El arte de construir casas, cobijos,
residencias, es universal. Existen obras feas, obras ingenuas e
incluso tóxicas, y una parte de lo construido hasta ahora lo
podríamos catalogar como agujeros negros para la energía (se escapa
en ellas mucha de la utilizada de forma ineficaz). También se
construyen estructuras proporcionadas, con agradables
estéticas y formas, respetuosas con la cultura local,
inteligentemente distribuidas para un uso eficaz y confortable
utilizando la menor energía no renovable. Y, al mismo tiempo, de entre de estas, hallamos las
construidas utilizando materiales de la mejor calidad biótica
posible. Es aquí donde podemos ubicar el arte de la bioconstrucción.
Josu nació en tierras de verdor y
humedad, en la aldea de Larraul, Guipúzcoa, entre bosques y hábiles
artesanos hacedores y rehabilitadores
de casas. Su abuelo, además de campesino, fue cantero, y su padre,
experto en estructuras de madera, para bien de la comunidad. Es
posible que Josu no utilizara juguetes para izar sus primeras obras
infantiles, al tener cerca tablas y piedras. Le metió mano pronto a
la tradición laboral familiar y comenzó su periplo
profesional hace casi 40 años, desde joven aprendiz a oficial,
formándose por el camino de forma autodidacta. Y acompañando a su
evolución personal y profesional supera a la construcción
convencional percibiendo en la arquitectura popular algunos de los criterios de la bioconstrucción que comienza a aplicar en sus obras, y comenta que "a través de
ella me he descubierto a mí mismo". Y, ¡mira por dónde!, es
suscriptor de esta revista desde el número 7, donde ha encontrado
inspiración desde el principio en los reportajes, comentarios y
bibliografía relacionada con la arquitectura saludable y ecológica.
Aunque también el interés por la bioconstrucción tuvo una causa
física, ya que no se encontraba bien anímicamente con algunos
materiales convencionales, por ejemplo, cuando azulejaba o preparaba y manipulaba los
morteros técnicos. Y quizás por ello, y ya puesto, le picó a Josu
el gusanillo cuando hará unos de 25 años se comenzó a hablar e
indagar sobre cómo y por qué habitar casas más sanas.
Practica y se aplica en los principios
de la geobiología y, junto con los de la biocontrucción, forman
parte de sus mínimos para aceptar trabajos. Indica que ello aporta
una escala más humana, más armonía con la salud de los ocupantes,
con el entorno, reduce la huella ecológica y el gasto energético en
la construcción, los materiales y durante la utilización
de los espacios. Al durar más el edificio, menor es su coste
energético y también una parte de los materiales pueden volver a
utilizarse al final de su vida.
Como pionero, conectó con los primeros
aparejadores y arquitectos sensibles a este tipo de construcciones,
indagó en el mercado de materiales, encontrando y aplicando las
planchas de aislante de corcho girones, la cal, los atrevidos termobloques
cerámicos, los primeros aceites y pinturas de base vegetal y mineral llegados de Alemania. Josu fue miembro
fundador de la Asociación de Estudios Geobiológicos (GEA) y formó el Grupo de Amigos de la
Bioconstrucción de Euskal Herria.
Ha impulsado la microempresa familiar
Biotxe (Biocasa), donde ahora son 5 trabajadores, y cuenta en su
haber con 80 obras, por un igual al 50% en rehabilitaciones y obra
nueva. Una de las más emblemáticas la realizó en el 2008, donde la
empresa participó en la del Palacio de Igarza, en Beasain, donde las
crónicas informan de una restauración que devolvió su aspecto
original, hermoso y orgulloso. En la actualidad, andan con la rehabilitación de un edificio
de 6 viviendas en Lezo, siendo la vivienda uni o bifamiliar lo más
habitual en sus obras.
Lo hemos visto 'amar' al árbol,
abrazarlo y hasta hablarle. Enamorado de la madera, acariciarla,
cepillarla y situarla con mimo ya convertida en material constructivo
en posición para servicial función. Vigas, forjados, plantas,
cubiertas, porches, puertas y ventanas en los proyectos de Josu no
pueden ser de otro material que no sea la madera procedente de una
gestión forestal ordenada y sostenible. Es el roble local –árbol sagrado muy
utilizado por los antepasados y del que se han encontrado estructuras
en perfecto estado con más de 500 años– la madera que ocupa el
primer lugar honorífico, y le siguen la del aromático cedro y las
del cotidiano y bondadoso abeto. En sus labores de formador, lo hemos
visto explicar sus experiencias y
conocimientos en jornadas, ferias y talleres y, con uno en la mano,
las partes de un segmento de tronco, con respeto supremo y la
sabiduría que aporta la íntima convivencia. Le gusta decir que los
bosques son el equilibrio entre planeta y los seres vivos que lo
habitamos, una tierra sin bosque es una tierra estéril; con ellos,
Amalurra o Pachamama esta en armonía.
No son Pocas las veces en que sus
vacaciones las distribuye en colaborar con proyectos sociales y
solidarios, aquí y donde más falta hace, con sus manos y
habilidades. Allá en el Valle Sagrado de Calca, en Perú, dirigió
la construcción del Centro de Educación Ambiental y Desarrollo
Humano de la organización GFU. En la imagen de la página anterior,
lo vemos durante la preparación de la estructura del proyecto
constructivo Llum de Sol, en Lleida. Y cuando esta
revista esté en los kioscos, y junto con su hijo Eguzki, regresarán
de África, donde como colaboradores de la ONG Etiopía Utopía
habrán ayudado en labores de saneamiento de uno de los edificios de
la organización, y con las manos en la masa, también en el edificio
que será la primera clínica dental popular del país,en Wukro. Y como
la pasión por el árbol le acompaña allá donde va, ha financiado y
ayudará en una reforestación en la región.
Le pide a los nuevos de su ecogremio
que sean aparejadores y arquitectos ávidos de servir a los
requerimientos de clientes informados y demandantes de viviendas
donde se apliquen criterios saludables y de la mayor eficiencia
energética, ya que esto, a pesar de la burbuja que no afecta a las
buenas obras, sigue su curso ascendente. Explica que hay
proyectos visados por colegios oficiales que ya incorporan como
materiales estructurales las balas de paja y el adobe (tierra
compactada), por ejemplo, y que el salto a la aplicación más
tecnológica y eficiente de los materiales naturales permitirá
igualar costes por escala para que la vivienda nueva o rehabilitada
bioconstruida se pueda generalizar, por el bien de todos y por
respeto a este hermoso planeta, tan verde y azul.
Manolo Vílchez
Publicado en Integral 386, febrero de 2012
- Biotxe, asesoría en
bioconstrucción y servicios profesionales, por parte de Josu,
contacto email · tel.: 943 691 151 - Fundación Etiopiautopia
- Asociación de Estudios Geobiológicos (GEA)
1 comentario:
Buenas
Ha nacido Ekian, Asociación de Profesionales de Bioconstrucción de Euskadi: http://ekian.es/es/
Saludos
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