¡Salvemos el Supermercado del Pueblo!


Interior del supemercado. | C. F.
Interior del supemercado. | C. F.
  • La cooperativa más simbólica de Londres corre el riesgo de cerrar
  • Sus 1.200 miembros tienen descuentos por trabajar cuatro horas al mes
En mayo del 2010, el 'chef' Arthur Potts Dawson y una veintena de entusiastas decidieron plantarle cara a la crisis en el corazón de Londres con una idea rompedora: el Supermercado del Pueblo.
The People's Supermaket fue la respuesta desde la base a los supermercados convencionales. Mitad cooperativa de consumidores, mitad cooperativa de trabajadores, sus 1.200 miembros han podido gozar de descuentos de hasta el 20% a cambio de cuatro horas de trabajo mensuales en la tienda, que apuesta claramente por los productos locales y por el comercio justo, al tiempo que reivindica "el servicio a la comunidad y al medio ambiente".

La respuesta popular fue tan fulminante que el Canal 4 de televisión les dedicó un documental seguido por millones de espectadores. La voz llegó hasta el propio David Cameron, que vino hasta Holborn con la cesta de la compra para visitar el Supermercado del Pueblo y usarlo como escaparate de aquello que aún se llamaba The Big Society.

Un año después, nadie se atreve a volver a hablar de la 'Gran Sociedad'. La ira popular, hasta ahora concentrada en los bancos, empieza a sonar cada vez más fuerte contra las grandes cadenas de supermercados (Tesco, Sainsbury y demás) por los salarios multimillonarios de sus directivos y por la sistemática explotación laboral.

Y repentinamente, pese a las cooperativas de nuevo cuño que han surgido en el país imitando su modelo, The People's Supermarket anuncia que corre el riesgo de cerrar su puertas porque no puede renegociar los impuestos que deben.
"El sistema con el que funcionamos no permite que florezcan las empresas sociales", denuncia Tara Mulqueen, una neoyorquina que se unió al proyecto con la experiencia cercana de la Park Slope Food Coop. "Aquí tienes que ser por fuerza un negocio o una organización caritativa, no hay lugar para un término medio. Nadie valora nuestro servicio a la comunidad, al medio ambiente o a los productores locales".

"A la hora de tributar nos miden por el mismo rasero que cualquier supermercado", se lamenta Tara, con la soga del cierre pendiendo sobre la colorista y simbólica tienda, que ha calado en lo más hondo del vecindario. "¡Salvad vuestro supermercado!", puede leerse estos días en la pancarta de la entrada, a modo de S.O.S. dirigido a las autoridades municipales.

Michael Mulcahy, Tara Mulqueen y Craig Jobbins en la puerta del Supermercado del Pueblo.Michael Mulcahy, Tara Mulqueen y Craig Jobbins en la puerta del Supermercado del Pueblo.

Cocina y floristas

Pese a las dificultades para lograr créditos, el proyecto nació con una inversión inicial de 180.000 libras. Y aunque la facturación ha llegado a superar 1,5 millones de libras, la deuda acumulada con el distrito municipal de Camden ronda las 50.000 libras anuales (la cantidad que ahora están intentando renegociar).

Aunque hay ya en marcha un proyecto para abrir otro Supermercado del Pueblo en el barrio de Hackney, el cierre de la tienda original sería un mazazo para los fundadores. "No sólo pondrían en la calle a 23 trabajadores y causarían un gran perjuicio económico", advierte Michael Mulcahy, despachando en la caja. "Si cerramos, dejaríamos un gran espacio vacío precisamente en el momento en que más necesitamos alternativas a los modelos convencionales".

En las estanterías de The People's Supermarket, los productos más o menos reconocibles se codean con la Leche del Pueblo, los Huevos del Pueblo o la Carne del Pueblo, procedentes de granjas cercanas. Los vegetales y las frutas son también de procedencia local, aunque no falta la Coca-Cola, los Corn Flakes u otros productos típicos de cualquier supermercado.
Como ingrediente añadido, 'La Cocina del Pueblo' se ha convertido también en un poderoso reclamo para el vecindario. Vincent Manzanilla, que trabaja como voluntario, certifica que no sólo se sirve todas las semanas cientos de comensales, sino que se aprovechan más de 200 kilos de alimentos que de otra manera acabarían en la basura.

En el sótano de la tienda, las Floristas del Pueblo -Annette Sackar y Denise Walker- trabajan esta semana a destajo para completar a tiempo los ornamentos para un funeral: "Esperamos no tener que hacer los arreglos florales para nuestra propia despedida... Este es un proyecto en el que la gente ha puesto demasiada energía e ilusión como para que pueda morir".

Las Floristas del Pueblo Annette Sackar (sentada) y Denise Wolker (en primer plano). | C. F.Las Floristas del Pueblo Annette Sackar (sentada) y Denise Wolker
(en primer plano). | C. F.

Carlos Fresneda (Corresponsal) | Londres

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