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¡Democracia directa ya!


Los políticos le llaman “payaso” porque lleva mucho tiempo riéndose de todos (especialmente de los políticos). Hace hace seis años, Beppe Grillo no aspiraba más que a eso: ser un digno humorista. Hasta que se cruzó en su camino Roberto Casaleggio, un gurú del internet que tuvo la habilidad de amplificar su mensaje y convertirle como quien no quiere en el “anti-político” por excelencia.
Ahora que nuestros propios políticos claman por la “urgente regeneración de la democracia” (¡tendrán vergüenza!) ha llegado tal vez el momento de mirarse en el espejo cóncavo de los italianos, esos parientes cercanísimos, y emular las tácticas de ese “movimiento” que está haciendo temblar los cimientos corruptos del sistema.

El Movimiento Cinco Estrellas (¡no somos un partido!) puede dar la campanada definitiva en las elecciones generales en Italia de finales de febrero. Y aunque aún hay sombras sobre su presente y pasado –las conexiones de Casaleggio con grandes bancos y multinacionales, las verdaderas intenciones de Grillo-, nadie pone en duda que han marcado el camino hacia el futuro.
 
“Estamos ante el nacimiento de la democracia directa, con la eliminación de las barreras que hasta ahora existían entre los ciudadanos y las instituciones”, vaticina Casaleggio en declaraciones a The Guardian. “Los políticos, al fin y al cabo, no han sido más que intermediarios y están condenados a desaparecer en su forma actual. La red está aniquilando todas las formas de intermediación, de los bancos a los periódicos, pasando por los partidos”.

Al “¡No nos representan!” que tanto resuena por nuestras tierras habría que añadirle pues una muletilla: “¡Ni falta que hace!”… La democracia “representativa”, tal y como hoy la conocemos, es un dinosaurio del siglo XX, como lo certifica el estudio sobre el “declive terminal” de los partidos políticos de la organización Democratic Audit en el Reino Unido.

“Cuando la gente ocupa la calles como lo está haciendo en España y Grecia, tenemos claramente un problema de falta de representatividad política”, asegura Stuar Wilks-Heeg, profesor de Política Social de la Universidad de Liverpool y autor del estudio. “Los grandes partidos viven en su burbuja y están cada vez más lejos de la sociedad a la que se supone que representan. El declive de las últimas décadas es ya imparable”.


Hoy por hoy, tan sólo el 1% de los británicos está adscrito a un partido político. Las “bases” han perdido totalmente su peso, en detrimento de los “intereses especiales”. Y la participación política ha tocado fondo: tan sólo el 32% de la población participó en las últimas elecciones locales.
“Paradójicamente, la caída de la participación en casi todas las democracias europeas se produce en un momento de crisis económica y gran intensidad política”, advierte el politólogo británico. “No es que la gente haya perdido el interés, con todo lo que está en juego. Es que el sistema no ha evolucionado lo suficiente para crear los cauces que reivindica la ciudadanía”.

“Tenemos que devolver a los ciudadanos lo que les hemos quitado” (esto lo dice una dirigente del PP en medio del “sálvese quien pueda” de los últimos días). Hasta los jueces se rebelan ahora contra la “impunidad” de los políticos, mientras los grandes medios parecen despertar finalmente del letargo en el que vivían. Los reflectores apuntan otra vez a España o la “revolución permanente” (como escribe Paul Mason en la reedición de Why it´s still kicking off everywhere).
Los “indignados” vuelven a la calle y los gritos de “¡ladrones!” salpican a toda la clase política, desbordada por este “tsunami” que amenaza con sacar finalmente a flote todos los excesos cometidos antes, durante y después de la crisis.


En Italia, al menos, los tres poderos (económico, político y mediático) convergían en un mismo y apolillado rostro: Silvio Berlusconi. “Vivíamos en una especie de Matrix, y así se explica que tanta gente buscara otra perspectiva de la realidad”, volvemos con Roberto Casaleggio, a la hora de explicar el éxito de su “anti-candidato”.

Los monólogos de Beppe Grillo se convirtieron en un fenómeno “viral” en la red, con más de 250.000 seguidores dispuestos a dar el todo por el todo por el Movimiento Cinco Estrellas (M5S). De ahí se pasó a la creación de “grupos de encuentro” locales, 650 en todo el país. Y finalmente a la elaboración de “listas cívicas”, con la conquista del Ayuntamiento de Parma como primer aldabonazo contra la clase política…

“Cread participación”, es la primera regla de oro del “estratega” Casaleggio, sobre el que siguen lloviendo críticas de derecha a izquierda. “Entended bien la red y su sociología: no como algo adicional, sino como algo realmente nuevo. Mantened las reglas del movimiento bien simples. Y cread células de poder, con capacidad de auto-reproducirse y crecer”.

El futuro de la política, según Casaleggio y Grillo, pasa necesariamente por la red. Pero no como simple “complemento” para ganar una campaña y punto (de eso sabe mucho Obama), sino como herramienta de transición hacia esa realidad paralela que los políticos ya no pueden ignorar...
Para poner fin al psicodrama, Beppe Grillo tiene un mensaje muy claro para el 2013, igualmente válido en Italia que en España: “¡Señores, ya hemos tenido bastante! ¡Váyanse de una vez!”.


Carlos Fresneda

Esposa 'indignada' de banquero

Casada con el nuevo gobernador del Banco de Inglaterra, está siendo crucificada por la prensa como 'anticapitalista' y ecologista radical

A los británicos les ha sentado muy mal que tenga que venir un banquero canadiense, Mark Carney, a sacar las castañas del fuego. Pero peor aún que ver a un extranjero sentado en el “trono” del Banco de Inglaterra es si acaso el credo “verde” de su mujer, Diana, nacida en Gran Bretaña, simpatizante del movimiento “Occupy” y ecologista activa, de ésas que va a todos los sitios en bicicleta, que cultiva sus verduras en el patio trasero y que recomienda que consumamos menos y de un modo responsable en su propia web.
      
Con la inquina habitual, la prensa conservadora británica se ha lanzado sobre la yugular de la esposa del banquero, crucificada a toda página como “anti-capitalista”, “anti-sistema” y “eco-gerrera”. La campaña emprendida por el Daily Mail y el Daily Telegraph amenaza con no dar tregua, y la propia Diana Fox Carney, 46 años, ha tenido que parapetarse y recibir con un portazo a la canallesca.
      
Diana llevaba una vida más o menos plácida en su país adoptivo y en uno de las zonas residenciales más caras de Ottawa, Rockcliffe Park. Pese a la aparente contradicción (el matrimonio y sus cuatro hijas viven en una mansión de más de un millón de euros), la mujer del hasta ahora gobernador del Banco de Canadá pudo circular tranquilamente por el “carril bici”, calzar unas alpargatas de fibra vegetal de diez dólares y hacer guantes para sus hijas con jerseys usados sin que nadie la señalara con el dedo.


Pero aquí está la prensa británica, que no escarmienta, indagando en los detalles escabrosos de su “doble vida” y prometiendo nuevas y jugosas exclusivas que tal vez acaben comprometiendo el nombramiento de Mark Carney, quien por cierto tendrá que pedir la nacionalidad británica antes de dar el salto a la City (donde ganará 624.000 libras al año, uno 750.000 euros).
     
En Canadá, el matrimonio entre el financiero y la ecologista no causó apenas controversia, ni siquiera cuando ella aceptó la vicepresidencia de Canada 2020 (uno de los “think tank” más a la izquierda), ni tampoco cuando creó su propia web haciendo proselitismo de la frugalidad.
     
El año pasado, en plena eclosión de los “indignados”, Diana Carney se desmarcó con unas declaraciones a la web iPolitics arremetiendo contra “las instituciones financieras podridas e indadecuadas”, asegurando que la desigualdad económica “es la gran cuestión de nuestro tiempo” y justificando las acciones del movimiento Occupy como expresión de “la frustración popular”.
    
La prensa británica desempolva ahora sus declaraciones como si fueran “la prueba del delito”. Todos sus hábitos, desde el uso de un pintalabios “ecológico” al hecho de ir a todas las partes con su termo, se ven como “sospechosos”. Su libro favorito, “The Spirit Level” (la obra de Richard Wilkinson y  Pickett que convirtió la desigualdad en un palpitante tema político) ha sido condenado poco menos que como un libelo. Y los ataques no han hecho más que empezar…
     
Su propio padre, Christopher Fox, propietario de una granja industrial de cerdos, ha reconocido que su hija “siempre tuvo algo de eco-guerrera”. Aunque estuvo interna en uno de esos carísimos colegios privados de la campiña inglesa y estudió Filosofía, Política y Económicas en Oxford, la chica se rebeló a su manera y triunfó en el equipo femenino de hockey. Mark Carney también daba codazos sobre el hielo, en el equipo masculino de Oxford, y así fue como se conocieron.
     
Diana estudió luego Relaciones Internacionales en Pensilvania y trabajó como asesora económica y agrícola, mientras su marido medraba en el mundo de las finanzas y rompió el techo del millón de dólares al año con apenas treinta años y en Goldman Sachs. Aparentemente, fue ella la que le hizo poner los pies en la tierra y salir justo a tiempo de la burbuja financiera, en febrero del 2008, para convertirse en el gobernador más joven en la historia del Banco de Canadá.
      
Puestos a definirse a sí misma, la propia Diana admite que no es una “eco-purista”. Por experiencia propia, tal vez, reconoce que “la acumulación de cosas materiales no nos hace felices”. Y aunque está contenta por el “ascenso” de su marido, digamos que no se muere de ganas por regresar a su tierra y ponerse a tiro de la canallesca: “Canadá es un país difícil de dejar. Volveremos en cinco años”.

Carlos Freseneda / Londres
Publicado en la contra de El Mundo el 29.11.2012

El arzobispo de Canterbury hace causa común con los 'indignados'


El arzobispo de Canterbury, Rowan Williams en Londres. | Reuters

   El arzobispo de Canterbury, Rowan Williams en Londres. | Reuters
Rowan Williams, arzobispo de Canterbury y máxima autoridad de la Iglesia Anglicana, ha roto por fin el silencio con una carta abierta al 'Financial Times' en la que expresa su solidaridad con los 'indignados' en su pulso contra las instituciones financieras y políticas.

"Es el momento de desafiar a los ídolos de las altas finanzas", proclama el arzobispo en las páginas del diario predilecto de la City, que dedica un amplio espacio al giro repentino de la Iglesia Anglicana.
"Las protestas de St. Paul han atraído a un número inesperadamente alto de gente que ha expresado la creciente y profunda exasperación con el 'establishment' financiero que no da señales de cambio", escribe Williams. "Hay todavía una sensación de que la sociedad está pagando los errores y la irresponsabilidad de los banqueros, y una impaciencia por el hecho de que han vuelto a las andadas, con jugosos bonos y con pocos cambios visibles en sus prácticas".

Williams se hace eco de algunas de las propuestas de los 'indignados' y afirma que ha llegado el momento de "dejar atrás las aventuras de la economía virtual" y de "invertir en la economía real".

 

'Tasa Robin Hood'

Entre otras demandas, Rowan Williams considera que se inaplazable la creación de un impuesto sobre las trasacciones financieras, también conocido como 'tasa Tobin' o 'tasa Robin Hood'. "Con una gravamen comparativamente pequeño, en torno al 0,05% por operación, conseguiríamos grandes altos niveles de recaudación, en torno a 410.000 millones de dólares globalmente", asegura el arzobispo.
"Las demandas de los manifestantes han sido vagas", reconoce por otra parte el arzobispo, en el momento de espolear a los indignados. "Mucha gente está frustrada por los efectos desastrosos del capitalismo global, pero no es fácil decir que debemos hacer las cosas de un modo diferente. Ha llegado el momento de ser específicos".

Criticado por su pasividad durante las dos primeras semanas de okupación ante las escalinatas de St. Paul y por su haberse plegado a los designios de la Corporación de Londres (el oscuro ente que mueve los hilos de la City), Rowan Williams ha decidido mojarse personalmente y ha arrimado el ascua al financiero Kel Costa, próximo a los 'tories' de David Cameros y simpatizante con la causa, para orquestar un debate político y económico en las próximas semanas.

En una entrevista a 'The Guardian', entre tanto, el obispo de Londres y número dos de la Iglesia Anglicana Richard Chartres reconoce que "fue un error cerrar las puertas de St. Paul, símbolo de la resistencia contra los bombardeos nazis". Chartres lamenta la cadena de dimisiones internas, reconoce "la pasión admirable" de los indignados y se compromete a convertir el templo en un foro por la ética económica y la justicia social.

Carlos Fresneda (corresponsal) | Londres

La conversión de St. Paul

 
                    Fotos: C.F.

“Esta no es más que la casa de Dios, ésta es la Puerta del Cielo”...
Mientas el infieno estalla en Oakland, todo ha vuelto a la normalidad en el “purgatorio” de St. Paul. Los turistas vuelven a pagar 14,50 libras por cabeza para tener un atisbo del cielo, mientras los sacerdotes anglicanos tienden ahora la mano a los indignados, que hacen acopio de fuerzas para el largo invierno a los pies de la catedral.


   
Tras la tardía “conversión” de St. Paul, que a punto estuvo de expulsar a los indignados del paraíso de piedra, la Corporación de Londres no ha tenido más remedio que dar marcha atrás. El oscuro ente que vela por la imagen y los intereses de la City ha dado “permiso” a los acampados para que puedan quedarse hasta el año nuevo (y después ya se  verá).
     
El espaldarazo “celestial” de los últimos días ha servido para que los indignados se multipliquen como el pan y los peces: de Londres a Glasgow, y de allí a Edimburgo, Bristol, Bath, Birminghan...

    
En Londres, mientras, la causa de los “indignados” empieza a ser tan popular que el número de visitantes al campamento rivaliza con los de la catedral. “He venido por pura curiosidad, y con ganas de enzarzarme en un debate sobre cómo funciona realmente la economía”, reconoce el encorbatado James Hoghan, 37 años, que trabaja en un “conocido” banco de inversiones (no dice cuál).
   
La hermana Ruth Augustus, misionera y católica, con su crucifijo a cuestas, ha llegado  a expresar su solidaridad con los indignados y a denunciar de paso la hipocresía de la Iglesia Anglicana: “Primero cedieron a las presiones de los matones de las finanzas, y ahora nos quieren hacer creer que están con los pobres y los menos favorecidos. Ja, ja... Creo que han hecho el ridículo de principio a fin y que han deshonrado este grandioso templo. Aunque más vale una conversión a tiempo como la del propio San Pablo”.
    
Le preguntamos a la hermana Ruth por la reacción también tardía de la Iglesia Católica y replica con afables aspavientos... “El Papa se adelantó hace más de un año condenando la usura y reclamando un reforma a fondo de los organismos financieros. El Vaticano ha sido el primero en presionar para que se aplique la “tasa Tobin”... La Iglesia Anglicana no ha hecho más que subirse al carro demasiado tarde y porque no le quedaba otro remedio”.


    
Iain Gordon se ha pasado dos días en las escalinatas pintando su particular homenaje al “Banco Nacional del Crimen Organizado”, con la cúpula de St.Paul rivalizando con el “supositorio” de St. Mary Axe, el edificio de Foster que simboliza todos los excesos de la City. “Se les ha visto el plumero”, asevera Gordon. “La Iglesia Anglicana es parte del sistema, no hay más que ver su “portfolio” de inversiones... Ponerse del lado de los indignados vende más de cara a la opinión pública que ponerse de lado de los poderosos. Pero eso no nos basta: tienen que predicar con el ejemplo”.
     
En la Asamblea General de Occupy London, con el alivio que da saber que no habrá desalojo, los indignados se proponen ahora avanzar en las próximas semanas con propuestas específicas. Cualquiera diría que el monigote del Monopoly, regalo de Banksy, ha actuado estos días como mascota de las más de 200 tiendas, protegidas también por la pancarta “positiva” que ha dejado ya atrás la acritud de los primeros días: “¡Democracia Real Ahora!”.

Carlos Fresneda
Publicado en el blog Blogoterráqueo de El Mundo.es

El obispo de Londres frena el desalojo de los 'indignados' británicos

Un 'indignado' protesta disfrazado frente a la catedral de St. Paul. | AP

    Un 'indignado' protesta disfrazado frente a la catedral de St. Paul. | AP
El obispo de Londres Richard Chartres, número dos en el escalafón de la Iglesia Anglicana, ha mostrado su solidaridad con los "indignados" y ha logrado parar la orden de desalojo de la Corporación de Londres, que había dado a los ocupantes 48 horas para desmantelar el campamento
"Las campanas de alarma están sonando en el mundo y St. Paul ha escuchado esa llamada", dijo el obispo Chartres a la hora de justificar el volantazo de la Iglesia Anglicana. En un breve comunicado, la Catedral de St. Paul ha anunciado la "decisión unánime" de suspender las acciones legales y mantener a cambio "un diálogo directo y constructivo" con los "indignados" sobre "los asuntos morales y éticos que proponen". 

El arzobispo de Canterbury Rowan Williams, máxima autoridad eclesiástica, ha roto finalmente el silencio y ha resumido así las tensiones internas en la Iglesia Anglicana: "Los acontecimientos de las dos últimas semanas han demostrado cómo las decisiones tomadas de buena fe y por buena gente, bajo una presión inusual, pueden tener consecuencias desagradables y no previstas. El clero de St. Paul merece nuestra comprensión en estas circunstancias".

El desmarcaje de la Iglesia Anglicana coincide con el endurecimiento de la postura por parte de las autoridades locales y del propio Gobierno de David Cameron, obligado a tomar posiciones ante la crisis desencadenada por los 'indignados'.
La ministra de Interior, Theresa May, ha dado su respaldo a los responsables de la Coporación de Londres -el consorcio que vela por la seguridad y por la imagen de la City- y a su decisión de emprender "acciones legales" para forzar el desalojo. "La policía, la Iglesia y la Corporación de Londres necesitan trabajar juntos para despejar las protestas lo antes posible", ha declarado May.
Por su parte, la asamblea general de Occupy London decidió continuar ayer indefinidamente con la protesta. "Nuestra invitación al diálogo sigue ahí", declaró Ian Chamberlain, portavoz de los ocupantes. "Nos quedaremos aquí mientras exploramos todas las acciones legales".

La actitud de la policía ha sido hasta la fecha de estricta vigilancia, sin irrumpir ni alterar en el funcionamiento del campamento, donde existe incluso una "calle" o fila bautizada como "¡Ya Basta!", en homenaje a los "indignados" de Sol.
En una protesta paralela, a las puertas del Parlamento en Westminster, 12 personas han sido detenidas durante una protesta a favor de los derechos de los "squatters".

Carlos Fresneda, corresponsal en Londres

La factoría de los iconos

 
                    Fotos: C.F.
Vagando con rumbo incierto por las calles de Dublín, al más puro estilo Leopold Bloom, uno llega sin querer hasta el mural erigido en el nombre de su creador, James Joyce, en los callejones ruinosos y sombríos de Temple Bar.
Donde antes se acumulaban las vomitonas, los orines y las jeringuillas, ahora emergen a todo color las leyendas vivas de la cultura irlandesa, resucitadas por la iniciativa de un grupo entusiasta de artistas que ha echado raíces en La Factoría de los Iconos.

 
 













Warhol es sin duda nuestra lejana inspiración”, atestigua el ilustrador Kevin Bohan, posando de soslayo junto a su de electrizante retrato verde de Shane MacGowan, el cantante  The Pogues. “Pero lo que hemos querido es sacar el arte a la calle, iluminar las paredes, “encender” la llama de la curiosidad en los paseantes”.
   
“Pocos se atrevían a caminar antes por estos callejones”, advierte Aga Szot, reclinándose en el retrato de Sinead O’Connor en sus mejores años. “Ahora la gente viene siguiendo el rastro de los iconos en los muros, aprendiendo algo nuevo sobre sus viejos mitos, y descubriendo muchos otros”.
     
Aga, 33 años, nacida en Polonia, se siente tan arraigada en su ciudad adoptiva que poco le pesa pintar las paredes decrépitas y trabajar gratis: “Nadie nos paga por esto, lo hacemos por amor al arte. Aunque sí nos gustaría tener al menos el reconocimiento, que la gente supiera que aquí tiene la posibilidad de respirar la esencia de Dublín”.

  
Joyce camina pensativo, apoyado en un bastón (“la irresponsabilidad es parte del placer de todo arte”) mientras Oscar Wilde se desparrama en su pose habitual, como si estuviera diciendo aquello de “Puedo resistirlo todo, menos la tentación”. Bram Stroker nos mete el miedo en el cuerpo, al tiempo que Samuel Beckett prefiere desafiar la inteligencia del viandante: “Cualquier tonto puede hacerse el ciego, pero ¿quién sabe lo que ve la avetruz en al arena?”


 
Anthony Rafferty, el poeta gaélico y ciego, recibe también su homenaje en las paredes, no muy lejos de donde el legendario y pelirrojo Luke Kelly, fundador de The Dubliners, canta a micrófono abierto, arropado por The Freshment (los “Beach Boys” irlandeses). Peter O’Toole se mide finalmente a F.J. Cormick en la pantalla imaginaria de Bedford Lane, donde poco a poco las calles su aspecto mundano, salpicado en todo caso por las colorista fachadas de los pubs.
    
En el paseo de los iconos hay también explosiones de humor corrosivo y destellos inoclastas de arte callejero, con invectivas dirigidas a los “antihéroes” del momento: los banqueros “enchironados”, saludándonos desde los barrotes del Nuevo Banco de Irlanda...

 “No hemos querido hacer un simple paseo de la fama, sino algo más creativo y sorprendente”, sostienen y  Kevin y Aga, tras el mostrador de la Factoría de los Iconos, donde todas las leyendas se reencarnan en camisetas, tazas y reposavasos, pedacitos ya lejanos de ese Dublín añorado al que regresaremos sin falta el 16 de junio, “Bloomsday”, el día que cobra vida ese dicho que podría ser irlandés: “Words are what we are” (“Las palabras son lo que somos”).

 

Carlos Fresneda

Los indignados de Dublín


                Fotos: C.F.

También en Dublín. Los indignados locales ocuparon la plaza del Banco Central en Dame Street y ahí siguen, ganando adeptos sábado tras sábado. La semana pasada llegaron a los 2.000 y recorrieron las calles bajo el grito unánime de “Somos el 99%”. Hoy confían en llegar a los 4.000...
     
El movimiento está creciendo lentamente, como todo en Irlanda”, advierte Rob Dunlop uno de los organizadores del campamento de apenas una veintena de tiendas destartaladas. “Pero la mecha se ha propagado ya a Galway, Cork, Belfast... Que nadie se deje engañar por la “recuperación” de Irlanda. El peso de la deuda es tremendo, las medidas de austeridad nos han hecho mucho daño, al igual que las políticas de la UE y del IMF. Y encima se quieren apropiar de nuestros recursos naturales”.
     
 

El eco de la ocupación de St. Paul en Londres ha dado ánimos a los dublineses, conectados con ¡Democracia Real Ya!, como lo atestiguan varios carteles en español: “¡No nos mires, únete!”, “¡Revolución Global!”...
     
“Les debemos mucho a los jóvenes españoles, ellos nos marcaron de alguna manera el camino”, reconoce Rob. “Y aunque aquí no tenemos el nivel tan alarmante de paro, lo cierto es que la recesión golpeó antes que en ningún otro país europeo. En el 2009 la gente salió a la calle en masa, como hacía tiempo que no se veía en Irlanda. Nosotros queremos seguir manteniendo viva la llama”.

Rob, que fue estudiante de Sociología en el Trinity College y ahora trabaja como cocinero de “raw food” (comida cruda), confiesa que votó el jueves por Michael D. Higgins... “Lo hice a título personal, esto no tiene nada que ver con el campamento. Pero me llena de orgullo que un poeta y viejo militante de izquierdas sea nuestro presidente. Sé que en el fondo comparte muchas de nuestras causas”.
      
Donnacha O’Briain, que está rodando un documental sobre el movimento de los “indignados” en Irlanda (“Visiones Periféricas”), quiere ser optimista, aunque confiesa que le cuesta: “Los lazos de solidaridad en este país son muy débiles. Nunca hemos tenido una izquierda auténtica y los sindicatos no tienen fuerza. Falta oganización y es muy difícil movilizar a la gente”.

      
Pero la ocupación de Dame Street sigue adelante, por un plazo indefinido y sin la insidiosa vigilancia policial ni las amenazas de desalojo de Londres. Las asambleas generales discurren apaciblemente. En en panel informativo se compara el peso de la deuda en Grecia, Portugal, Irlanda, Italia y España (“con un desempleo del 20%, se trata de una de las economías más débiles de Europa”).
   
“No hay honor en robar a los pobres”, dice una pancarta. “¡Temblad banqueros, la gente está en marcha!”, leemos en otra. “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”, advierte un último cartel, con una apremiante apostilla en español sobre la máxima de Gandhi: “Ya Basta”.

Carlos Fresneda
Publicado en el blog globoterráqueo de El Mundo.es

La “okupación” del centro de Londres fuerza el cierre de la catedral de St. Paul

 .La Iglesia alega “razones de seguridad y salud”.
.El campamento de los “indignados” supera ya las 200 tiendas
.El templo anglicano apoyó inicialmente las protestas

Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, la catedral de St. Paul ha cerrado sus puertas a los turistas y feligreses. Aunque en esta ocasión la razón de fondo es más bien peregrina: el campamento de los “indignados” que ha ido creciendo ante los pies del templo y que ya supera las 200 tiendas.
      
Durante la jornada global de “okupación” del 15-O, cuando el muro policial impidió que los manifestantes se atrincheraran junto a la Bolsa de Londres, el reverendo Giles Fraser les dio personalmente la bienvenida y accedió a que las escalinatas del templo fueran usadas como anfiteatro.
     
Al cabo de una semana, el decano de St. Paul, reverendo Graeme Knowles ha dado marcha atrás, alegando que el templo tiene que cerrar “por razones de seguridad y salud” hasta que no se vayan los manifestantes.
     

Pese a la petición expresa de las autoridades eclesiásticas, la Asamblea General del campamento londinense –lleno de referencias a la acampada de Sol, como la Calle Basta Ya!- ha decidido seguir adelante con la “okupación” ante la mirada vigilante de la policía y entre amenazas más o menos veladas de desalojo.
     
“Nuestras relaciones con la Iglesia habían sido hasta ahora espléndidas”, aegura Mark Hartman, uno de los 400 “indignados” que pernoctan a diario junto a la catedral. “Todo eran muestras de solidaridad y nos habían dejado incluso usar los servicios. Habíamos hablado incluso de una cuestación voluntaria para ayudarles a compensar las pérdidas.. Mucho me temo que esto obedece a un plan para intentar disuadirnos”.
      
Los responsables del campamento -que cuenta con su tenderete “mediático”, su zona de “chill out” y su tienda solar de meditación- han accedido a poner vallas acotando el perímetro y a colgar un cartel provisional de “¡No más tiendas!” (menos visible que el consabido “Capitalismo es Crisis” que sigue ondeando contra viento y marea ante el templo).
  
El reverendo Knowles admite que “hay algo profundo en la protesta ante el lugar sagrado” y reconoce que los manifestantes tienen su derecho a expresar “su precupación por la desigualdad y la pobreza”. “Pero no es posible cumplir con nuestras obligaciones con los feligreses, los peregrinos y los visitantes en las presentes circunstancias”, concluye el decano de St. Paul.
     
Pese al cierre temporal, la iglesia ha abierto provisionalmente hoy para dos bodas que ya estaban comprometidas y posiblemente vuelva a hacerlo el domingo, a la hora de las misas matinales.
     
Pero las visitas de pago –a la friolera de 14,50 libras la entrada- han quedado temporalmente suspendidas. El turismo supone el 80% de los ingresos de la catedral, que cuenta con 200 empleados y 100 voluntarios, y cuyos costes diarios ascienden a 20.000 libras.
   
La decisión de echar el cierre ha sido entre tanto criticada por algunos activistas que recuerdan que la Iglesia Anglicana forma parte del “sistema”, con inversiones en compañías como BP, Shell y Exxon Mobil.
 




Carlos Fresneda, correponsal en Londres
Publicado en El Mundo.es

Los indignados de Manchester




                  Angel Goñi Moreno, ante la pancarta de "¡Globalizad la lucha!" Foto: C.F.

¿Dónde están los “indignados” de Manchester? ¿Qué ha sido de los 35.000 manifestantes que el domingo tomaron las calles en protesta contra los recortes sociales? ¿Quién va a cantarle mañana la serenata a David Cameron, a falta de PJ Harvey?
    
“La verdad es que la lluvia mojó los ánimos y no hemos tenido la respuesta popular que esperábamos”, reconoce el madrileño Angel Goñi Moreno, 28 años, investigador en la universidad Manchester Metropolitan. “Pero aquí estamos los que estamos. La semilla sigue viva y quizás con el tiempo llegue a cuajar algo como las protestas de Wall Street o en la Puerta del Sol”.
    
¡Globalizad la lucha!”, puede leerse en la pancarta predilecta de Angel, con la responsabilidad compartida de Grecia, España, Egipto y Chile en esa chispa que ahora ha prendido al otro lado del Atlántico y que, aparentemente, está aún lejos de “incendiar” el Reino Unido.
     
En la conferencia del Partido Conservador, en el búnquer acristalado de Manchester Central, el acalde de Londres Boris Johnson habla de “tolerancia cero” y de cómo inculcar disciplina a los chavales para que nunca más vuelvan a haber “disturbios sociales”. En Albert Square, a la intemperie, una treintena de “indignados –acampados en media docena de tiendas- resisten el hostigamiento de la policía y se parapetan tras la pancarta “No pagaremos su crisis”.

  
Si hubiéramos tenido cientos de detenidos como en Wall Street tal vez saldríamos en los periódicos”, se lamenta Angel. “Como la manifestación discurrió sin problemas, y la policía tampoco se excedió, hemos dejado de interesarle a los medios”.

Alguna que otra cámara, por aquello de estirar las piernas a la hora del almuerzo, se acerca hasta los dos campamentos de Occupy Manchester, frente a la torre del Ayuntamiento y a tiro de piedra del fortín de los “tories”. “Taran”, portavoz del grupo, asegura que se trata ya de “un movimiento imparable entre la juventud mundial” y augura que “pronto veremos el potencial que tiene en el Reino Unido”.
     
Angel Goñi Moreno ha servido ocasionalmente de “enlace” con los “indignados” españoles, y rara es la noche en que no hay un conexión por Skype con los colegas de Occupy Together en Estados Unidos. Pero por alguna escurridiza razón, y pese a los recortes sociales, parece que la sartén aún no está suficientemente caldeada por estas tierras (y menos ahora que arrecian de nuevo las lluvias).
    
La principal diferencia con España es que aquí no hay tanto paro juvenil”, apunta Angel. “Y también hay que tener en cuenta que estamos en un país más clasista. Los recortes afectan aquí sobre todo a la juventud más desfavorecida, mientras que para la juventud “privilegiada” sigue la vida como si nada. En España, en cambio, hay toda una generación de gente preparada y con estudios que no tiene ninguna salida”.
  
“Estamos aquí no sólo para protestar contra los “tories”, sino esencialmente para levantar nuestra voz contra un sistema que barre para los ricos y penaliza a la gente común, que es la que está sufriendo la crisis”, concluye Angel. “Este ha sido al fin y al cabo nuestro primer intento, y habrá muchos otros. La ilusión sigue intacta”.

Demonstrators take part in a march through Manchester

Carlos Fresneda, desde Manchester
Publicado en Blogoterráqueo de El Mundo.es