Pensamos y sentimos que por qué no lo imposible en tiempos ordinarios se puede convertir en factible en tiempos extraordinarios. Los ejes políticos y economicos, se manejan por una minoría hija predilecta del capitalismo. Indagar en la construcción de la resiliencia, reencontrar valores no rentables para pocos pero vitales para los muchos, anhelar un mundo sin perdedores, escribimos sobre personas y organizaciones que estimulan a cambiar hacia un mundo mejor. Carlos Fresneda y Manolo Vilchez
Washington, capital “cool”
Quien más ha contribuido al “enfriamiento” de Washington es sin duda Steve Coleman, activista local y devoto de los parques. Hace dos años creó Cool Capital , y desde entonces ha arrancado el compromiso de decenas de instituciones, empresas, universidades y hasta de la mismísima Catedral Nacional de Washington para reducir la emisiones de CO2 en 450.000 toneladas (y ahorrar de paso 100 millones de dólares).
Steve Coleman y Maria Carolina Pulido en la embajada "cool" de Washington
Con Coleman coincidimos a los pies de la Casa Blanca durante la campaña electoral . En plena cuesta arriba de la era Bush, el ciclista impenitente vaticinaba la “remontada” del candidato negro y expresaba así su particular sueño: “Si logramos canalizar toda la energía que ha puesto en marcha Obama hacia el cambio climático, otro gallo cantará”.
Volvemos al reclamo de Coleman, en un Washington cuajado como nunca antes de bicicletas. La “meta” es esta vez en los altos de Adams Morgan y a las puertas ese edificio neorenacentista que fue embajada de Hungría y Brasil, antes de reconvertirse en lo que ahora es: la embajada “cool” de Washington. María Carolina Pulido, curtida en el arte de las dos ruedas allá en Bogotá, pedalea ahora su flanco, adaptando el mensaje para la comunidad latina...
Todos podemos ser “carbon busters” (cazadores de carbono). En nuestra casa o en nuestra oficina, o camino del trabajo, podemos reducir nuestras emisiones con gestos tan simples como usar el transporte público o la bicicleta, cambiar a las bombillas de bajo consumo o poner en marcha medidas muy elementales de eficiencia y ahorro energético.
En esto consiste el “reto” de Cool Capital: embarcar a los 600.000 vecinos de Washington y su área metropolitana en una especie de “pacto ciudadano” para reducir las emisiones. El objetivo este año es “ahorrar” un millón de toneladas de dióxido de carbono, y en eso están, esperando a ver si el inquilino de la Casa Blanca arrima el ascua (Nancy Pelosi ya lo ha hecho en el nombre de la Cámara de Representantes).
Después de todo el “tiempo perdido”, como dijo el lunes Hillary, algo más que el clima está cambiando en Washington y alrededores. Más de 400 ciudades se han unido ya bajo el emblema de las “cool cities” y con el compromiso de cumplir con Kioto en el 2012. Seguiremos dando cuenta de esta metamorfosis urbana que empezó también a gestarse antes de la llegada de Obama. Próxima parada, Chicago.
Carlos Fresneda desde Washington
Publicado en Crónicas desde EE.UU de El Mundo
EEUU ANUNCIA UN GIRO “VERDE” EN LA LUCHA CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO
NUEVA YORK.- Hillary Clinton aseguró ayer que Estados Unidos está “lista para liderar la lucha contra el cambio climático” y aseguró que su país recuperará “el tiempo perdido”. Haciendo eco al presidente Obama, y recogiendo uno de los temas predilectos de su campaña electoral, la secretaria de Estado abrió en Washington el Foro sobre la Energía y el Clima, que allanará el camino a la cumbre de la ONU sobre el cambio climático de diciembre en Compenhague.
El propio Obama, como gesto simbólico de ruptura con la Administración Bush, ha decidido convocar a las 17 mayores economías en Washington en un momento especialmente comprometido. El Congreso debate estos días la ley del cambio climático, auspiciada por los demócratas Henry Waxman y Edward Markey, con el objetivo de limitar un 20% las emisiones de CO2 en el 2020 y poner en marcha un mercado de bonos de carbono similar al de la Unión Europea.
Pese al respaldo inicial de la Casa Blanca, la ley del cambio climático se enfrenta a grandes obstáculos, sobre todo en el Senado. La oposición republicana la rechaza en bloque y un grupo de demócratas moderados ha expresado su preocupación por el impacto económico sobre los contribuyentes. El ex vicepresidente Al Gore instó el viernes pasado a sus señorías a apobar la ley y recalcó que es un “imperativo moral” para Estados Unidos.
“El presidente y toda su Administración nos hemos comprometido a hacer frente a este asunto y vamos a actuar”, declaró enérgicamente Hillary en la apertura del foro. “Estados Unidos dejará de estar “ausente””.
Clinton rebatió a los escépticos del cambio climático y advirtió que “la amenaza es global en su alcance, pero local y nacional en su impacto”. “Sabemos que el cambio climático amenaza la vida, y que la desertificación y la subida del nivel del mar está generando una competición cada vez mayor por los alimentos, el agua y los recursos”.
“Hemos visto también los peligros que estas tendencias tienen en la estabilidad de las sociedades y de los gobiernos”, añadió la secretaria de Estado. “Ningún otro asunto a los que tenemos que hacer frente hoy puede acarrear unas mayores consecuencias a largo plazo o tener un mayor potencial para alterar el mundo para las futuras generaciones”.
Rubricando el compromiso de Estados Unidos, el nuevo enviado especial para el Cambio Climático, Todd Stern, aseguró que el Departamento de Estado “trabajará duro porque lo que nos jugamos es mucho y el tiempo apremia”. Desde la Casa Blanca, la consejera especial de Obama para el cambio climático, Carol Browner, ha prometido acortar la distancia que aún separa a Estados Unidos de la Unión Europea.
Browner, ex directora de la Agencia de Medio Ambiente durante la era Clinton, trabajó codo a codo durante años con Al Gore, que ha conseguido “empotrar” a varios de sus más estrechos colaboradores en la Administración Obama, como el nuevo asesor para Empleo Verde Van Jones. El último fichaje ha sido el de Cathy Zoi, hasta hace unas semanas director de la Alianza por la Protección del Clima, que acaba de llegar a Washington en calidad de subsecretaria en el Departamento de Energía, a las órdenes del premio Nobel Steven Chu.
Los vasos comunicantes entre la Administración Obama y Al Gore han reforzado las esperanzas de la Unión Europea y otras potencias participantes en el foro –especialmente China e India- que confízan en arrancar a Washington un compromiso real esta misma semana que sirva para despejar el camino hacia Dinamarca.
La Administración Obama se enfrenta sin embargo aún a serias resistencias internas. Según un estudio del Centro para la Integridad Pública, el lobby eléctrico contrató el año pasado a 2.430 “lobistas” y aumentó un 300% el gasto para presionar a los legisladores republicanos y demócratas.
La oposición republicana y un buen número de congresistas y senadores demócratas siguen oponiéndose a la fijación de un límite en las emisiones y en la creación de un sistema de bonos de carbono por considerar que se trata de “un impuesto encubierto que acabará pagando el contribuyente”.
Pese a la promesa de Barack Obama de ser “un contribuidor activo al proceso que lleva hasta Compenhague y más allá”, el presidente tendrá que romper primero el muro de contención que existe dentro de su propio país, donde el “lobby” de las energías fósiles y la “avanzadilla” de las renovables libran en estos momentos un palpitante pulso por el futuro energético del país, con la crisis económica y las ayudas federales como oleaje de fondo.
Carlos Fresneda
Publicado en sección Ciencía de El Mundo, 28.04.2009
AL GORE URGE AL CONGRESO DE EEUU A QUE APRUEBE LA LEY DEL CAMBIO CLIMÁTICO
En el banquillo opuesto estuvo su viejo antagonista, Newt Gingrich, reconvertido ahora en experto republicano sobre el cambio climático. Gingrich condenó a la hoguera la ley impulsada por los demócratas Henry Waxman y Edward Markey por considerar que “ignora la economía y la seguridad nacional, además de crear una mayor burocracia y no resolver el problema de las emisiones”.
La Administración Obama respalda en principio la propuesta de los congresistas demócratas, aunque el secretario de Energía Steven Chu ha pedido más tiempo para estudiarla a fondo. El bloque republicano ha boicoteado la ley por considerarla demasiado “radical”.
La mayoría demócrata podría impulsar su aprobación en la Cámara de Representantes, pero el destino de la ley en el Senado está pendiente de un hilo por las resistencias de varios demócratas moderados.
“Nuestro país no puede soportar más el status quo”, insistió Al Gore, en su comparecencia ante el Comité de Energía y Comercio de la Cámara de los Representantes. “No podemos soportar la inestabilidad de los precios de la gasoliona, la pérdida de empleos, el cierre de nuestras factorías y el envío de 2.000 millones de dólares cada 24 horas a países extranjeros a cambio de su petróleo”.
El mano a mano entre Al Gore y Newt Gingrich ha coincidido con las revelaciones en primera página del New York Times: la Coalición Global del Clima –donde se daban la mano los lobbys del petróleo, el carbón y el automóvil- ignoró las advertencias de sus propios expertos que hace 14 años admitieron que “el potencial impacto de las emisiones de CO2 por la actividad humana está bien establecido y no puede ser negado”.
Andrew Revkin, especialista del New York Time en cambio climático, recalca cómo la Coalición Global del Clima desoyó la opinión de sus propios científicos y financió campañas cuestionando la contribución humana al cambio climático y boicoteando las leyes que prentendían fijar un límite a las emisiones.
El activista y escritor británico George Monbiot compara la estrategia del lobby de los combustibles fósiles con la usada en su día por la industria del tabaco, cuando ocultó los estudios que vinculaban los cigarrillos con el cáncer de pulmón.. “No tuvieron que ganar ningún argumento para triunfar”, advierte Monbiot. “Les bastó con crear la mayor confusión posible”.
Carlos Fresneda
MAS CIFRAS VERDES PARA EL CAMBIO
350 ppm (partes por millón de CO2)
Bill McKibben y el equipo de 350.org comentan que 350 es el número más importante del planeta. Sin contar con los 'fósiles' negacionistas, los científicos indican que es necesario reducir la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera a 350 partes por millón si no queremos causar un enorme e irreversible daño a todo lo vivo de este planeta, nosotros incluidos. Ahora estamos pasando las 387 ppm. Una de las más creativas campañas ambientales nos convoca a organizar nuestra propia acción el 24 de octubre.
Plan B -80 / 20 / 20
Me he tomado la libertad de alternar la propuesta europea del 20/20/20 para reducir un 20% las emisiones para el año 2020 y mitigar los efectos del cambio climático. Una vez informado gracias a la excelente traducción del 'Time for Plan B: cutting carbon emissions 80% by 2020'. He quitado el 20% y le he colocado el 80% que propone una de las mentes más lúcidas y coherentes del panorama ecoglobal, Lester Brown (wiki).
25 años de camino a la verde paz
Durante mayo, Greenpeace celebrará sus 25 años de trabajo en España. No te pierdas las celebraciones de la organización ecologista y no te olvides de celebrar los aniversarios con la organización local socioambiental a la que pertenezcas. Quizás no tendremos un futuro divertido si no lo imaginamos como una celebración amorosa de nuestras posibles utopías, ahora que son tan necesarias.
Más de 51.731 (30.03.2009)
Yo soy antinuclear porque considero que las centrales nucleares no sirven para nada en el mundo que quiero. Te recomiendo conocer la verdad sobre ellas y no los cuentos de sus negociantes. Si te convences, y así lo espero, no te olvides de aumentar la cifra de los que ya somos antinucleares, sumándote en la página web
Manolo Vilchez
Publicado en Natura 35 (abril) de El Mundo
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Artículo relacionado: Unas cuantas cifras para el cambio
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EL AUTENTICO "RAIN MAN"
“El agua de lluvia es la única que merece ser embotellada”, se explica Richard “Rainwater”. “Creéme, no probarás nada mejor en el mundo. Yo ya no puedo beber otra cosa porque todo lo demás me sabe a tierra”.
Richard nos invita a saciar la sed del camino con “Jugo de Nubes”, y el líquido celestial se evapora casi entre las manos y la garganta. Le preguntamos que cuál es el secreto: “La magia de la naturaleza... Con una pequeña ayuda de la ósmosis inversa”.
Seis años lleva Richard sacándole jugo a las nubes y vendiéndolo (unos 3.600 litros a la semana) en una radio de cuarenta kilómetros. Fue en la cercana Austin, el oasis de Texas, donde tuvimos por primera vez noticias de este purgatorio llamado Tank Town. Hasta allí se llega -por inercia o por ósmosis- siguiendo los remontes suaves de la carretera 290, entre encinas y alcornoques, dejando atrás el pueblo de Dripping Springs y torciendo a la derecha en Rainwater Drive.
No hay pérdida posible. Los gigantescos tanques de agua, pintados de azul, verde y rosa, brillan con luz propia en medio de la dehesa. Una botella gigante y un vistoso cartel rojo nos advierten: “Hecho en entre el cielo y la tierra”. Más de un millón de litros de agua de lluvia están allí, almacenados, como si esperaran el día de la gran sed de Texas.
“Esta zona es basante seca y podemos pasarnos hasta 75 días sin lluvia”, asegura Richard. “Aquí tenemos básicamente dos estaciones: el verano y el no-verano. Llevamos varios años padeciendo la sequía y cada vez viene más gente a pedirme agua. Yo les digo: aprended a recolectar la lluvia. En países como Australia, la gente está obligada por ley, y en las zonas áridas de Texas –o el sur de España- también debería ser así”.
“No existe una cultura del agua”, se lamenta Richard, autor de varios libros y vídeos de divulgación como “Recolección del agua de lluvia para los mecánicamente impedidos”, donde queda constancia no sólo de sus conocimientos sino de su intransferible sentido del humor: “Quienes diseñaron los tejados de alquitrán y gravilla, merecerían ser enterrados bajo alquitrán y gravilla”.
“Cualquier persona que viva bajo un techo puede se capaz de recolectar el agua de lluvia y aprovecharla para el uso doméstico”, asegura Richard. “Basta con habilitar una superficie para la captación, que puede ser incluso un balcón, canalizar el agua con tuberías, hacerla pasar por un filtro básico, bombearla si hace falta y almacenarla en un tanque metálico o de fibra de vidrio donde puede aguantar años”.
En Tank Town encontramos también filtros de carbón activo, sistemas de rayos ultravioleta, o mecanismos más sofisticados de potabilización por ósmosis inversa. “Por una inversión total de 3.000 a 5.000 dólares, cualquiera puede tener en casa un sistema totalmente autosuficiente para la gestión de un agua más pura que la que sale del grifo”, palabra de Richard “Rainwater”. “Cualquier persona, para sus necesidades básicas, requiere no más de 100 a 120 litros diarios, como solemos hacerlo mi mujer y yo... Y no somos mártires”.
“Pero tenemos que aprender a valorar cada gota como si fuera la última”, añade el “señor” de la lluvia, que nació en Palo Alto (California) y exprimió el “verano del amor” hippie antes de arraigar bajo los cielos inmensos de Texas. “Igual que ocurre con la energía, tenemos que saber aplicar la eficiencia para ahorrar hasta el 30% del agua que derrochamos. Tres cuartas partes del agua que consumimos se nos va en el riego... Si tenemos un huerto, el gasto está más que justificado. ¿Pero por qué esa obesión por alfombrar de césped el desierto?”.
Richard “Rainwater” nos lleva hasta el rincón más alto de Tank Town, donde ha creado un pequeño estanque canalizando con plásticos el agua que baja desde una colina cercana. Allí, entre gansos y patos, se toma un pequeño respiro y vislumbra el siguente gran paso hacia el futuro líquido: “Vamos a instalar placas fotovoltaicas para completar el proceso. Agua de lluvia “solar”... ¿Quién quiere un trago?”
Carlos Fresneda, enviado especial
Enlace a pdf edición completa Natura 35
Enlace a post vinculado: Por amor al agua...
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POR AMOR AL AGUA...
Más de mil millones de humanos –la sexta parte de la población mundial- carece de acceso a agua potable y limpia. Más de dos millones de niños mueren todos los años por enfermedades contraídas por beber agua contaminada. Con el dinero que los países industrializados se gastan “embotellar” el agua, quedaría saciada la sed en el mundo.
“Muchos han sobrevivido sin amor; nadie ha sobrevivido sin agua”… La cita de W.H. Auden abre en silencio el documental que nos llevará de Cochabamba (Bolivia) hasta Alwar (India), pasando por Suráfrica, Australia o Estados Unidos. Las luchas de los ciudadanos contra la privatización del agua, las movilizaciones contra gigantes como Suez, Vivendi o Coca Cola o las batallas legales contra Nestle Waters en Mecosta (Michigan) se suceden con imágenes que captan la esencia del agua y con opiniones de expertos como Rajendra Singh o Maude Barlow, autora de “El Pacto Azul”.
"La idea de que el agua ha estado y estará siempre con nosotros es muy equivocada”, sostiene Barlow, el alma (líquida) del documental.. “Las multinacionales han decidido que el agua es más importante que el petróleo y el problema va a ser cada vez más acuciante.. Por eso es necesario que se reconozca el derecho al agua en un artículo específico de la Declaración de Derechos Humanos de la ONU, antes de que sea demasiado tarde”.
“El agua es de todos y no debemos permitir que los intereses privados se apropien de ella”, declaraba la directora Irena Salina en la presentación del documental en el Festival de Sundance. “Después del aire, es el elemento más vital que existe. Nuestro reto como especie humana debería ser ése: ni un solo niño sin agua limpia y potable”.
Carlos Fresneda, enviado especial a Austin
Publicado en Natura 35, de El Mundo
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post vinculado: el auténtico Rain Man
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LA REVOLUCIÓN DE LA INTELIGENCIA ECOLOGICA
Daniel Goleman insta en su nuevo libro a conocer el impacto ambiental de todas nuestras acciones.
No basta con reciclar. Ni con comprar alimentos biológicos. Ni con cambiar las bombillas o desconectar los enchufes... “Esos pasos son necesarios pero insuficientes, porque lo que hay que cambiar realmente es nuestro modo de pensar. Todos nuestros actos tienen un impacto en el medio ambiente: negarlo es de ignorantes”.
Estamos al habla con Daniel Goleman, el autor de “Inteligencia Emocional”, que acaba de darle una nueva vuelta de tuerca al concepto con “Inteligencia Ecológica” (Kairós). A más de uno le sonará a “oportunismo verde”, pero lo que propone Goleman es un concepto tan revolucionario como el que le hizo célebre en los años noventa.
La revista “Time” acaba de destacar su nuevo libro entre las “Diez ideas que están cambiando el mundo”. La “idea” no es nueva. Hace cuatro años, el psiquiatra Ian McCallum publicó una obra del mismo título que fue un “bestseller” en Africa. “Nos cuesta admitir que somos parte de la gran diversidad de la naturaleza”, advierte McCallum. “Nos hemos colocado ignorante y arrogantemente en el vértice de la creación, y va siendo hora de bajarnos de ese precario pedestal”.
Daniel Goleman recoge ahora el testigo y entra a trapo en la cuestión de nuestra “ignorancia ecológica”. “El problema tiene su raíz en la desconexión profunda entre el hombre y la naturaleza que se produce con la revolución industrial”, declara el autor a El Mundo, desde su retiro bucólico en los bosques de Massachusetts.
“ Mientras la gente vivía en las granjas y en contacto con la tierra, existía una “memoria ecológica” que pasaba de generación en generación”, agrega Goleman. “Con la inmigración masiva a las ciudades ese conocimiento se perdió, y también el contacto directo con los ciclos de la naturaleza. Hemos levantado una barrera que nos aísla del mundo natural y nos impide ver las consecuencias de nuestros actos”.
Goleman se ha propuesto combatir esa “ignorancia” con la herramienta más básica: información. “Cuando la gente conozca el coste real de todo lo que consumimos, cambiará radicalmente de comportamiento”, asegura. “Estamos a las puertas de una revolución ecológica que va a consistir ni más ni menos que en la divulgación de ese conocimiento que hasta ahora ha sido ocultado a la opinión pública”.
Calcular la huella de carbono de los productos no es más que el principio, según Goleman. “Los ecologistas industriales llevan más de una década perfeccionando alternativas más completas como la evaluación del ciclo de vida (LSA), que permite calcular el impacto de un producto durante su fabricación, transporte, uso y tratamiento como “desecho”. En internet hay ya herramientas como GoodGuide.com, que evalúa hasta 70.000 productos por su impacto ecológico”.
Tarde o temprano, vaticina Goleman, “los productos tendrán un precio ecológico y las empresas rivalizarán por reducirlo para atraer al consumidor compasivo, aquel que ha decidido alinear sus valores con sus dólares”. Le preguntamos si no existe el riesgo de caer en un nuevo “elitismo ecológico”, con una minoría que tendrá acceso a esa información privilegiada a tavés de su iPhone y una mayoría que seguirá adquiriendo productos más dañinos para la salud y el medio ambiente porque son más baratos y no tienen otra opción.
“Yo creo que la revolución ecológica va a llegar a todos”, asegura Goleman. “Y me llenar de esperanza ver en la Administración Obama a asesores como Cass Sunstein, el autor de “Nudge”, que sostiene que no basta con que el Gobierno regule sino que en cuestiones como la salud y el medio ambiente hacen falta “empujones” o “ayudas” para que la gente pueda elegir mejor”.
En opinión de Goleman, la “inteligencia ecológica” puede ser también el “pegamento necesario” entre dos mundos que hasta ahora se daban la espalda: “Los ecologistas han de admitir su parte de culpa por no haber sido efectivos a la hora de embarcar a la empresas en la tarea común de un planeta mejor”.
La otra gran asignatura pendiente es la educación, y Goleman prevé una revolución verde en las escuelas –similar a la que se produjo en los años noventa con la “inteligencia emocional”- para cambiar radicalmente el modo en que los niños se aproximan a la ciencia: “Los chavales aprenderán a calibrar el impacto real de todas y cada una de sus elecciones personales. En eso consiste la inteligencia ecológica”.
Daniel Goleman es uno de los pioneros en el estudio científico de la meditación. En 1988 escribió “La mente meditativa” (1988) y en el 2005 allanó el camino a la participación del Dalai Lama en la Conferencia Internacional de Neurociencia. En 1995, “Inteligencia Emocional” fue el libro de ensayo más vendido en el mundo. Goleman introdujo a las masas un concepto relativamente nuevo en la psicología: cómo nuestra capacidad para identificar, evaluar y controlar nuestras emociones (EQ) puede ser un factor tan decisivo o más que el coeficiente de inteligencia (IQ).En el 2006, Goleman da una nueva vuelta de tuerca al concepto, se remonta a los estudios de Edward Thorndike y populariza el concepto de “Inteligencia Social”, explorando factores
Carlos Fresneda, corresponsal Nueva York Daniel Goleman en la wiki Publicado en Ciencia, de El Mundo 8.04.09
MICROHORTELANOS URBANOS
EL COLOSO EFICIENTE (Y EL COCHE DEL FUTURO)
Pero el gigante, visible desde mi ventana, se resiente a lo lejos: son ya 77 años y muchas las energías derrochadas a lo largo de sus 102 pisos. Cuatro años harán falta para mejorar el aislamiento de sus 6.500 ventanas, poner al día sus entrañas de calefacción y aire acondicionado, cambiar miles bombillas e instalar sensores para reducir el consumo de electricidad.
Cuando acabe el “lifting”, el coloso “eficiente” consumirá un 38% menos de energía y se convertirá ejemplo vivo de la Nueva York “verde” (donde el 78% de las emisiones de CO2 provienen de los edificios). Se calcula que el Empire State dejará de emitir 105.000 toneladas de dióxido de carbono al año. El “rejuvenecimiento” energético (o “retrofit”, como dicen por aquí) costará 20 millones de dólares, creará decenas de puestos de empleo y se amortizará en apenas tres años.
Quienes aún no creen en el cambio climático, quienes ponen en duda el potencial de las energías renovables, difícilmente podrán rebatir la necesidad de ser más “eficientes”, aunque sólo sea por razones económicas (o por mero sentido común).
La eficiencia había sido hasta ahora la gran marginada en el menú energértico de los norteamericanos, tan propensos al derroche. Pero algo ha cambido en los últimos meses, gracias a campañas nacionales como Repower America
Y de la eficiencia en el ladrillo pasamos a la eficiencia en el transporte. Durante toda esta semana han circulado por Mahattan y Brooklyn los primeros P.U.M.A., el prototipo eléctrico “biplaza” de dos ruedas con el que General Motors –artífice del monstruoso Hummer- aspira a lavar su imagen y revolucionar la movilidad urbana a partir del 2012.
El mini-coche del futuro es una evolución del Segway, el aparatoso vehículo de dos ruedas que se convirtió en el “terror de las aceras”. El P.U.M.A. (acrónimo de Movilidad y Accesibilidad Personal Urbana) está diseñado esta vez para viajar por calzada, con una autonomía de hasta 50 kilómetros. Su destino será abrirse paso entre los coches, guiado por un GPS que le permitirá seleccionar sobre la marcha las calles menos congestionadas. Con más P.U.M.As, más bicicletas y menos dinosaurios motorizados, los atascos de tráfico en las ciudades serán cosa de otro siglo.
Carlos Fresneda, publicado en Crónicas desde EE.UU de El Mundo
POR UN TRAGO DE AGUA SUCIA
Los neoyorquinos que caminan por la calle 14 miran de soslayo al insólito “vendedor” y ponen cara de asco ante las botellas con un líquido de sospechoso color anaranjado.
“Por un dólar, saboree el agua sucia que beben a diario en Africa y en Latinoamérica”
Cuando los peatones muerden el anzuelo, el “vendedor” revela sus cartas. Se llama Dámaso Crespo, español para más señas, director de artístico de la campaña Dirty Water/Agua Sucia de la agencia Casanova Pendrill que ha recorrido estos días las calles de Nueva York.
La idea es recaudar fondos para el Tap Project , en cooperación con Unicef y y con la meta de facilitar agua potable durante 40 días a un niño por cada dólar recaudado. “De pequeños los llamábamos países subdesarrollados y dábamos dinero para combatir el hambre”, recuerda Dámaso. “Ahora los llamamos países en vías de desarrollo y descubrimos que hay un problema aún más acuciante: 4.200 niños mueren al día por enfermedades relacionadas con el agua”.
“Elija, usted, elija. Tenemos agua con sabor a tifus, a cólera, a malaria, a hepatitis, a disentería, a fiebre amarilla...”.
Cuando el interesado se dispone a sacar el dólar y a comprar el agua sucia en la máquina expendedora, Dámaso y su equipo (Alejandro Ortiz, Daniel Luna, Beto Arévalo y Ankit Dhuper) le hacen tragar saliva... “Por tu propia salud, ahórrate el dólar que te cuesta el agua “sucia” y dona el dinero a Unicef. Basta con enviar un mensaje de texto con la palabra WATER o AGUA al 864233”.
El viandante, William Carter, decide donar al final cinco dólares y se marcha con una sonrisa ancha por haber contribuido a la causa. Otros se quedan formando tumulto ante la máquina de refrescos, intentando imaginar el dilema de saciar la sed de tus propios hijos con el líquido mortífero. La semana internacional del agua quedó atrás, pero la tragedia se sigue gestando a diario en parajes muy cercanos al nuestro.
Para hacerse una idea del presente de los países “en desarrollo” y del futuro en los países “secos”, no hay más que pinchar el vídeo de la campaña Tap Project en YouTube.
Nadie volverá a abrir seguramente el grifo con el mismo desdén, y nadie se cruzará de brazos ante la perspectiva de “privatizar” nuestro bien más vital, después del aire.
El agua es de todos.
Más fotos de la campaña Dirty Water aquí
Carlos Freseneda, corresponsal Nueva York
Publicado en el blog Crónicas desde EE.UU de El Mundo, el 30.3.09