de las temperaturas en las tres últimas décadas o la insistencia en 'soluciones' ante la triple crisis social, económica y ecológica.
"Los científicos aquí reunidos son de alguna manera los doctores que someten a un chequeo al planeta", advirtió Lidia Brito, copresidenta de la conferencia y directora científica de la Unesco. "Y aunque han detectado una alta presión sanguíena, elevados niveles de colesterol y un estilo de vida no saludable, lo cierto es que hay tiempo para dar la vuelta a estas tendencias y seguir la receta para un futuro mejor".
"Pese a los cambios acelerados, algunas tendencias han empezado a cambiar o se están ralentizando", reconoció por su parte Diana Liverman, co directora del Instituto de Medioambiente de la Universidad de Arizona. "El crecimiento de la población global va a tocar techo a mediados de siglo, la intensidad de la energía y de carbono por unidad de producción está disminuyendo, la agricultura intensiva está en retroceso en algunas zonas y los bosques se están expandiendo en alguna regiones".
El ser o no ser del Antropoceno se jugará en cualquier caso en las ciudades, donde vive ya más de la mitad de la población, contribuyendo al 70% de las emisiones de CO2. Según las estimaciones reveladas en 'Planeta Bajo Presión', la 'huella urbana' aumentará de aquí al 2030 en más de 1,5 millones de kilómetros cuadrados y ocupará la misma superficie combinada de Francia, Alemania y España.
"La reinvención de nuestras ciudadeds es acaso la necesidad más urgente para alcanzar la meta de la sostenibilidad global", advirtió Shobhakar Dhakal, director del Global Carbon Project en Tokio. "Las zonas urbanas en los países emergentes van a ser claves a la hora de replantearnos cuestiones tan básicas como la vivienda, el alimento, el transporte y los desechos en la próxima década".

Ciudades en transición y urbes post-carbono

El Centro de Resilencia de Estocolmo ofreció varios casos de respuestas de adaptación local a los grandes retos del planeta, de las innovaciones en captura y gestión del agua en Tanzania a las inversiones en capital natural en China y en el noroeste de Estados Unidos. Movimientos como las Ciudades en Transición o las Ciudades Post-Carbono ofrecieron en Londres su experiencia durante la última década.
Otro tema caliente fue la necesidad imperiosa de vincular economía, ecología y sociedad. Richard Wilkinson, autor de 'Desigualdad', insistió en "los efectos corrosivos" del bache creciente entre ricos y pobres en todos los indicadores ambientales y sociales. La premio Nobel de Economía Elinor Ostrom abrió precisamente la conferencia con una llamada colectiva a "los ciudadanos, los gobiernos y las compañías privadas para hacer causa común e impulsar cambios a gran escala que eviten el daño irreparable al planeta".
El Antropoceno, advierten los expertos, ha estado marcado hasta ahora por profundas alteraciones que son ya muy visibles desde los satélites: la retirada de las capas polares, la creicente deforestación, el avance implacable de la 'marabunta' urbana, el aumento de los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera, las zonas muertas en las costas, la acidificación de los océanos, la pérdida de biodiversidad...
"Pero el capítulo final en esta nueva fase geológica está aún por escribir", advierte James Syvitski, experto en dinámica de modelos de la Universidad de Colorado-Boulder. "La narrativa dependerá de nuestra conciencia colectiva y de la capacidad para cambiar de rumbo. Si no lo hacemos, la presión interrumpida a la que estamos sometiendo al planeta puede llevarnos a una desestabilización sin precedentes".
Carlos Fresneda / Londres

El mundo en el límite

 Foto: Isaac Hernández

Sin necesidad de consultar la bola de cristal, Lester Brown sabe a ciencia cierta que los humanos estamos empujando la Tierra hacia a un peligroso precipicio...
    
“Mi instinto me dice que la tormenta perfecta o la última recesión puede suceder en cualquier momento. Y el detonante puede ser una crisis alimentaria sin precedentes, causada por una combinación de olas de calor y de falta de agua. Hasta ahora habíamos obviado los efectos del cambio climático sobre la necesidad de alimentar a casi 7.000 millones de humanos. Y lo cierto es que nos estamos acercando al límite antes de lo que pensábamos”.
      
Con voz pausada y sabia, sin caer el alarmismo pero sin ocultar lo que está en juego, Lester Brown lleva casi 40 años tomándole el pulso al planeta. En 1974 fundó el Worldwatch Institute, el primer “mirador” global de indicadores ambientales. Sus anuarios sobre la situación del mundo se convirtieron en manual obligado para gobiernos e instituciones, en los albores de lo que tiempo después se llamaría “desarrollo sostenible”.
      
Hace diez años, frustrado por la lentitud de los cambios, decidió crear el Earth Policy Institute. En su libro “La eco-economía” propuso dar un giro copernicano al modelo de mercado, poniendo la Tierra en el centro de la actividad económica. En “Plan B: movilizarse para salvar la civilizaci'on” fue incluso más allá y habló de la necesidad de un plan de rescate ecológico y social, calculado en 185.000 millones de dólares (una cuarta parte de los gastos militares de EEUU).
     
Ahora, a sus 77 años, lanza una nueva y tal vez definitiva alerta con “The world in the edge”, donde advierte sobre los signos cada vez más preocupantes de colapso económico y ecológico: “Ninguna civilización anterior ha sobrevivido a la destrucción de sus recursos naturales. Tampoco sobrevivirá la nuestra”.
    
Y a pesar de los nubarrones que estos días se ciñen sobre Washington, Brown sigue buscando razones para el optimismo. Se las prometía muy felices cuando le entrevistamos hace dos años, tras la llegada de Obama a la Casa Blanca, pero la eterna batalla de los políticos (y los economistas) contra la naturaleza ha vuelto a decantarse hacia donde todos sabemos.
     
Aun así, Brown sueña con una “movilización planetaria” –similar a la que hizo caer el muro de Berlín- que acabe con el “inmovilismo” de los nuestros dirigentes y logre poner en marcha el Plan B: acelerar la transición hacia las renovables, reducir drásticamente las emisiones de CO2, proteger la biodiversidad, regenerar los suelos, restaurar las cuencas de agua, plantar cientos de millones de árboles, garantizar la salud, la educación y el alimento a toda la población del planeta...
     
Pero los signos no son nada alentardores, reconoce. Desde principios de año, como un río invisible por debajo de las catástrofes naturales y de las revoluciones políticas, se está larvando una crisis global por el precio y la carestía de los alimentos. En países como India y Argelia han estallado protestas sociales. La falta de agua potable y para la irrigación es ya acuciante en países como Yemen y Arabia Saudita. China y Corea del Sur están extendiendo entre tanto sus tentáculos por el Nilo, a la busca de terrenos cultivables para su propio grano.
    
El cambio climático es una ameneza para la seguridad alimentaria, como quedó demostrado durante la última sequía en Rusia”, advierte Brown. “El clima extremo puede forzar a cada vez más países a cerrar el grifo de la exportaciones para poder alimentar a sus propias poblaciones”.
    
El New York Times certifica esta misma semana y en primera página los presagios de Brown. En un artículo titulado “Un planeta caliente lucha por alimentarse a sí mismo”, varios expertos reconocen cómo el clima extremo –de las inundaciones en Estados Unidos a la sequía en Australia- está detrás de la espectacular caída en las cosechas durante la última década.
    
En los países ricos, adictos a alimentos ultraprocesados, la subida de la cesta de la compra ha sido bastante más paulatina. Pero Lester Brown augura que la “burbuja alimentaria” no tardará es estallar, y que el escepticismo y la indiferencia hacia el calentamiento global dejará pronto paso a una triple y acuciante preocupación: el clima extremo, la falta de agua y el precio de la comida.
    
La voracidad con la que seguimos devorando los recursos del planeta sigue mientras tanto bien latente, a pesar de la recesión... “Hacen falta 1,5 planetas para poder mantener el ritmo actual de consumo”, advierte Brown en “The world on the edge”. “O lo que es lo mismo: vivimos de prestado, en un estado de “bancarrota” natural, consumiendo lo que en realidad le corresponde a futuras generaciones”.
    
“Podemos seguir como hasta ahora, con un sistema económico empeñado en destruir los sistemas naturales hasta destruirse a sí mismo”, concluye el “economista” de la Tierra. ”O podemos ser la generación que cambie finalmente la dirección del mundo hacia un progreso sostenible y sostenido”.

Carlos Fresneda, Nueva York

LA REINA DE LA GAMBA Y EL PETROLEO

.

  • 'Bienvenidos a Morgan City, donde el petróleo hace rodar nuestra comunidad'

Ashley Bahry, reina del Festival de la Gamba y el Petróleo, lleva un año repitiendo por doquier la letanía. El vertido de BP tocó la costa a poco menos de cien kilómetros hacia el sureste, y la plataforma petrolífera de Mariner Energy explotó esta semana a la misma altura. Pero nada ha podido impedir que Morgan City celebre este año el festival con más solera de Luisiana.

"Sólo pueden pararnos los huracanes", asegura a su lado Nelsón Cortez, rey del Shrimp & Petroleum Festival en el 2002 y portavoz oficial del curioso evento, que arrancó el 2 septiembre con la "bendición de la flota" y convoca en este fin de semana a 100.000 visitantes a este pueblo alicaído de 12.000 almas...

"Queremos demostrar al país y al mundo entero que las dos industrias son 'hermanas'", asevera Cortez. "La gamba y el petróleo han coexistido, coexisten y coexistirán en el futuro".

"Es el momento que llevamos esperando durante todo el año", puntualiza la sonriente 'reina' Ashley, 21 años, estudiante de Contabilidad, apurando las últimas horas que le quedan como poseedora de la corona del crudo y del crustáceo. "Lo hemos vivido desde niños y no podemos concebir el final del verano sin el Festival".

Celebración

Morgan City está pues engalanado de gambas y petróleo, o viceversa. Una torre petrolífera, a modo farola y en memoria a la primera plataforma en aguas del Golfo de México, marca la entrada al pueblo. Y así hasta el muro de hormigón que protege a los habitantes de las temibles crecidas del río Atchafalaya, con incrustaciones de gambas gigantes entre las ubicuas plataformas...

"Celebramos las dos industrias que mantienen la economía de nuestro pueblo", presume el alcalde, Tim Matte, que nunca llegó a pensar siquiera en la posibilidad de cancelar la feria este año.

"Siempre ha habido una buena relación entre los pescadores y los trabajadores de las plataformas petrolíferas. Es la ocasión que tenemos para unir a nuestra comunidad en eventos como la Misa en el Parque. Le damos gracias a Dios por el botín que nos proporcionan los mares, en forma de marisco o de recursos energéticos".

La ciudad de la gamba gigante

Fe, tradición y familia. Son los tres elementos que definen hoy en día a Morgan City, que vivió sin duda momentos de mayor gloria. En 1937, el pueblo alcanzó por méritos propios la distinción de capital mundial de la gamba gigante ('jumbo shrimp'). Fue entonces cuando nació el festival, consagrado en principio y en exclusiva al marisco.

El cambio 'cultural' se produjo en 1967. Ante el declive inevitable del crustáceo y la pujanza del 'oro negro', muchos pescadores cambiaron de tornas y se pasaron a las plataformas. Así surgió esta insólita 'hermandad del agua' (en palabras del alcalde) que ha llegado contra viento y marea hasta la fecha.

En Morgan City tienen oficinas de Transocean y Hallibuton, pero nadie ha mostrado la mínima animosidad. Es más, aquí sostienen que el vertido les queda lejos (su bancos pesca apenas se han visto afectados) y andan suplicándole a Dios y a Obama que acabe pronto la moratoria para las prospecciones en grandes profundidades.

Recién iniciada la temporada de gambas, el pescador Dean Jackson llegó hace unos días la puerto fluvial de Morgan City con su primer cargamento a bordo del Big Daddy. "Tuvimos que navegar siete horas hacia el oeste para poder pescar", se lamenta, "aunque hemos vuelto repletos de gambas y no hemos notado el impacto del petróleo".

"Este año volveré a participar en el Festival porque es el 75 aniversario", anuncia de mala gana. "Pero espero que lo ocurrido sirva para hacer despertar a la 'otra' industria. Hace tiempo que nos temíamos un desastre como éste. Y todavía no sabemos nada del otro 'desastre' que han provocado con los dispersantes. ¡Que tapen de una vez el maldito pozo y le dejen hacer su trabajo a la mandre naturaleza!".

Carlos Fresneda | Morgan City
Publicado en El Mundo.es América
.

EL GOLFO DE MEXICO, UN CAMPO DE MINAS QUE PREOCUPA A WASHINGTON

.
Barcos cisterna atacan el incendio en la plataforma de Mariner Energy. | Reuters

  • El año pasado se produjeron nada menos que 133 fuegos y explosiones
  • Hay más de 50.000 pozos de gas y petróleo (la mitad abandonados)

La explosión de la plataforma de Mariner Energy frente a las costas de Luisiana ha disparado las alertas en Washington. La Agencia de Gestión y Regulación de la Energía en los Océanos (BOEMRE) anunció la apertura de una investigación federal del accidente, entre crecientes presiones de BP y de otras grandes compañías para suspender la moratoria de las prospecciones petrolíferas a gran profundidad.

Demócratas y ecologistas han pedido al presidente Obama que resista a las "coacciones" de la industria y redoble sus esfuerzos para evitar un nuevo desastre en el Golfo de México, un campo de minas con 3.800 plataformas petrolíferas activas, más de 50.000 pozos de gas y petróleo (la mitad abandonados) y 50.000 kilómetros de oleoductos. El año pasado se produjeron nada menos que 133 fuegos y explosiones (uno cada tres días) en las instalaciones frente a las costas de Luisiana, Texas y Misisipí. La mayor parte pasaron prácticamente inadvertidos para los medios y para los propios controladores federales, habituados a estos "incidentes menores".

La plataforma Vermilion de Mariner Energy se encuentra a menos de 300 kilómetros hacia el oeste de la de Deepwater Horizon, gestionada por BP y que causó el mayor vertido en la historia de EEUU. El accidente ocurrió esta vez en una plataforma de producción, desde donde no se perfora directamente pero sí se bombea a los oleoductos submarinos para canalizar el crudo a tierra.

Pese a las noticias contradictorias, la Guardia Costera confirmó el vieres que no se ha detectado una fuga de petróleo. "Todos nos sentimos aliviados por el hecho de que los 13 trabajadores de la plataforma fueron rescatados con vida", declaró Michael Bromwich, director del BOEMRE: "Vamos a seguir muy de cerca la situación y vamos a investigarla para determinar la causa exacta y las consecuencias del accidente".

De los 133 fuegos de 2009, dos ocurrieron en instalaciones de Mariner Energy, con sede en Houston, una de las mayores compañías independientes de prospección de petróleo y gas en el Golfo. La perspectiva de crecimiento de estas empresas está precisamente en aguas profundas, "vitales para mantener a flote la economía del Golfo de México", en palabras de Barbara Dianne Hagood, empleada de Mariner Energy. "La Administración está intentando rompernos, la moratoria es un desastre para los trabajadores". El accidente del jueves coincidió con una manifestación en Houston encabezada por trabajadores de las grandes compañías petrolíferas que reclamaban el fin de la moratoria.

Carlos Fresneda, Washington
Publicado en El Mundo

EL PETRÓLEO VERTIDO EN EL GOLFO DE MÉXICO SE HA DEPOSITADO EN EL FONDO MARINO

Un grupo de científicos analizan las costas en Lousiana. | Afp
  • Hallan grandes cantidades de crudo en un cañón submarino
  • 'Los dispersantes han hecho que el petróleo se deposite en aguas profundas'
  • BP confía en acabar esta semana los dos pozos de 'alivio'

Grandes cantidades de petróleo del vertido el Golfo de México se han depositado en el fondo marino y a gran distancia del pozo accidentado de BP, según un estudio de la Universidad del Sur de Florida (USF) que será hecho público hoy.

"Los dispersantes han hecho que el petróleo se deposite en aguas profundas, donde puede afectar al fitoplancton y a la vida marina", advierte el microbiólogo John Paul, de la USF, en declaraciones a la CNN y en anticipo de la investigación que ha encontrado restos de crudo en el fondo de una cañón submarino en Florida y a más de sesenta kilómetros de distancia del área supuestamente afectada por el vertido.

Las manchas de petróleo halladas a lo largo del Cañón de Soto han sido analizadas y concuerdan con las características del crudo vertido frente a las costas de Luisiana. "El plancton y otros organismos en la zona han reaccionado de una manera fuertemente tóxica al petróleo", añadió el científico de la USF.

El hallazgo ha sembrado la inquietud entres los pescadores locales, ansiosos de volver a la faena precisamente en aguas cercanas al Cañón de Soto, un valle submarino que se extiende a lo largo de más de 100 kilómetros y en forma de "ese" frente a la costa este del Golfo de México.

"El petróleo no está concentrado, sino diseminado en múltiples y pequeñas gotas de muchos tamaños", atestigua el oceanógrafo y químico David Hollander, que no duda del papel jugado por los dispersantes. "Es como una constelación de pequeñas manchas".

Se calcula que la compañía BP ha usado cerca de ocho millones de litros de dispersante. La propia BP ha admitido que los dispersantes hacen que el petróleo se "rompa" en gotas pequeñas que pueden ser "digeridas" por los microbios. La Agencia de Protección de Medio Ambiente (EPA) reclamó a la compañía que dejara de usar dispersantes en la boca del pozo, ante el temor de que el petróleo pudiera depositarse en el fondo o en capas submarinas.

El informe de la USF se hace público cuando faltan apenas tres días para que se cumplan los cuatro meses desde el vertido. La compañía BP confía en completar esta semana los dos pozos de "alivio" que servirán para capturar el crudo que aún queda en el pozo accidentado, después de derramar más de 800 millones de litros de petróleo.

Carlos Fresneda (E. Especial) | Nueva Orleans
Publicado en El Mundo.es América
.

EL HONOR DE LOS "NUNEZ"

.
Jules Nunez (primer plano) y su hijo Randy, propietarios de una lonja en Luisiana. | C.F.
  • Jules y Randy Nunez son pescadores de Luisiana descendientes de españoles
  • Aunque les cueste reconocerlo, son lo que en el sur de EEUU llaman 'islenos'
  • Regentan una de las lonjas más celebres de Bahía Barataria: 'Nunez Seafood'
  • El negocio existe desde hace 60 años y ha sobrevivido a muchos huracanes

El petróleo del Pozo Macondo entra en la Bahía Barataria... No se dejen engañar por la carga literaria y asómense a la cruda realidad: el vertido del Golfo de México azota el mayor estuario de Luisiana.

Cientos de pescadores se quedan en el dique seco, y entre ellos los Nunez, que llevan aquí anclados el tiempo suficiente como para haber perdido la 'eñe' y el acento canario.

Aunque les cueste reconocerlo, los Nunez son lo que aquí llaman 'islenos' (nosotros diríamos 'isleños'). Al abuelo Clemente le recuerdan como 'Grandpa Clement'.

No saben a ciencia cierta de qué isla llegaron sus ancestros, ni en qué año recalaron en la Luisiana. Pero es muy posible que lo hicieran entre 1778 y 1783, cuando Carlos III envió a los pobladores canarios que se adaptaron como pez en el agua a las llanuras aluviales de rodean Nueva Orleans.

El caso es que Jules y Randy Nunez, que nunca leyeron el Quijote, regentan una de las lonjas más celebres de la Bahía Barataria: 'Nunez Seafood'. El negocio familiar lleva abierto desde hace 60 años y ha sobrevivido a incontables huracanes.

En plena temporada, entre 50 y 75 barcos depositan aquí a diario su maná de gambas, cangrejos, lenguados y corvinas. El negocio factura al año dos millones de dólares, pero el vertido lo ha arrojado todo por la borda.

"Nos estábamos recuperando finalmente del Katrina y ahora nos llega esto", se lamenta Jules Nunez, 77 años, en esa especie de camarote varado en el tiempo, decorado con mapas antiquísimos y corvinas disecadas.

"Todos sabemos qué hacer cuando llegan los huracanes, pero nadie nos había preparado para el petróleo. Lo temíamos desde hace tiempo. Rezábamos para que no sucediera... y ahora rezamos para que ocurra el milagro".

Era domingo, y tras la misa de rigor (día estatal de 'plegaria' para frenar el vertido), los Nunez se refugiaron en su lonja porque no había nada mejor que hacer... "Esta es nuestra vida, siete días a la semana. Y aquí esperaremos las noticias, buenas o malas. En el mejor de los casos, habrá que esperar uno o dos años. Hemos puesto las demandas contra BP, pero aún no sabemos nada de compensaciones económicas ¿Que si he escuchado el discurso de Obama? Buenas palabras, pero poca acción...".

A la espera

Jules prefiere sin embargo "no hablar mal de nadie" y esbozar una sonrisa de viejo pescador que se las sabe todas. El timón del negocio se lo pasó hace tiempo a su hijo, Randy, que es el que 'está moviendo los papeles'.

Una vez a la semana, los miércoles, el 'consejero de la crisis' se acerca al centro comunitario de Lafitte para despachar con los pescadores y ponerles al día. El dinero no llega, y la paciencia se va agotando, en medio del insoportable bochorno y del quejido estridente de las chicharras.

"Vuelve dentro de unos meses y te diremos", sentencia Jules. "Lo mismo ha ocurrido ya el 'milagro' y ves los muelles repletos con cajas de cangrejos y gambas. O a lo mejor nos ves igual que ahora, desocupados y pendientes del televisor... Pero aquí seguiremos, no lo dudes. Esta es nuestra vida y de aquí no nos vamos".

Dejamos a los Nunez con una sensación amarga allá en su lonja, en uno de tantos canales que rompen en la inmensa Bahía Barataria. El petróleo entró de lleno hace más de dos semanas y ha estrangulado ya la vida de varios delfines, que llegaron precisamente a la bahía huyendo de la mancha.

El gobernador Bobby Jindal, que tiene una especial querencia por el estuario, ha ordenado el despliegue de medio centenar de balsas de contención, para evitar que el crudo entre en los canales y en las zonas pantanosas.

Poco se puede hacer, sin embargo, mientras el realismo 'sucio' siga brotando a espuertas del pozo Macondo. La tragedia se cuece a fuego lento en la Bahía Barataria.

Carlos Fresneda, (Enviado especial) | Bahia Barataria (Luisiana)
Publicado en El Mundo

ULTIMA TARDE EN EL DELTA

.




Tarde de tormenta en el delta del Misisipí. La lluvia nos sorprende llegando a Venice, el pueblo mundialmente famoso por su proximidad al vertido. Habíamos quedado con unos pescadores para volver a rastrear el petróleo. Pero la tromba nos obliga a parar el coche... a la altura de la carretera Halliburton.

El crudo lo impregna todo en el delta, ya se sabe. En el horizonte atisbamos aún el replandor de la última refinería, antes de llegar a las marismas. Aunque esta vez no hace falta ir mucho más allá: la lluvia convierte la carretera en un pantano improvisado, al que irán llegando decenas y decenas de garzas blancas cuando amaine el temporal.

El primer impulso es arrancar el coche y salir de allí cuanto antes, no vaya a ser que siga subiendo el nivel del agua. Pero de pronto abre el cielo y el sol tamizado cubre la tarde con un manto inexplicable de paz. Ya no huele a petróleo sino a tierra empapada. El aleteo incesante de las aves es una invitación a echar el freno y observar pacientemente.

Tan obsesionados estamos con encontrar la “prueba del delito” que apenas hemos tenido tiempo de destilar la magia del mayor ecosistema marino de Estados Unidos. El delta de Misisipí es una especie de Doñana gigante, moteado inevitablemente por las refinerías, los oleductos y las plataformas, pero de una belleza asombrosa si uno es capaz de borrar la huella del hombre.

No muy lejos de aquí, en la isla Grand Terre Este, los pelícanos pardos sucumben bajo la marea viscosa. El símbolo de Luisiana –reintroducido hace apenas ocho años después de estar al borde la extinción- nos ha acompañado durante días y días, cuando el daño no era aún visible. El año pasado, precisamente, salió de la lista de especies en peligro por su asombrosa capacidad de recuperación. El desastre ha sorpendido a cientos de ejemplares incubando sus huevos en las “islas barrera” del delta, golpeadas de lleno por del crudo.

Tampoco vemos esta vez a las garzas rojas, que salieron a nuestro encuentro en otra reciente incursión. Pero a cambio no dejan de llegar garcetas grandes, y patos moteados, y gorriones costeros. Estamos en plena temporada de cría y de migración, y el movimiento es incesante. Se calcula que por el mosaico inabarcable de tierra y agua en sur de Luisiana pasan cada primavera hasta 500 millones de aves de 400 especies diferentes, todas ellas amenazadas por el vertido.

Como si no intuyeran el peligro, los pájaros comparten con nosotros esta tarde, que bien pudiera ser la última. El sol se esconde: respiramos hondo. En la retina quedan fijadas algunas de las imágenes que aquí dejamos. Nos tememos que todo será muy distinto cuando regresemos en unas semanas o unos días.

Carlos Fresneda
Publicado en el blog En La Ruta Verde, de El Mundo
.

EL DESASTRE "INVISIBLE"

.

La mancha se propaga ya por las marismas de Luisiana. La Agencia Espacial Europea confirma que el petróleo ha entrado en la corriente del 'lazo' del Golfo de México. Los científicos alertan de la existencia de un gigantesco 'iceberg' de crudo bajo la superficie. Y sin embargo el desastre ecológico que arrancó el 20 de abril con la explosión de la plataforma Deepwater Horizon sigue siendo 'invisible' para la mayoría de los norteamericanos.

"Estamos asistiendo a una campana orquestada para engañar al público", alerta el biólogo Ian McDonald, de la Universidad Estatal de Florida. "Nadie sabe con exactitud cuánto petróleo está saliendo, ni hasta dónde llega la mancha. La falta de transparencia y la ocultación de la información ha sido una constante desde el principio, no sólo parte de BP, también por parte del Gobierno".

Ian McDonald petenece a ese pelotón cada vez más nutrido de científicos que cuestiona como "ridícula" la estimación oficial de 5.000 barriles diarios derramados de crudo... "Nadie sabe de dónde viene esa cifra ni por qué se ha dado por buena. Cualquier experto que haya visto el vídeo de la fuga y que haya podido ver las imágenes por satélite puede llegar fácilmente a la conclusión: de ese pozo de están saliendo más de 25.000 barriles diarios".

"Estamos ante algo parecido a un 'iceberg': la parte mayor es la que no vemos", advierte por su parte el oceanógrafo Frank Muller-Karger, de la Universidad del Sur de Florida. "Es muy difícil cacular todo el petróleo que hay por debajo. Honestamente, creo que el Gobierno no lo sabe. Tampoco lo sabe BP, aunque creo que la estimación que se ha hecho hasta ahora es a la baja".

Hablamos con Muller-Karger pocas horas después de su intervención ante el Comité de Energía de la Cámara de Representantes... "He recalcado que es totalmente necesario tener una idea tridimensional del vertido. Tenemos que entender también cómo se mueve el agua en el Golfo e intentar averiguar hasta dónde puede llegar. Nos espera una ardua labor científica de evaluación del impacto ambiental, incluido el uso de los dispersantes que han usado en grandes cantidades y que han servido para que el petróleo se instale en las capas medias y en el fondo".

"Los dispersantes han servido para 'ocultar' el petróleo que llega a la superficie, pero a la larga pueden estar contribuyendo al mayor desastre ambiental en la historia de Estados Unidos" advierte por su parte John Hocevar, el director la Campaña de los Océcanos de Greenpeace.

Crudo acumulado en Luisiana. | Reuters

Crudo acumulado en Luisiana | Reuters

"No hay excusa para justificar la falta de transparencia y la manipulación de la información desde que comenzó el vertido", añade Hocevar. "Tampoco es de recibo que el Gobierno permita las perforaciones en el Ártico este mismo verano con lo que está ocurriendo en el Golfo de México. Nosotros reclamamos una moratoria en las prospecciones marinas.

Rick Steiner, profesor de la Universidad de Alaska, ha pasado más de una semana intentando calibrar 'in situ' el alcance del vertido y vuelve a su tierra con una sensación frustrante... "Es imperdonable que la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) tenga sólo un barco, el Pelican, que esté suministrando información de primera mano en la zona del vertido".

"Tendría que haber no uno sino veinte barcos del Gobierno tomándole la medida a la mancha", advierte Steiner. "Y no sólo en lugar de la fuga y en la superficie; hay mucho petróleo sumergido y necesitamos saber cuánto para calcular las posibles consecuencias".

"La diferencia con el desastre del Exxon Valdez es que entonces sí sabíamos cuánto crudo se iba a derramar", añade Steiner. "Y aunque no fue uno de los mayores vertidos, sí fue el que más daños ecológicos ha causado hasta la fecha. En el vertido del Golfo nos enfrentamos sin embargo a muchas incertidumbres que aún no son visibles. Aunque una cosa es cierta: es imperdonable que nadie previera que algo así pudiera ocurrir”.

La última estimación del desastre 'invisible', realizada por la Universidad de Miami, habla de un 'brazo' de petróleo que ocupa ya más de 11.000 kilómetros cuadrados, más o menos el tamaño del estado de Nueva Jersey o de la región de Murcia. "Una mancha pequeña comparada con el gran océano", en palabras del director ejecutivo de BP Tony Hayward.

Carlos Fresneda. Nueva York
Publicado en El Mundo
.

TRES AÑOS SIN PETROLEO

Ahora que la mancha de alquitrán llega hasta las costas de Florida, tal vez ha llegado el momento de mirar más allá del vertido del Golfo de México y asumir nuestra parte de culpa en el entuerto. Todos somos estamos “pringados” en lo que está ocurriendo, y quien no sienta la soga asfixiante del petróleo cada vez que llena el depósito del coche que levante la mano…

En Florida vive precisamente un ecologista práctico, Patrick Vanderwyden, que decidió declararse por su cuenta y riesgo “oil free” (libre de petróleo) hace tres años. Llevábamos siguiendo la pista a Vanderwyden en Facebook y en varios blogs “verdes”, pero la CNN le acaba de elevar a la categoría de “ciudadano ejemplar” en un vídeo que pone el contrapunto necesario a las noticias apocalípticas de estos días.

“Estoy triste por la mancha de petróleo, pero al menos está sirviendo para concentrar de nuevo nuestra atención sobre este asunto”, declara Vanderwyden. “Espero que la gente entienda que es nuestra demanda (insaciable) la que nos hacer perforar a una milla de profundidad en el Golfo”.

Patrick Vanderwyden, 49 años, fue hippie y militó en la New Age antes de pasar a la acción solar. Con placas térmicas consigue el agua caliente y con las fotovoltaicas obtiene toda la energía necesaria no sólo para la casa, también para la ranchera y la bici eléctricas. A la vieja Chevy le cambió el motor hace tres años, aunque la mayoría de sus desplazamientos los hace a todo pedal (su debilidad es una bici customizada que ha bautizado como “Fankenbike”).

“Lo que hago tendrá un efecto en futuras generaciones”, asegura. “No quiero dejar a las futuras generaciones con un problema. Y realmente pienso que puedo ayudar”.

Todos podríamos ayudar, aunque fuera siguiendo tan sólo uno de los consejos de Patrick: reducir el consumo de energía en un 30%. Bajando de piñón, moviéndonos menos y aprediendo a ser más eficientes, deberíamos ser capaces de aprobar la eterna asignatura pendiente desde los años setenta.

La crisis del petróleo sirvió de bien poco: Estados Unidos ha duplicado su consumo de crudo en los últimos cuarenta años, y así seguirá al menos durante una década. El petróleo y sus derivados siguen consumiendo una tercio de la tarta energética. La electrificación del transporte con renovables sigue siendo poco menos que una quimera mientras alimentemos nuestra perpetua adicción a la gasolina.

El "pico" del petr'oleo se produjo en el verano del 2008, cuando el precio del barril se disparó, y los americanos comenzaron a pagar el precio “real” del combustible. Pero el consumo desmedido ha vuelto por sus fueros y volvemos a quemar gasolina como posesos. A falta de una solución final, y mientras siga manando el crudo del fondo del océano, cada cual debería emular según sus posibilidades al amigo Vanderwyden y aplicarse el plan de ruta: tres días, tres semanas, tres meses, tres años sin petróleo…

Carlos Fresneda
Publicado en el blog En la Ruta Verde de El Mundo América
.