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La reinvención del fuego

                        
Foto: Isaac Hernández
A los pies de las Montañas Rocosas, en el corazón del alto desierto, ha ido construyendo Amory Lovins la casa de sus sueños durante los últimos 27 años. El padre de la eficiencia energética -nombrado por la revista "Time" como uno de los 100 hombres más influyentes del mundo- ha demostrado cómo se puede vivir mejor consumiendo hasta diez veces menos electricidad, sin necesidad de  calefacción, en un baño perpetuo de luz natural y en un aire que poco o nada tiene que envidiar al de las cumbres cercanas de Aspen.

Pocos pueden permitirse el lujo de arrancar un plátano en casa o tener una "jungla" interior como la de Lovins, pero todos podemos sumarnos en nuestra medida a lo que él llama "la revolución de los negavatios".
Por negavatios entiende Lovins "los vatios no consumidos gracias a un uso eficiente de la energía". El punto de partida es así de simple: es mucho más barato ahorrar energía que generarla, y es sin duda el camino más directo hacia la reducción de emisiones (con el permiso de los negacionistas del cambio climático).

Lovins, defensor a ultranza de las renovables y furibundo crítico de la energía nuclear, anda ahora predicando en TED "la reinvención del fuego"... "Hay una presión creciente para seguir quemando combustibles fósiles y aplazar indefinidamente el cambio a las energías limpias. Aunque el auténtico tabú es el que tenemos más a mano ¿Para cuándo la revolución de la eficiencia?"









 
"Cualquier hogar y cualquier oficina pueden ahorrar el 30% de la factura eléctrica con  medidas muy sencillas que están al alcance de todos", sostiene Lovins, con la reciente "cura de eficiencia" del Empire State como inmejorable ejemplo. "Pero no podemos conformarnos con cambiar las bombillas o comprar electrodomésticos de bajo consumo. Hay que ir mucho más allá. Hay que cambiar radicalmente los diseños y los criterios de construcción para reducir al máximo las necesidades energéticas".
       
En esa busca lleva Amory Lovins desde que empezó a construir su casa y a levantar de paso los cimientos del Rocky Mountain Institute (RMI). Hogar y oficina, ocio y negocio, pasión e investigación se dan la mano bajo el mismo techo, compartido en total con más de 80 compañeros de viaje.
"Somos lo que yo llamo un tanque de pensamiento y acción", presume Lovins, arropado siempre por ese cuenco de fibra de carbono que para él simboliza la eficiencia en el diseño. "Nos centramos no tanto en los problemas como en las soluciones. Somos más prácticos que teóricos. Creemos en la transformación, y no en el satus quo". 


 Allá en los años setenta, cuando la revolución contracultural empezó a dar sus primeros frutos, Lovins acuñó el concepto de "energías blandas" y convenció entre otros al presidente Jimmy Carter para que instalara paneles solares térmicos en la Casa Blanca. La "contrarreforma" de Ronald Reagan dio al traste con la transición energética, pero Amory Lovins siguió experimentando en su casa-laboratorio de las Montañas Rocosas y acumulando la sabiduría destilada y compartida más tarde en libros de gran impacto como "Capitalismo Natural" (con Paul Hawken y L. Hunter Lovins) o "Factor Cuatro".
        
Su casa-laboratorio de Snowmass se fue convirtiendo entre tanto en punto obligado de referencia y en banco de pruebas de todo lo que iría llegando con el tiempo.
El edificio de 372 metros cuadrados fue diseñado con los criterios de máximo aprovechamiento pasivo de la luz solar: fachada acristalada al sur, capaz de generar el 99% de calor necesario (con dos estufas como sistema de "repuesto" en caso persistente mal tiempo). La temperatura del aire se mantiene entre los 17 y 19 grados, con un alto índice de humedad gracias a la jungla-invernadero que ha dado ya 29 cosechas de plátanos.
        
Una instantánea sensación de bienestar se apodera del recién llegado nada más traspasar el templo de la eco-eficiencia de Amory Lovins, controlado por más de un centenar de sensores y protegido por "superventanas" con cristales rellenos con criptón, que dejan pasar la luz pero bloquean el flujo de calor y ruido. Los muros de 40 centímetros de mampostería de piedra completan el aislamiento térmico de la casa, desde la que pueden contemplarse las cumbres nevadas de las Rocosas con una relajante placidez tropical.
        
Las placas térmicas (para el agua caliente) y fotovoltaicas (para la electricidad) han pasado por varias puestas al día desde Lovins construyó la planta original del edificio con su ex mujer, Hunter, y un centenar de voluntarios entre 1982 y 1984. La casa empezó produciendo una quinta parte de la electricidad necesaria y llegó a finales de los 90 a una capacidad de 3,8 vatios, gracias a la incorporación de dos grandes paneles fotovoltaicos giratorios. En el verano del 2002 produjo por primera vez la electricidad suficiente para alimentar también las oficinas del RMI que ocupan dos terceras partes de la construcción  y donde se respira la misma y reconfortante sensación de hogar.
        
Si las bombillas fluorescentes supusieron ya un ahorro del 25% con respecto a las incandescentes, los diodos emisores de luz (LED) prometen bajar aún más el consumo, al igual que la renovación de los electromésticos. Lovins recalca la importancia del auténtico sumidero de energía doméstica: la nevera. El modelo híbrido que ha instalado en su casa consume el 8% de uno convencional y ahorra suficiente electricidad "para evitar que se queme en un año una cantidad equivalente de carbón al que cabría en su interior".
        
"La eficiencia energética es sin duda la inversión de menor riesgo y de mejor amortización de toda la economía", asegura Lovins, que ha trasplantado todo lo aprendido sobre el terreno en su casa de dos plantas en Snowmass a los 102 pisos del Empire State. El coloso de Manhattan ha pasado por un lavado "ultraeficiente" de cara,  ahorrando sobre la marcha el 38% de la energía y reduciendo en la misma proporción sus emisiones.
         
Convencido de que el cambio en las ciudades se tiene que producir edificio a edificio, Amory Lovins ha embarcado ahora al RMI (junto a Urban Re:Vision) en el diseño de "la manzana sostenible". El proyecto Get Ready aspira también a preparar a las metrópolis para la llegada del coche eléctrico y para el advenimiento del "garaje inteligente".
         
"En menos de una década, los coches podrán ser estaciones energéticas sobre dos ruedas, capacitados para almacenar energía y devolverla por la noche a la red", vaticina Lovins. "El transporte, la vivienda y la red eléctrica formarán parte integrada en este nuevo paradigma de la energía".
"¿No es acaso demasiado tarde para reinventar la rueda?", le preguntamos al profeta de la eficiencia. "La revolución está llegando finalmente al mundo del automóvil, que es seguramente una de las herramientas menos evolucionadas desde el punto de vista energético y del diseño", responde el director del RMI, embarcado desde hace más de un década en la construcción de un "hipercoche" ultraligero e híbrido que mejore hasta cinco veces la eficiencia y supere incluso en seguridad, conducción y precio a los automóviles que hoy por hoy evenenan el aire de nuestras ciudades.
          
En sus ratos libres, compartidos con su segunda esposa (la fotógrafa Judy Hill), Amory Lovins intenta conectar con la naturaleza y con los orangutanes. A sus 62 años, como si no le pesaran las alforjas, sigue recorriendo el mundo y asesorando a decenas de empresas y a jefes de Gobierno sobre cómo subirse al carro de la revolución energética, que en su opinión se apoyará tanto en la eficiencia como en la transición hacia las renovables.
         
Su legendario Factor Cuatro: doble de productividad con la mitad de recursos ha dejado paso en los últimos años a una nueva y más ambiciosa obesión: el factor diez, o cómo disminuir hasta un 90% el consumo de energía con idénticos resultados... "Puede que no lleguemos a ser diez veces más eficientes, pero la meta está ahí y merece la pena intentarlo".

Carlos Fresneda

LA CRISIS ACELERA LA TRANSICIÓN HACIA EL CAPITALISMO NATURAL

Amory Lovins no encaja en la figura del economista ni en la del ecologista. Estudió Física porque era lo más cercano que había a su pasión de toda la vida: el estudio y la aplicación de la energía. A las puertas de su casa ultraeficiente, o en el invernadero donde crecen los plátanos, Lovins parece más bien un agrimensor o un 'energicultor', empeñado en calcular hasta el mínimo impacto de su quehacer diario...

PREGUNTA.- ¿Estamos viviendo el final del capitalismo tal y como lo conocíamos?

RESPUESTA.- El capitalismo estará aún con nosotros durante bastante tiempo, me temo. Pero al menos somos conscientes de lo destructivo e ineficiente que puede ser el mercado si no se le ponen límites... Lo que necesitamos ahora es ensanchar la noción el capitalismo, y reconocer que existen cuatro formas de capital: el dinero, las mercancías, la naturaleza y la gente. Si incluyes los dos últimos factores -en vez de tener presentes tan sólo los dos primeros como hasta ahora- tenemos el capitalismo natural. El punto de partida es así de simple: sin una naturaleza saludable, no hay economía.

P.- Muchos piensan que conciliar capitalismo y naturaleza es una utopía o un sacrilegio...

R.- No pienso que sean incompatibles. Es más, creo que ha llegado el momento de hacer negocios teniendo de verdad en cuenta el bienestar de la gente y la salud del planeta. Cuando Paul Hawken, Hunter Lovins y yo acuñamos el concepto hace 10 años, creó cierta polémica. Pero hoy en día está muy aceptado y es bastante influyente.

P.- ¿Y la crisis económica no está haciendo acaso más difícil la transición hacia el capitalismo natural?

R.- La crisis ha sido el reflejo de un sistema que está muriendo, mientras otro lucha por nacer. La crisis está en todo caso acelerando la transición hacia el capitalismo natural. Es cierto que los emprendedores y bastantes empresas están luchando por tener oxígeno en medio de la crisis, pero las dificultades económicas están sirviendo sobre todo para enterrar inversiones dudosas y proyectos infinanciables, como las centrales nucleares.

P.- En uno de sus últimos trabajos usted vaticina que la energía nuclear caerá bajo su peso económico...

R.- Es cierto. Ni siquiera en 2005, con Bush y Cheney en la Casa Blanca, la industria fue capaz de encontrar financiación para construir nuevos reactores nucleares en Estados Unidos. En China y en Francia, los dos países que más fuertemente apuestan por la energía nuclear, la 'ilusión' se sustenta sólo por el apoyo estatal. La nuclear es la que más subsidios tiene, y aun así el kilovatio hora cuesta hoy por hoy tres veces más que el generado por el viento.

P.- Francia está presionando a España y a otros países vecinos para exportar su tecnología nuclear...

R.- El modelo energético de Francia no ha variado en 35 años, así que difícilmente puede servir como ejemplo para el futuro. Yo le diría al Gobierno español que, además de los criterios ecológicos, tenga en cuenta los estrictamente económicos. La energía nuclear no es competitiva. No hay un solo proyecto que se sustente sólo con capital privado: los inversores no son tan estúpidos.

P.- El petróleo y el carbón se niegan a perder terreno...

R.- No podemos quemar petróleo y carbón siempre. En este país, la opinión pública se está cuestionando ya la construcción de nuevas centrales térmicas. Hay soluciones más sencillas y baratas, y mucho más respetuosas con la salud del planeta.

P.- Muchos analistas predicen sin embargo que las energías renovables o 'blandas' no servirán para saciar la sed energética del planeta...

R.- La energía eólica está ya creciendo a un nivel exponencial, y la energía solar seguirá el mismo camino en cuanto sea más competitiva. Tenemos que ser capaces de cogenerar la energía, mejorar los sistemas de captación y distribución, conseguir la máxima eficiencia y perfeccionar los diseños.

P.- ¿Qué le parece la política energética de Obama?

R.- En el flanco de la energía tiene gente muy competente, haciéndolo lo mejor que puede. Otra cosa es que exista la voluntad política a todos los niveles para impulsar la transición energética y acometer el problema de cambio climático. Pero las cosas están mejorando.

Carlos Fresneda
Publicado en Natura, nº 40 de El Mundo, 13.10.09