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¿Cambiamos el mundo?


Hay dos maneras de “cambiar” el mundo. Una: empezando por uno mismo y predicando con el ejemplo. Otra: lanzándose sin más a la acción colectiva y directa.
Las dos estrategias tienen sin duda sus riesgos… Unos terminan despegando los pies del suelo, emboscados sin remedio en su laberinto interior, cuadrando la postura del loto y mirándose a todas las horas al ombligo. Otros no acaban de poner los pies en la tierra, se olvidan de sí mismos y se dejan la piel en la persecución de una quimera que queda demasiado lejos.

Todos los que experimentamos ese impulso por “cambiar” el mundo nos hemos movido entre los dos extremos y ahí seguimos, dándole vueltas al dilema. ¿Por dónde empezamos?
A mis espaldas tengo precisamente 365 maneras de cambiar el mundo, el “bestseller” de Michael Norton, con un consejo para cada día: abraza a alguien, di gracias, recolecta el agua de lluvia, hazlo en un váter seco, cambia las bombillas, recarga baterías… Al final, resulta que el año es bisiesto, y Norton tiene incluso una pequeña gran acción reservada para el 29 de febrero: “Limpia tu cabeza (y haz sitio para nuevas ideas)”.

¡Agotador!
Confieso en que una época de mi vida intenté aplicarme el cuento, e incluso me atreví a dar consejos sobre cómo “cambiar” el mundo con lo que tenemos más a mano. Pero el tiempo pasa, la experiencias te marcan y hoy en día huyo de todos estos manuales, y muy en especial de los que te invitan a “salvar” el planeta (el planeta se salva por sí solo, como lo demostró Alan Weisman en El mundo sin nosotros).

Últimamente me siento mucho más cerca de la postura de Annie Leonard, que, después de incitarnos a todos a ser mejores “consumidores” con La historia de las cosas, ha llegado a la conclusión de que más nos vale ser mejores “ciudadanos” si queremos realmente cambiar las “cosas”.
“Las soluciones no están a la venta”, sostiene Annie Leonard en su última serie de micro-documentales. “ Comprar mejor y de un modo más consciente no es suficiente. Tampoco basta con 'ser el cambio que quieres ver en el mundo', como decía Gandhi. Hay que 'hacer' el cambio, y eso sólo es posible pasando a la acción colectiva".

Con La historia del cambio (nacida de su frustración de los últimos cuatro años de la era Obama), Leonard se ha propuesto agitar una vez más nuestras conciencias y sacarnos de nuestra zona de confort como consumidores “verdes”.

Lo primero: reivindicar nuestra condición de ciudadanos... "Da la impresión de que hay un complot para reducirnos a la categoría de consumidores. Se diría que somos lo que consumimos y que hemos dejado de ejercer por desidia el "músculo" de ciudadanos. Nos olvidamos de que los grandes avances sociales en la historia se han producido precisamente por la presión de los ciudadanos, forzando los cambios políticos que en última instancia han permitido cambiar el sistema".

Una gran idea, compartida por el mayor número posible de gente y puesta en acción… “Así es como realmente construimos el poder para propiciar los cambios reales”, sostiene Annie Leonard, sin acritud y con una sonrisa abierta, en un tono muy lejano a la verborrea de los políticos al uso, que son gran parte del problema. La autora La historia del cambio, criticada despiadadamente por republicanos y libertarios, no piensa sin embargo bajar la guardia y quiere seguir tendiendo puentes entre la crítica a la sociedad de despilfarro y la llamada a la acción “por un mundo posible y decididamente mejor”.

 
El “volantazo” de Annie Leonard a sus 48 años, después de media vida dedicada a explorar los entresijos de la sociedad de cosumo, me recuerda a la “crisis” personal experimentada por Bill McKibben, autor de “El fin de la naturaleza”. Cada libro publicado, cada regreso a casa, cada charla ante una audiencia más o menos multitudinaria, le dejaban a McKibben una inexplicable sensación de vacío. Algo en lo más íntimo le decía que había llegado el momento de pasar a la acción.
Empezó por lo que tenía más cerca, movilizando a un grupo de estudiantes universitarios en Vermont. Allí prendió la chispa de Step It Up, embrión de lo que con el tiempo fraguaría en 350.org, el movimiento por la conciencia ante el cambio climático que ha dado la vuelta al planeta.

En su propia tierra, y desafiando la complacencia de Obama, McKibben se dejó detener a las puertas de la Casa Blanca junto con decenas de manifestantes a la vieja usanza, y en protesta por la construcción de un oleoducto para transportar el petróleo de las arenas alquitranadas de Alberta (Canadá) hasta el corazón de Texas. La “sentada” dio sus frutos y Obama canceló temporalmente el proyecto.
El paso al frente de McKibben y los suyos (todo esto no habría sido posible sin el apoyo de una “masa crítica”) me vino al recuerdo durante una reciente conversación con el filósofo británico Julian Baggini, autor de La queja. De los pequeños lamentos a las protestas reivindicativas.

“No podemos tener un cambio positivo si alguien no se levanta y dice: “¡Esto no funciona!””, recuerda Baggini. “Al fin y al cabo, eso es lo que hicieron Martin Luther King o Nelson Mandela. Lo más fácil es expresar la frustración: no estás contento, te indignas… Pero con eso no basta, está claro. Hay que canalizar el descontento o todo seguirá igual. Quejarse es bueno… siempre y cuando venga acompañado de una acción positiva”.

Hablamos con Baggini de la tesitura de los “indignados” y de cómo poner toda esa frustración en marcha: “El mensaje -la queja- le ha llegado sin duda a la sociedad y a los políticos. Pero creo que ha faltado un plan de acción. Está muy bien fijarse como meta eso de que la pobreza pase a la historia o que haya menos desigualdad económica. ¿Pero cómo llegamos hasta allí? No se puede ignorar la complejidad de los problemas, ni dejarnos las energías en quejas genéricas. La “buena” queja tiene que ser específica y proporcionada”.
Nos dejamos de lamentos y acudimos por último a Satish Kumar, activista, “sabio” y caminante, además de director de Resurgence & The Ecologist. Kumar reconoce el valor de la reivindicación política, pero a diferencia de Annie Leonard invoca la máxima de Gandhi como una verdad inalterable: “Sé tú mismo el cambio…”.


“Los cambios no se consiguen de un día para otro, requieren ante todo paciencia y persistencia, que fueron precisamente las herramientas que usó Gandhi para desafiar el inmovilismo de su época”, recuerda Kumar. “Yo sigo creyendo en el valor de un ejemplo, alguien que 'camine' realmente lo que predica”.

“Creo también en un cambio a nivel más personal, holístico y profundo, más allá de nuestros hábitos como consumidores”, concluye el activista de origen indio, afincado en el sur de Inglaterra. "Y creo por último en el poder acumulativo de las acciones individuales en masa. Soy de los que piensan que en eso estamos, en plena transición hacia otro modelo de conciencia y vida en la Tierra. Aunque a veces nos gustaría ver más indicios…”

  Satish Kumar, director de la revista Resurgence & The Ecologist.

Carlos Fresneda
Publicado en el blog La Realidad Paralela de El Correo del Sol

'Antes de comprar algo hay que preguntarse: ¿Tengo otras opciones?'


Trucos para equilibrar la economía doméstica

  • Tess Read, autora de un manual de referencia en Reino Unido, nos da las claves
  • 'El abanico es inmenso, pero la sociedad de consumo no nos deja ver más allá'
  • ¿Alternativas? Compartir, trueque, préstamo temporal, entre otras
Tess Read hizo su tesis sobre el euro y trabajó en el Banco de Inglaterra antes de pasarse al campo de la "economía personal". Su visión de la crisis la dejamos para el final; lo que ahora nos interesa es su aproximación particular a la cesta de la compra, mucho más allá de la idea que hasta ahora teníamos de la austeridad.

"Antes de comprar algo nuevo y dejarnos tentar por las últimas ofertas conviene hacer un alto y preguntarse: ¿Tengo otras opciones? Siempre se puede lograr un precio mejor, o comprar lo mismo de segunda mano, o pedirlo prestado por un tiempo, o compartir el uso, o intercambiarlo gratuitamente, o hacerlo uno mismo".

"El abanico de posibilidades es inmenso, aunque la sociedad de consumo que hemos creado no nos deja ver más allá", sostiene Tess Read, autora de 'Look after the pennies' ('Vigila la calderilla'), el manual para tiempos de crisis que está cambiando el modo en que los británicos se miran al bolsillo.

"Tenemos que explorar nuevas fórmulas y escapar a la trampa que el propio sistema ha creado", afirma Tess, madre de tres hijos, tentada a diario por los mercadillos de su barrio, Camden. "Nos han hecho creer que la única vía posible es el crecimiento sin límite de la economía, lo que nos obliga a consumir más, y a pedir dinero prestado, y a crear esta situación de deuda colectiva en la que estamos".

Lejos de recomendar el 'hachazo' puro y duro al presupuesto familiar, Read propone enriquecer nuestra vida de ciudadanos/consumidores buscando alternativas al 'pay as you go' (pagar sobre la marcha), creando redes, "humanizando" la economía y sacando al mismo tiempo partido de la tecnología.

"Internet está revolucionando nuestro comportamiento como consumidores. Compartir se ha convertido de pronto en algo deseable, y ahí tenemos Freecycle, la mayor red de trueque del mundo con más de 15 millones de usuarios. Otros prefieren el préstamo directo por tiempo específico, como Ecomodo. Y siempre podemos pujar por algo que de verdad necesitamos en eBay. Estamos creando no sólo nuevas formas de consumir, sino de crear al mismo tiempo comunidad y contribuir al futuro del planeta", explica.
"Mucha gente no sabe en qué se le va el dinero y el 'agujero' se nota cuando llegan las vacas flacas".
Tess Read admite su debilidad particular por las tiendas de segunda mano, donde encuentra muchas veces los retales con los que tapiza sus propias sillas y sofás, con la ayuda de su madre, maestras consumadas en el arte del 'patchwork'. "Procuro aplicarme el cuento en mi vida, empezando por el 'háztelo tú mismo'". En casa nos hacemos a diario el pan, y cultivamos tomates y patatas en el patio trasero. Cultivar tus alimentos no es sólo una manera de ahorrar, sino de ganar en salud y en contacto con la naturaleza".

Reglas de oro que no cambian

Aunque hay reglas de oro que no cambian, como esa de "vigilar" la calderilla para evitar el despilfarro. "Mucha gente no sabe realmente en qué se le va el dinero, y el 'agujero' se nota especialmente cuando llegan las vacas flacas. Yo propongo a cualquiera que apunte hasta el último céntimo que se gasta en una semana, que lleve un control muy estricto durante siete días y eche las cuentas. Nunca volverá a gastar de la misma manera".

Read nos instruye también en el arte del regateo: no mostrar excesivo interés al principio, preguntar por el precio de tres objetos (dejando para el final el que de verdad nos interesa) y llegado el momento preguntar al dependiente si puede "hacer algo" con el precio, y presionar hasta lograr un descuento entre el 10% y el 20%.

Compartir coche o intercambiar casa son otras de las dos opciones cada vez más usadas para poder seguir disfrutando de las vacaciones aún es estos tiempos. "Podemos encontrarle un nuevo sentido al ocio en familia, y lograr incluso que la experiencia sea aún más rica e intensa, si intercambiamos algo con los locales. El año pasado encontramos una casa en Cunit y este invierno queremos ir a Canarias. A cambio ¿cuántos españoles querrían pasar un fin de año en Londres?"
"Nada hay tal vez más importante que el lugar donde depositas tu dinero".
En enero, por aquello de remontar la cuesta, recomienda hacer repaso a todas las facturas caseras, tantear las ofertas y calibrar si merece la pena cambiar de compañía telefónica o eléctrica. Y lo mismo con los bancos: "Nada hay tal vez más importante que el lugar donde depositas tu dinero. Yo lo tengo en una mutua bancaria, porque soy parte del sistema, hay un trato muy personal y tienen una base local. Como tanta gente, desconfío de lo que harían con mi dinero los grandes bancos".

Su experiencia en el Banco de Inglaterra, donde trabajó a mediados de los noventa, le sirvió "para conocer cómo funciona el mundo de las finanzas" y para mantener una prudente distancia. Optimista por naturaleza (su expresión natural es la sonrisa), Tess Read admite que la salida de la crisis será muy difícil "sin un cambio de mentalidad".

Y después de haber escrito hace más de una década su tesis sobre el euro, esta es su conclusión: "Los políticos europeos no han sido honestos con la gente. La historia nos demuestra que no puede haber unidad monetaria sin unidad política, sobre todo cuando existen grandes disparidades económicas. Cuando golpea una crisis, la única solución en una 'unidad monetaria' es la trasferencia de fondos de unos países a otros. Pero la verdad se ocultó en su día: no advirtieron a los europeos de las consecuencias del euro sobre su propia soberanía. Y ahora llega el momento de la verdad: o los países ricos aceptan esta verdad, específicamente Alemania, o algunos países acabarán saliendo de la eurozona".

Carlos Fresneda (Corresponsal) | Londres
Publicado en El Mundo.es

Héctor Conesa, arquitecto y creativo por el consumo consciente

Tras diez años de investigación, ha plasmado lo aprendido sobre sostenibilidad y consumo responsable en un mural educativo

Delante de un gran mural a todo color, colgado en un muro del recinto de una reunión de ecoaldeanos y pintado a mano, comienzo a mover la vista de un lado a otro, de abajo arriba, y leo y observo síntesis acertada de mucho conocido, veo e intuyo sabiduría. Miro aun colega y le digo: "¿Pero esto qué es?" Algo quizás muy parecido a las sensaciones de los que flipan en la Capilla Sixtina... ¡Menuda creación! Buscamos referencias y, sobre una mesita hecha con una caja de fruta cubierta por elegante trapillo, me hago con uno de los packs donde el gran mural –en cartulina a tamaño de folio grande, por las dos caras y a color– me hacen poseedor del descubrimiento. Leo: "El Círculo del Consumo presenta La Gran Aventura de Crear un Mundo Maravilloso a través del Consumo Consciente", por Héctor Conesa. Dejo la voluntad en el bote, busco al autor y no consigo dar con él, pero me voy para casa contento y con la obra bajo el brazo. Localizo en la wiki la definición de arquitecto, lo extrapolo de la matriz arquitectura y autocompongo: “Es el artista y técnico que proyecta y construye edificios y otras estructuras y espacios que forman el entorno urbano”. Y me doy licencia para incluir, sobre el humano que nos ocupa, esto: “Y no solo edificios. Un arquitecto de ideas hace también estructuras de significados y conocimiento, mapas sociales, espacios de comunicación, los visiona, obtiene información, la analiza y la lleva a más de una dimensión para hacerla inteligible y didáctica para el mayor número de observadores”.

No tardamos en encontrarnos. Y, con todo en su sitio, me recibe en la terraza de su estudio-piso de alquiler en el centro de Valencia. A modo de pared, rememorando mi encuentro ante la gran obra, cuelga el mural lleno de valores de lo sostenible, de lo hermoso, de lo renovable, de lo justo, de lo ético y solidario y también de lo erróneo, de lo feo, de lo equivocado. Para mí, es una historia de la verdad de nuestra civilización. Sobre dos sillas están las mascotas de los dos modelos de consumir productos. Y hasta una grúa de cartón –escala deseos de chavalín– de la que cuelga su última creación, la primera maqueta del proyecto Plegaplanos. En su conjunto, aquello era una auténtica obra de arquitecto hacedor de espacios para la comunicación... Unas brochetas de fruta fresca endulzan el momento.

Héctor Conesa, de profesión arquitecto, valenciano o murciano, se reconoce como del Mediterráneo. Ejerciendo durante los últimos 11 años, ha proyectado y firmado más de 100 expedientes, junto a su compañero arquitecto cooperante, Miguel Ángel Gómez, y en variadas ocasiones junto al ecoarquitecto Javier Segarra. Especializado en el pequeño cliente, se enfoca en trabajos a pequeña escala y muy próximos a la persona, centrados en arquitectura humana, doméstica y artesanal e incorporando criterios de bioconstrucción. Comenta que 'el Círculo del Consumo' es un quijotesco intento de dibujar el mundo, con la obsesión de poder entenderlo y explicárselo a los demás. ¿Por y para qué? Pues para poder tomar conciencia de cómo podemos, como ciudadanos y como consumidores, interferir en la transformación de la sociedad.

El protagonista es el mural a todo color más grande de la historia nunca antes dibujado bajo el enfoque del medioambiente y la solidaridad. Una persona es capaz, en tres horas, de enterarse de lo que está sucediendo en el mundo sin necesidad de pasar por el periplo que él ha pasado, una década de trabajo de investigación, recopilación y asistencia a todo tipo de foros. Una manera de encontrar rápido las relaciones de mucho de lo que los medios de comunicación generalista no sueltan. Delante del mural… ¡la información te provoca! Y te estimula a sentir el poder que cada cual tiene para seguir transformando este mundo hacia un lugar mejor donde vivir, eligiendo con conciencia lo que consumimos en cada instante de nuestras rutinas diarias.

El formato madre, el gran mural, es la enciclopedia visual de la cual parten otros formatos como el ecoatlas, que es el mismo póster resumido en miniatura, o el tebeo, donde los dos personajes de las sillas del comienzo, de nombres Consumo Consciente y Consumo Inconsciente, conversan entre ellos y reflexionan sobre el papel que tiene cada uno en el mundo. La brújula del consumo consciente resume todas las opciones éticas que existen sobre las formas de consumir. Es una hoja de ruta para ir avanzado personal y progresivamente en nuestra búsqueda de los distintos nortes hacia el mejor futuro. Héctor ofrece de forma universal, por un precio simbólico y desde la web, la descarga de todos los materiales de la obra El Consumo Consciente, imparte conferencias y, en ferias y eventos populares, expone el gran mural gigante.



Pleglapanos
es una creación de arquitectos de espacios. En este proyecto reciente le acompaña el diseñador gráfico Luis Martín y la arquitecta Empar Vañó, y contaron con un asesor inigualable, un familiar experto en troqueles de cartón, el señor Paco. Plegaplanos es el primer juego de construcción en cartón 100% ecológico aplicado a la arquitectura moderna. Trata de enseñar este noble arte a cualquier persona de una manera entretenida y educativa, gracias a unas espectaculares maquetas en cartón minimalista a escala 1:20, donde, acercando tu mirada, puedes sentirte que estás dentro. Van acompañadas de pequeños muñecos de cartulina. Son como esculturas de cartón que se pueden colgar del techo de casa con hilos. Una nueva experiencia plástica arquitectónica al alcance de cualquiera. Una manera de coleccionar espacios entre espacios. Actualmente está confeccionando el primer modelo dedicado al maestro Le Corbusier.

Plegaplanos, por supuesto, se ha desarrollado reflejando toda la ideología que El Círculo del Consumo transmite y, hasta en el último átomo del producto, ha prevalecido que tuviese un valor positivo en el ciclo de vida de materiales. Materiales reciclados, reciclables, renovables y biodegradables. Se ha diseñado desde la ética microempresarial no jerárquica, cooperativista, desde el enfoque de profesionales autónomos (donde se reparte los beneficios en relación al tiempo de dedicación de las partes) y ha sido elaborado en pequeños talleres de pueblos de la Comunidad Valenciana. Los productos los distribuyen a pequeños y medianos minoristas y se venden desde la web. Lo obtenido va vía directa al banco de cuentas éticas TriodosBank.

Héctor, espaciales gracias por tu labor, especiales deseos de que llegues hasta el último rincón de los espacios de este hermoso mundo a rediseñar por completo.

Manolo Vílchez
Publicado en el nº 378 de Integral, junio de 2011
Enlace a pdf original publicado


Integral + practica:
Contacto con Héctor por email para temas de consumo consciente, plegaplanos y servicios de arquitectura

Los tres espacios creativos de Hector Conesa se pueden conocer con detalle y derivarse desde aquí

Espacio de El Círculo del Consumo:
- Exposición permanente en internet de todas las láminas ilustradas con posibilidad de descargarlas todas por un precio simbólico y social.
- Conferencias sobre Consumo Responsable. Charla muy completa, estimulante y directa. Una síntesis  de gran cantidad de datos hilvanada con muchas reflexiones. Un taller intensivo de una hora y media en casi toda la actualidad de consumo responsable. Enfocado a centros educativos, sociales y diferentes colectivos.
- Exposición itinerante de El Póster, el mural más grande jamás dibujado sobre medioambiente y solidaridad. Para ferias ecológicas y eventos. Enfocado a ferias y eventos.
- El Círculo del Consumo. Donde se encuentra disponible el mural a todo color que ya conoces.
Espacio de PLEGAPLANOS:
El primer juego de construcción encartón sistematizado y aplicado a la arquitectura moderna. En el apartado de las 5Es podrás ver porqué este producto que acabamos de confeccionar es Ecológico y a la vez, Ético, Entretenido, Educativo y Espacial (por el protagonismo que tiene la arquitectura en él).
- Exposición infográfica y literaria de arquitecturas modernas de cartón en la web.
- Venta directa e información sobre tiendas para conseguir tu Plegaplanos. Vendemos a toda España.
- Hacemos talleres de Arquitectura Moderna y montaje de las maquetas. Enfocado para edades comprendidas entre los 14 años y los 16 años. En institutos para 3º y 4º de la ESO.


Espacio de Arena Arquitectura:
- Arena Arquitectura. El pequeño despacho artesanal afincado entre Valencia y Murcia.
- Redacción y dirección de obra de proyectos arquitectónicos de viviendas unifamiliares y obtención de constructor para ello. Tanto en la modalidad de nueva planta, reforma, rehabilitación, ampliación como derribo.
-Conferencias sobre Arquitectura Moderna y Arquitectura ecológica. Usamos maquetas y son muy dinámicas, interactivas, entretenidas y sociales.


Algunos de los proyectos realizados por Héctor Conesa: