Mientras preparábamos la primera acción sobre el terreno del Solar For Hope, ensayo de cooperación solar realizado por ciudadanos urbanos total: un cocinero, un mecánico y un periodista, Arregy, y sus desviaciones de nombre que hemos manejado, Arreguy, Aregay, etc... siempre estuvo en el listado y las ganas de ir siempre fueron intensas. Carlos lo ubicó como objetivo desde el principio, y con su trabajo de comunicación, allá tenía a uno de sus 5 españoles con sus visiones del Haití post rotura que este fin de semana verán los lectores del papel en El Mundo.
Llegamos a Jacmel, después de dos horas con salida caótica de Puerto Príncipe, y sorteado un puerto de montaña donde la visión del interior de Haití, de su foresta tropical que queda en pie (quizás aqui esta ese 2% que queda) y del aire limpio que necesitabamos como el agua, ha sido supremo regalo. Jacmel sale en las guías como de lo más bonito de la región, playas y puerto de pescadores. José Andrés ha aparecido con dos carretillas llenas de papeo, no es la primera vez.
El carbón vegetal color negro muerte, a sacos y cubillos, la carne llena de moscas, y la habilidad de sortear el gentio con carretillas a toda pastilla, han hecho de la visita al mercado, un flipe total. Aquí la normativa de sanidad es algo que no se sabe que es y si apareciera alguno de los inspectores con los que me he cruzao en ocasiones en ciudades limpias, tendría un shock traumático garatizado.
Como bulle la gente, y como dicen más de tres, es tremendo lo que se podría hacer con un país con 9 millones de emprededores.
Vamos con dos 4x4, la tartanilla comentada en otro post con el fato solar y otro donde van dos fotógrafos americanos y el equipo de prensa del SFH, Carlos.
La pista sale al poco de Jacmel y el bonachón de Oswald, nuestro conductor, se nos pierde más de dos veces hasta que hay que tomar medidas. Yo con la diarrea dando avisos, papel higiénico en la mano por si acaso y unos baches tremendos, vivo una subida a Arregy que nada tiene que ver como con el cielo, vaya, camino de épica. Después de un cruce con indicador, algo no muy habitual y preguntando a todo quiski, llegamos a la cima del valle y resulta que no es, que eran 20 minutos más abajo, bueno, aquí mi estomago ya ha llegao tocao y pensar y vivir la perdida de tiempo y la bajada bacheada me han hecho acabar mareao perdió dando gracias a la vida cuando el cobijo de las hermanas de Madre Laura ha aparecido y un parábola K14 en el jardín me ha hecho como sentirme en casa.
Allá estaban Julian, Elena y Dori de ISFPV, junto a Miguel, Jon e Iker de Lanbi Elkartea, dedicados a facilitar la educación en la zona. Las hermanas Agathe y Lina, varias veces contactadas para los preparativos, nos sientan a la mesa y me tiro de cabeza al arroz, la lentejas y un bandejón de papatas fritas que me hacen sentirme en el paraíso, regado con bendita agua, de marca Fonbella, de la que me miro la etiqueta y me voy a la que se bebe en las tierras de mi cotidianidad por las que me muevo. Aquí, en parte, tiene sentido saludable para un visitante ocasional hidratarse con algo más de seguridad.


Fotos de retrato para Julian cooperante, que Carlos ha incluido en su repor, médico de profesión y fotografo total, (gracias Julian por las fotos de la entrega de materiales), voluntario sin remedio en causas justas. Fotos y entrevista a la hermanas y diálogos cruzados sin parar sobre el lugar, sus gentes, sus vidas, la energía, los accesos... Un nuevo centro de salud que ya tiene financiación desde la solidaridad de ese país tan verde y tan querido allá por el Cantábrico es en la actualidad la obra magna todavía en plano y con tierra ya comprada que Julian y el equipo de ISFPV aportan al lugar en su planificación, siempre pensando en los jornales que va a propiciar a las gentes del lugar que van a construir su dispensario. Nos ilusiona lo comentado sobre que en el jardín del centro, las cocinas parabólicas cumplirán un papel destacado como sistema para la preparación de la comida de los familiares que acompañarán a sus enfermos, y que podrán conocer in situ las virtudes de no buscar, transformar y quemar tanto negro carbón cuando el divino sol invade esos futuros metros cuadrados.


Hasta la cafetera que hemos traído para demos y el téster que llevamos para verificar pequeños ajustes allá se han quedao y el electricista del pueblo quizás resuelva la tarea de la revisión de la instalación solar. José Andrés ha empezado a descargar algunas de sus pertenencias mientras se despedia emocionao y con la petición de las hermanas y los cooperantes al unísono de una preparación de comida solar con su toque especial de chef. Demos tiempo.
Los fotografos van y han ido a la suya y antes de llegar atormentan a Carlos con lo díficil del retorno si hay tormeta, y tal y cual, Carlos esta a punto de mandarlos a la ...playa, me cuenta. Sus prisas me agobian y yo los mando directamente a uno lugar menos agradable. Meterme prisa mientras doy el el tallercillo de iluminación solar es parecido a un atentado.
Se marcha el primer buga de creativos, y me quedo con Oswald al que no le arranca el coche, ¡¡ Haití, Haití y las ganas de apoyar la economía local contratando tartanas ¡¡ y aparecen al momento Jon e Iker de Lanbi Elkartea con la batería del 4x4 del proyecto, que llevan 7 años conociendo el lugar y que si no fueran de tez blanca pasarían por locales sin dificultad. Primera reparación. Despedida y al rato, a los gritos de Oswald y en una pendiente tremenda, no tardan en parecer con su 4x4 y cargaos de colegas locales para cambiar de nuevo la batería, arrancar, y seguir. Mientras estamos allá una llamada anuncia que el primer buga se ha quedao tirao pero con el motor roto. Pobres fotografos y menuda aventura. Llegamos y el chofer anda con la bomba de la gasolina, al rato arranca y le damos besos en la frente, la noche más oscura imposible y pillo a José Andrés con los locales pasándoles desde su mac uno de sus repor en la TV. Aquella escena de nuestro coche que no se puede parar, del otro que sale pa lante porque el conductor es mucho más que eso en habilidades, la improvisada pantalllas a colores y los tres vascos como por su casa, hacen que sea magia lo que si estuvieramos solos sería cangelo total.
Llegar al hotel y meterse debajo de la ducha ha sido como un regalo, aunque el más preciado es sertirse parte por unos días de este país único.
Manolo Vílchez
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