"¡ JODIDOS ESTAMOS !"

21 de septiembre de 2009.- Diez meses después de proclamar 'el fin de la guerra' en el falso 'New York Times', esos contumaces impostores llamados Yes Men vuelven a la carga con un 'New York Post' de pega, consagrado al cambio climático y con sangrante titular a toda página: "WE'RE SCREWED".

"Jodidos estamos"... Aunque cualquiera diría que John Smoothy, de los Yes Men, se lo está pasando pipa repartiendo los New York Post falsos a la entrada del metro. "La gente se frota los ojos cuando ve la portada", admite Smoothy. "El New York Post, ya se sabe, sigue poniendo en duda que el planeta se está calentando... Pero hemos logrado 'convencerles' por un solo día: estamos golpeando la conciencia de todos los escépticos del cambio climático".

"Jodidos estamos"... No hay más que leer los titulares del diario ultraconservador, en su versión más progresista y catastrofista: "Desastre inminente", "¡Que viene la tormenta!", "Flopenhague: algo huele a podrido en Dinamarca"... Como contrapunto, el Post ficticio nos cuenta las historias reales de los neoyorquinos de a pie que han decidido actuar por su cuenta frente la pasividad de los políticos (Obama incluido), que siguen esperando a ver quién arroja la primera piedra.

Un hombre muestra ejemplares del 'New York Post' falso.| Carlos Fresneda

Un hombre muestra ejemplares del 'New York Post' falso.| Carlos Fresneda

Los Yes Men nos invitan a 'arreglar el mundo', siguiendo nuestro propio guión o aprendiendo lo que se pueda de ellos mientras les vemos en acción en su propia película, 'The Yes men: Fix the World'.

Manhattan se convierte estos días en el rompeolas del activismo ecológico de nuevo cuño, con ese otro mito urbano, el No Impact Man, invitando a sus vecinos a disminuir su huella ecológica.

David Byrne, de los Talking Heads, se suma a la movida con 'Bycicle Diaries', su personalísimo alegato a favor de la bicicleta. Y los Radiohead y el mismísimo Kofi Annan recorren tal que hoy las calles de la ciudad en dos ruedas para promocionar el estreno mundial de 'The Age of Stupid', que se proyecta en más de 500 ciudades para agitar al personal.

'The Age of Stupid', de Franny Armtrong, es algo así como la secuela irreverente y futurista de 'Una verdad incómoda'. La película nos traslada al año 2055, y un viejo activista (interpretado por Pete Postlethwaite) mira hacia atrás preguntándose como fuimos tan estúpidos de cerrar los ojos y cruzarnos de brazos ante la evidencia... "¡Jodidos estamos!".

Carlos Fresneda desde Nueva York
Publicado en el blog Crónicas desde EE.UU de El Mundo
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NO ES CIUDAD PARA BICICLETAS

Hace 20 años, cuando el héroe de la bicicleta se llamaba Perico Delgado, tuve la ocasión de surcar Madrid junto a uno de esos ciclistas “suicidas” que luchaban por abrirse paso en la marabunta motorizada. El reportaje se titulaba “¡Aupa, Perico!” porque ése fue el grito unánime que nos lanzaron automovilistas y peatones durante nuestra proeza.


Indurain relevó a Delgado, y ahora tenemos a Contador, y no es de extrañar que nuestros “superhéroes” de la dos ruedas conquisten la gloria en los Campos Elíseos y prefieran circular en coche por la Castellana. Está claro que Madrid no es ciudad para bicicletas.


Ignoro si el señor alcalde se ha dado una vuelta estos años por el París del “velib”, o si ha tenido ocasión de subirse al AVE, rumbo a Barcelona o Sevilla. Tampoco le vendría mal dar el salto a Chicago o a Nueva York, donde el uso de la bici ha aumentado el 35% en un año, la red de carriles-bici llega ya a 650 kilómetros y en un día cualquiera se llegan a contar 200.000 ciclistas por las vías urbanas.


Hay una nueva manera de medir el progreso de las ciudades: contando las bicicletas.

Y lo cierto es que en Madrid las seguimos contando con los dedos de las manos, y hace falta valor –“¡Aupa, Contador!”- para disputar el asfalto a los coches.


Madrid es sin duda la última del pelotón. Los 64 kilómetros del anillo verde quedan bien como “ornamento”, pero los kilómetros estrictamente urbanos apenas llegan a la decena. Al plan de movilidad ciclista le ha entrado una “pájara” por culpa de la crisis, y la ciudad sigue siendo tan hostil a las dos ruedas como lo era en tiempos del “¡Aupa, Perico!”. Y no precisamente por culpa de las cuestas y de los repechos, sino por puro desdén y falta de infraestructuras.


Digámoslo claro: Madrid no es ciudad para bicicletas porque no hay infraestructura para el uso y disfrute de las dos ruedas. No necesitamos más vagas promesas –“Madrid será la capital europea con más carriles bicis en el 2016”- sino realidades concretas como la de Nueva York: 200 millas de carriles-bici en tres años. Y ni un retraso más.


El alcalde promete “un Madrid moderno, amable y sostenible”, pero lo cierto es que la imagen que ofrece al visitante es el de una ciudad agresiva, ruidosa e insostenible. Con mejor transporte público y muchos más “agujeros” para tapar a los coches, pero no muy distinta a la que conocí y padecí en los años ochenta.


El espejismo fugaz de la Vuelta deberá dejar paso estos días a la reflexión y a la imaginación: ¿Cómo sería la Castellana si se cerrara al tráfico los domingos y los madrileños pudiéramos recuperar la ciudad para quien la camina y la pedalea?


A modo de despedida, me atrevo a sugerirle al señor alcalde que busque iluminación en “Elogio de la bicicleta”, del antropólgo francés Marc Augé, y se rinda finalmente ante la evidencia: “La bicicleta es el símbolo de un futuro ecológico para la ciudad del mañana y de una utopía urbana que acabará reconciliando a la sociedad consigo misma”.


Publicado en El Mundo, 19,09,09

Carlos Fresneda

EL HOMBRE DEL "IMPACTO CERO"

Colin Beavan, junto a su mujer e hija, a bordo de su triciclo. | Paul Dunn/Yes Magazine

  • Un ecologista pasa un año sin electricidad para reducir su huella ambiental
  • Se define como "un progre con complejo de culpa que intenta salvar el planeta"
  • Durante el experimento su familia dejó de producir más de 1.000 kilos de basura
  • Comieron sólo alimentos de su entorno cercano y cultivaron una huerta

"¿Dónde está tu bicicleta?", nos pregunta Colin Beavan, más conocido como el 'No Impact Man'. Acabamos de ver su película y no podemos ocultar cierto complejo de culpabilidad. Nos olvidamos del taxi de vuelta y optamos por una larga caminata. Nada más volver a casa, completamos el último cambio de bombillas. Al día siguiente, hacemos la compra en el mercado local de granjeros y nos proponemos volver a compostar. Repasamos mentalmente nuestros pecados y hacemos propósito de enmienda...

"¿Dónde está tu bicicleta?", nos increpa casi el 'No Impact Man', aferrado al manillar. Su triciclo familiar, compartido con su mujer Michelle y su hija Isabella, se ha convertido en su seña de identidad en la Gran Manzana. Pero cazarle al vuelo es una misión tan imposible como la de pillar in fraganti a Superman. Llevamos más de un año siguiéndole la pista por las calles del barrio, y ahora que se publica su libro en medio mundo ('No Impact Man', 451 Editores) ha llegado por fin la oportunidad. El propio Beavan admite que su experimento literario e íntimo -cómo reducir al máximo el impacto ecológico de una famila en la gran ciudad- se ha desbordado hasta convertirse en una avalancha mediática de imprevisibles consecuencias.

Antes de reencarnarse en el 'No Impact Man', Beavan se ganaba la vida como escritor especializado en historia. Su primer libro fue un viaje a los orígenes de las huellas dactilares, y tuvo un relativo éxito con Operación Jedburgh. Pero su inmersión en el Día D le dejó totalmente desfondado. A la crisis de los 40, y al nacimiento de su hija, Isabella, se añadió una creciente procupación: "Mi problema era la total falta de acción".

El 'No Impact Man' se define a sí mismo como "un progre con complejo de culpa que intenta salvar el planeta". Con Obama en la Casa Blanca y Michelle haciendo surcos en el huerto ecológico, cualquiera diría que Beavan llega en el momento justo. Pero hasta la prensa progre -léase el New York Times- ha disparado bajo su línea de flotación con titulares como éste: "El año en que vivimos sin papel higiénico".

En el año que duró el experimento, el 'No Impact Man' y su familia dejaron de producir más de 1.000 kilos de basura, incluidos 2.184 pañales desechables. De paso ahorraron 572 bolsas de plástico, 1.248 recipientes de comida para llevar y 2.190 vasos de papel. Estuvieron seis meses sin electricidad y usaron una nevera de camping (el hielo se lo prestaba la vecina). Comieron exclusivamente alimentos producidos en 250 kilómetros a la redonda y cultivaron su propia huerta en un jardín comunitario.

A su manera, el 'No Impact Man' sudó lo suyo para poder embarcar en la odisea ecológica a su mujer, Michelle, adicta al café y devoradora de carne, obligada a renunciar a su deporte favorito -el 'shopping'- y a cambiar a la bicicleta y el patinete como medios de transporte urbano.

Sin temor a que nos llamen 'socialistas', le preguntamos al 'No Impact Man' que cuándo veremos plasmar su ejemplo en una 'acción colectiva' en EEUU. "La acción política es muy importante, y tengo esperanzas de que la Ley del Cambio Climático salga reforzada del Senado y que Obama mande un mensaje muy claro por todos nosotros en Copenhague", reponde Beavan. "Pero no podemos esperar a que el sistema cambie: nosotros, los individuos, somos el sistema".

El 'No Impact Man' reta a cualquiera a que emulemos su experimento, comprimido en una semana, y a que calibremos por nosotros mismos los cambios. "¿Cuál es propósito de nuestra vida? ¿Qué nos hace más felices y plenos?", se pregunta. Su ejercicio de la simplicidad extrema -incluidos los seis meses a la luz de las velas- le acercó no sólo a la respuesta, sino a la eterna gran pregunta que nos lanza desde el sillín de su bicicleta: "¿Y tú qué vas a hacer por el bien del planeta?".

Carlos Fresneda, Nueva York

Publicado en Ciencia de El Mundo, 15.09.09

LA VUELTALSOL: SIGUIENDO LA ACTUALIDAD AMBIENTAL


LA VUELTA A AMERICA DE LOS "CACHARROS" LOCOS

Regla número uno: los pilotos, las tripulaciones, los jurados y los inocentes espectadores han de poner un gran esfuerzo en pasárselo pipa, pues es la Locura lo que nos mantiene Cuerdos. Si alguien insiste en ser un corredor gruñón, en tomárselo demasiado en serio o en amargarle la carrera a los otros, quedará posiblemente descalificado…

Desafiando las leyes de la gravedad y de la cordura, más de 30 esculturas rodantes van tomando posiciones en la plaza de Arcata. La neblina pone confusión y suspense en la salida apoteósica de la carrera más loca del mundo, que arrancará entre las marismas y secuoyas gigantes del norte de California y seguirá su curso estival por el delirante oeste.

La romería rodante atravesará dunas, cruzará ríos, surcará bahías, circulará por cunetas y dará saltos más o menos “mortales” antes de llegar oxidada, deshidratada y triunfante a la meta, donde se reconocerá por igual a ganadores y perdedores, supervivientes todos, a lomos de estos prodigios de imaginación e ingeniería.

Regla número dos: las esculturas deben ser de tracción humana. No se permite el arrastre mecánico, aunque es legal recibir la ayuda “natural” del agua, del viento, de la gravedad y de los amistosos extraterrestres. La tripulación debe estar integrada exclusivamente por Humanos…

El más madrugador de los corredores obedece al nombre de Peter Wagner y llega subido a una extraña girafa que ni siquiera tiene pedales. Vestido de intrépido explorador -a lo doctor Livingstone, supongo-, Wagner impulsa a su peculiar vehículo dando botes sobre una plataforma oscilante que hace girar la gruesa rueda trasera, que luego demostrará su versatilidad sobre la arena y el agua.

Wagner, 56 años, es zorro viejo. Durante el año ejerce como profesor en Davis, pero al llegar al verano aguza su ingenio y recorre el circuito de las “esculturas cinéticas” con su último invento, construido exclusivamente con materiales reciclados. “Lo hago por pura diversión”, confiesa, al cabo de 19 años de competición en los que ha ganado prácticamente todo.

Así se explica tal vez la filosofía con la que se toma la carrera, emulando a Alberto Contador y plantándose en cabeza en el primer puerto de la competición: el Salto del Hombre Muerto. A más de un vehículo le llegará la jubilación anticipada en la temible caída de arena. Wagner conoce mejor que nadie el terreno y, encarnado esta vez en Bahamontes, repone fuerzas en el alto y espera pacientemente a que se aproxime el pelotón: “Es muy aburrido correr en solitario”.

Los “novatos” Alex Crowe y Tess Krause, a bordo de una anodina bici-canoa bautizada como Arte Para el Pueblo, se beneficiarán de la generosidad del veterano y llegarán los primeros al cabo de tres días a línea de meta de Ferndale (perdón por chafar el final). También ayudará el hambre de victoria de su mecánico, Al Krause, capaz de convertir el invento en el que viajan los estudiantes del instituto de Eureka en un vehículo anfibio a prueba de algas y moluscos. “La ligereza y la simplicidad del diseño es lo que más pesa”, atestigua el preparador. Hace años le expulsaron de la carrera “por ser demasiado serio”.

Regla número tres: Los pilotos, la tripulación y los miembros del equipo se abstendrán de dar patadas, mordiscos, arañazo o puñetazos a los miembros de otra tripulación. Quienes participen en ese tipo de actividades provocativas no merecerán los honores de la carrera, sino que caerán en desgracia…

Kris Taylor, que el año anterior fue el “malo” de la carrera con su vehículo Ojo Malvado, ejerce ahora con “smoking” de jurado mayor (y sin embargo propenso a todo tipo sobornos). Harmony Groves, ex alcaldesa de Arcata por el Partido Verde, elegida en tiempos como “reina” de la carrera, se enfunda esta vez los leotardos dorados que le acreditan como miembro de la Policía Secreta del Pollo.

El Pollo, símbolo imperecedero de la carrera, se encarna todos los veranos en una escultura rodante. La veterana June Moxon, 27 años compitiendo, logra darle en esta ocasión una prestancia plateada que se eleva por encima de los seis metros y parece capaz de volar con sus plumas de hojalata. Cinco meses de trabajo le llevó el alumbramiento del ave deslumbrante y emblemática, que al final tendrá su recompensa (premio al mejor arte rodante).

Pisándole las patas al pollo viene el Dragón Metálico de Duane Flatmo, el artista “cinético” con más solera, que llega con ganas de desquitarse tras el naufragio de la carpa gigante con la que corrió el año anterior. El dragón, fabricado con cacerolas y baterías de cocina, superará felizmente la prueba más espinosa de la carrera: el descenso en pendiente a la bahía de Eureka. Con la ayuda de sus poderosos flotadores rojos, el dragón surcará las aguas como si fuera un cisne plateado, echando bocanadas de fuego a la menor insinuación.

Pero estamos aún en Arcata, parada obligada de la América inexplorada y verde. Los cacharros rodantes toman la salida a lo LeMans: vueltas y más vueltas a la plaza del pueblo, ululante y mareante escenario de la carrera de las bicis locas, que parten en medio de un atronador grito de guerra: “For the Glory! (“¡Para la gloria!”).

Ley de la Agonía en la Derrota: Las esculturas deben encontrar su curso sin la ayuda de un vehículo motorizado. Recibir un remolque significa que hacen falta mejoras técnicas… ¡Que tengas mejor suerte el año que viene! Los empujones o los “remolques” humanos sí están permitidos. ¡Arrastra a la bestia a lo largo de la carrera y acabarás con honor y con músculos!

En cada carrera hay una derrota tempranera, que en este caso es también un parto prematuro: la pulposa OctoMadre de Brian Slayton, con sus ocho tentáculos que agitan a sus ocho recién nacidos, queda fuera de juego en los primeros repechos y no es capaz de llegar a las dunas. El displicente equipo de ocho médicos de Urgencias no consigue solucionar los problemas mecánicos, que se multiplican como el pan y los hijos.

Quien sí consigue abrirse dolorosamente paso hasta la playa es la “parturienta’ Lesley Manson, a bordo de Contra el Consejo Médico: originalísima bici-cama hospitalaria, asistida por una alegre cofradía de comadronas y “doulas” (con el culo de pega el aire), por si se produce sobre la marcha el parto “natural”.

Ley de la Madre: si una piloto está embarazada o de parto, se le permitirá una ausencia razonable de una hora o así sin penalidad alguna (aunque luego deberá facilitar una foto del bebé para dar publicidad a la carrera y viajar con él a bordo hasta la línea de meta).

Por las dunas avanza contra viento y marea el Hippypotamus, con su carcasa colorista y su corazón henchido de paz. A tiempo para celebrar el 40 aniversario de Woodsotock, el hipopótamo hippie se contonea al ritmo de Bob Dylan y los Grateful Dead y mira con sorna al respetable mientras exhala por la nariz el humo de la salvia (a falta de marihuana).

Ken Beidleman, nostálgico del verano del amor, conduce con flema envidiable y melena cana el portentoso Hippypotamus. El vehículo lo impulsan cuatro ciclistas hippies que han convertido el vientre del bicho en tenderete rodante, equipado con rodamientos especiales para la arena, flotadores para el agua y salvavidas.

Con un reciente premio al mejor arte rondante a sus espaldas , Beidleman llega en esta ocasión a la carrera sin otra ambición que la de marcarse un ACE (premio reservado a los que llevan todo el equipo a bordo) y “sobrevivir a todas las tentaciones y las inclemencias”. Más de uno se frotará los ojos al ver al Hipopótamo Hippie contonearse por la cuneta, menear el culo por la playa o salir chorreando de la bahía, fumando salvia como si tal cosa.

Ley de la Abstinencia: el consumo de bebidas alcohólicas y sustancias estupefacientes por parte de los pilotos está prohibido. Los pilotos deben entender que el consumo de alcohol durante la carrera no es de buen ver y que la gente dejará de mirarles con el asombro y la admiración que se merecen…

En el capítulo de vehículos rutilantes, pocos pueden competir con el Twinkle de Bob Thompson, con sus ruedas de 2,5 metros de diámetro y la tripulación de ciclistas-astronautas ataviados azul y estrellados hasta el cuello. Charlie Jordan, otro veterano, compite con una Oveja de Compost que va “reciclando” sobre la marcha sus propios desechos. Por detrás viene Little Stinker, la mofeta todo-terreno, perseguida por el elefante Melvin de Tappy Nelson, que no ha faltado a la cita desde que se escapó hace 40 años de un carrusel.

La tripulación de Los Impescables, capitaneados por el pirata Peter Kessler y a bordo de un pez linterna, demostrará una especial habilidad para alternar agua salada y dulce, en el momento de atravesar el río de la Anguila. For Sailfish, el pez espada en el que viajan Forrest McMullen y compañía hincha, también las velas en el último desafío acuático, en el que casi zozobran los “malos” de la película, Pandomonium, venidos a menos a las primeras de cambio.

En tiempos de crisis, los tripulantes dorados de Sold Gold salvan el tipo vendiendo oro… o desprendiéndose del vil metal como si fuera el lastre, cuando acechan los tiburones y el agua les llega al sillín o al culo (con perdón). “Cada día es un reto que nos pone al límite”, confirma el piloto Josh DaSilva. “Pero vivimos tiempos duro, y va a haber que hacerse a la idea”.

De la bahía de Eureka a las cataratas de Klamath, de Port Townsend a Ventura, y de ahí a Corvallis, en el alto Oregón… El circo de las esculturas rodantes seguirá gira que gira hasta finales de agosto, cuando los últimos supervivientes enfilarán hacia Burning Man, la utopía “cinética” en el desierto de Nevada. Aquí estaremos ya en la antesala de la Vuelta a España.

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¡PARA LA GLORIA!

Ingeniero, ingenioso y artista, Hobart Brown tuvo la idea de convertir el triciclo de su hijo Justin en algo más interesante: un pentaciclo. Estábamos en 1969, el año en el que todo parecía posible. El congresista Don Clausen, intrigado por el cacharro de cinco ruedas de Hobart Brown, decidió pedírselo prestado y darse una vuelta por Ferndale. La foto dio la vuelta al país y el resto es historia.

La carrera de las esculturas rodantes rindió tributo este año a su Glorioso Fundador, que aguantó al timón durante casi cuarenta años. Brown, que se ganó la vida diseñando medallas, fue también el creador del famoso y ubicuo Pollo Cinético (aunque su idea original fue la de concebir un águila), pariente lejano de la no menos famosa águila.

Con su chistera, sus gafas negras y su pajarita blanca, Brown procuró que nunca le faltara ese punto de delirio y humor a la carrera, fiel a la consigna de partida: “Todas las pesadillas mecánicas no son creadas iguales”. También dejó escrita la regla de oro: “Engañar es un privilegio, no un derecho”. Aunque la proclama más famosa es la que está escrita con tinta indeleble en su epitafio: “¡Para la gloria!”.

Carlos Fresneda, enviado especial ARCATA/CALIFORNIA

LA VUELTALSOL: BERJA, ÉXITO TOTAL CON LAS PAELLAS ELABORADAS SIN EMISIONES, SIEMPRE ALSOL

TODOS PARTICIPAMOS EN LA VUELTA

Todos participamos en la vuelta o, por lo menos, todo lo que pulula por la Tierra. Inevitablemente, y debido a las fuerzas del cosmos, todos damos la vuelta al Sol una vez cada año y lo rotamos cada día. Y ese es un tipo de vuelta muy especial para mí, porque soy consciente que la energía renovable del sol brinda provecho, labores y sueños. Dar la vuelta al mundo por tierra, por mar, o por el aire y combinando los caminos es una aventura al alcance de pocos o de los que se lo han montado para disponer de tiempo, valor supremo. Y claro, de quienes dan esas vueltas, yo me quedo con los mejores en valores sociales. Uno de ellos es Álvaro Neil, abogado metido a payaso de nombre artístico Biciclown / www.biciclown.com / y que montado sobre su máquina verde lleva ya más de cuatro años, 54 países y más de 65.000 kilómetros dando la vuelta al mundo y haciendo reír a todo el que puede.
Y hablando de dar la vuelta al mundo, dentro de poco, en Copenhague, miles de políticos y delegados darán algunos hasta media vuelta a este para decidir sobre la vida en él. Se reunirán para buscar una renovación al Protocolo de Kioto. En ello nos jugamos una parte importante del futuro y de soñar con seguir vivos y dando vueltas en este planeta sobre el que vamos montados. Yo me sumo a quienes luchan por conseguir un mundo a salvo del cambio climático acelerado por excesos de emisiones de gases de efecto invernadero y apoyo el movimiento para que retornemos a las muy recomendadas 350 (ahora estamos cerca de las 390) partes por millón de concentración de CO2 en la atmósfera / www.350.org/es /.
Aquí un vídeo de anuncio de la gran día de acción mundial el 24 de octubre, no te pierdas pasar a la acción:


Y hablando de vueltas, a estas páginas, volveré después de una especial Vuelta al Sol /www.lavueltalsol.es /. Porque mientras se publica este artículo tengo el privilegio de estar viajando con la Vuelta a España demostrando en su caravana lo que pueden hacer los aparatos solardomésticos de la microempresa donde trabajo: cocinas solares que transforman los alimentos usando sólo el poder del sol. Es un placer poder explicar a los interesados el valor social y ambiental de la cocina solar y poner en marcha esta Vuelta al Sol con la 64º edición de la Vuelta Ciclista a España, a cuyos organizadores de Unipublic doy las gracias por su confianza. Mi socio y yo correspondemos al ambiente acompañados con nuestras bicicletas plegables, una con el sistema Rotor, esas que usamos siempre para todo desplazamiento urbano y que ahora llevamos en nuestra particular vuelta solar.
Y no hay que olvidar que las máquinas verdes, mis reinas mecánicas en este planeta, las bicicletas, vueltean gracias a la energía del sol transformada en energía muscular por los héroes del pedal. Acabo de leer el recomendable /Elogio a la bicicleta/, de Marc Augé (Ed. Gedisa), y me HE ido a dar otra vuelta hacia la posible utopía de convertir las ciudades en espacios con buen aire, volteadas con bicicletas y transportes públicos para todos. Si es posible, pásate por la Vuelta a conocer el nuevo arte de cocinar con el Sol, este siempre nos acompañará, hasta donde decidamos llegar después de todas las vueltas que demos.

Manolo Vílchez

Publicado en Natura 39 de El Mundo
enlace a artículo / enlace a pdf Natura 39
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MATAR AL MENSAJERO

Tuve la ocasión de conocer personalmente a Van Jones el pasado mes de febrero. El vendaval de Obama sacudía entonces la Casa Blanca, y el impenitente abogado y activista de 40 años (nacido en el profundo sur, licenciado en Yale, curtido en las calles de Oakland) despuntaba impetuosamente como uno de los futuros líderes negros.

Cientos de sindicalistas, ecologistas y políticos demócratas acudieron en Washington a su llamada -“Green Jobs, Good Jobs!”- clamando por “una economía que funcione para todos”. Un mes después, Obama le ofreció el puesto de asesor o “zar” de “empleo verde”.
Pese a su juventud radical y su tendencia a los excesos verbales, Van Jones se había ganado a pulso el título de líder indiscutible de la “justicia ambiental”, tendiendo puentes entre los “guetos” negros y el activismo verde. Su labor en “Green for All” y su libro “The Green Collar Economy” le habían convertido en estrella mediática.

Pero Van Jones se estrelló contra un muro al poco de convertirse en el “valido” ecológico de Obama. Desde España -y por "encargo"- llegó un discutidísimo informe, escrito por Gabriel Calzada y con el título “Efectos sobre el empleo público de las energías renovables” , que encontró un tremendo eco en los medios conservadores y dinamitó la política de empleo verde de Obama.

De modo que Van Jones, que estaba llamado a ser el impulsor de las energías limpias y de la eficiencia energética, pasó al tercer plano y nunca más se supo. Hasta que el comentarista ultraconservador de la Fox Glenn Beck, convertido en una especie de nuevo McCarthy, decidió ponerle la puntilla por “comunista”.

A Jones se le acusa ahora de haberse sumado a la petición de 911Truth.org para pedir una nueva investigación del 11-S. Le culpan también de haber pertenecido a STORM, una organización de filiación “neomaoísta”, y de instigar el odio racial a lo reverendo Right, con declaraciones como ésta: “Los contaminadores blancos han envenenado las comunidades negras”. Su pecado más venial ha sido llamar “gilipollas” a los republicanos.

Convertido en la nueva “bestia negra” de los ultraconservadores, Jones arrojó el domingo la toalla para no contribuir aún más al linchamiento del presidente, que bastante tiene con la batalla de la reforma sanitaria. Su verdugo, Glenn Beck, amenaza ahora con continuar la “purga” y dejar con el culo al aire a todos los “radicales, revolucionarios y marxistas” empotrados en la Administración Obama.

Los siguientes en la lista son el asesor científico John Holdren, el director de la Oficina de Información y Asuntos Regulatorios de la Casa Blanca Cass Sunstein y la mismísima Carol Browner, asesora de Energía y Cambio Climático y protegida de Al Gore. Beck ha dado instrucciones a sus secuaces para que investiguen sus trapos sucios. El objetivo es el mismo: castigar a Obama donde más le duele. Seguir matando el mensaje del “cambio”, mensajero a mensajero.

Carlos Fresneda desde Nueva York

Comentarios y enlace a vídeo enviado por Ventorrillo
Los neocoms siguen al achecho con su plan de crear enemigos tanto dentro como fuera de sus fronteras, con tal de retener el poder, en las escasas ocasiones en que lo pierden. Utilizaron el asunto Lewinsky cuando Clinton y ahora tratarán de hacer lo mismo con acusaciones que en EEUU resultan inaceptables. La lástima es que ataquen, aunque sea de manera indirecta, el cambio de rumbo tan necesario que necesitan los norteamericanos, y que, por tratarse de cuestiones medioambientales, necesitamos todos.
Hay un documental que narra la historia de este tipo de ataques por parte de los conservadores, está bastante bien. Os lo recomiendo. Su título, the power of nightmares, algo así como el poder de las pesadillas