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El hombre-árbol


                 Foto: Isaac Hernández

Andy Lipkis sufrió asma de niño y su refugio fue el bosque. A los 15 años, lejos del enjambre de autopistas de Los Angeles, estableció con los árboles una relación mítica y casi simbiótica. Aprendió a escucharlos, a interpretar sus señales, a buscar cobijo físico y espiritual bajo sus copas...
     
"Los habitantes de las ciudades tendemos a ver los árboles como un simple ornamento para embellecer las calles", sostiene Andy. "Pero los árboles proporcionan oxígeno, aborben CO2, limpian la atmósfera, refrigeran las calles, captan la lluvia, nos proporcionan alimentos, nos protegen de las inundaciones... Ahora, con la urgencia del cambio climático, son nuestros aliados más indispensables".
      
Digamos que Andy Lipkis tuvo claro desde muy pronto su misión en la vida: plantar árboles. En 1973, tres años después del primer del Día de la Tierra, decidió alumbrar a los TreePeople, pionero del movimento de reforestación urbana que tiempo después ha sacudido Estados Unidos.
      
Lipkis ha perdido ya la cuenta de los árboles plantados, pero estima que los miles de voluntarios de su oganización han participado en la siembra de dos millones de "hermanos" vegetales en Los Angeles...
      
"La gente tiene la idea de que esta ciudad es un laberinto de autopistas, y hasta cierto punto es cierto. En Los Angeles mueren 5.400 personas todos los años por enfermedades respiratorias, y el asma es una auténtica epidemia sobre todo entre los niños que viven en las inmediaciones de las autopistas. Pero es una ciudad mucho más verde de lo que parece, no tienes más que subir a las colinas de Hollywood y mirar a tus alrededores".
       
La sede de TreePeople está precisamente en el mítico Mullholand Drive, en uno de esos sinuosos "cañones" a los que ocasionalmente llegan los coyotes y en los que aún podemos seguir el rastro de las secuoyas que un día poblaron todo el espinazo de California. Desde aquí, Andy Lipkis, el hombre-árbol, nos invita a asomarnos al futuro de su ciudad –de cualquier ciudad- con otra perspectiva...
       
"Toda civilización que corta los árboles está condenada a la desaparición, como nos ha recordado Jared Diamond en "Colapso". Un barrio sin árboles, es un lugar muerto. Los árboles son nuestro soporte de vida. Hay quien ha calculado el beneficio económico que nos reportan, pero yo sostengo que no hay dinero en el mundo para pagar todo su trabajo".
       
La raíz de TreePeople es el hermanamiento ser humano-árbol, y el tronco es sin duda "esa conexión entre la gente que quiere traer salud y comunidad en su vecindario". El ideal de Lipkis es el "citizen forester", algo así como el "ciudadano forestal", cuidador del ecosistema urbano, familiarizado con su terreno y con su cuenca de agua.
       
Las plantaciones semanales de TreePeople –que cuenta con 15.000 miembros y dos mil voluntarios- se hacen siguiendo un meticuloso ritual que empieza con una fiesta vecinal en la calle y concluye con un círculo alrededor de cada árbol, que se "humaniza" con un nombre: "Los árboles necesitan a la gente, la gente necesita a los árboles ¡Bienvenido Herbert!".

Carlos Fresneda
Publicado el el blog EcoHéroes de El Mundo.es

FLIPANDO EN COLORES EN YOSEMITE NATIONAL PARK (ecoeeuu9)

Uno que decidió un dia ver que era eso de pasar de la horizontal a la vertical por puro placer del reto y la superación, he tenido mis lugares y espacios. Pero para todo escalador de roca caliente y para todo alpinista que se precie el Valle de Yosemite es un lugar mítico y algunas de sus moles forman parte sin más remedio del imaginario de todo conquistador de lo inútil: el Capitan, el Half Dome, el Centinela son mismamente verticales míticas.

John Muir, el papi de los parques nacionales de este país tan grande y muchas más cosas de esas que tienen que ver con el amor a la naturaleza, fue el primer blanquito que paseo por el impresionante valle. A partir de aquel día y de las imágenes y vivencias capturadas, tuvo a bien venir al mundo el Sierra Club, y la gente comenzó a adentrarse en ese valle único lleno de cascadas y moles graníticas. Yosemite fué el primer parque nacional del mundo y lugar de vacaciones y éxtasis campestres de muchos norteaméricanos amantes de la belleza que la naturaleza ofrece en el lugar. La media hasta no hace muchos decenios era de una visita de dos días, ahora y dada la locura de consumir rápido todo, muchos américanos no pasan más de 4 horas en ese paraiso, pobrecillos. Pero para los que si apreciamos y veneramos el tributo geológico y biológico para gozos de los sentidos y de la vida hoy ha sido épico penetrar en el valle subidos en un Toyota Prius a velocidad eléctrica, con el mínimo ruido, y pronto ha pasao lo de saltar volaos a extasiarnos con el impacto acuático de la primera cascada, la de Bridavell, recibir sus iones negativos a tutiplain y emocionarnos con el día.

Al poco llega El Capitan, el flipe en colores mentales y físicos nos invade sobremanera, me siento hasta un poco el John Muir que fliparia igual subido a lomos de su caballo ante la primera visión del gigante, subiría por el cauce del rio, quizás lo hizo a pie o por los senderos no humanos con la ayuda equina. Como para el equipo solar, Carlos reportajeando la América vital para el cambio, Isaac disparando su arte capturado de espacios y momentos y uno mismo soñando con recuperar la fuerzas y habilidad para subirse por las verticales de culto, todos nos hemos sentido Muir, era la primera vez y aquello de ...toma ya, ...ufff, uauhhh. ...mira mira, ...que pasada, acompañados de silencios de respeto.

Intuyo el Camp 4, mítico camping donde reponsan los escaladores antes y después de ventilarse las verticales, que algunas, las más cañeras, no bajan de tres días.

Y como los osos son habituales y acuden como el oso Yogui a papearse todo lo que pillan entre cangelos varios dentro de las tiendas, colgar de una rama el petate con las viandas lo hace hasta el menos puesto. En el prado dorado frente al impresionante de 900 metros, desde donde cientos de miles de humanos ha seguido telescopio en tripode las hazañas durante los más de 50 años de aventuras y donde es típico hacerse el retrato, vamos, que he tardao.

El Centinela nos otea petreo como no puede ser de otra forma, hasta se podia sentir su aplomo por siglos inmovil. Al poco la mayor cascada de los Unidos Estados, partida en tres y mira que son las cosas que nos premia por poco, la llovida tremenda de días atrás hace que los amantes del valle y los afortunados como nosotros nos disfrutemos un caudal de postal, cuando antes no estaba después de los rigores del veranete. Y lo que son las cosas, venga mear, que no me ha ido mal para sacarme parte de los sintomas de jet lag. No las he contao, pero brageta abajo por lo menos 7 veces durante el día.
Los colegas se me han subió a un tronco de escenario bucólico y casi se quedan fritos entre atronadoras rompidas del liquido elemento y un solete extraordinario con un cielo limpio que hacia tiempo que no me disfrutaba. Seguro que pasabamos de los 1000 vatios por metro cuadrado, madre que paellas sin emisiones, he pensao. Un apuesto ranger vigila que nadie intrépido se le valla la olla y se estampe entre tanto roca húmeda buscando la toma clave acuática.

Llegada al Village, que es el espacio mimetizado de servicios a tope, lo tipico; bareto, restaurante, super super total, mecánico, buses sin techo para los de las cuatro horas mayormente, librería tremenda y el museo de culto, foto con Muir que estaba allá y llevaba tiempo quieto, y una instalación de como vivian los que primero llegaron al lugar, sus casetas de biotectura, las fotos de la de John donde seguro tramo armarla a tope con la protección de todo lo hermoso que encontraba y se disfrutaba el buen hombre.

Y un cartel, Ron Kauk, mama mia, el mito de las verticales tiene pase de su película Return of Balance comentada a las 19 horas, Carlos intuye a otro ecoheroe.

Viandas y al autocar hibrido que se mueve como una pluma por las pistas dejando en tierra a los excursionistas, los tres enfilamos la ruta de la Vernal Fall, ruta recomendada por el ecoheroe Stemats, el señor de los hongos, a Carlos en su reciente entrevista. Paseo comodo venga subir, y pronto el suave estruendo del líquido vital caido de más de 50 metros, camino al lado, camino elaborado, húmedo, excitante. Llegamos arriba donde el rio llega manso antes del gran salto, que grande es el jardín de la Tierra, buscamos horinzontal y nos damos una siesta en el paraiso como regalo del épico día. Flipamos con los colores de los árboles de altura, con la fuerza del agua, Issac hace cábalas cuando contabilizo el agua en kilovatios de energía,

y me quedo tieso cuando veo salir a un árbol portentoso de una grieta imposible, mientras el reportero no para de abrazar a todo arbol que pilla.

Bajada emotiva al valle, con paradas para meditar un rato y paseo hacia el Half Dome, mama mia, con anaranjado atarceder, en la alturas se otea el balconcillo mitico donde los más atrevidos se hacen fotos únicas. Llegan las sombras y llegamos justo a tiempo para que el heroe de las verticales Ron Kauk (wiki) nos reciba en la puerta del teatro, al no llevar tickets nos invita a pasar y oleee. El reportero se presenta, y el artista nos pilla rápido de donde somos, le explicamos porque venimos y pronto comienza Carlos a preparar la entradilla, tendrá que venir otro día en otro momento sinérgico a hacerle los retratos Issac y a dejar constancia de alguien que ha convertido la pasión de subirse a las piedras en un arte de bailarin defensor de la naturaleza porque se la acaricia de lleno.

Como admirador de su arte le rindo honores al buen hombre. Salimos antes de hora y nos entrega el dvd y su libro Spirit of the Rock, nos desea suerte en el viaje a San Rafael, conoce la cita a la que vamos mañana, la conferencia de los Bionners, que después del día vivido con 12 horas sin parar salvo la siesta de altura se presenta como sumun del viaje EpiCO en busca de lo auténtico y necesario por estas tierras del ancestro Muir, por lo menos para los tres de ese Prius que nos permite licencia para movernos con impacto algo moderao, aunque impacto es, pero con los anhelos de descubrir lugares para el cambio y encauzar nuestros sueños de un mundo por lo menos igual de bello que el que nos disfrutamos.

Página web oficial del Yosemite National Park
Bionners