El cambio climático puede haber alcanzado un "punto de no retorno". El calentamiento de la atmósfera ha contribuido ya a liberar grandes cantidades de carbono y metano almacenados en los suelos que están "retroalimentando" el efecto invernadero. Estas emisiones "naturales" pueden llegar a 55.000 millones de toneladas de CO2 y contribuir a un aumento de un grado en la temperatura global de aquí al 2050. (Enlace al articulo)
Pensamos y sentimos que por qué no lo imposible en tiempos ordinarios se puede convertir en factible en tiempos extraordinarios. Los ejes políticos y economicos, se manejan por una minoría hija predilecta del capitalismo. Indagar en la construcción de la resiliencia, reencontrar valores no rentables para pocos pero vitales para los muchos, anhelar un mundo sin perdedores, escribimos sobre personas y organizaciones que estimulan a cambiar hacia un mundo mejor. Carlos Fresneda y Manolo Vilchez
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¿Es irreversible el cambio climático?
El cambio climático puede haber alcanzado un "punto de no retorno". El calentamiento de la atmósfera ha contribuido ya a liberar grandes cantidades de carbono y metano almacenados en los suelos que están "retroalimentando" el efecto invernadero. Estas emisiones "naturales" pueden llegar a 55.000 millones de toneladas de CO2 y contribuir a un aumento de un grado en la temperatura global de aquí al 2050. (Enlace al articulo)
La contaminación mata
La contaminación mata. Más o menos, a siete millones de personas al año en todo el mundo. Y a más de 400.000 ciudadanos en Europa, según el último y preocupante informe sobre el estado del medio ambiente en el viejo continente.
Y a pesar de todo, ahí seguimos, en nuestro estado natural de "despreocupación ambiental", ajenos a los llamamientos periódicos de Greenpeace (que acaba de denunciar el sangrante papel de los "lobbies" a favor de un aire irrespirable) y a campañas como la lanzada este invierno por Equo en Madrid.
La contaminación mata, perdonen que insista. Y en pocos lugares lo saben tan a ciencia cierta como en China... "En Beijing, en el 2014, hubo 175 días de alta contaminación. Eso significa que durante la más de la mitad del año no pude sacar a la calle a mi hija y no me quedó más remedio que ése: encerrarla como una prisionera".
Quien así habla -sin acritud, casi con dulzura- es una famosa presentadora de la televisión china, Chai Jing, que ha aprovechado su experiencia personal (su hija nació con un tumor benigno, posiblemente debido a la mala calidad del aire que respiró su madre durante el embarazo) para concienciar a sus compatriotas y a todo el planeta de la dimensión del problema.
Más de 200 millones de personas han visto en apenas una semana "Bajo la Cúpula", el documental de Chai Jing que ha sido celebrado como "la otra verdad incómoda" o "la nueva primavera silenciosa". Las autoridades chinas no han sabido o no han podido silenciar el mensaje hasta cierto punto inocuo de Chai Jing ante un problema que salta a la vista y a los pulmones de todos.
"Hace diez años pregunté cuál era el olor del aire y nadie me pudo responder", afirma Chai Jing en los primeros compases de su documental. "Ahora lo sé: el olor del aire es olor del dinero... Y éste no es un problema que los gobiernos puedan resolver por sí solos. Es un problema al que contribuimos todos con nuestras decisiones diarias".
"Antes, no me importaba ponerme una máscara los días de alta contaminación", reconoce Chai Jing. "Ahora que tengo una nueva vida en mis manos, me he empezado a preocupar. Todos deberíamos empezarnos a preocupar, porque es nuestra vida y la de nuestros hijos las que están en juego".
Lejos de caer en el pánico o en el catastrofismo, Chai Jing llama a sus 1.300 millones de compatriotas a la acción. El activista local Ma Jun asegura que estamos posiblemente ante la mayor campaña de concienciación usando el poder de las redes en el país más poblado del mundo. Y la mecha se está propagando por todo el planeta...
La contaminación mata. ¿Hace falta decirlo más alto?
Carlos Fresneda
Publicado en blog Por amor al aire de El Mundo
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Esto lo cambia todo
- Naomi Klein, autora de "Esto lo cambia todo: Capitalismo contra el clima". C.F
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No hay nada que hacer, la batalla está perdida. El camino que seguimos es insostenible. Y el reto es de tal magnitud que ningún cambio va a ser suficiente. Las emisiones de CO2 rebasarán el límite considerado como "peligroso" por los científicos del clima. Y entonces...
Hasta aquí el presagio fatalista de Bob Dudley, director ejecutivo de BP, la compañía que prometió ir "más allá del petróleo" y que acabó naufragando en un charco de oro negro en el Golfo de México. Las petroleras entonan ahora el "mea culpa" y prometen hacer lo imposible de cara a la galería, aunque en el fondo no han cambiado y siguen alentando la guerra sucia.
Sólo así se explica que nueve meses antes de la reunión decisiva de París, la última gran oportunidad para decidir si nos tomamos en serio el futuro del planeta, salga a la luz la acusación por acoso sexual contra Rajendra Pachauri, el rostro más visible (y vulnerable) del cambio climático.
Cuando no se puede matar el mensaje (el 2014 fue el año más caluroso de la reciente historia), se mata al mensajero. Esa fue la estrategia para desacreditar a Al Gore, y ése ha sido el "mantra" hasta el final con Rajendra Pachauri, que en el 2007 compartió el Premio Nobel de la Paz en el nombre del panel científico del cambio climático de la ONU (IPCC).
Pachauri llevaba en la cuerda floja desde el famoso "Climategate": los emails "robados" de la Universidad de East Anglia que dejaron en evidencia la manipulación de datos sobre el calentamiento global. Como ahora, el "timing" de la noticia fue calculado para sabotear la conferencia de Copenhague, evitar cualquier acción y diseminar el escepticismo
La presión sobre Pachauri se hizo insostenible, y más aún tras los errores de bulto del informe del IPCC que predijo en el 2010 el deshielo de los glaciares del Himalaya. Lo mejor que podía haber hecho entonces era marcharse y permitir que un viento nuevo atizara la hoguera del cambio climático. Pero aguantó hasta el límite y se convirtió en carne de cañón, y su humillante dimisión amenaza ahora con lanzar por la ventana el terreno recuperado en los últimos meses.
O a lo mejor no. A lo mejor la partida de Pachauri es el punto definitivo de inflexión.Muerto el mensajero, el mensaje puede tal vez ahora resonar por sí mismo en una polifonía de rostros y voces. Y en esto llega Naomi Klein, con un libro que suena a definitivo: "Esto lo cambia todo: capitalismo contra el clima" (Paidós).
La autora de "No Logo" y "La Doctrina del Shock" se desmarca con una poderosa llamada a la acción, frente a la complacencia y la resignación de los últimos años... "Hemos llegado a un punto crítico en el que todo tiene cambiar. Durante 25 años hemos intentando acomodar las necesidades del planeta a la ideología del capitalismo de mercado, que exige el crecimiento constante y el máximo beneficio. Los resultados han sido desastrosos. Lo que necesitamos ahora es una respuesta radical".
Naomi Klein vendrá a España a finales de marzo con un preocupante diagnóstico: "El sistema económico ha declarado la guerra al planeta". Lejos de perder la esperanza, Klein asegura que "el impacto de esta economía tóxica" y "el hastío contra la clase política" están provocando una reacción contra el sistema que está cuajando "en algo parecido a un movimiento global".
Aunque aún nos cueste verlo, asegura, estamos asistiendo al principio de un gran cambio que se está propagando por pura polinización y que puede acabar imprimiendo un giro copernicano al planeta.
Seguiremos informando...
Carlos Fresneda
Publicado en Por amor al aire
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La naturaleza tiene un precio
Tony Juniper, en el jardín comestible de su casa en Cambridge. C.F.
Todos sabemos que la naturaleza tiene un valor "incalculable". Pero hasta que no le pongamos números, hasta que no entremos de alguna manera en el engranaje de la economía, la destrucción va seguir como hasta ahora y la ecología va a quedar relegada a los márgenes...
Al menos eso es lo que piensa Tony Juniper, asesor ecológico del Príncipe Carlos y profesor de Sostenibilidad de la Universidad de Cambridge. Su último del libro, What has nature ever done for us? (¿Qué ha hecho la naturaleza por nosotros?) ha abiero la caja de Pandora y ha provocado un intenso debate en el activismo ambiental en el Reino Unido.
¿Hasta qué punto debemos poner "precio" a la naturaleza? ¿Cómo medir rigurosamente la fotosíntesis, la captación de CO2, el ciclo del agua, el reciclaje de los residuos, la fertilidad de la tierra o la polinización de los cultivos? ¿No estaremos cayendo acaso en la misma lógica de la vieja economía, incapaz de vez más allá de los números?
Sostiene Juniper -ornitólogo de vocación, pragmático por convicción- quela ecología tiene que "ganar necesariamente el argumento económico"para seguir siendo relevante en tiempos de crisis. De ahí su empeño en ponerle un valor a todos los "servicios naturales". Aunque los economistas no se ponen de acuerdo, Juniper afirma en su libro que la aportación de la naturaleza se puede cuantificar en una cifra redonda: 100 billones de dólares al año (73 billones de euros). O sea, notablemente por encima del Producto Bruto Mundial, y eso tirando a la baja.
"El valor de la Naturaleza es hasta cierto punto incalculable y deberíamos apreciarla tal cual es, con toda su belleza y con todo lo que nos aporta", reconoce el ex director de Amigos de la Tierra en el Reino Unido. "Pero por mi propia experiencia puedo decir que ése argumento es el que hemos mantenido durante 30 años y no nos ha servido de mucho. Seguimos destruyéndola como si en realidad no valiera nada".
Contra esa negación persistente del "capital natural" se rebela Juniper, partidario de "poner los números sobre la mesa". Ése es el primer paso para avanzar hacia la fusión de dos ciencias que parecían condenadas a no entenderse y que, en su opinión, están abonando el terreno a lo que empieza a conocerse ya como la Bioeconomía.
Y a quienes le critican por caer en la "lógica capitalista", Tony Juniper responde sin ambages: "Respeto ese razonamiento, pero creo sinceramente que los ecologistas debemos ser más pragmáticos. Tenemos que hacer un esfuerzo por defender nuestra postura en estos tiempos críticos. De ahí mi empeño en aportar cifras y datos que demuestren todo lo que naturaleza hace por nosotros".
Ahí van algunos de los números aireados por Tony Juniper, en las 300 páginas que dan sobrada respuesta a la gran pegunta: "¿Qué hace la naturaleza por nosotros?"...
Se estima que dos terceras partes de los cultivos dependen de la polinización a cargo de los insectos y las aves. La venta de esos cultivos suponen un billón de dólares al año. Sólo en Estados Unidos, la labor polinizadora de las abejas equivale a 124 millones de dólares año.
El 90% de la producción de alimentos depende de los nutrientes del suelo y de la actividad de los microorganismos que permiten la fertilidad de la Tierra. Una tercera parte del suelo agrícola se ha degradado en el último medio siglo por el uso de pesticidas y fertilizantes químicos.
Al ritmo actual de deforestación, el planeta habrá perdido una capacidad de absorción de CO2 equivalente a 3,7 billones de dólares de aquí al 2030. En la última década se deforestado un extensión similar a la del territorio de Alemania. El coste estimado de la contaminación por nitrógeno en Europa es de 70.000 millones de euros al año.
Los oceános aportan (gratis) a la economía mundial unos 21 billones de dólares todos los años, en su triple función como suministrador de alimentos, sumidero de CO2 y generador de oxígeno a través del plancton.
Suma y sigue... Juniper habla también en su libro de la labor de la naturaleza como "protectora de los desastres", desde las barreras coralinas a los manglares destruidos por la acción humana (y que tuvieron efectos devastadores durante el huracán Katrina). Nos recuerda también el valor del ciclo de agua y recalca los beneficios de trabajar con los sistemas naturales de captación y filtración de la naturaleza (que permitieron ahorrar hasta 7.000 millones de dólares en el sistema de abastecimiento de Nueva York).
La naturaleza es un suministro incesante para industrias como la farmacéutica y la química: el 27% de las grandes compañías admite que una pérdida de la biodiversidad afectaría directamente a sus ingresos. Y eso por no hablar de lo que el propio Juniper ha bautizado como el Servicio Natural de Salud, con todo el ahorro para la sanidad pública que supondría paliar el "déficit de naturaleza", detrás de casi todas las enfermedades de la opulencia: de la obesidad a la depresión, pasando por las afecciones cardíacas y el cáncer.
"He intentado demostrar que la ecología no es un lujo, sino un elemento vital sin el que no puede funcionar una sociedad, y mucho menos una economía", asegura Juniper. "Afortunadamente, muchas empresas han empezado a reconocer esos síntomas y están tomando medidas. Ahora sólo falta que tomen nota los políticos, que siguen reincidiendo públicamente en el error. Parece increíble que muchos de ellos hayan pasado por Cambridge o por Oxford".
Tony Juniper, que llegó a ser candidato por el Partido Verde, arremete especialmente contra los políticos por haberse convertido en adalides de la "falsa economía"... "Y la falsedad estriba en que estamos midiendo muchas veces como "crecimiento económico" lo que en el fondo es destrucción del capital natural. La ONU estima que los daños ecológicos causados por la actividad humana al planeta avanzan a razón de 4,8 billones de euros al año".
"Lamentablemente, seguimos funcionando con la "lógica" de que para crear riqueza hay que destruir la naturaleza", advierte Juniper. "Por esa regla de tres, sólo cuando se ha sacado a la gente de la pobreza y se han creado clases medias es cuando podemos permitirnos el "lujo" de pensar en los problemas ambientales. Ése modelo de desarrollo, que es el que hemos exportado por desgracia a China e India, ya no nos vale".
¿Y cuál es la alternativa? "Lo que necesitamos es cambiar de lógica. Tenemos que reconocer que los problemas ecológicos son en el fondo fallos económicos, y debemos actuar en consecuencia y sobre la marcha. No podemos seguir "externalizando" los costes. Tenemos que incorporar la sostenibilidad como un valor vital en la economía. .
Sostiene Juniper que, frente a la parálisis de Estados Unidos y de la Europa en crisis, el camino lo están marcando países como Costa Rica, invirtiendo en la protección y recuperación de su riqueza natural, o Brasil, el país que más ha reducido sus emisiones desde la Cumbre de Río y que por fin ha admitido el alto coste de la deforestación.
Juniper ejerce precisamente como asesor en Sostenibilidad Internacional del Príncipe Carlos, con quien escribió el libro Armonía (junto a Ian Skelly). Cruzaron sus caminos hace algo más de una década, por intereses comunes y de una manera "natural", y mantienen la estrecha colaboración desde entonces.
"El Príncipe Carlos lleva 35 años en estos temas y nadie le marca su agenda ecológica", advierte Juniper. "Todo sale de él y su preocupación es sincera, puedo dar testimonio de ello. Su visión es la de un mundo sostenible y en equilibrio, y eso algo muy destacable en alguien que puede llegar a ser Rey. Tiene además la ventaja de que su cargo no está expuesto cada cuatro años al voto popular, y por eso dice muchas cosa que no se atreven a decir los políticos".
Carlos Fresneda @cfresneda1
Publicado en el blog EcoHéroes de El Mundo
Publicado en el blog EcoHéroes de El Mundo
La concentración de CO2, en el nivel más alto de hace 3 millones de años
La concentración de CO2 en la atmósfera ha rebasado el techo simbólico de las 400 ppm (partes por millón), el récord de la era industrial, considerado por muchos científicos como el punto crítico que puede provocar un sobrecalentamiento excesivo del planeta.
Se estima que la última vez que la Tierra alcanzó semejantes niveles de dióxido de carbono fue hace más de tres millones de años,
cuando no existía hielo en el Ártico, la sabana se extendía por lo que
hoy es el desierto del Sáhara y los niveles del mar eran cuarenta metros
más altos.
Varios observatorios en el Ártico habían registrado ya seis mediciones superiores a las 400 ppm en el mes de abril, pero la confirmación ha llegado finalmente de la estación de Mauna Loa, a 3.400 metros de altura en Hawai, donde se alcanzó el viernes el registro histórico.
La gráfica que muestra el ascenso de los niveles de CO2.
'Hacer una pausa y pensar'
"Es un punto simbólico que nos debería llevar a hacer una pausa y
pensar en lo que hemos estado haciendo y hacia dónde vamos", ha
declarado el profesor Ralph Keeling, al frente del reputado observatorio
en el volcán hawaiano, donde él mismo empezó las mediciones con su
padre en 1958.
El observatorio hawaiano incorporará en los próximos días los datos a la espectacular curva de crecimiento desde 1960, cuando los niveles de CO2 rondaban los 310 ppm.
"Antes de la era industrial, los niveles de
concentración eran de apenas 280 ppm", ha recordado Rajendra Pachauri,
al frente del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU (IPCC).
"Esperemos que el hecho de superar este punto crítico sirva para crear
conciencia del reto al que se enfrenta la sociedad humana".
Pachauri ha decidido romper el silencio desde el doble escándalo de
los emails de la Universidad de East Anglia y de los errores de bulto en
los informes del IPCC. El economista indio confía en que la Cumbre del
Camblio climático de París, en el 2015, sirva para movilizar a la
sociedad y a los gobiernos. Y ayude a romper el punto muerto desde la fracasada cumbre de Copenhague del 2009.
Un documental sobre las emisiones de CO2
El hito histórico ha servido para reactivar la campaña del grupo
'350.org' de Bill McKibben, que lanza estos días un documental –'Do the Math'-
para reclamar una reducción en las emisiones hasta los niveles que
había a mediados de los 90: uno 350 ppm, considerado por el científico
de la NASA James Hansen como el auténtico "umbral de riesgo".
Esta misma semana, el príncipe Carlos arremetía contra los escépticos del cambio climático y acusaba a "lobbies de las grandes corporaciones" de haber contribuido a la complacencia general y a la falta de acción de política.
"Estamos no sólo ante una cifra simbólica, sino ante otra clara
evidencia científica de los efectos de la actividad humana sobre el
planeta", ha declarado Edward Davey, secretario de Energía y Cambio
Climático. "No podemos rebajar los esfuerzos: el mundo necesita un acuerdo en el 2015 para evitar los peores efectos"
.
Carlos Fresneda | Londres
Las emisiones de CO2, en un punto crítico
Riesgo de que aumente la temperatura más de 2 grados
La concentración de CO2 en la atmósfera está a punto de rebasar el 'techo' simbólico de las 400 ppm (partes por millón), algo que no ocurría en nuestro planeta desde la era del Plioceno, hace más de tres millones de años. La responsable de la ONU para el clima, Christiana Figueres, ha expresado su "máxima inquietud" y ha hecho unllamamiento urgente a los gobiernos durante una ronda de negociaciones en Bonn.
La crisis de las energías verdes
Las energías renovables están progresando lentamente y apenas han ganado terreno en los últimos años a las energías fósiles por el efecto combinado de la falta de acción política y la crisis económica. Así lo atestigua la Agencia Internacional de la Energía (IEA) en su último informe, a tiempo para el Día de la Tierra, alertando sobre la imposibilidad de combatir el cambio climático en el escenario actual.
"El impulso para limpiar el sistema de energía en el mundo se ha
estancado", certifica la directora ejecutiva de a IEA, Maria van der
Hoeven. "A pesar de todo el debate político, y del 'boom' de las
renovables en la última décadas, lo cierto es que el promedio de energía generada hoy en día es tan sucio como lo era hace veinte años".
"Mientras aumentan las temperaturas debido a las emisiones gas
invernadero como el CO2, la falta de progreso debería servir para
hacernos despertar", advierte Van der Hoeven. "No podemos permitirnos otros 20 años de indiferencia.
Necesitamos una rápida expansión del sector de las tecnologías bajas en
carbono para evitar un calentamiento catastrófico del planeta. Debemos
acelerar el giro de las energías fósiles a las energías limpias".
El informe de la IEA destaca que tanto la solar fotovoltaica como la
energía eólica siguieron creciendo en términos reales en torno al 42% y
el 19% en los dos últimos años. Aun así, el 'boom' del gas pizarra, los
nuevos yacimientos petrolíferos y el aumento en la producción de carbón absorbieron prácticamente el crecimiento de las renovables.
Dificultades de financiación
En los últimos tres meses, la incertidumbre económica ha ralentizado
incluso las inversiones en parques eólicos y en la solar fotovoltaica un
22%, en comparación con el 2012. Según el informe Bloomberg New Energy Finance,
la caída es la mayor desde el inicio de la crisis y afecta no sólo a
Estados Unidos y Alemania, sino también a China y Brasil, donde los
nuevos proyectos se están enfrentando a dificultades crecientes de
financiación.
"En los últimos 18 meses se han realizado varios proyectos que se
iniciaron antes de la crisis financiera y que han podido terminarse
gracias a subvenciones", recalca Michael Liebreich, director ejecutivo
de Bloomberg New Energy Finance. "Eso ha permitido mantener un aumento
en términos de megavatios, pero no de dinero invertido. Si queremos que
las renovables sigan estimulando el crecimiento y la lucha contra las
emisiones.
El estancamiento de las renovables coincide, nada casualmente, con la creciente preocupación por la así llamada 'burbuja del carbono'.
Según la organización Carbon Tracker (financiada por entidades
bancarias como el HSBC y el Citi Bank), las recientes inversiones en
energías fósiles han creado una 'sobrevaluación' del precio del
petróleo, del gas natural y del carbón que podría causar una tormenta
económica –similar a la de la burbuja inmobiliaria- si se produce una
verdadera revolución energética.
Amenaza climática
Hoy por hoy, las reservas de energías fósiles en el mundo son cinco veces mayores de lo que se deberían quemar si se quiere evitar que las temperaturas aumenten más de dos grados centígrados.
Las inversiones en carbón, petróleo y gas han vuelto sin embargo a
crecer sustancialmente en los últimos años, con el beneplácito de los
mercados financieros y de los gobiernos que han relegado la acción
contra el cambio climático al último lugar en la lista de prioridades.
"La crisis financiera nos enseñó lo que puede suceder cuando los
riesgos se acumulan y no son visibles", advirtió en declaraciones a 'The Guardian'
Lord Nicholas Stern, profesor en la London School of Economics y mentor
del estudio. "Existe un riesgo muy grande en el sector de la energía, y
eso es algo que los inversores y los reguladores no han llegado a
admitir".
La 'burbuja del carbono' está siendo alimentada, entre otros, por multimillonario como Aubrey McClendon, el rey del 'fracking'
en Estados Unidos, con un control comparable con el que los hermanos
David y Charles Koch tienen sobre los oleoductos y las refinerías. Otro
millonario que se ha apuntado a la fiebre del 'fracking' ha sido el
texano T. Boone Pickens, que ha pasado de ser el adalid de la energía
eólica a convertirse en el defensor a ultranza del gas natural 'como el
motor que puede reactivar la economía'.
Carlos Fresneda (corresponsal) | Londres
Publicado en El Mundo.es
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El 'apagón' ambiental
¿Te importa el aire que respiras? ¿Te importa el agua que bebes? ¿Te preocupas por los alimentos que comes? ¿Piensas en el planeta que estamos dejando a nuestros hijos? ¿Crees que la debacle económica justifica el deterioro del ambiente?
Quizás habría que preguntarle eso a la gente, en vez que seguir con la letanía del cambio climático, la pérdida de biodiversidad o la calidad de los acuíferos. Las encuestas, ya se sabe, parten siempre de una idea preconcebida y tienen un sesgo inevitable. Pero los resultados cantan y esto es lo que hay: la “preocupación” por el medio ambiente en el mundo ha llegado a su punto más bajo en los últimos veinte años, según un reciente sondeo de GlobeScan. Desde el 2009, tras el fiasco de la cumbre de Copenhague, hemos dado un paso atrás de dos décadas.
Estamos, ni más ni menos, donde estábamos antes de la primera Cumbre de la Tierra en Río. La conciencia planetaria ha dejado paso a la indiferencia global. Hay que cosas más importantes por las que preocuparse…
“La evidencia sobre el deterioro ambiental es mayor que nunca”, advierte Doug Miller, al frente de GlobeScan, veinte años tomándole el pulso ambiental a la opinión pública. “Nuestros datos reflejan sin embargo que la crisis económica y la falta de liderazgo político están haciendo que el público desconecte.”
Hoy por hoy, apenas el 49% considera que el cambio climático es un problema “muy serio”, el 50% dice lo mismo de la pérdida de la biodiversidad y el 58% admite como su preocupación por el problema del agua. La encuesta de GlobeScan se ha realizado con muestras de mil encuestados en cada uno de los 22 países, incluida España, donde la crisis económica y la corrupción política han triturado la conciencia ecológica.
En la lectura “oficial” del sondeo echamos sin embargo en falta una crítica fundamental: la generosa contribución de los medios al “apagón” ambiental. Como obedeciendo una consigna unánime (“Lo verde ya no vende”), las televisiones, los periódicos y las revistas han bajado la guardia y han relegado a la ecología al pie de página o a la columna de salida.
El escepticismo hacia el cambio climático –financiado por los gigantes de las energías fósiles- ha ido calando en los medios y ha terminado contaminando todo el mensaje ambiental, estrangulado al mismo tiempo bajo el peso de al crisis. Tan sólo en la red se encuentran aún espacios verdes de relativa libertad, donde uno puede al menos descubrir titulares como éste –"La preocupación ambiental, al nivel más bajo en 20 años"- e intentar descubrir lo que hay detrás.
Como obedeciendo una consigna unánime (“Lo verde ya no vende”), las televisiones, los periódicos y las revistas han relegado a la ecología al pie de página.
Pero nos engañamos si culpamos exclusivamente de lo ocurrido a la complacencia de los medios, al servilismo de los políticos o a los “oscuros intereses”. Hay que admitir a estas alturas que el medio ambiente tuvo también su “burbuja”, y que ha terminado estallando por la propensión a lo abstracto (las tediosas cumbres del clima) y a lo apocalíptico (Una verdad incómoda).
No hemos sabido hacer a tiempo la transición hacia lo concreto y lo constructivo, y ahí nos duele. Lo último que la gente necesita cuando pierde el trabajo, cuando se enfrenta al desahucio o cuando sufre para llenar la cesta de la compra es precisamente un alud de noticias etéreas e inútiles que en poco o nada van a afectar a sus vidas.
En momentos como éste es más imprescindible que nunca tender los puentes entre lo económico y lo ecológico, y recordar la íntima relación entre el tejido social y la red de la vida. Todos deberíamos hacer un esfuerzo por salir del centrifugado de la crisis y buscar ese rayo de luz al final del túnel, en forma de soluciones, innovaciones e inspiraciones que ensanchen el horizonte de lo posible. Tan sólo así vamos a poder recuperar todo el terreno perdido desde la cumbre de Río, que no es poco.
Carlos Fresneda
¿Salvamos el Ártico? ...¡Vamos, por amor a Gaia!

Comienzo el día con la lectura del comunicado de prensa de Greenpeace sobre su informe sobre el Artico y las consecuencias para estos lares y para el mundo entero. Lo anima una campaña de sensibilización donde se moja gente conocida y ciudadanía global.
En Barcelona, los compas de Tanquem Les Nuclears han estado recordando los dos años del desastre nuclear de Fukushima. Hablo con Ignacio y lo escucho salir con sigilo de una charla de presentación de Som Energia en El Escorial, y va Raquel y coloca en el muro de FBook una foto retocada sobre una acción de ese momento, pego un bote y me pongo a localizarla para que me cuente qué hay que hacer para sentirse parte util en defender esas zonas donde hace frío, un frío tan necesario y vital.
Ya me he sumao a la cadena, lo cierto es que es emocionante ser un eslabon más de ella, vamos que, con el subidón, he mandao sms por mi madre (ella se apunta a todo lo que le digo) y otro por un zagal que anda lejos pero está tan cerca, o sea que somos tres más. Vincularse con las venas de Gaia me hace sentir más humano, más amante de una maravillosa Tierra que tengo el privilegio de habitar por un tiempo, sabiendo que antes hubo otros en ella y después los habrá. Te recomiendo abrigarte y hacer un viaje épico a un lugar que necesitamos y que nos necesita.
Manolo Vílchez
Publicado en el blog En Ruta Solar de El Correo del Sol
Manolo Vílchez
Publicado en el blog En Ruta Solar de El Correo del Sol
GREENPEACE PRESENTA LA CAMPAÑA "SALVAR EL ÁRTICO ES SALVAR MUCHO MÁS", QUE MUESTRA LOS EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO EN ESPAÑA
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La subida del nivel del mar, la pérdida de biodiversidad, el aumento de
temperaturas y los fenómenos meteorológicos extremos serán algunos de
los efectos del cambio climático en península e islas.
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Una treintena de personalidades se han comprometido con la campaña.
Diez de ellos (Alejandro Sanz, Wyoming, Juan Ramón Lucas, Coque
Malla...) han grabado un vídeo "desde el Ártico" para animar a unirse a
la cadena por su protección. Hoy se han lanzado en www.salvaelartico.es
Greenpeace ha lanzado hoy la campaña "Salvar el Ártico es salvar mucho más",
en la que se muestran los efectos que tendría su desaparición, a pesar
de que nos separen más de 5.000 kilómetros de distancia. La organización
ha presentado el informe El Ártico y los efectos del cambio climático en España,
donde se destacan algunas de las posibles consecuencias de la
desaparición del hielo marino y continental del Ártico en el mundo y sus
potenciales efectos. El informe evidencia la retroalimentación entre el
cambio climático y el deshielo en el Polo norte. Si las temperaturas
mundiales aumentan más de 2ºC, no solo el Ártico desaparecerá, sino que
la Península Ibérica y sus dos archipiélagos se enfrentarán a pérdidas
de especies, aumentos de plagas y en general, posibles impactos en
importantes sectores económicos.
Por todo ello, Greenpeace lanza a través de www.salvaelartico.es
el proyecto de formar una gran cadena humana para pedir que en la
Asamblea General de Naciones Unidas se declaren las aguas
internacionales del Ártico como espacio protegido con prohibición de
actividades de explotación petrolífera y pesca industrial. Los que
quieran unirse pueden mandar un sms con "Ayuda Ártico" y recibir una
geolocalización para meterla en la web y visualizar el lugar "simbólico"
del Ártico que protegen. Los primeros en unirse a esta cadena y
"viajar" al Ártico han sido Alejandro Sanz, Juan Ramón Lucas, Wyoming,
Thais Villas, Gonzo, Dani Mateo, Coque Malla, Rebeca Jiménez, Sergio
Peris-Mencheta y Nicolás Coronado.
Según el informe, el Ártico
podría quedar libre de hielo marino durante el verano dentro de 10 ó 20
años. Los efectos paralelos a la desaparición del Ártico que Greenpeace
ha analizado en base a pronósticos son:
- Efectos en flora y fauna.
Los modelos bioclimáticos predicen que, a lo largo del siglo XXI, el
50% de especies forestales como el abeto o la encina evolucionan hacia
una situación crítica, incluso con riesgo de desaparición pasada la
mitad de siglo. Por ejemplo, el alcornoque y la dehesa extremeña es una
especie con un futuro crítico en casi toda su área de distribución,
desapareciendo a mediados de siglo de Cataluña. Por otro lado,
Greenpeace señala la desaparición del hábitat potencial del oso pardo en
Asturias, León, Cantabria o Pirineos entre 2041 y 2070. Además,
especies exóticas o invasoras como las medusas o el mejillón cebra, que
ya causan estragos en el levante o el delta del Ebro, podrán tener unas
temperaturas muy favorables para su expansión.
- Impactos en sectores económicos.
Los impactos en la agricultura se sienten con especial intensidad en la
región Mediterránea. La combinación de temperaturas cada vez más altas y
los cambios en el ciclo hidrológico presentan ya un grave problema. Por
ejemplo, los procesos de maduración de la uva para el vino se verán
afectados y con ella la calidad de los vinos. Otro de los sectores
económicos que se vería afectado sería la industria del turismo. Para el
turismo de interior, en un escenario entre 2070 y 2100 podría verse
reducido la idoneidad climática para turistas en primavera y verano a
tan solo la mitad norte de la península. Y para el turismo de nieve,
Greenpeace destaca la pérdida de las estaciones de esquí por debajo de
los 2.000 metros de altitud entre 2020 y 2050. Siendo para estas fechas
sólo posible la práctica de este deporte en algunas estaciones del
Pirineo.
- Escenarios de alto riesgo.
Algunos de los posibles efectos pronosticados para este siglo tendrán
consecuencias directas en los planos social, económico y sanitario. Son,
por ejemplo, el aumento de la mortalidad asociada a las olas de calor y
frío (que se estiman cada vez más duraderas), los impactos directos
derivados de fenómenos meteorológicos extremos (inundaciones, grandes
incendios forestales,..), el deterioro de la salud vinculada al aumento
de la contaminación atmosférica o las enfermedades alimentarias o
infecciosas transmitidas por vectores que antes no sobrevivían. Además,
los grandes incendios forestales de más de 500 hectáreas quemadas son
más frecuentes y aumentarían su ratio para el horizonte 2071-2100. Por
último, enfermedades infecciosas podrían acelerar el tiempo de
incubación del mosquito tigre y su capacidad vectorial de infección y
se crearían las condiciones favorables para que el mosquito de la
malaria reapareciese en zonas como las del delta del Ebro.
El
deshielo del Ártico provocado por el cambio climático agrava a su vez
las consecuencias del cambio climático en todo el mundo y en España, ya
que:
- El hielo ártico es reflectante de la luz
del sol, de forma que, al desaparecer, más calor solar es absorbido por
el océano y distribuido por el planeta.
- El Ártico regula la corriente oceánica o termohalina que distribuye la temperatura del mar de los océanos.
-
La alteración del Ártico produce alteraciones en los patrones
climáticos, a través de la corriente de chorro, que producen bloqueos en
eventos meteorológicos extremos como tormentas o sequías.
- El deshielo libera gases de efecto invernadero como el metano.
En
2011 ya se había perdido el 75% del hielo marino del ártico en
temporada estival, en comparación con los niveles máximos existentes
desde que se tienen datos por satélite (1979).
Aunque
la recomendación científica es de mantener el calentamiento global por
debajo de un aumento de los 2ºC o incluso por debajo de 1,5ºC, está la
realidad de que el aumento de la temperatura media global es ya de
0,7ºC, alcanzando en Europa los 0,9ºC y en España 1,5ºC. Con ese aumento
de temperaturas el Ártico helado desaparecerá en verano. Y, a su vez,
nuestro país se enfrentará a un importante aumento de la temperatura
media estacional, siendo este máximo en verano (de hasta 6ºC), y mínimo
en invierno (entre 2 y 3ºC).
"Tenemos que ser
conscientes que, al salvar el Ártico, salvaremos mucho más. Es la
batalla medioambiental más importante del momento porque está en juego
uno de los pocos lugares del planeta donde aún existe un equilibrio
medioambiental y porque lo que suceda en el Ártico nos afecta a todos",
ha declarado Pilar Marcos, responsable de la campaña del Ártico. "Si
logramos frenar el deshielo del Ártico y proteger sus aguas
internacionales, frenaremos algunas de las consecuencias que la
actividad humana está causando en todas los rincones del planeta".
La voz del Ártico
Foto: Isaac Hernández
La suya es la "nación del caribú". Pertenece a los Gwich'in, la tribu
india más septentrional del continente americano, y desde hace más de
20 años recorre el mundo para alertar contra los peligros que acechan su
hábitat, el Refugio de Vida Silvestre del Artico, cercado por una doble
amenaza: las prospecciones de petróleo y el cambio climático.
"La población del caribú se ha reducido casi a la mitad, de
189.000 a 100.000 cabezas en apenas dos décadas, y ésa es para nosotros
una cruel advertencia", asegura Sarah James, 67 años, que suele presentarse con ironía como "la auténtica Sarah de Alaska" (en referencia a la ex gobernadora Sarah Palin).
"La pérdida caribú sería como la pérdida del búfalo que acabó
con muchas culturas indígenas en el Oeste americano", advierte Sarah
James. "Si desaparecen ellos, desaparecemos nosotros".
La nación de los Gwich'in se extiende en un espacio indómito de
78.000 metros cuadrados en el norte de Alaska. Viven repartidos en 15
aldeas, apenas perceptibles a vista de pájaro, en una zona protegida en
su día por Eishenhower y acechada desde la era de George W. Bush. Por
encima de ellos solo quedan los "inuit" (esquimales) y una vasta
extensión cada vez más irreconocible...
Sarah James invita a todos los escépticos a que suban hasta Alaska, a comprobar de primera mano los efectos del cambio climático: "Los animales están hambrientos, confusos y desorientados.
Los caribús no encuentran el forraje con que alimentarse. La taiga se
está secando y los incendios duran todo el verano. El "permafrost" (la
capa permanentemente helada) se está derritiendo y emitiendo grandes
cantidades de metano. El sur est'a subiendo hacia el norte".
Fue en Alaska, precisamente, donde los pueblos indígenas se
adelantaron a los países industrializados y reclamaron una acción
directa y urgente para disminuir las emisiones y paliar los efectos cada
vez más palpables del calentamiento global. Sarah James, galarodonada
en el 2002 el Goldman Prize (el "nobel" del medio ambiente), se ha
erigido desde entonces en algo así como "la voz ancestral del Ártico".
En los últimos dos años, se ha sumado activamente a la iniciativa "Conversaciones con la Tierra", que
recoge las experiencias y los testimonios de los pueblos indígenas ante
el cambio climático: de Alaska a Guinea Nueva Papúa, pasando por Perú,
Camerún o Filipinas...
"Reducir, reusar y reciclar están muy bien para las sociedades
industriales", advierte. "Pero a nosotros, lamentablemente, no nos vale
con las tres "erres". Los pueblos indígenas reclamamos una cuarta "erre", el derecho a "rechazar" (refuse) y elegir nuestro propio destino".
"La Nación del Caribú celebró un cónclave en 1988, y ya entonces
decidimos oponernos a cualquier intento de explotar el Refugio de Vida
Silvestre del Artico para la búsqueda de petróleo. Perforar nuestra tierra sería como perforar el corazón de nuestra existencia
(...) Hemos estado casi una década resistiendo a las presiones. El
presidente Obama es ahora nuestra mayor esperanza: queremos protección
permanente para nuestras tierras".
Más de dos décadas lleva Sarah James ejerciendo de embajadora
permanente de la Nación del Caribú, viajando de la Cumbre de Río hasta
el Capitolio, desde la Villa del Artico hasta el Canal de Panamá, en esa
Marcha por la Paz y la Dignidad donde confluyen cada cuatro años los
indígenas del hielo con los indígenas del sol...
"Los pueblos de Alaska y del Amazonas venimos del mismo tronco.
Mi madre me hablaba de la gente del sol, y he tenido ocasión de
estrechar los lazos con ellos. Nuestro lenguaje por signos es muy
parecido. Podemos entendernos sin abrir la boca... Y nuestra lucha
contra la explotación indiscrimada de los recursos naturales y la
preservación de nuestros habitas es básicamente la misma. Por eso nos
unimos en el Canal de Panamá, que es donde partieron físicamente nuestro
continente. Volvemos a tender simbólicamente nuestros lazos en una tierra herida".
"Vivimos en las zonas más vulnerables del planeta, y reclamamos
la conexión sagrada entre la tierra, el aire, el agua, los bosques, los
animales y las comunidades humanas que ven peligrar su propia
supervivencia... Todo en nuestra cultura -las danzas, las canciones, la
ropa, la dieta- gira alrededor del caribú. A ellos les debemos nuestra
propia subsistencia".
Sarah James mira con inquietud hacia el futuro. Le preocupan
los conflictos y las guerras por el control de los recursos, mientras
los hábitats desaparecen ante nuestros ojos. La única salida, advierte,
es el esfuerzo global de la tribu humana por encontrar una senda
común...
"Los pueblos indígenas no somos perfectos, ni ustedes los
occidentales lo son. Nuestras dos culturas tienen cosas buenas y cosas
malas, y podemos aprender los unos de los otros. Necesitamos encontrar un camino por el que podamos avanzar juntos hacia un mundo mejor.
No podemos tener la paz sin un aire limpio, sin un agua limpia... Dios
nos dejó unas instrucciones muy claras sobre el "uso" del planeta: están
escritas en la naturaleza".
Carlos Fresneda
El cambio climático en el diván
La “no” noticia de las dos últimas semanas ha sido sin duda la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático en Doha. ¿A
quién se le ocurre organizar el tinglado en el país con mayores
emisiones per cápita de CO2 del planeta? ¿Cómo hablar de la desaparición
de la capa del hielo en el Ártico en esta aberrante “burbuja” en mitad
del desierto?
A Qatar se va en todo caso a jugar al fútbol o a
intercambiar petrodólares… Reunir allí a cientos de burócratas del
clima, tenerles dos semanas bajo el aire acondicionado, viviendo como
perfectos jeques, es otro regalo más (y van unos cuantos) a los
escépticos y a los “negacionistas”.
Tan sólo el vago compromiso de
los países ricos de indemnizar a los países menos desarrollados por
“daños y pérdidas atribuidos al cambio climático” salvó “in extremis”
las negociaciones que no merecieron titular alguno hasta el último
aliento, al cabo de dos semanas de tira y afloja.
La verdad es que
ya cansa escribir sobre el cambio climático. Y la culpa la tienen tanto
los que no hacen nada (¿no quedamos en que Obama se iba a tomar la cosa
en serio tras la destrucción causada por el huracán Sandy?) como los
que reinciden en las reuniones eternas y cada vez más lejanas,
condenadas de antemano al fracaso.
La culpa la tienen también los
grandes medios, que se han batido en retirada, convencidos de que el
cambio climático “no vende” y crea incluso “fatiga” en la opinión
pública, mucho más preocupada por la acuciante situación económica.
Llegados
pues a este punto de hastío, resignados al hecho de que lo que de
verdad le preocupa a la gente es cómo llegar a fin de mes (y en todo
caso qué tiempo hará mañana), ha llegado quizás el momento de sentar en
el diván al cambio climático y preguntarnos qué podemos hacer todos por
recuperar el interés.
Engaging with Climate Change da
título a un curioso libro, publicado en el Reino Unido, que presume de
ser el primer acercamiento al tema desde “una perspectiva
multidisciplinar y psicoanalítica”, ahí es nada… Los autores de Engancharse al cambio climático
(traducción libre) se preguntan entre otras cosas por qué se ha
extendido tanto el escepticismo, por qué nos obstinamos en negar nuestra
dependencia con la naturaleza y hasta qué punto existe un conflicto
latente entre nuestros valores y el estilo de vida al que nos arrastra
nuestra cultura.
Sin restar mérito al esfuerzo múltiple y
“psicoanalático”, la respuesta me parece así de simple: el cambio
climático tiene claramente un “problema de comunicación”. Los millones
invertidos por los “lobbies” en campañas de desinformación han echado
por tierra la labor de los científicos y los esfuerzos de las
instituciones y de las organizaciones no gubernamentales.
Lo que
el cambio climático necesita urgentemente es una campaña para crear
conciencia pública, con imágenes como las del huracán Sandy a su paso
por Estados Unidos y por Haití, para convencernos de que el problema
está ahí, golpeando por igual a los países ricos y a los países pobres, y
que no podemos cerrar los ojos.
“No puedes ignorar esto”,
fue el reciente titular de The Guardian ante las inundaciones que
afectaron el sureste del país y que dejaron pueblos enteros convertidos
en islas. La autora del artículo, Anne Karpf, se define a sí misma no ya
como “escéptica”, sino como “ignorante” del cambio climático. Su
actitud, sin embargo, ha cambiado radicalmente ante las sobrecogedoras
imágenes de los ríos desbordados. Su ambivalencia ha dejado finalmente
paso a una determinación: “Algo hay que hacer”.
El
lema “Save the planet” tiene que morir y dejar paso a otro que reúna al
mismo tiempo la urgencia del cambio y la esperanza en un mundo mejor.
El miedo paraliza a la gente y la amenaza constante se convierte en
angustia. Hace falta sin duda incorporar al mensaje la “visión” de una
realidad positiva y distinta a la que podamos contribuir.
Lo que necesita el cambio climático, cuando se levante del diván, es algo así como una cura de “optimismo oscuro”, como propugna Shaun Chamberlain,
una de las mentes más lúcidas del movimiento de Transición: “Tenemos
que ser descaradamente realistas a la hora de aceptar la situación
actual, por abrumadora que nos resulte. Pero tenemos que ser también
descaradamente positivos a la hora de imaginar el mundo que podemos
crear”.
En eso estamos…
Carlos Fresneda
Publicado en el blog Realidad Paralela de El Correo del Sol
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