Pensamos y sentimos que por qué no lo imposible en tiempos ordinarios se puede convertir en factible en tiempos extraordinarios. Los ejes políticos y economicos, se manejan por una minoría hija predilecta del capitalismo. Indagar en la construcción de la resiliencia, reencontrar valores no rentables para pocos pero vitales para los muchos, anhelar un mundo sin perdedores, escribimos sobre personas y organizaciones que estimulan a cambiar hacia un mundo mejor. Carlos Fresneda y Manolo Vilchez
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Y otros plásticos, poco a poco, ¿y cómo? va de hongos, va de biomimesis, va de ciencia de la buena, va de creatividad y evolución técnica, va de mirar esta pequeña bola cósmica alimentada por una divina central energética con los ojos de quien ve a 1000 años vistas un mundo mejor, fruto de la evolución del homo sapiens, alejado de dogmas, creencias en lo efímero y posiciones de dominio de unos sobre otros.
Le estoy dando estos días a lo cultural para el cambio, de hecho me despido una temporadilla a los espacios donde una parábola pueda poder llegar y servir desde la perpendicular del mismo sol que es capturado por las hojas de los árboles y que cuando estas han cumplido su función vital caen al suelo para generar nueva vida, entre ella, los micelios, luego hongos, conectores subterráneos de primera piel que mantienen la fertilidad y que nos brindan servicios extraordinarios que tenemos que integrar volaos, y es que nos va mucho en ello.
Y por si te interesa introducirte en terrenos de hongos y biomimesis, debes conocer la obra facilitada por la Fundación Tierra, desde sus cuadernos Perspectiva Ambiental. Bien, aquí el número 45 dedicado a la tecnología inspirada por la Naturaleza y en el número 46 esas piezas clave en la Biosfera, los hongos, las síntesis están en castellano y las publicaciones en catalán, disponibles integras en formato pdf. Claro, que si van por esos números, la colección tiene reservados para ti y disponibles bastantes en los dos idiomas, más de 40 tesoros de cultura ambiental.
Para celebrar las soluciones climáticas un día antes del principal día del trabajo, el 10,10,10, dos vídeos, uno de Paul Stamets con su seis vías para que los hongos nos salven del colapso como especie y despues Eben Bayer, que con micelios y restos vegetales tiene ya solucionado la fabricación biomimésica de símiles para embalaje que ahora suple el petróleo pasao a plástico.
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Bueno, feliz primer día de trabajo para cambiar el clima a mejor y este mundo por completo, más o menos, pero seguro a 350 ppm de CO2 allá en la Atmósfera.
“El cambio acabará fraguando, pero la pregunta es: ¿cambiaremos a tiempo?” “El liderazgo real nos corresponde a los ciudadanos”
Fue pionero de la revolución biológica con Erewhon, allá por los años sesenta, y de ahí pasó a vislumbrar la llegada de una nueva manera de crear riqueza y hacer las paces con el planeta en “La ecología del comercio”. Hizo luego tándem con Amory Lovins en “Capitalismo natural”, ese manual de título intencionalmente equívoco, reclamando la necesidad de incorporar la naturaleza a la ecuación de la economía.
Paul Hawken dejó hace tiempo los “negocios”, aunque sigue buscando soluciones a través de la “biomímesis” en Sausalito (California), con su aliada y amiga Janet Benius. Pero lo suyo es el activismo puro, con un trasfondo de sabiduría y esperanza que es difícil encontrar en ningún otro líder del movimiento ecologista norteamericano.
“Bendita inquietud” es su último libro, en el que da cuenta de ese movimiento anónimo e invisible, integrado más de un millón de grupos, que están intentando cambiar la sociedad desde la raíz en los lugares más distantes del planeta. Desde la deforestación del Amazonas a la privatización del agua, del cambio climático a la lucha contra la pobreza, de la igualdad de la mujer a los derechos de la infancia, Hawken asegura que nunca ha habido un estallido comparable del activismo, amplificado y compartido gracias a internet y a las redes sociales.
El cambio es inevitable, pero no inmediato, advierte. Hay que superar aún resistencias ancestrales e intereses muy poderosos, y hay que estar preparados para el “sufrimiento” en los estertores del viejo sistema. “El cambio acabará fraguando”, asegura. “Pero la pregunta es: ¿cambiaremos a tiempo?”
PREGUNTA: La primera década del siglo XXI ha sido decididamente funesta. Y la segunda década ha arrancado con los peores presagios: de desastres naturales como el de Haití, que sacan a flote todas las miserias humanas, a catástrofes causadas por la avaricia y el desdén por el medio ambiente, como el vertido del Golfo de México ¿Qué cabe esperar en los próximos años?
RESPUESTA: Hemos vivido y seguimos viviendo en tiempos oscuros. En momentos así me acuerdo del mito de Orfeo, cuando Hades –que representa nuestra parte de sombra- le dice a Orfeo que no mire hacia atrás si quiere volver a ver a Eurídice... Creo que la lección que tenemos que aprender es esa: hemos de aceptar nuestro lado oscuro e integrarla como parte del todo... Y creo, sinceramente, que nos esperan aún cinco, seis o siete años en la misma senda, con el predominio de las sombras. Porque el sistema que hemos creado está haciendo aguas, y los gobernantes no quieren darse cuenta. Claramente, hay aspectos de la civilización que no funcionan, que son dañinos para la gente y para el planeta. Lo sabemos ya de sobra; hemos padecido un gran número de desastres, y sin embargo reincidimos... Mucho me temo que tendremos más sufrimiento, pero el sufrimiento es un gran maestro. Los tiempos difíciles nos hacen mucho más creativos. Son momentos en los que miramos hacia dentro y vemos las cosas desde otra perspectiva, con más nitidez. Y ahora tenemos además una herramienta liberadora: somo capaces de crear, acceder y compartir información como nunca antes. Están aflorando realidades que durante mucho tiempo han permanecido ocultas. Y la gente está pasando a la acción. Por eso soy optimista. Quiero pensar que hemos entrado en una década luminosa.
P: ¿No tiene acaso la sensación de que la crisis económica está apagando el fuego del activismo, que nos está haciendo a todos más complacientes y cobardes?
R: Creo que la crisis, tanto en Estados Unidos como España, como en tantos países que la están padeciendo, obedece a una causa común: hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. No se puede vivir eternamente en deuda. Las deudas, tarde o temprano, hay que saldarlas. El problema es que al final acaban pagándolas quienes menos culpa tienen, quienes están en la base de la pirámide económica y se quedan en el paro... La recesión ha sido el síntoma de la patología profunda del sistema industrial con el que seguimos funcionando. Está claro que ya no funciona. Tenemos que reimaginar todo lo que hacemos en la Tierra, desde el modo que producimos al que consumimos, pasando por los residuos que dejamos en el proceso. Pero sobre todo hay que cambiar el modo en que pensamos... La gente está asustada ante la situación, es normal. Pero el miedo es paralizante; es el agente más destructivo del cambio. Hay que aceptar que nos hemos metido en un callejón sin salida y no vamos a salir de él con los mismos esquemas económicos y mentales. Cuánto más tardemos en aceptarlo, más tardará en llegar el poder transformador que necesitamos.
P: Hay quienes no le perdonan por haber acuñado el término de “Capitalismo natural” ¿Qué hay de “natural” en el capitalismo?
R: Quienes lo critican son seguramente quienes no han leído el libro. El título no es más que un juego palabras. Nunca quise hacer una apología del capitalismo, ni lavar la imagen a un sistema que en el fondo es “antinatural”, pero es con el que todavía funcionamos... Mi intención (y la de Amory y Hunter Lovins, que escribieron conmigo el libro) era reivindicar la importancia del “capital natural” como factor determinante del bienestar humano. Esbozamos cuatro principios, interconectados entre ellos, como base para cambiar la economía, la agricultura, la arquitectura y básicamente toda actividad humana para adapatarla a un hecho irrebatible. Tarde o temprano tendrán que aceptarlo los economistas y los políticos: vivimos en una planeta finito y con los recursos limitados.
P: La llegada de Obama disparó la expectativas, no sólo en Estados Unidos sino en gran parte del mundo ¿Han cambiado realmente algo las cosas?
R: A Obama le doy un aprobado justo. No es George Bush, pero tampoco lo que muchos esperaban: ese líder transformador que de veras fuera el principio de algo nuevo. Obama ha sido muy cauto y cuidadoso, al menos hasta ahora. No ha asumido prácticamente riesgos. Pero está trabajando con lo que tiene: una América profundamente dividida. La resistencia al cambio está muy arraigada en una parte de este país.
P: ¿Qué nos dice del escepticismo y la falta de acción ante el cambio climático?
R: Si nos atenemos a las encuestas, el porcentaje de “escépticos” del cambio climático es muy parecido al de la gente que cuestiona aún la teoría de la evolución de Darwin... Digámoslo claro: hay una parte de este país que, por razones políticas o religiosas, ha decidido vivir en la ignorancia. Esa parte es muy influenciable ante hechos como el supuesto escándalo de los emails que salió a la luz en la antesala de la cumbre de Copenhague. Era noticia vacía, sin ningún trasfondo, que sin embargo ha hecho mucho daño y ha comprometido el trabajo de los más de 1.200 científicos que trabajan por entender mejor el clima y que han coneguido reconstruir las temperaturas de la Tierra desde la última glaciación. Los grandes medios han tenido gran parte de culpa en todo lo que ha ocurrido. Los grandes medios sólo buscan polémica y confrontación para subir la audiencia.
P: Ahora que menciona Copenhague, y aunque ya pasó el tiempo de los lamentos ¿No fue acaso una gran oportunidad perdida?
R: Reunir a 190 países en torno a un problema “global” ya es un hecho importante. Que los gobiernos no llegaran a un compromiso concreto y real estaba dentro de lo previsto... Lo más importante, seguramente, es lo que no saltó a los titulares: las conexiones que se hicieron entre la infinidad de grupos y de activistas que coincideron allí. Los gobiernos, al fin y al cabo, no están más que para levantar la barrera cuando la presión ciudadana se hace insostenible. En todo caso, los gobiernos son el suelo sobre el que pisamos, pero nadie mira al suelo a la busca de inspiración. El liderazgo real nos corresponde a los ciudadanos.
P: ¿Cómo conciliar la transformación personal con el cambio social?
R: Ningún movimiento de cambio social tiene sentido si no pasa por el cambio personal. Si uno quiere cambiar el mundo, primero tiene que estar convencido de que el mundo le necesita. Uno tiene que repetirse y repetirse “Yo soy el mundo”, pero no de un modo narcisista... Sin un cambio interior, sin una mente abierta a nuevas posibilidades, no hay posiblidad de transformación. Lo mismo vale a nivel individual que a nivel social. El cambio afecta a todos los aspectos de tu vida: del modo en que comes al trabajo que desempeñas, al dinero que inviertes a lo que haces en tu tiempo libre o como voluntario.
P: A diferencia de “Capitalismo Natural”, “Bendita inquietud” es un título sin trampa ¿Cree de veras que existe una explosión planetaria de activismo social? ¿No estamos acaso experimentando un bajón como el que ocurrió tras la “batalla” de Seattle?
R: El activismo al estilo Seattle es el último recurso. Cuando la gente no tiene alternativa, se lanza a la calle. Para los grandes medios, tristemente, un problema no es noticia hasta que la gente no se lanza a la calle... Los medios ignoran sistemáticamente este otro activismo del que hablo en el libro y que es el que perdura: el activismo de barrio y de comunidad, el que se cuece en los pasillos y en las reuniones interminables... La idea me vino cuando fui recopilando tarjetas y contactos de cientos de personas que se me fueron acercando tras las conferencias que he ido dando en los últimos años. Cuando conecté los cabos resulta que tenía 100.000 organizaciones no gubernamentales. Son muchísimas más, más de un millón, y lo mejor de todo es que están conectadas, aprendiendo unas de otras, replicando soluciones de una punta a otra del planeta, creando un efecto multiplicador gracias al uso de las nuevas tecnologías. Nunca habíamos tenido nada ibgual hasta ahora... Cuando me levanto por las mañanas, procuro no dejarme hundir por el pesimismo de las noticias. Me consuelo pensando que hay muchísima gente trabajando por un mundo mejor y que no sale en la televisión ni en los periódicos.
P: ¿Y cuánto tardará en fraguar el cambio?
R: El trabajo, la inquietud y el impulso de toda esta gente está ahí. La historia no puede dar marcha atrás, aunque los avances no son siempre lineales. A veces parecerá que nos hemos parado o que estamos retrocediendo, pero el cambio es inevitable. Estoy seguro de que acabará fraguando, pero la pregunta es: ¿Cambiaremos a tiempo? ¿Lo haremos antes de que el daño que estamos causando al planeta sea irreversible?
Carlos Fresneda, Sausalito - California Publicado en Integral 368, agosto de 2010
. La red de ecologistas norteamerianos celebra sus 20 años y se prepara para dar el salto a Europa
Hace veinte años, cuando el cambio climático se percibía aún como una amenaza lejana, Kenny Ausubel tuvo la idea de reunir bajo un mismo paraguas a ecologistas y científicos, a indígenas y urbanistas, a pensadores y activistas, convocados ante un dilema apremiante y común: “¿Cómo rediseñar el mundo siguiendo los principios de la naturaleza?”.
La pregunta resuena hoy más fuerte que nunca. Pese a todas la tribulaciones de estas dos últimas décadas, Kenny Ausubel sostiene que las respuestas despuntan ya en el horizonte en forma de “soluciones” que surgieron precisamente en el cónclave anual de los “Bioneers” en la bahía de San Francisco.
El concepto “cradle to cradle” de William McDonough, la “biomímesis” de Janine Benyus, la red de la vida de Fritjof Capra, las “máquinas vivas” de John Todd o el “capitalismo natural” de Paul Hawken han sido algunas de las ideas revolucionarias que vieron la luz durante la larga travesía de los “Bioneros” (Pioneros de la Biología).
Entre las conquistas colectivas, el reconociomiento de los Derechos de la Naturaleza en la Constitución de Ecuador, otra propuesta que brotó como una chispa en esta hoguera incombustible de mentes, culturas y etnias que en unos meses dará el doble salto a Europa (en Amsterdam en primavera; en la Fundación Findhorn de Escocia en el otoño).
Kenny Ausubel –mano a mano con su esposa y cofundadora Nina Simons- tiene la mirada puesta en los nuevos horizontes de Bioneers Global y en la renovada llamada a la acción frente al cambio climático. Pero el alma de los Bioneros -que fue documentalista y especialista en medicina altenativa, biodiversidad y semillas- pretende seguir regango las raíces de la red y las ramas dispersas por la vasta geografía de la “otra” América.
“Durante estos 20 años hemos tenido momentos especialmente difíciles” reconoce Ausubel. “Hasta hace poco existía una gran contradicción entre el sentido de la urgencia ante la crisis ambiental y social y la dificultad de llevar nuestro mensaje al mayor número de gente... Pero estoy convencido en que el año 2006 hubo una especie de “iluminación global ecológica”, y la receptividad que existe hoy en día es mucho mayor en cualquier punto del planeta”.
“Una verdad incómoda” marcó el punto de inflexión, según Ausubel, que fue asesor de Leonardo DiCaprio en “La hora 11”, el documental que aglutinó por primera vez ante las cámaras a latribu de los Bioneros. (disponible desde Fundación Terra en una edición especial con una guía para la acción, actualemente con un precio muy especial) El elenco de viejos y nuevos “pioneros” no ha dejado de crecer desde entonces, y la cita con la que despidieron el 2009 fue algo así como una declaración de principios para la década que viene...
Michael Pollan, profeta de la comida sana, trazó una línea muy clara entre los alimentos “limpios” y locales y los productos procesados e industriales que abarrotan los supermercados: “La nueva pregunta cada vez que nos sentemos en la mesa debería ser ésta: ¿Cuánto petróleo nos estamos comiendo?”.
Brock Dolman, permacultor y agitador social, esbozó las líneas maestras de la “revolución de la rehidratación” e invitó a los más de dos mil asistentes al pleno de los Bioneros a velar por la última gota del líquido elemento: “El ciclo del agua es el ciclo de la vida, porque si hay una ley infalible en el planeta Tierra es precisamente ésa: sin agua no hay vida”.
El arquitecto Jason McLennan nos introdujo en el fascinante mundo de los “edificios vivos” (“living buildings”), que van mucho más allá de lo que hasta ahora se entendía por “contrucción sostenible” y aspira precisamente a “derribar todas las barreras” y a buscar la integración total con la naturaleza.
Annie Leonard, la “mensajera” de la basura, reescribió las reglas del activismo femenino con ese vídeo de apenas veinte minutos –“The Story of Stuff”- que está haciendo pensar a millones y millones de ciudadanos/consumidores a través de Internet.
Desde Alaska, y en son de paz entre las culturas indígenas y la civilización occidental, la infatigable Sarah James –la voz de la “nación del caribú”- ilustró los efectos devastadores del cambio climático en el Refugio del Artico y reescribió la regla de las tres “erres”: “Reducir, Reusar, Reciclar... y Rechazar”. (entrevista en yocambio)
El doctor Andrew Weil habló de la intimísima conexión entre la salud humana y la salud del planeta. El afroamericano Jerome Ringo, al frente de la Alianza Apolo, esbozó las líneas maestras de la incipiente economía verde. El visionario Jack Hidary urgió finalmente a multiplicar por diez el ritmo de la revolución energética...
En su veinte aniversario, y tendiendo ya el puente imaginario hacia Europa, los Bioneros se apuntaron a la campaña del Liderazgo Climático auspiciada por Jim Garrison, presidente del State of the World Forum, que en febrero reunirá en Washington a las mentes más clarividentes del planeta para dar un impulso postrero al proceso de Copenhague.
“Nuestro objetivo es presionar para que el objetivo de reducir un 80% las emisiones se acelere y se adelante al 2020”, declaró Kenny Ausubel en el “clímax” de los Bioneros. “Las soluciones están a nuestro alcance, y podemos llegar sin duda a ese objetivo ambicioso si logramos que la mayoría de la sociedad se movilice y actúe con la urgencia necesaria”.
Carlos Fresneda Enviado especial (San Rafael / California)
En un lugar llamado Lamy, en una antigua escuela de adobe rodeada de plácidas colinas, anida la tribu ecológica de los bioneros. ¿Su lema? Restaurar la Naturaleza. Aprender de la Madre Tierra. Reparar todo el daño causado por la especie humana usando la sabiduría acumulada en cada surco del planeta. De ahí el nombre: pioneros de la biología. Y también bioneras...
Corría el año 1990 cuando Nina Simons cofundó los Bioneers junto a su marido Kenny Ausubel. Venían de crear una compañía, Seeds of Change, que intentaba preservar la diversidad de las semillas frente a la invasión de los monocultivos y los trasgénicos. Los dos sentían ese vínculo íntimo con la naturaleza, pero necesitaban ir más allá. Convocaron en Santa Fe la primera reunión de los bioneros, y la idea no tardó en polinizar.El otoño pasado llegaron a los 3.000 seguidores, en la gran tienda instalada en la bahía de San Francisco. Su misión es buscar soluciones a la encrucijada ecológica en la que vivimos, ensanchar los horizontes y crear una red donde tengan cabida no sólo los activistas y los científicos, también los inventores y los empresarios, los pensadores y los artistas, y las feministas, y los líderes espirituales, y las culturas indígenas...
Todos estamos conectados es otro de los principios básicos de los Bioneers, y como el micelio que se propaga por los bosques, su mensaje no entiende ya de fronteras. Destacados bioneros y bioneras, como David Suzuki o Janine Benyus, se erigieron en protagonistas de The 11th Hour, el documental producido por Leonardo DiCaprio. Anita Rodick, la fundadora de Body Shop, fue en su día otra de las entusiastas impulsoras del movimiento, alentado también por Vandana Shiva, Terry Tempest Williams o Julia “Butterfly” Hill, la mujer que pasó 738 días encaramada a una secuoya gigante para evitar su tala.
Los Bioneers han roto el molde monolítico de los movimientos ecologistas y han introducido ese espíritu de colaboración y co-creación más acorde con los tiempos que corren. “Estamos asistiendo al retorno del principio femenino, que de alguna manera supone la restauración del equilibrio perdido en el planeta” afirma la bionera mayor, Nina Simons. “En estos momentos de crisis y de grandes cambios es fundamental otro tipo de liderazgo: la mujeres podemos ayudar a enseñar el camino”. Antes de especializarse en Cultivando el Liderazgo Femenino (así se titula su retiro periódico para mujeres empresarias), Nina Simons se dedicó al teatro y a la comunicación. Fue en Nuevo México, la tierra adoptiva de Georgia O’Keeffe, donde sintió ese hermanamiento proverbial entre el paisaje terroso y la cultura indígena... “Un día visité un jardín de biodiversidad y fue como si sintiera un palmadita en la espalda, y escuchara a la naturaleza diciéndome: “Ahora, vas a trabajar para mí””.
En el 2001, y como una tantas ramas que brotan de los Bioneers, Nina Simons participó en el lanzamiento de “UnReasonable Women for the Earth”. Lo de mujeres irrazonables responde a una cita de George Bernard Shaw, adaptada por la bionera texana Diane Wilson durante uno de los cónclaves anuales de la tribu: “Una mujer razonable es aquella que se adapta al mundo; una mujer irrazonable es la que hace que el mundo se adapte ella... Animo a toda las mujeres a ser irrazonables, porque el mundo nos necesita”. De la misma cepa nació el grupo pacifista Code Pink, co-creado por Medea Benjamin y Jodie Evans. Bajo el paraguas de los Bioneers ha crecido también otra asociación que defiende el derecho a la maternidad como un acto revindicativo: Moms Rising, hijo compartido de Kristin Rowe-Finkbeiner y Joan Blades.
Joan Blades es también la madre de MoveOn, el sitio Web que ha reinventado el arte del activismo político en la era de internet (creado junto su marido Wes Boyd). “Empezamos apenas cien amigos y en poco tiempo éramos ya medio millón”, recuerda. “Entre todos hemos creado un sitio de ciudadanos ordinarios que antes se sentían sin fuerza y ahora están totalmente involucrados en el proceso democrático, reclamando a los gobernantes que presten atención a cuestiones como la sanidad o el cambio climático”.
MoveOn fue la primera plataforma de lanzamiento de Al Gore en su cruzada contra el calentamiento global. Joan Blades ha decidido entre tanto virar hacia un terreno más familiar con ese Manifiesto de la Maternidad que clama por la igualdad de género desde una perspectiva distinta a la del movimiento feminista.
"Las madres ganan un 27% menos que hombres con el mismo nivel educativo y de experiencia,y las madres solteras ganan incluso un 40% menos”, se lamenta Blades. “Está claro porque hay tantas mujeres y niños viviendo en la pobreza, y tan pocas mujeres líderes". Con Moms Rising (Madres en Ascenso), Blades aspira a “cruzar las líneas políticas, económicas y culturales” e introducir de paso la perspectiva a largo plazo en el movimiento ecologista: “Necesitamos gente que piense en sus hijos, en lo que va a quedar para ellos".
Un río inabarcable de ideas y líderes, directa o indirectamente relacionados con el medio ambiente, converge todos los años en el cónclave de los Bioneers. “La nuestra es una propuesta integradora, que intenta conectar todos los puntos y romper con la polarización tan habitual en nuestra sociedad”, recalca Nina Simons, citando a otro destacada bionero, el físico Fritjof Capra, autor de “La red de la vida”. Confiesa Nina que uno de los momentos más sentidos de este viaje, que dura ya 18 años, fue cuando escuchó a una comadrona tendiendo un puente entre lo que ocurre en un parto y este preciso instante, a escala planetaria: “Hay un momento en todo nacimiento en el que la mujer está abrumada por el dolor, exhausta, y no puede imaginar la manera de seguir adelante y alumbrar un hijo... Ese es el momento en el que estamos: una situación difícil y llena de angustia, miedo y dolor, pero hay una nueva forma de vida que está naciendo entre nosotros. Es un momento apasionante”.
Los jóvenes bioneros tienen también su espacio propio, y quien más ha hecho por alimentar la savia nueva es posiblemente Julia “Butterfly” Hill, la mujer arborescente: más de dos años encaramada a 70 metros de altura para evitar la tala de una secuoya gigante que ella misma bautió con Luna. Desde su nido lanzó aquel mensaje de resistencia y persistencia contra las sierras mecánicas de la Pacific Lumber Company. Al final logró salvar 1,2 hectáreas de coníferas centenarias en el norte de Califonia.
Ahora camina con los pies (descalzos) por la tierra... "¿Qué es lo que le empuja a uno a ir más allá de lo cómodo y adentrarnos en lo incómodo, y darnos cuenta que somos más poderosos y más mágicos de lo que nuestra mente nunca se hubiera imaginado?", se sigue preguntando. Esta idea la llevó a co-fundar Círculo de la Vida (Circle of Life Foundation) y la Red Captar (Engage Network), dedicada a enseñar a la gente a encontrar su fuerza, a través de un programa llamado apropiadamente ¿Cuál es tu árbol?. Hill ha salido en los Simpsons, en canciones y libros, y será protagonista de una película en 2009, con Rachel Weisz haciendo su papel.
Melissa Nelson, de la tribu Turtle Mountain de los indios Chippewa, es otra bionera destacada. Al frente de la Cultural Conservancy, su misión es preservar las tradiciones americanas nativas... “Mi visión es un mundo que celebra la diversidad, cultural y biológica, viviendo en comunidades sostenibles, comiendo alimentos autóctonos de la región, bebiendo agua limpia, educándose mutuamente, cantando y bailando, hablando en lenguas indígenas, compartiendo recursos". Nelson ejerce también como profesora en la Universidad Estatal de San Francisco, y desde allí vislumbra “la reconciliación entre el colonizador y el colonizado, porque hoy somos todos de raza mixta, para que todos podamos trabajar juntos por un futuro sano y fuerte para nuestros hijos, uno que honre toda la diversidad de nuestro planeta". La doctora Lucy Boulanger pasó varios años contemplando los estragos de las minas de uranio y de las centrales térmicas en la reserva de los indios navajo en Nuevo México. Junto a su marido, John Fogarty, atendieron el dispensario por el que no dejaban de pasar cientos de nativos, aquejados de enfermedades de pulmón y riñón.
De regreso a Santa Fe, los doctores se pasaron a la prevención directa y crearon New Energy Economy, cuya misión es impulsar las energías renovables en todo el estado, con la mirada puesta sobre todo en la maltrecha reserva, que aún sufre las consecuencias de la contaminación del uranio... “Entendimos que la mejor manera es acercar a los nativos las alternativas limpias, hacerles ver que son viables económicamente y que saldrán ganando con su salud y la salud del planeta”. Martha Arguello es la directora ejecutiva de Médicos por la Responsabilidad Social en Los Ángeles, y lleva media vida luchando por la justicia ambiental, especializada en la lucha política en el área de pesticidas y calidad de aire, y en el efecto de las toxinas y químicos en la reproducción y el desarrollo.
"Lo más importante que podemos hacer es proteger los derechos de esta y de futuras generaciones al aire, agua, tierra y comida limpios", explica. "Tenemos que asegurarnos que combatimos el cambio climático de una manera correcta. La nueva economía verde ha de redistribuir la riqueza, creando empleo sano y seguro, y nuevas oportunidades para que la prosperidad económica sea compatible con la salud de nuestro planeta".
Janine Benyus es finalmente la bionera por excelencia, autora de “Biomimetismo: Innovación inspirada por la naturaleza” y punto constante de referencia del movimiento desde su terruño adoptivo de Montana. Benyus suele hablar del respeto “a lo más que humano”, a esa fuerza que vibra en todo lo vivo y donde suelen esconderse casi todas las respuesta.“Somos una especie joven, perlo muy adaptable y capacitada para la imitación”, asegura con optimismo la naturalista. “Podemos aprender lo que otros organismos han hecho: hacer de este planeta un Edén, una casa que es también nuestra pero que tenemos que aprender a compartir con millones de especies”.
Confían en la ecología para salvar el planeta y forman parte de un movimiento de más de 3.000 seguidores en Estados Unidos. Las Bioneers (o bioneras) han roto el molde monolítico de los movimientos ecologistas para introducir un espíritu de colaboración más acorde con los tiempos que corren. ¿Su objetivo? Expandir allá donde vayan sus ideas para cuidar de la Madre Tierra. En España preparan su desembarco de la mano de la Fundación Tierra, que impulsará un encuentro que probablemente se celebre el próximo mes de noviembre entre los simpatizantes españoles y los fundadores de Bioneers en Estados Unidos.
Entre los 'fans' más destacados del movimiento encontramos nombres como el de David Suzuki o Janine Benyus, que se erigieron en protagonistas de 'The 11th Hour' (La hora 11), el documental producido y presentado por Leonardo DiCrapio y cuya versión en castellano se estrenó a finales del año pasado (ver tráiler). En el largometraje, 50 expertos de todo el mundo reflexionan sobre los desafíos más urgentes a los que se enfrenta el planeta. "Hablar de salvar el medio ambiente es incorrecto, porque el medio ambiente sobrevivirá", dice al comienzo del documental Kenny Ausbel, fundador de los Bioneers. "Somos nosotros los que podríamos no sobrevivir. O tal vez lo hagamos en un mundo en el que no queramos estar". Junto al documental se ha editado una guía con una serie de prácticas concretas para un desarrollo sostenible.
Anita Roddick, la fundadora de Body Shop, fue en su día otra de las entusiastas impulsoras del movimiento, alentado también por Vandana Shiva, Terry Tempest Williams o Julia Butterfly Hill, la mujer que pasó 738 días encaramada a una secuoya gigante para evitar su tala.