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La senda de la simplicidad radical















Ser "radical" es ser fiel a tus raíces. Así lo ha entendido siempre el norteamericano Jim Merkel, autor de uno de esos de libros de larguísimo recorrido, "Simplicidad radical", que cobra una nueva dimensión en estos tiempos difíciles.
Ser "radical" es también llevar las cosas hasta cierto extremo, y eso fue lo que hizo el propio Jim, que trabajó como ingeniero militar para la industria armamentística de Estados Unidos, antes de dar un giro copernicano al "ecopacifismo" de pala y rastrillo a través del Proyecto para la Vida Global.
 Durante casi dos décadas, y en época de las vacas gordas, Jim se las ingenió para plantar cara al consumismo y vivir con apenas 5.000 dólares al año (la media de los 7.000 millones de habitantes del planeta). Su experiencia fraguó en ese libro que ha dado la vuelta al mundo y que sigue siendo el compañero insustituible para todos aquellos que quieran recorrer la senda de la simplicidad y reducir a conciecia su huella ecológica.
Jim Merkel pasó largos inviernos en los bosques de Vermont, viviendo en una casa de madera de 60 metros cuadrados que él mismo construyó, cultivando más de la mitad de sus propios alimentos (nos sirvió un té de su propias hierbas, aderezado con miel de sus colmenas) y moviéndose sobre todo en bicicleta (y ocasionalmente en el viejo Honda Civic del 92 para distancias largas).
Pero su vida experimentó un nuevo giro "radical" al filo de los 50. Conoció a Susan Cutting, su media naranja. Tuvieron un hijo al que llamaron Walden, en homenaje al profeta de la simplicidad, Henry David Thoreau. Pasaron un tiempo en el centro de permacultura New Forest Institute, hasta que se instalaron finalmente en Belfast (Maine).
Allí se encuentra ahora Jim Merkel en inmejorable compañía, viviendo temporalmente en una yurta mientras da los últimos retoques a la casa familiar de 93 metros cuadrados en la que confían instalarse a partir de septiembre...
   "La radicalidad sigue ahí, aunque un poco templada por la edad. Mi amor por la madre Tierra no ha menguado un ápice. Ahora bien, a los 55 años, con una pareja y con un niño, es comprensible que tu perspectiva cambie. Digamos que no soy tan estricto como antes y tengo que llegar a ciertos compromisos para que mis decisiones no afecten a mi vida en familia".
    
"Tengo la suerte de contar con una compañera que comparte mis ideales", reconoce Jim. "De hecho, ella está muy involucrada en el grupo de Trannsición de Belfast. Pero los dos somos libres de tomar nuestras propias decisiones y procuramos no llevar el asunto al terreno personal".
De común acuerdo decidieron echar raíces en este pueblo de algo más de 7.000 almas en la deslumbrante embocadura del río Penobscot, donde la lengua del Atlántico se funde mágicamente con la fronda de los bosques...
"Sin las complicaciones de una ecoaldea o de una comunidad intencional, nos sentimos parte de una comunidad más extensa y vibrante. Susan se deja llevar más por las sensaciones, y ella está convencida de que éste es nuestro lugar. A mi me mueve más el "concepto", y aquí puedo trabajar mano a mano con gente comprometida, y seguir con mis clases de Sostenibilidad en el Unity College. Desde que trabajé para reverdecer desde dentro el campus de Dartmouth he querido estar muy en contacto con la gente joven en las universidades".

     








En el proyecto común de la casa "autoconstruida" ha cobrado forma y vida el espíritu de la simplicidad radical. Diseñada por una amiga arquitecta, Karolina Kaiwaka, está construida con pino y roble de los bosques cercanos y con materiales reciclados como el papel de periódico que contribuye al aislamiento.
Los criterios son muy cercanos a la "passivhaus", con ventanas de triple vidrio, cimientos con aislamiento térmico y el máximo aprovechamiento de la luz solar para el calentamiento.  Las placas térmicas proporcionan el agua caliente y las fotovoltaicas serán capaces de abastecer las mínimas necesidades energéticas. La casa funciona con un sistema de saneamiento seco y compostable. El agua la obtienen de su propio pozo...

"La idea es tener una serie de sistemas simples que funcionen incluso después de un huracán, junto otros no tan simples que nos hagan la vida más fáci. Después de dos años bombeando el agua mano, poner en marcha el bombeo eléctrico activado por el sol, para regar o poder bañarnos, ha sido un gran avance. Aún tenemos que hacer las visitas al pozo para el agua potable".
A sus tres años y medio, Walden ha asistido al crecimiento de la casa y ha contribuido con sus pequeñas manos al laborioso ensamblaje... "El niño está interesadísimo en cada aspecto nuevo de la construcción de la casa. Y al mismo tiempo ha visto crecer el jardín de permacultura en el que él mismo se sirve el desayuno. Para mí ha sido una grandísima experiencia tenerle cerca todo este tiempo. Gracias a él me mantengo joven".
Jim Merkel recuerda su propia juventud como si fuera casi otra vida. Nacido en Nueva York en 1958, se licenció como ingeniero eléctrico y acabó trabajando para el contratista militar TRW, vendiendo productos de alta tecnología a Irán e Irak cuando estaban en guerra. Su epifanía ocurrió en 1989, cuando apuraba una cerveza belga en un hotel de Estocolmo, mientras tramaba la venta al ejército sueco de su último ingenio: un ordenador que cabía en la palma de una mano y que era capaz de sobrevivir incluso a la onda expansiva de una bomba atómica...
"Recuerdo que los ojos se me quedaron clavados en la televisión."¡Desastre ecológico en Alaska!" El casco partido del Exxon Valdez no dejaba de escupir petróleo y ahí estaban los cormoranes estrangulados, y las focas asomando la cabeza ente la materia viscosa. Me sentí de algún modo cómplice de aquella tragedia".
"Yo era un joven ingenuo y acomodado que con una mano votaba a Ronald Reagan y con la otra sostenía el manillar de la bicicleta", recuerda Jim. "Mis visitas a Europa y a otros lugares de mundo me sirvieron para ver los efectos de las política imperialista e mi país, que aún resultan tan patentes... En vez de alimentar a nuestra propia gente, construimos drones para acabar con la vidas en otros países".
Tras su "conversión" de hace 24 años, Jim Merkel fue vicepresidente del Sierra Club de Santa Lucía en California, y poco después creó el Grupo de Trabajo para el Transporte Alternativo en San Luis Obispo. Pero fue su paso por Kerala (India) y los Himalayas lo que le hizo abrir los ojos. Allí  aprendió el valor real de la simplicidad y la solidaridad.
A su regreso creó el Proyecto para la Vida Global, con la misión imposible de enseñar a los norteamericanos a compartir equitativamente el planeta... "Los primeros 1.000 millones de habitantes toman 250 veces más que los últimos mil millones. En EEUU y en Europa tenemos la suerte de ser los primeros de la fila ¿Pero cómo hacer para que los últimos no se queden fuera del banquete?".
Su ejemplo de vida frugal, plasmado en "Simplicidad radical", ha cobrado precisamente un nuevo sentido ahora, en plena resaca del gran festín global... "Con crisis o sin ella, no podíamos esperar mucho más a hacer este ajuste. Se puede vivir mejor con menos, y se puede descubrir el valor de compartir, desde el coche hasta la casa, pasando por la comida o por los aperos para cultivar un huerto. Eso sí, hay que convertir ese descubrimiento de la simplicidad en una búsqueda apasionante, en una constante celebración. Al fin y al cabo lo hacemos por amor al planeta"
Carlos Fresneda                                                                                                                      Publicado en el blog EcoHéroes de El Mundo.es






El sol no puede esperar






















Todos los días es el Día de la Tierra en el Centro de la Vida Solar. Tal día como hoy, decenas de vecinos del Russian Valley convergen en este punto emblemático de la geografía california a celebrar con vino de la tierra todo el camino recorrido. El reclamo es inconfundible, dejando bien atrás San Francisco y a los pies la carretera 101: ahí tenemos los paneles de Solar 2000, con una capacidad instalada de 130 kilowatios, suficientes no sólo para autoabastecer el centro sino para calentar e iluminar a gran parte del pueblo de Hopland y sus mil almas.
La gran fiesta solar es sin embargo el 17 de agosto, y este año con un motivo especial: el Solar Living Center vuelve a levantar el vuelo tras las inundaciones que arrojaron por la borda en el 2005 todo el trabajo de una larga década. Como si fuera la metáfora del dique contra el que se estrellan las energías renovables, hubo que volver a empezar casi de cero y plantarle cara a las inclemencias (y después a la crisis).
A sus 63 años John Schaeffer, fundador del Solar Living Center, vuelve la vista atrás con cierta nostalgia y reconoce que el futuro ha dado algún que otro giro imprevisto: "Hippie una vez, hippie para toda la vida... Yo estudié Antropología en Berkeley y en enfilé hacia el norte en la época de "take back the land". Pasé por la Comuna Rainbow, y como tantos otros caí atrapado bajo el sol benigno y las colinas suaves del condado de Mendocino".
"Aunque lo cierto es que al principio teníamos una visión un tanto apocalíptica", reconoce. "La comuna era totalmente autosuficiente: generábamos nuestras propia electricidad, teníamos nuestro propio tratamiento del agua, cultivábamos nuestros alimentos. Creíamos que el petróleo se iba a acabar y que el sistema económico iba a colapsar, y que habría que recomenzar la vida a partir de las pequeñas comunidades. Estoy hablando de hace 40 años".
 La comuna pasó a la historia, pero aquella teoría y práctica de la supervivencia le vino muy bien a Schaeffer para abrirse paso en la vida... "Lo nuestro fue puro idealismo en acción. Y aunque luego vino la apisonadora de los ochenta, nuestra generación sacó una lección muy clara: teníamos una visión del futuro, lo que nos faltaban eran las herramientas".
Mientras vivía aún en la comuna, Schaeffer encontró trabajo como experto informático en Ukiah, y en sus idas y venidas al pueblo empezó a fantasear con la idea de abrir una tienda con todos los artilugios útiles para los "urbanitas" que como él buscaban un nuevo sentido a la vida en el campo. Así nació en 1978 Real Goods, con la misión de "hacer la "ecotopía" accesible al común de los ciudadanos".
 Real Goods –donde hoy se venden desde hornos solares a composteras, pasando por todo tipo de artilugios para una vida sostenible- fue el primer establecimiento en comercializar paneles fotovoltaicos en California. En 1986, convertido ya en una minicadena, abrió las puertas a la venta por correo y se convirtió en un referente mundial del comercio "verde".
Schaeffer pudo haber caído en la tentación de hacerse rico y vivir de las rentas de Real Goods, pero su incorregible idealismo le llevó a dar un paso más. Pionero en eso que hoy llamamos "crowdfunding", consiguió recaudar 3,6 millones de dólares para construir el Solar Living Center, algo así como una demostración del otro mundo posible. Encontró un terreno de cinco hectáreas, usado como vertedero en las afueras de Hopland y en la cuneta de la carretera 101. Se propuso convertirlo en un oasis.
Los arquitectos Sin Van der Ryn y David Arkin incoporaron las últimas técnicas de construcción pasiva y bioconstrucción. Los paisajistas Chris Tebbutt y Stephanie Kotin lo dispusieron todo alrededor de un calendario solar, incorporaron estructuras vivas, huertas orgánicas, estanques para depuración natural, patos, gallinas y hasta un cementerio testimonial de coches usados y devorados por la vegetación.
    









Dentro del centro hay por cierto una estación de biodiesel, varias bicicletas estáticas para generar velocidad y sistemas para la captación de agua de lluvia. Decenas de talleres y cursos –de instalaciones solares a construcción con balas de paja, pasando por la permacultura y la apicultura- se suceden en el Solar Living Center, por donde pasan todos los años más de 200.000 visitantes que se llevan a casa el lema final: "Convierte la inspiración en acción".
John Schaeffer llegó a imaginar un Centro de Vida Solar en cada estado norteamericano. En sus mejores sueños vio un panel solar sobre cada tejado en California y vislumbró la 101 convertida en una "autopista de hidrógeno".
 "Hemos hecho progresos, sí, pero las cosas han avanzado más despacio de lo que pensaba", reconoce. "La tecnología fotovoltaica no ha progresado con la rapidez que hacía falta para convertirla en una fuente de energía eficiente, barata y competitiva. Ha faltado también el impulso político, con más incentivos para incitar a la gente y a las empresas a hacer la transición hacia las energías limpias".
 "Nosotros hemos cumplido nuestra misión, que era hacer ver que se puede construir y vivir de un modo más sostenible, haciendo girar la vida alrededor del sol. Creo que hemos contribuido a nuestra manera a poner en marcha una tendencia que no se puede parar: la transición de los combustibles fósiles a las energía renovables".
El reto, según Schaeffer, está ahora en manos de la siguiente generación, que quizás encuentre la manera de romper el dique político y económico y sepa darle una nueva vuelta de tuerca tecnológica al viejo idealismo: "La Tierra no puede esperar. En cuarenta minutos, el sol nos proporciona la energía que necesitamos para todo el año. Tenemos que encontrar la manera de poderla aprovechar".
Carlos Fresneda

Josu Jauregi Serasola, pionero de la bioconstrucción

Fue miembro fundador de la Asociación de Estudios Geobiológicos y formó el Grupo de Amigos de la Bioconstrucción de Euskal Herria 

El arte de construir casas, cobijos, residencias, es universal. Existen obras feas, obras ingenuas e incluso tóxicas, y una parte de lo construido hasta ahora lo podríamos catalogar como agujeros negros para la energía (se escapa en ellas mucha de la utilizada de forma ineficaz). También se construyen estructuras proporcionadas, con agradables estéticas y formas, respetuosas con la cultura local, inteligentemente distribuidas para un uso eficaz y confortable utilizando la menor energía no renovable. Y, al mismo tiempo, de entre de estas, hallamos las construidas utilizando materiales de la mejor calidad biótica posible. Es aquí donde podemos ubicar el arte de la bioconstrucción.


Josu nació en tierras de verdor y humedad, en la aldea de Larraul, Guipúzcoa, entre bosques y hábiles
artesanos hacedores y rehabilitadores de casas. Su abuelo, además de campesino, fue cantero, y su padre, experto en estructuras de madera, para bien de la comunidad. Es posible que Josu no utilizara juguetes para izar sus primeras obras infantiles, al tener cerca tablas y piedras. Le metió mano pronto a la tradición laboral familiar y comenzó su periplo profesional hace casi 40 años, desde joven aprendiz a oficial, formándose por el camino de forma autodidacta. Y acompañando a su evolución personal y profesional supera a la construcción convencional percibiendo en la arquitectura popular algunos de los criterios de la bioconstrucción que comienza a aplicar en sus obras, y comenta que "a través de ella me he descubierto a mí mismo". Y, ¡mira por dónde!, es suscriptor de esta revista desde el número 7, donde ha encontrado inspiración desde el principio en los reportajes, comentarios y bibliografía relacionada con la arquitectura saludable y ecológica. Aunque también el interés por la bioconstrucción tuvo una causa física, ya que no se encontraba bien anímicamente con algunos materiales convencionales, por ejemplo, cuando azulejaba o preparaba y manipulaba los morteros técnicos. Y quizás por ello, y ya puesto, le picó a Josu el gusanillo cuando hará unos de 25 años se comenzó a hablar e indagar sobre cómo y por qué habitar casas más sanas.

Practica y se aplica en los principios de la geobiología y, junto con los de la biocontrucción, forman parte de sus mínimos para aceptar trabajos. Indica que ello aporta una escala más humana, más armonía con la salud de los ocupantes, con el entorno, reduce la huella ecológica y el gasto energético en la construcción, los materiales y durante la utilización de los espacios. Al durar más el edificio, menor es su coste energético y también una parte de los materiales pueden volver a utilizarse al final de su vida.

Como pionero, conectó con los primeros aparejadores y arquitectos sensibles a este tipo de construcciones, indagó en el mercado de materiales, encontrando y aplicando las planchas de aislante de corcho girones, la cal, los atrevidos termobloques cerámicos, los primeros aceites y pinturas de base vegetal y mineral llegados de Alemania. Josu fue miembro fundador de la Asociación de Estudios Geobiológicos (GEA) y formó el Grupo de Amigos de la Bioconstrucción de Euskal Herria.

Ha impulsado la microempresa familiar Biotxe (Biocasa), donde ahora son 5 trabajadores, y cuenta en su haber con 80 obras, por un igual al 50% en rehabilitaciones y obra nueva. Una de las más emblemáticas la realizó en el 2008, donde la empresa participó en la del Palacio de Igarza, en Beasain, donde las crónicas informan de una restauración que devolvió su aspecto original, hermoso y orgulloso. En la actualidad, andan con la rehabilitación de un edificio de 6 viviendas en Lezo, siendo la vivienda uni o bifamiliar lo más habitual en sus obras.

Lo hemos visto 'amar' al árbol, abrazarlo y hasta hablarle. Enamorado de la madera, acariciarla, cepillarla y situarla con mimo ya convertida en material constructivo en posición para servicial función. Vigas, forjados, plantas, cubiertas, porches, puertas y ventanas en los proyectos de Josu no pueden ser de otro material que no sea la madera procedente de una gestión forestal ordenada y sostenible. Es el roble local –árbol sagrado muy utilizado por los antepasados y del que se han encontrado estructuras en perfecto estado con más de 500 años– la madera que ocupa el primer lugar honorífico, y le siguen la del aromático cedro y las del cotidiano y bondadoso abeto. En sus labores de formador, lo hemos visto explicar sus experiencias y conocimientos en jornadas, ferias y talleres y, con uno en la mano, las partes de un segmento de tronco, con respeto supremo y la sabiduría que aporta la íntima convivencia. Le gusta decir que los bosques son el equilibrio entre planeta y los seres vivos que lo habitamos, una tierra sin bosque es una tierra estéril; con ellos, Amalurra o Pachamama esta en armonía. 


No son Pocas las veces en que sus vacaciones las distribuye en colaborar con proyectos sociales y solidarios, aquí y donde más falta hace, con sus manos y habilidades. Allá en el Valle Sagrado de Calca, en Perú, dirigió la construcción del Centro de Educación Ambiental y Desarrollo Humano de la organización GFU. En la imagen de la página anterior, lo vemos durante la preparación de la estructura del proyecto constructivo Llum de Sol, en Lleida. Y cuando esta revista esté en los kioscos, y junto con su hijo Eguzki, regresarán de África, donde como colaboradores de la ONG Etiopía Utopía habrán ayudado en labores de saneamiento de uno de los edificios de la organización, y con las manos en la masa, también en el edificio que será la primera clínica dental popular del país,en Wukro. Y como la pasión por el árbol le acompaña allá donde va, ha financiado y ayudará en una reforestación en la región.

Le pide a los nuevos de su ecogremio que sean aparejadores y arquitectos ávidos de servir a los requerimientos de clientes informados y demandantes de viviendas donde se apliquen criterios saludables y de la mayor eficiencia energética, ya que esto, a pesar de la burbuja que no afecta a las buenas obras, sigue su curso ascendente. Explica que hay proyectos visados por colegios oficiales que ya incorporan como materiales estructurales las balas de paja y el adobe (tierra compactada), por ejemplo, y que el salto a la aplicación más tecnológica y eficiente de los materiales naturales permitirá igualar costes por escala para que la vivienda nueva o rehabilitada bioconstruida se pueda generalizar, por el bien de todos y por respeto a este hermoso planeta, tan verde y azul.


Manolo Vílchez
Publicado en Integral 386, febrero de 2012
 

Héctor Conesa, arquitecto y creativo por el consumo consciente

Tras diez años de investigación, ha plasmado lo aprendido sobre sostenibilidad y consumo responsable en un mural educativo

Delante de un gran mural a todo color, colgado en un muro del recinto de una reunión de ecoaldeanos y pintado a mano, comienzo a mover la vista de un lado a otro, de abajo arriba, y leo y observo síntesis acertada de mucho conocido, veo e intuyo sabiduría. Miro aun colega y le digo: "¿Pero esto qué es?" Algo quizás muy parecido a las sensaciones de los que flipan en la Capilla Sixtina... ¡Menuda creación! Buscamos referencias y, sobre una mesita hecha con una caja de fruta cubierta por elegante trapillo, me hago con uno de los packs donde el gran mural –en cartulina a tamaño de folio grande, por las dos caras y a color– me hacen poseedor del descubrimiento. Leo: "El Círculo del Consumo presenta La Gran Aventura de Crear un Mundo Maravilloso a través del Consumo Consciente", por Héctor Conesa. Dejo la voluntad en el bote, busco al autor y no consigo dar con él, pero me voy para casa contento y con la obra bajo el brazo. Localizo en la wiki la definición de arquitecto, lo extrapolo de la matriz arquitectura y autocompongo: “Es el artista y técnico que proyecta y construye edificios y otras estructuras y espacios que forman el entorno urbano”. Y me doy licencia para incluir, sobre el humano que nos ocupa, esto: “Y no solo edificios. Un arquitecto de ideas hace también estructuras de significados y conocimiento, mapas sociales, espacios de comunicación, los visiona, obtiene información, la analiza y la lleva a más de una dimensión para hacerla inteligible y didáctica para el mayor número de observadores”.

No tardamos en encontrarnos. Y, con todo en su sitio, me recibe en la terraza de su estudio-piso de alquiler en el centro de Valencia. A modo de pared, rememorando mi encuentro ante la gran obra, cuelga el mural lleno de valores de lo sostenible, de lo hermoso, de lo renovable, de lo justo, de lo ético y solidario y también de lo erróneo, de lo feo, de lo equivocado. Para mí, es una historia de la verdad de nuestra civilización. Sobre dos sillas están las mascotas de los dos modelos de consumir productos. Y hasta una grúa de cartón –escala deseos de chavalín– de la que cuelga su última creación, la primera maqueta del proyecto Plegaplanos. En su conjunto, aquello era una auténtica obra de arquitecto hacedor de espacios para la comunicación... Unas brochetas de fruta fresca endulzan el momento.

Héctor Conesa, de profesión arquitecto, valenciano o murciano, se reconoce como del Mediterráneo. Ejerciendo durante los últimos 11 años, ha proyectado y firmado más de 100 expedientes, junto a su compañero arquitecto cooperante, Miguel Ángel Gómez, y en variadas ocasiones junto al ecoarquitecto Javier Segarra. Especializado en el pequeño cliente, se enfoca en trabajos a pequeña escala y muy próximos a la persona, centrados en arquitectura humana, doméstica y artesanal e incorporando criterios de bioconstrucción. Comenta que 'el Círculo del Consumo' es un quijotesco intento de dibujar el mundo, con la obsesión de poder entenderlo y explicárselo a los demás. ¿Por y para qué? Pues para poder tomar conciencia de cómo podemos, como ciudadanos y como consumidores, interferir en la transformación de la sociedad.

El protagonista es el mural a todo color más grande de la historia nunca antes dibujado bajo el enfoque del medioambiente y la solidaridad. Una persona es capaz, en tres horas, de enterarse de lo que está sucediendo en el mundo sin necesidad de pasar por el periplo que él ha pasado, una década de trabajo de investigación, recopilación y asistencia a todo tipo de foros. Una manera de encontrar rápido las relaciones de mucho de lo que los medios de comunicación generalista no sueltan. Delante del mural… ¡la información te provoca! Y te estimula a sentir el poder que cada cual tiene para seguir transformando este mundo hacia un lugar mejor donde vivir, eligiendo con conciencia lo que consumimos en cada instante de nuestras rutinas diarias.

El formato madre, el gran mural, es la enciclopedia visual de la cual parten otros formatos como el ecoatlas, que es el mismo póster resumido en miniatura, o el tebeo, donde los dos personajes de las sillas del comienzo, de nombres Consumo Consciente y Consumo Inconsciente, conversan entre ellos y reflexionan sobre el papel que tiene cada uno en el mundo. La brújula del consumo consciente resume todas las opciones éticas que existen sobre las formas de consumir. Es una hoja de ruta para ir avanzado personal y progresivamente en nuestra búsqueda de los distintos nortes hacia el mejor futuro. Héctor ofrece de forma universal, por un precio simbólico y desde la web, la descarga de todos los materiales de la obra El Consumo Consciente, imparte conferencias y, en ferias y eventos populares, expone el gran mural gigante.



Pleglapanos
es una creación de arquitectos de espacios. En este proyecto reciente le acompaña el diseñador gráfico Luis Martín y la arquitecta Empar Vañó, y contaron con un asesor inigualable, un familiar experto en troqueles de cartón, el señor Paco. Plegaplanos es el primer juego de construcción en cartón 100% ecológico aplicado a la arquitectura moderna. Trata de enseñar este noble arte a cualquier persona de una manera entretenida y educativa, gracias a unas espectaculares maquetas en cartón minimalista a escala 1:20, donde, acercando tu mirada, puedes sentirte que estás dentro. Van acompañadas de pequeños muñecos de cartulina. Son como esculturas de cartón que se pueden colgar del techo de casa con hilos. Una nueva experiencia plástica arquitectónica al alcance de cualquiera. Una manera de coleccionar espacios entre espacios. Actualmente está confeccionando el primer modelo dedicado al maestro Le Corbusier.

Plegaplanos, por supuesto, se ha desarrollado reflejando toda la ideología que El Círculo del Consumo transmite y, hasta en el último átomo del producto, ha prevalecido que tuviese un valor positivo en el ciclo de vida de materiales. Materiales reciclados, reciclables, renovables y biodegradables. Se ha diseñado desde la ética microempresarial no jerárquica, cooperativista, desde el enfoque de profesionales autónomos (donde se reparte los beneficios en relación al tiempo de dedicación de las partes) y ha sido elaborado en pequeños talleres de pueblos de la Comunidad Valenciana. Los productos los distribuyen a pequeños y medianos minoristas y se venden desde la web. Lo obtenido va vía directa al banco de cuentas éticas TriodosBank.

Héctor, espaciales gracias por tu labor, especiales deseos de que llegues hasta el último rincón de los espacios de este hermoso mundo a rediseñar por completo.

Manolo Vílchez
Publicado en el nº 378 de Integral, junio de 2011
Enlace a pdf original publicado


Integral + practica:
Contacto con Héctor por email para temas de consumo consciente, plegaplanos y servicios de arquitectura

Los tres espacios creativos de Hector Conesa se pueden conocer con detalle y derivarse desde aquí

Espacio de El Círculo del Consumo:
- Exposición permanente en internet de todas las láminas ilustradas con posibilidad de descargarlas todas por un precio simbólico y social.
- Conferencias sobre Consumo Responsable. Charla muy completa, estimulante y directa. Una síntesis  de gran cantidad de datos hilvanada con muchas reflexiones. Un taller intensivo de una hora y media en casi toda la actualidad de consumo responsable. Enfocado a centros educativos, sociales y diferentes colectivos.
- Exposición itinerante de El Póster, el mural más grande jamás dibujado sobre medioambiente y solidaridad. Para ferias ecológicas y eventos. Enfocado a ferias y eventos.
- El Círculo del Consumo. Donde se encuentra disponible el mural a todo color que ya conoces.
Espacio de PLEGAPLANOS:
El primer juego de construcción encartón sistematizado y aplicado a la arquitectura moderna. En el apartado de las 5Es podrás ver porqué este producto que acabamos de confeccionar es Ecológico y a la vez, Ético, Entretenido, Educativo y Espacial (por el protagonismo que tiene la arquitectura en él).
- Exposición infográfica y literaria de arquitecturas modernas de cartón en la web.
- Venta directa e información sobre tiendas para conseguir tu Plegaplanos. Vendemos a toda España.
- Hacemos talleres de Arquitectura Moderna y montaje de las maquetas. Enfocado para edades comprendidas entre los 14 años y los 16 años. En institutos para 3º y 4º de la ESO.


Espacio de Arena Arquitectura:
- Arena Arquitectura. El pequeño despacho artesanal afincado entre Valencia y Murcia.
- Redacción y dirección de obra de proyectos arquitectónicos de viviendas unifamiliares y obtención de constructor para ello. Tanto en la modalidad de nueva planta, reforma, rehabilitación, ampliación como derribo.
-Conferencias sobre Arquitectura Moderna y Arquitectura ecológica. Usamos maquetas y son muy dinámicas, interactivas, entretenidas y sociales.


Algunos de los proyectos realizados por Héctor Conesa: