Mostrando entradas con la etiqueta nutrición. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta nutrición. Mostrar todas las entradas

Bienvenidos a 'Granjattan'





Huele a cilantro en el centro de Nueva York. Y a hierbabuena, albahaca, perejil recién cortado. Y a puerros ilvestres, coles rizadas, bardanas arrancadas de la tierra la noche anterior y llegadas hasta el asfalto en los camiones de los granjeros, que llevan tres décadas trayendo lo mejor del campo hasta el Greenmarket.

Quienes vienen de fuera se frotan los ojos cuando caminan entre el paisaje y el paisanaje de Union Square, con sus puestecillos blancos y su olor a tierra fértil, en las antípodas de Times Square. Ahí tenemos los rábanos rojos y blancos, y las zanahorias amarillas y morardas, las berzas, y los bulbos, y las patatas de veinte variedades y colores.



















El Empire State se adivina a lo lejos, marcando el norte de donde viene la cosecha. Todo lo que se compra en el Greenmarket ha crecido a menos de 300 kilómetros a la redonda, siguiendo mucha veces métodos orgánicos o 'no convencionales', con la garantía impagable de ese granjero de piel curtida y manos cuarteadas que se levanta a las tres de la madrugada para que los vegetales lleguen frescos al puesto, y de ahí a la mesa.
John Gorzynski, 56 años, fue de los primeros en desbrozar el bosque urbano de Union Square, allá por 1979... "Cuando llegamos aquí, la plaza estaba tomada por los drogadictos y los maleantes. Los agricultores mirábamos Nueva York con recelo, pero pronto le perdimos el miedo. La gente del barrio no tardó en llegar, el eco recorrió toda la ciudad y así hasta hoy, que nos llegan los mejores 'chefs'... y los turistas japoneses".
Un raudal incesante de 60.000 almas recorre los más de 60 puestos del Greenmarket cuatro días a la semana. Gorzynski y familia se preparan a tiempo para la ruidosa riada urbana, tan lejos de la apacible granja en  Cochecton Center, a unos 200 kilómetros al norte de Nueva York...
   "Te voy a decir una cosa: el 80% de nosotros habría arrojado la toalla si no pudiéramos venir a la ciudad. La única válvula de escape de los pequeños agricultores es ésta: poder llegar directamente a los consumidores y contribuir de paso a la economía local. Si no fuera por los "greenmarkets", más de 200 agricultores locales estaríamos condenados a la desaparición. Nueva York ha cambiado... y nosotros con ella".
Hace 30 años, el espacio reservado cuatro días a la semana para el Mercado Verde de Union Square era un triste y desolado aparcamiento donde no crecían ni las malas hierbas. Los granjeros del río Hudson parecían mientras tanto abocados a la extinción, estrangulados por los mayoristas y condenados a los monocultivos. Hasta que el urbanista Barry Benepe tuvo la idea de conectar directamente al agricultor con el "urbanita", y encontró este espacio privilegiado que no tardó en germinar.
Hoy por hoy hay medio centenar de mercados de granjeros diseminados por Nueva York, y más de 5.000 repartidos por la geografía norteamericana, donde la asistencia semanal al 'mercado verde' es ya mucho más que un acto de rebeldía; más bien una necesidad en tiempos de crisis.
"La gente se lo piensa tres veces a la hora de gastar más, pero al final puede más la garantía de calidad y la confianza personal", asegura Gorzynski. "Muchos de nuestros clientes han venido con sus hijos a la granja, y han podido comprobar el esmero y el trabajo que hay detrás. Dependemos totalmente de su fidelidad y ellos lo saben".
Pese al terreno ganado, John Gorzynski arremete contra como las "operaciones cosméticas" de la Administración Obama, con Michelle cultivando (o haciendo que cultiva) en el jardín de la Casa Blanca: "Lo que hace falta es hincarle el diente al sistema: no podemos seguir dando subsidios a la agricultura industrial para producir esos alimentos 'basura' que llenan nuestros supermercados. Tenemos que dar herramientas a la nueva generación de agricultores, y facilitar cada vez más el acceso a directo a la gente que está deseando comer local y sano en las ciudades".    
Dejamos a John Gorzynski, junto a la salida del metro de Union Square, y nos dejamos arrastrar por una imaginario río verde sobre el asfalto... "¡Trina ha vuelto!" es el secreto a voces que van pasándose los asiduos al Greenmarket. Y Trina Pilonero, 56 años, con su sombrero de paja, celebra estar de vuelta un año más con el increíble surtido de semillas del Silver Height Farms: más de un centenar de variedades de tomates y pimientos (incluido los de Padrón), veinte tipos diferentes de albahaca, lechugas para las que no existe traducción. 
Más allá del puesto de la biodiversidad de Trina, tenemos los puerros silvestres de Nicole Bishop y la Mountain Sweet Berry Farm. El 'chef' Bill Telepan se deja seducir por el olor a tierra mojada y no se lo piensa más:"Llevo 15 años comprando aquí y no concibo la vida en Nueva York sin el Greenmarket". Algo parecido opina el famoso Mario Batali: "Todos los 'chefs' saben lo importante que es acortar la distancia entre la tierra y el plato".
  Uno de los puestos más concurridos es, sin duda, el de Linda Paffenroth y sus suntuosos 'jardines', donde crecen las ortigas, las chirivías, los cebollinos, las patatas del Yukon y las zanahorias rojas, amarillas y moradas. "La diversidad es uno de nuestros lemas", presume. "La gente viene buscando cosas que seguramente no va a encontrar en otro puesto".
Los ajos de Keith Farm, los calabacines de Cherry Lane, el cilantro de S&SO, los condimentos de Beth's, el sirope de arce de Deep Mountain, el pan biológico de Bread Alone... El maná incesante se prolongará más allá del verano y encontrará su dorado esplendor con las montañas de manzanas y calabazas en otoño, señal certera de ese oasis neoyorquino, apenas sospechado, que nos espera al sur de Central Park.


Licuado de avena eco por unos 35 céntimos el litro y un residuo menos


Venga, vamos a hacer los números de un litro de licuado comercial de avena eco dentro de uno de los 25 millones de tetrabriks que se fabrican cada día en este país.
Su precio en estantería oscila entre los 1,8 y los 2,2 €. Nos quedamos con la media, 2 €. Hasta la estantería, el ciclo de vida es más o menos el siguiente: Para fabricar el recipiente, cójase aluminio, petróleo, celulosa y tintas de impresión; fabríquense los componentes; ensámblense y listo el fabuloso Tetra Pack (ojo, que admiro la creación por la practicidad y prestaciones extraordinarias, y más ahora que el cartoncillo desde es certificado por el FSC, y además se recicla el conjunto al 100%). Bien, tenemos transportado el recipiente y ya está a las puertas del fabricante embasador.
Ahora nos vamos a por la avena: siémbrese, coséchese, almacénese y transpórtese hasta el fabricante del licuado.
Con todo ello, y ya en la nave de procesado, obsérvese la energía eléctrica que llega (ojalá, de comercialización limpia), la bendita por laica agua mejorada desde la red de distribución, la más avanzada tecnología, y a por el licuado.
Remójese unas horas la avena (en cantidades industriales), colóquese el triturador junto con 1 litro de agua a unos 90ºC (proporción de escala), licúensen sus nutricionales componentes, aderécese con la receta del maestro y condúzcase al envase, ciérrese este y agrúpese para que un distribuidor lo coja, lo traslade (en algunos casos hasta más de dos mil kilometros), alguien lo coloque en un almacén o estante y tú o yo lo podamos adquirir y consumir. Damos un paso atrás y comprobamos que se ha retirado la fibra de la avena, que se queda como valor añadido, pero pagado por el consumidor, para otros usos de la industria alimentaria. 
Ya trasladado y en casa, calientese si procede de nuevo la dosis de licuado y, una vez consumido el total, recipiente al reciclaje (iglú amarillo). Pasa el camión, lo recoge, traslada y, una vez separadas sus partes en la planta de tratamiento de residuos, de nuevo se consume energía, agua y materias primas en nuevo destino.
Los hechos y los números son: 1 litro de agua con la esencia licuada de 50 gramos de avena y algunos aderezos en minidosis desde la fábrica a casa, una media de 60 watios para calentar la porción de liquido y un tetrabrik en nuestra propiedad.
Gracias al viaje rápido comprobamos cómo obtener unos nutrientes cuesta un exagerado consumo de materias primas, emisiones de CO2 y beneficios para la industria alimentaria.
Vamos a por la alternativa en base a reciente experiencia personal:
Encuéntrome con Salva en Biolcultura Madrid, le pillo 1 kg de avena desnuda, sembrada y cosechada con sus manos en sus tierras de Burgos, donde no cae veneno alguno. Él es agricultor ecológico, es en definitiva un cuidador de la salud planetaria y humana. Le pago 2 euros por la bolsica de papel con el fruto de su trabajo y sus aliados de la fertilidad de la vida.
Ya en casa, en la mesa, 50 gramos de la avena de Salva remojada 12 horas, un poco de aceite, una pizca de sal, esencia de vainilla y para endulzar, estevia líquida (por supuesto, aquí valen miel, agave, etc), un litro de agua de red filtrada por osmosis (pero con recuperación del agua de rechazo, ...otro día lo explico). La batidora tan resultona y habitual en todo cobijo y el invento del Chufamix.
Como dispongo de cocina solar parabólica —en este caso, la alSol K10—, me ahorro la media de 60 watios para llevarla a ebullición (si no se dispusiese de sol o de cocina solar, tiramos de gas o electricidad y aquí la aproximación de coste energético).
Viértase el agua en el recipiente contenedor (de plástico de calidad alimentaria), introdúzcase el tamiz, en su interior se echa la avena remojada, las dosis de complementos y ...ándale batidora. Con un minuto o al cambio 10 watios (pueden ser limpios si contratas comercialización como socio de Som Energía), tienes licuado el contenido y disuelto en el agua. Súbase el tamiz y désele como a la zambomba con el prensador para extraer de la fibra hasta la ultima gota. Y listos, con unos 3 minutos de tiempo laboral, 1 litro de avena eco, con receta de tú, cocinillas, ...caliente y lista para nutrir desayunos, meriendas o cenas.


Algunos números medios:
• la dosis de avena del Salva sale por 10 céntimos; los aderezos por otros 15;

• el agua y sus procesos con amortización del sistema de osmosis sale por 0,04 centimos;

• calentar el agua con cocina solar, 0 patatero;

• electricidad por unos 0,05 céntimos;

• la limpieza de los materiales empleados sale por 0,01;

• y la amortización del Chufamix (démosle 400 litros de vida) sale por 10 céntimos.

Un total aproximado del licuado de avena eco sería 3 minutos de mi tiempo y 35 céntimos de euro, un tetrabrick menos que fabricar y trasladar, junto con el del agua y los procesos.
Me queda la fibra, pero estoy buscando receta para mezclar con puré de patatas y hacerme una bolas energéticas o algo parecido.
Por cierto, amortizo también la batidora, de aquí la clave de ecodiseño del Chufamix, que aprovecha el motor externo ya disponible en casi todos laos.



En fin, unos 6 litros de licuado vegetal por 2 euros, y un montón de bolas energéticas dependiendo de las habilidades culinarias, y también un montón de emisiones de CO2 ahorradas. Y de tiempo, cuesta si cuentas bien más de tres minutos comprar un tetrabick. Que os aproveche.
Manolo Vilchez
Publicado en el blog En Ruta Solar de El Correo del Sol


PD: En breve, en la tienda de alSol, el Chufimix con obsequio de 1 kg de avena de Salva. Y, por
supuesto, cocinas solares disponibles, faltaría...

MICROHORTELANOS URBANOS

Ver crecer una semilla hasta convertirse en una magnífica planta es, además de una tarea muy gratificante, una forma de proteger el patrimonio alimentario del planeta.
Los germinados no son sólo el alimento vivo más antiguo, sino un manantial de clorofila, enzimas, vitaminas y aminoácidos (proteínas). Están indicados en cualquier tipo de alimentación y para todas las edades, y su obtención es muy sencilla y económica. Su listado de virtudes es impresionante: favorecen la regeneración celular, ayudan a perder peso, bajan los niveles de colesterol, ayudan a la eliminación de toxinas, incrementan la concentración, mejoran la calidad de piezas dentales, piel y cabello, aportan la energía suficiente para la práctica de deportes exigentes, mejoran el olor y el sabor de los fluidos corporales (semen, saliva y transpiración), ayudan en la digestión, incrementan la potencia sexual...
La pregunta es por qué algo que pinta tan seductor no es más conocido y utilizado masivamente en nuestra sociedad. O ¿cómo se explica que no forme parte de la ayuda internacional para los poco nutridos? Porque hay que señalar que el germinado, además de ser uno de los superalimentos con menos huella ecológica que existen, es de muy fácil obtención y aporta una gran cantidad de nutrientes. Eso por no hablar de la enorme disponibilidad de su materia prima. Por otra parte, es más barato que cualquier otro alimento si calculamos la cantidad de energía y dinero invertido antes de que podamos comer el producto (química, maquinaria, transporte, empaquetado, publicidad, frigoríficos, personal, intermediarios, residuos...) Y es que comer brotes germinados nos permite participar del cuidado del planeta y cuando los obtenemos nosotros mismos en la ciudad, nos sensibiliza ante los procesos vitales que se desarrollan en la naturaleza.
el terreno de cultivo no ocupa más de 200 centímetros cuadrados; la inversión en infraestructuras puede ser nula o no mucho más de lo que vale un café y las semillas, esos tesoros patrimonio de la humanidad, además de comidas, quizás lleguen a ser mejor valoradas por todos. Porque proteger y conservar el patrimonio alimentario del planeta no debería estar en manos de agroespeculadores de corbata y laboratorios de dudoso valor para el bien común que no son más que ladrones industriales agroquímicos que manipulan el supernegocio global.
Si buscamos entre la enorme oferta de emocionantes experiencias que nos brinda este curioso mundo que hemos montado, lo de germinar una semilla es una de las más mágicas y sorprendentes. Ir sintiendo cómo de lo más minúsculo brota una energía viva capaz de irse convirtiendo enlamaravillosa estructura de una planta, una nueva vida que puede transferirse en portentosa energía vital para el cuerpo humano y animal.

Como consumidor de fórmula magistral de cápsula multivitamínica para mantener el equilibrio nutricional y el cuerpo en óptimo estado a todos los niveles, he de decir que me estoy pasando sin dudarlo a esas cápsulas naturales llenas casi de lo mismo, pero con mucho mejor sabor. Además, por fin he encontrado el espacio zen matinal y, justo después del aseo, me voy directo al microhuerto, donde el riego y el control de humedad se han convertido en tareas apasionantes. Cada día observo cómo la pequeña porción de semillas va abriéndose camino hacia la vida energética, algo que no tiene precio en este mundo multimedia que habito.
Ahora me considero un microhortelano vinculado directamente a todos los trabajadores que sacan de la tierra nuestros demás nutrientes y me gustaría animar a todos los posibles lectores a pasarse con alegría a la revolución micro-hortelana urbana; a la labor de sembrar y recoger. Yo ya me considero un activista que, además de cultivar una pequeña parte de sus necesidades nutricionales, valora las semillas como algo supremo y, por lo tanto, presto toda la atención que puedo para evitar que las manos sucias las alteren y controlen. Y pienso, que si germinan las semillas y nos nutren equilibradamente, quizás pueda también germinar una mayor autogestión alimentaria de los pueblos.
"Me considero un activista que,además de cultivar una parte de sus necesidades Nutricionales,valora las semillas como algo supremo"
El plan de acción para convertir un pedacito de la cocina o de la oficina en una microhuerta ecológica productiva y sin riesgos transgénicos es muy sencillo.
1-Ilustrarse en los conocimientos básicos de la nueva tarea, localizando a otros microhortelanos que nos formen en unos agradables ratos degustando su producción si es posible. Ellos también pueden facilitarnos los truquillos de este trabajo y los enlaces con los suministradores de las mejores semillas de vida.
2-En el caso de no conocer ninguno, acudir a la gran red del conocimiento y buscar foros y páginas de sabiduría, preguntar a los distribuidores, o bien, en la ecotienda del barrio.
3-Localizar el terreno que deseamos ocupar, acondicionar en cuestión de minutos y preparar las herramientas para el microhuerto: ilusión, constancia y paciencia junto con los recipientes.
4-Adquirir una pequeña cantidad de la semilla que más nos guste: alfalfa, lentejas, pipas de girasol... y que requiera las mínimas atenciones. Luego, con la experiencia, podremos dejarnos llevar por todo lo germinable sano que esté a nuestro alcance. Las semillas deben adquirirse en las ecotiendas y es recomendable que procedan de cultivo ecológico para asegurar que estén libres de químicos y pesticidas.
5-Elegir alguno de los métodos universales microhortelanos: jarra o tarro de cristal con gasa de tela en la boca del recipiente, bolsa de plástico automultiperforada, plato con tela o papel secante, germinadora simple o apilable y, por ultimo, germinador de barro.
6-Prepararse para cultivar la atención, la constancia, el cuidado amable de las cosas sencillas, el valor de hacerlas uno mismo y recoger salud, superalimentos, bondad de la naturaleza y sus seres y una acción directa contra todo lo que quiere modificar los genes de nuestro mayor patrimonio natural: las semillas de la vida. ¡Stop transgénicos! ¡Stop al robo de nuestra vida de calidad! 

Manolo Vílchez, publicado en Integral 352, abril 2009
Artículo original en pdf


Integral Práctica
Microhortelanos en la ciudad
Batlle, decana empresa comercializadora de semillas, apuesta por sobres de brotes de rabanito sango, col lombarda, alfalfa, soja verde, lentejas y la combinada Mix Vita Plus, con tres raciones de germinados. En el sector de jardinería –y pronto en supermercados (consultar web)– se pueden adquirir los sobres de semillas y una promoción de unas ingeniosas germinadoras de plástico, incluidas en la compra de varios lotes de sobres. Laura Kohan, experta nutricionista y colaboradora de Integral, ha participado en este proyecto para acercar los germinados al gran público. Pdf con datos distribuidores.
En catalán, reportaje sobre la practica de brotes Batlle:


Biospirit: Tel.: 972 428 685; E-mail:info@luzdevida.com. Ofrece multitud de semillas de cereales y plantas con alto poder germinativo. Propone realizar pruebas con algunas variedades y, si alguna no germina, siempre estará disponibles para cocción.
Biocop ofrece germinadoras y sobres de semillas para germinar. Tel.: 93 843 65 17

Luisa Martín Rueda, Más energía y salud con los germinados, (Ed. Océano/Ámbar). Oda práctica para animar a germinar, conocer las cualidades y virtudes nutricionales de los brotes y sus procesos, con recetario de elaboración y consejos prácticos para germinar en casa, con casi todos los métodos.