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El mundo en el límite

 Foto: Isaac Hernández

Sin necesidad de consultar la bola de cristal, Lester Brown sabe a ciencia cierta que los humanos estamos empujando la Tierra hacia a un peligroso precipicio...
    
“Mi instinto me dice que la tormenta perfecta o la última recesión puede suceder en cualquier momento. Y el detonante puede ser una crisis alimentaria sin precedentes, causada por una combinación de olas de calor y de falta de agua. Hasta ahora habíamos obviado los efectos del cambio climático sobre la necesidad de alimentar a casi 7.000 millones de humanos. Y lo cierto es que nos estamos acercando al límite antes de lo que pensábamos”.
      
Con voz pausada y sabia, sin caer el alarmismo pero sin ocultar lo que está en juego, Lester Brown lleva casi 40 años tomándole el pulso al planeta. En 1974 fundó el Worldwatch Institute, el primer “mirador” global de indicadores ambientales. Sus anuarios sobre la situación del mundo se convirtieron en manual obligado para gobiernos e instituciones, en los albores de lo que tiempo después se llamaría “desarrollo sostenible”.
      
Hace diez años, frustrado por la lentitud de los cambios, decidió crear el Earth Policy Institute. En su libro “La eco-economía” propuso dar un giro copernicano al modelo de mercado, poniendo la Tierra en el centro de la actividad económica. En “Plan B: movilizarse para salvar la civilizaci'on” fue incluso más allá y habló de la necesidad de un plan de rescate ecológico y social, calculado en 185.000 millones de dólares (una cuarta parte de los gastos militares de EEUU).
     
Ahora, a sus 77 años, lanza una nueva y tal vez definitiva alerta con “The world in the edge”, donde advierte sobre los signos cada vez más preocupantes de colapso económico y ecológico: “Ninguna civilización anterior ha sobrevivido a la destrucción de sus recursos naturales. Tampoco sobrevivirá la nuestra”.
    
Y a pesar de los nubarrones que estos días se ciñen sobre Washington, Brown sigue buscando razones para el optimismo. Se las prometía muy felices cuando le entrevistamos hace dos años, tras la llegada de Obama a la Casa Blanca, pero la eterna batalla de los políticos (y los economistas) contra la naturaleza ha vuelto a decantarse hacia donde todos sabemos.
     
Aun así, Brown sueña con una “movilización planetaria” –similar a la que hizo caer el muro de Berlín- que acabe con el “inmovilismo” de los nuestros dirigentes y logre poner en marcha el Plan B: acelerar la transición hacia las renovables, reducir drásticamente las emisiones de CO2, proteger la biodiversidad, regenerar los suelos, restaurar las cuencas de agua, plantar cientos de millones de árboles, garantizar la salud, la educación y el alimento a toda la población del planeta...
     
Pero los signos no son nada alentardores, reconoce. Desde principios de año, como un río invisible por debajo de las catástrofes naturales y de las revoluciones políticas, se está larvando una crisis global por el precio y la carestía de los alimentos. En países como India y Argelia han estallado protestas sociales. La falta de agua potable y para la irrigación es ya acuciante en países como Yemen y Arabia Saudita. China y Corea del Sur están extendiendo entre tanto sus tentáculos por el Nilo, a la busca de terrenos cultivables para su propio grano.
    
El cambio climático es una ameneza para la seguridad alimentaria, como quedó demostrado durante la última sequía en Rusia”, advierte Brown. “El clima extremo puede forzar a cada vez más países a cerrar el grifo de la exportaciones para poder alimentar a sus propias poblaciones”.
    
El New York Times certifica esta misma semana y en primera página los presagios de Brown. En un artículo titulado “Un planeta caliente lucha por alimentarse a sí mismo”, varios expertos reconocen cómo el clima extremo –de las inundaciones en Estados Unidos a la sequía en Australia- está detrás de la espectacular caída en las cosechas durante la última década.
    
En los países ricos, adictos a alimentos ultraprocesados, la subida de la cesta de la compra ha sido bastante más paulatina. Pero Lester Brown augura que la “burbuja alimentaria” no tardará es estallar, y que el escepticismo y la indiferencia hacia el calentamiento global dejará pronto paso a una triple y acuciante preocupación: el clima extremo, la falta de agua y el precio de la comida.
    
La voracidad con la que seguimos devorando los recursos del planeta sigue mientras tanto bien latente, a pesar de la recesión... “Hacen falta 1,5 planetas para poder mantener el ritmo actual de consumo”, advierte Brown en “The world on the edge”. “O lo que es lo mismo: vivimos de prestado, en un estado de “bancarrota” natural, consumiendo lo que en realidad le corresponde a futuras generaciones”.
    
“Podemos seguir como hasta ahora, con un sistema económico empeñado en destruir los sistemas naturales hasta destruirse a sí mismo”, concluye el “economista” de la Tierra. ”O podemos ser la generación que cambie finalmente la dirección del mundo hacia un progreso sostenible y sostenido”.

Carlos Fresneda, Nueva York

UN DISCURSO QUE HASTA AHORA NO OI, NI VI

Mientras Wikileaks anuncia las herramientas que las fuerzas sin poder criminal, las que están al alcance de los comunes, de los pueblos y gentes de bien, mientras Wikileaks levanta vergüenzas y sinvergüenzas, su modelo se puede utilizar para cambiar las conciencias y ser parte de las trascendentes decisiones que todos intuimos que se van pronto a tomar. Quizás nos está llegando el momento de animar, fortalecer y proteger la llegada de más de mil wikileaks, por ejemplo podríamos destinar uno al lobby nuclear y su industria de terror, otro al petrolero, otro por cada mafia confesa, otro para los paraísos fiscales, uno por cada corruptela política con el mínimo indicio, uno por cada fundamentalismo religioso, en fin, quizás ha llegado el momento de vigilar a los que nos han vigilado siempre. Parece que no nos queda otro remedio, cuando asistimos perplejos a la gran obra de destrucción masiva de la ilusión de miles de millones de miembros de la especie humana, estemos en el lado enriquecido y las mayorías en el lado empobrecido. De que sirve el capitalismo, sino de sueño infantil con control de gran hermano puro y duro, suavizado con  modelos paseando sostenes llenos de diamantes de sangre (no hay ninguno limpio), o ricos hijos del sistema en juego, que irán en breve a ver la curva de este planeta aportando por ello y cada uno, 114 mil jornales de 1 euro por dos horas y media de subidón y vistas de un hermoso planeta gestionado en sus recursos como un pena, volaran en gran parte gracias a ello.
En la cercana Francia, tan dada a revoluciones, lo civil ya no aguanta lo político intermediario de lo económico rey del mambo y sabido y visto es lo que está ocurriendo, pero el tema avanza y se suman las mentes mas ordenadas, acaba de petar la rebelión de los "economistas aterrados"
Con su manifiesto en mano y según lo leído, se lanzan con denunciar las 10 falsedades que siguen inspirando las decisiones en Europa y proponen 22 medidas para salir del atolladero.
Entre las falsedades enumeran que "Europa sigue con el chip neoliberal a pesar de sus fracasos, la sumisión a los mercados financieros y las medidas de recorte social puestas en marcha por los gobiernos para reducir el gasto público».
En cambio, proponen la prohibición a los bancos de especular a cuenta propia para evitar futuras burbujas y quiebras bursátiles, la limitación de la remuneración a los brokers y el incremento de los impuestos a las rentas altas. Tienen ya 1500 firmas, se han sumado intelectuales económicos de los nuestros y bueno, ahora que se remodelan gobiernos de izquierda, ...quizás con un empujón.

Pero bueno, de Hugo Chávez se ha dicho y dirá mucho, pero a poco menos de un año de ver como el sistema se meaba encima del clima, desde Copenhague, allá dio su discurso, ameno y sentido, si uno se acoge a la libertad de expresión, pero aqui en tribuna al mundo. Delante del fracaso ante la discusión de soluciones para seguir evolucionando como especie hasta que nos parte un rayo cósmico, mejor llegar con el mejor clima, paz y humanidad. Aquí lo dejo, el vídeo, por si te apetece otear una visión del mundo, mucho más interesante que la de cualquier banquero y/o especulador del mundo.




Manolo Vílchez
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la “revolución” científica de Obama

El presidente electo cierra su equipo de gobierno con cuatro investigadores y con la promesa de restaurar el liderazgo de EEUU en el cambio climático

CARLOS FRESNEDA, corresponsal

NUEVA YORK.- Barack Obama decidió cerrar la baraja de su equipo de gobierno con un poker de científicos de alto rango y un órdago a la grande en la cuestión del cambio climático: “Prometo escuchar lo que me digan los científicos, incluso cuando lo que me digan resulte incómodo, especialmente si resulta incómodo”.

“Es el momento de volver a poner la ciencia en lo más alto de nuestra agenda y restaurar el liderazgo de América”, dijo Obama en el mensaje con el que puso el colofón a su futuro gabinete. “Hoy más que nunca, la ciencia tiene la llave para la supervivencia del planeta y para la seguridad y la prosperidad de nuestra nación”.

A su flanco, como asesor de la Casa Blanca y director de la Oficina de Ciencia y Tecnología, estará el físico de Harvard John Holdren, especializado en causas y efectos del cambio climático. La bióloga Jane Lubchenco –especialmente crítica contra el yugo científico que impuso George Bush- dirigirá la Administración Nacional de los Océanos y la Atmósfera.De izquierda a derecha, y de arriba a abajo, John Holdren, Harold Varmus, Jane Lubchenco y Eric Lander. (Fotos: AP)
Como doble apuesta final, y anticipando el impulso a la investigación con células madre, Obama ha decidido poner a dos expertos en investigación genética –el premio Nobel Harold Varmus y el experto en la secuencia del genoma humano Eric Lander- como co-presidentes de su consejo de asesores científicos.

El quinto jinete de la ciencia, ya lo anunció, será el premio Nobel Steven Chu al frente de la Secretaría de Energía. Chu fue pionero en la investigación de técnicas de mitigación del cambio climático y prometió poner a Estados Unidos a la cabeza de la “revolución energética” en el momento de aceptar la nominación.

“El progreso científico se apoya en la evidencia, y los hechos no deben ser nunca retorcidos por razones políticas e ideológicas”, dijo Obama en su mensaje semanal, con referencias muy explícitas a la animosidad de la Administración Bush contra la ciencia y a la pasividad en temas como el cambio climático o la investigación genética.

"Desde el aterrizaje en la Luna a la sencuencia del genoma humano, pasando por la invención del Internet, América ha sido la primera en atravesar la nueva frontera”, recalcó el presidente electo, recordando las palabras de John F. Kennedy. “Hemos sido tradicionalmente los líderes no sólo por invertir en nuestros científicos, sino por ganarnos al mismo tiempo el respeto internacional”.

Obama prometió que usará el báculo de su equipo de científicos –integrado por 40 expertos en multitud de campos- “como un vigoroso consejo asesor” en todos los temas que pretende impulsar su Administración, con especial hincanpié en la política energética.

El presidente electo se refirió al físico John Holdren, su científico de cabecera, como “una de las voces más apasionadas y persistentes de nuestro tiempo en el tema del cambio climático”. Holdren, 64 años, profesor en Harvard, lideró el grupo de la Conferencia de Pugwash sobre Ciencias y Asuntos Internacionales, galardonado con el Nobel en 1995. En 1981 ya recibió la máxima distinción de la Fundación McArthur por su investigación sobre los peligros del armamento nuclear.

El propio Holdren, que llegó a ser presidente de la Asociación Americana por el Avance de la Ciencia, recibió su nombramiento con una breve proclama: “Ninguno de los grandes retos de nuestro tiempo –la economía, la energía, el medio ambiente, la salud o la seguridad- puede resolverse hoy en día sin los avances y las aportaciones de las ciencias físicas, la biología o la ingeniería”.

Hace apenas un año, durante una una conferencia en Harvard, Holdren propuso desterrar el término calentamiento global “porque parece implicar algo gradual, uniforme y hasta cierto punto benigno, cuando la realidad es que está ocurriendo muy rápido, que los daños se están extendiendo ya por el planeta y los efectos los van a sufrir muy directamente nuestros hijos y nietos”.

Otra experta en cambio climático, la bióloga de la Universidad de Oregón Jane Lubchenco, velará por el estado de los mares y de la atmósfera. Lubchenco es también una experta en los efectos la pesca y de la acidificación en los océanos. Hace unos meses acusó a la Administración Bush de rebajar a la clase científica y expresó su confianza en la llegada de un nuevo presidente “que sepa respetar la ciencia y valore las investigaciones con la seriedad que se merecen”.

Harold Varmus, el penúltimo en incorporarse al equipo, compartió el premio Nobel en 1989 por sus estudios sobre las causas genéticas del cáncer y ejerce actualmente como presidente del Centro Memorial Sloan-Kettering de Nueva York. Eric Lander, por último, fue fundador del Broad Center, que desempeñó un papel vital en el Proyecto del Genoma Humano en el 2003.

Publicado en El Mundo
, 22/12/2008