¡Aquí me quedo!


Foto: Isaac Hernández

"Nací en el Bronx, cuando esto era una zona de droga y de crimen, de casas quemadas y abandonadas... Nuestros barrios quedaron destruidos, pero la gente, con el tiempo, ocupó las viviendas, hicieron sus jardines comunitarios, intentaron mejorar sus vidas. Aunque no fue suficiente: el Sur del Bronx sigue siendo sido la comunidad más desechable de Nueva York".
   
Omar Freilla, hijo de inmigrantes dominicanos, creció bajo el humo y el zumbido incesante de la Cross Bronx Expressway, la autopista elevada que abre en canal el barrio, con los índices de asma más elevados del país... "Puedes entrar en cualquier escuela pública y preguntar cuántos niños tienen asma. En algunas clases levantarán la mano el 60% de los chavales".
    
El "boom" inmobiliario intentó vender la idea del SoBro (acrónimo del South Bronx) como el último bocado "cool" de Nueva York. Pero la crisis ha frenado a los especuladores, y lo cierto es que el panorama a la altura de la calle 149ª sigue siendo bastante desolador. En menos de dos kilómetros a la redonda tenemos un funesto muestrario de cárceles, autopistas, centrales térmicas, depuradoras de agua y plantas de tratamiento de basuras, por no hablar de los más de 10.000 camiones diarios que circulan por las calles desarboladas.
La gente de Sustainable South Bronx, el grupo que abrió la primera brecha entre los nubarrones, organiza puntualmente los "tour tóxicos" para quienes quieran conocer a fondo el barrio. En los últimos ocho años, la labor infatigable de Majora Carter ha conseguido despertar la conciencia ecológica de los vecinos bajo la consigna "Green the Ghetto".
    
Allí se curtió precisamente Omar Freilla, que en su etapa de joven activista tuvo la tentación de dar el salto como voluntario a Africa o Suramérica... "Al final me di cuenta de que aquí, en el Bronx, vivimos realmente como en un país subdesarrollado dentro de un país desarrollado. No hay más que ver nuestras estadísticas de salud y esperanza media de vida. Y no hay más que asomarse a la ventana, contemplar el horizonte de autopistas, industrias contaminantes y vertederos, para encontrar la explicación".
     
Pasado el umbral de los veinte, Omar decidió tomar las riendas del destino, subirse las mangas y pasar a la acción con Green Worker Coop., la primera cooperativa de trabajo "verde" del Bronx. "Llegó el momento de crear algo constructivo en la comunidad", se explica Omar en español. "El primer paso de la economía gris a la economía verde tenemos que darlo nosotros, gestionando nuestros propios recursos, reinventando la economía y la democracia desde la base".
   
El futuro del Bronx se está gestando sin duda en este almacén de Timpson Place, donde se acumulan puertas, ventanas, armarios, lavabos, azulejos, parqués y moquetas cuyo destino natural habría sido el vertedero de no ser por Omar y los suyos... "Nosotros lo llamamos el negocio de la deconstrucción, y creo que es uno de los sectores con más futuro. Nos presentamos allá donde va a haber una demolición, catalogamos lo que se puede volver a usar y lo traemos para el almacén, donde lo revendemos a contratistas y particulares a precio de saldo. También recibimos las donaciones más impensables: desde una máquina de hacer palomitas a veinte butacas de cine".

ReBuilders Source es el nombre de la primera cooperativa de Green Worker, que de momento genera cinco empleos. "Éste no es más que el punto de partida", asegura Omar. "Deberían funcionar ya cooperativas así en todos los barrios, para reconstruir usando materiales reciclados. Aunque hay otros terrenos que queremos explorar, como el de la eficiencia energética, o el de las cooperativas de consumo para fomentar las huertas urbanas en el Bronx".
    
La Coop Academy es el brazo educativo de Green Worker. Por ella han pasado decenas de futuros trabajadores "verdes" en cursos intensivos de formación de 24 semanas... "La gente está deseando cambiar de "chip" y abrir nuevos horizontes aquí en el barrio. De la cooperativa de reciclaje hemos pasado a los granjeros orgánicos, los instaladores de placas solares, los expertos en aislamiento y eficiencia energética o la cooperativa de "catering" de alimentos sanos, tan necesario en un barrio como el nuestro. Creéme, lo último que necesitamos en el Sur del Bronx es un nuevo McDonald´s".
   
A sus 38 años, Omar Freilla incita a los jóvenes a seguir su instinto, perseguir a toda costa su gran idea y no desesperar por la falta de financiación. El mismo recuerda lo duro que fue al principio, llamando de puerta en puerta, cuando eso que ahora se llama "emprendimiento social" no era más que una utópica idea...
    
Hasta que le llegó la máxima distinción de la Fundación Rockefeller por su contribución a las "Nuevas Ideas y al Activismo" en Nueva York. Los 100.000 dólares que recibió los invirtió directamente en Green Worker Coop. y en ese momento decidió que su ancho horizonte seguiría estando en el Bronx, donde los graffitis proclaman con sufrido orgullo en español: "¡Aquí me quedo!".

Carlos Fresneda
Publicado en el blog EcoHéroes de El Mundo.es

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