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¡Mucho coche!

Un ciclista, atrapado en un atasco en Finchley Road, Londres. C.F.

No hay salida. Nuestro amigo ciclista se ha quedado atrapado sin remedio en la ratonera de Londres. A partir de ahí tendrá que buscarse la vida pedaleando por las aceras, o metiéndose en dirección contraria, o cargándose de paciencia mientras respira los malos humos, como si fuera un fumador "pasivo" del tráfico.
  Esa misma mañana, nuestro ciclista desayuna con una alarmante noticia: la contaminación provoca más de 9.400 muertes prematuras en Londres. Es el pan de cada día en nuestras ciudades: la contaminación mata y seguimos tragando. Los coches son los principales culpables de ese cóctel tóxico de partículas en suspensión y dióxido de nitrógeno que acaba en nuestros pulmones, pero preferimos mirar hacia otra parte o contener sin remedio la respiración.
   El problema se soluciona con un golpe de audacia, como el "prohibido fumar" en los bares. De la misma manera, un cartel invisible debería colgar ya en nuestras ciudades: "Prohibido quemar petróleo en las calles".
   De poco nos vale seguir poniendo velas a San Cristóbal, patrón de los conductores, para que se consume la metamorfosis de los motores de combustión en una nueva y silenciosa flota de coches eléctricos. Tenemos que reconocer, simple y llanamente, que 1.200 millones de vehículos en circulación por todo el mundo son muchos, y que las ciudades como Londres (pese al peaje de congestión) están totalmente indefensas contra la invasión diaria de la marabunta motorizada (2,6 millones de coches, según el último censo).
    Avanzar hacia las "car free cities", las ciudades sin coches, no es ya una utopía ecologista sino una gestión de salud pública, de sentido común y de ahorro energético y económico. En eso está Hamburgo, que se ha planteado no ya ir peatonalizando tímidamente calle a calle, sino "liberar" el 40% de territorio urbano de la tiranía del coche en el 2034. ¿Cómo? Creando alternativas de desplazamientos sin coche para el común de los mortales.
   En Alemania, sin ir más lejos, se está gestando desde hace tiempo el nuevo modelo urbanístico de los barrios sin coches, con la avanzadilla de Vauban en Friburgo. Y cualquiera que visite Copenhague o Amsterdam comprenderá que el modelo ya está ahí: sólo hace falta perfeccionarlo y seguir avanzando, en bici, en tranvía, en metro, en autobús eléctrico, en patinete o a pie.
   Es fácil superar la adicción al coche en la ciudad. Más fácil que dejar el tabaco...

Café de viajero


Tomarme el café matutino en un barrio tranquilo de Londres mientras el colega sale con el suyo y se dirige a su entreno diario es hábito desde hace unos días, además pillo la wifi y atiendo mis asuntos de humano conectado como nuevo creyente como en un dios que puede hacernos mejores. Mientras me bebo un café llevado a mi taza como producto final de decisiones de un lobby de la globalización con sede en la misma ciudad, me considero uno de esos viajeros, buscador de gentes y sus obras, en acto de servicio laboral y en lugares y geografías diversas de un país rico, yo que con sueldo básico y futuro digamos por decir, precario pero no menos emocionante, como tantas colegas, el otro día me saqué el lugar que ocupo en la lista de la riqueza global, y que después de los últimos ajustes que le han hecho a la calculadora, va y resulta que estoy mejor posicionao que la última vez, o hay más pobres pobres (que es que sí) o me fío del ajuste. Resulta que estoy en el top ten ocupando en la gran fila el puesto nº 612.228.817, el primero es el más rico y el último de los algo más de 7 mil millones de paisanos, el que menos o nada tiene.

En una mesa más alláuna pareja de paisanos, ligo la lengua que nos une y por momentos pongo antena para escuchar lo que debe ser parecido para tantos, que después de varios meses ninguna entrevista de trabajo, y eso en un país con el 7% de tasa de desempleo, que ahora mismo es como estar en el paraíso proletario.

Acabo el café y el sol aprieta, yo que pensé que aquí verlo costaba, va y me tocan unos días casi de verano donde los nativos tardan nada en quedarse con la mínima ropa que lo decente debe admitir. Ya paseando rumbo a unas horas dedicadas a eso de ver, una paisana me comenta que otra paisana trabaja cobrando por lo que pagan por un chavalín en una guardería, 1.500 libras/mes, saco la calculadora para pasarlo a esos euros de recorrido incierto y me salen 1.800 euros/mes. Jugamos a calcular el beneficio del educativo empresario y con 92 chavalines comenzamos a sacar sueldos, alquiler presunto e impuestos y nos quedamos con 40 chavalines al cambio. Le pregunto a la paisana que con lo que unos padres pagan por la guardería de un hijo quizás un barrio entero en uno de esos países lejanos de la cafetería del principio, comerían tres platos x día durante todo un mes y pagarían el sueldo del maestro de una clase a petar. Hay cifras que sorprenden, y pueden ser tres niveles mínimo, los que no llevan a sus hijos a guardería alguna, los que pagan 1.800 euros por ella y los que, si les va bien, mantienen con ello a toda una familia. Sí, hay un cuarto nivel, la familia que vive todo un año con lo que pagan los del segundo nivel por la guardería de un mes y se apañan con una libra al día per cápita.


Al poco, llegamos a una esquina con bareto en barrio fino, y que al lugar le hallan puesto Sun in Splendour, que con el traductor me sale Sol en todo su esplendor, vamos, decir que para un devoto solar en ruta como yo, como que me sube la bilirrubina y convierto al lugar así a lo pronto en un particular templo de culto a la energía que hizo posible tirar parriba al café, que lo transportaran del quinto pino a la cómoda cafetería (el petróleo es viejo sol bajo la tierra), que se conformara la porcelana de la blanca taza y que los paisanos de la mesa de al lao y yo pudiéramos atravesar los cielos quemando viejo sol mientras el sistema se tambalea porque más de la mitad de los paisanos de la fila delante del gran buffet que provee el ciclo de la vida no podrán coger más que lo mínimo para no poder tomarse quizás nunca un café viajero.


Me voy, que comienza la asamblea de Som Energía, y el sistema energético y el meneo de materiales más la creatividad humana hacen posible que después del café y el paseo sacando números y gracias a un sol en todo su esplendor, el streaming me permita estar como cerca de 300 humanos que quieren repartir mejor los privilegios del espacio de ocupamos en esa larga fila de soles estructurados, para que aunque sea remoto, el último de la fila tenga algo que coger, y que el último ser vivo de la fila después del último humano, también...

Manolo Vilchez

Creatividad española 'made in London'

Pablo Amade, Belén Balado y Manu Sainz de los Terreros, fundadores de Círculo Creativo London. | C.F.
Pablo Amade, Belén Balado y Manu Sainz de los Terreros, fundadores de Círculo Creativo London. | C.F.
  • La idea es tender puentes entre los veteranos y los recién llegados a la ciudad
  • El Círculo sirve de punto de encuentro y de herramienta para crear proyectos

Nieva en Bond Street. Dicen que es el invierno más frío de la década. Pero Pablo, Belén y Manu llevan el sol por dentro y no se dejan amilanar por las inclemencias. Desde que pusieron por primera vez el pie en Londres, tienen la permanente sensación de estar "en primera línea de playa". Aunque no lo parezca.
"Estamos en la ciudad con mayor densidad creativa de Europa y posiblemente del mundo", certifica Pablo Amade, diseñador gráfico, ocho años por estas tierras (entre idas y venidas). "Aquí te cargas de energía positiva y te lo curras de verdad", añade Manu Sainz de los Terreros, editor de vídeo con experiencia en marketing digital, cinco años afincado la capital británica. "Te valoran por lo que eres y nada más llegar se te caen las etiquetas", palabra de Belén Balado, periodista y 'freelance', en su primer invierno londinense.
"Estamos en la ciudad con mayor densidad creativa de Europa y posiblemente del mundo"
Pongamos que los tres rondan la treintena, por abajo o por arriba. No vinieron a Londres "huyendo" de nada en particular, sino más bien "buscando". Se sacudieron el "fatalismo" del cuerpo, pero siguen muy en contacto con lo que ocurre en España. Es más, les gustaría tender puentes entre quienes se lo están pensando y quienes llegaron hace tiempo. Y en eso están.

 

Mucho más que un censo

Desde que lanzaron en octubre la sonda del Círculo Creativo London, no tienen casi una hora de tranquilidad. Decenas de artistas, diseñadores, arquitectos, fotógrafos e ilustradores españoles han respondido a la llamada, abierta también a la gente que trabaja en el marketing, en la moda, en los nuevos medios y en todo lo que cabe bajo el paraguas de la creatividad.
"La respuesta ha sido abrumadora", reconoce Pablo. "Hemos descubierto la necesidad y el deseo que hay de conectar. Lo que hemos intentado es algo más que hacer un censo de la creatividad española en Londres. Queremos ser una plataforma informativa y de 'co-working', y de hecho ya han salido un par de proyectos audiovisuales, fruto del contacto entre la gente".
Decenas de artistas, diseñadores, arquitectos, fotógrafos e ilustradores españoles han respondido a la llamada, abierta también a la gente del marketing, la moda, los nuevos medios...
"Nos interesa destacar la labor de los veteranos y tender una mano a los recién llegados y a los que están por llegar", afirma Manu. "La iniciativa ha tenido una gran respuesta en España, pero tenemos que hacer un gran esfuerzo por dar a conocer todo lo que ya está aquí. Uno de los logros ha sido hacer el primer 'mapa' de creativos españoles en Londres. Y estamos poniendo también un empeño en contar sus historias".

El Círculo Creativo London cuenta ya con un centenar de miembros, más todos los que están en lista de espera (basta con vivir en Londres, rellenar un formulario 'online' y adjuntar un 'portfolio'). Más 750 seguidores se han unido al grupo de Facebook y el próximo 14 de febrero organizarán el primer encuentro en un local de Old Street.

 

Vivero de proyectos

"Es muy importante que nos pongamos las caras y nos vayamos conociendo", advierte Belén Balado -Beba para los amigos- con ese ímpetu de la recién llegada que se come Londres con los ojos. "Nuestra idea es precisamente echarnos un poco al lado y permitir que la gente se conozca e interactúe, y que de ahí salgan ideas y proyectos y posibilidades de trabajo".

"Parece un poco increíble, pero la gente se seguía moviendo en Londres por el boca a boca", añade Beba. "No había un directorio, ni un punto de encuentro para la gente con inquietudes creativas en Londres... Pero la necesidad estaba ahí, y es lo primero que nos dice la gente cuando oye hablar del Círculo: "¡Hacía falta algo así!".
"Nuestras profesiones están cambiando, las barreras se están derribando y nos hace falta un lugar de encuentro. El círculo aspira convertirse en ese espacio virtual y esa herramienta para abrir nuevas puertas".
Pablo Amade, el más anclado en Londres (estudió en St. Martins y trabaja como diseñador gráfico en un estudio en el Soho), ha sido testigo de las sucesivas oleadas de españoles y de la "creciente necesidad de conocernos unos a otros, y compartir proyectos y experiencias".

"Vivimos en un mundo cada vez más interconectado y todo evoluciona mucho más rápido de lo que creemos", añade Manu. "Nuestras profesiones están cambiando también mucho, las barreras se están derribando y nos hace falta un lugar de encuentro. El círculo aspira convertirse ahora en ese espacio virtual y esa herramienta que nos puede servir para abrir nuevas puertas".

Vuelve a nevar en Londres. Como cada fin de semana, Manu, Pablo y Beba vuelven a juntarse seguramente en el Flat Planet de Carnaby Street para seguir dándole vueltas al Círculo Creativo London, que gira y gira (de momento) sin ningún tipo de ayuda privada ni oficial.

Los 'e-mail' se acumulan. Las peticiones esperan respuesta. El foro está que arde. Y hay que darle vida a los "encuentros" en la web, con la fotógrafa Nuria Rius, con la directora de arte Andere Monjo, con las arquitectas Marta Núñez e Isabel Varés, con el ilustrador y maestro del 'papercraft' Lóbulo... "Hay tanto por hacer que casi habría que volcarse en el Círculo con dedicación plena", confiesa Beba. Y la historia no ha hecho más que arrancar. Pueden pasar horas, bajo el lucernario de la Wallace Collection, y el trío de jóvenes españoles no deja bombear ideas y más ideas. 

En sus largas charlas, eso sí, tienen proscrita la palabra crisis. Tienen muy claro de dónde vienen, pero también hacia dónde van. "No podemos olvidar lo que está pasando en España y a la gente de nuestra generación. Pero estamos donde estamos, y una de las mejores cosas de Londres es que aquí no te enfrentas a diario con el fatalismo. El tópico de la ciudad de las oportunidades sigue siendo válido".

Carlos Fresneda (Corresponsal) | Londres

El hombre salvado por un gato

La historia arranca en Covent Garden, que no ha cambiado mucho desde los tiempos de “My Fair Lady”. Entre floristas y turistas distinguimos la figura de James Bowen, sentado en la calle con su guitarra acústica y emulando a su ídolo Kurt Cobain. Junto a él, remoloneando en una manta y enroscándose en una de sus veinte bufandas, está el gato más famoso de Londres, de nombre Bob.
     
Entre canción y canción, no sólo llueven los billetes, también la comida, los regalos y la bufandas para el gato pardo, que lo agradece “chocando esas cinco” con los transeúntes y subiéndose ocasionalmente a los hombros de su amo. El cantante callejero aprovecha los descansos para firmar sobre la marcha ejemplares de “A Street Cat Named Bob”, el bombazo editorial del año en el Reino Unido.
     

Pese al renombre adquirido y la película en ciernes, la insólita pareja sigue fiel a su cita callejera dos veces a la semana. Así fue como fraguó su inquebrantable amistad, y así es como piensan seguir mientras el cuerpo aguante y el frío siga siendo más o menos soportable.
    
Atrás quedaron las penurias del pasado, cuando James vivía en la calle y se gastaba hasta el último penique en heroína. Atrás también el purgatorio de la metadona, los días de recaída, las horas sin rumbo bajo los nubarrones londinenses... Hasta que apareció Bob, como caído del cielo (o del tejado), en el descansillo del destartalado edificio de viviendas públicas en los altos de Tottenham, primavera del 2007.

“A veces miro hacia atrás y me pregunto si Bob y yo nos conocimos entra vida”, recuerda ahora James Bowen. “La conexión fue instanténa, algo nada usual... Pensé que se le habría escapado a alguien y me costó abrirle las puertas de mi casa. Yo luchaba entonces por cuidar de mí mismo, no me creía capaz de cuidad siquiera de tener un gato. El me lo hizo todo mucho más fácil. No quería quedarse en casa, prefería venir conmigo, a ganarse la vida en la calle. Un día me persiguió hasta montarse en el autobús, y en ese momento empezó nuestro largo viaje”.
       
James vivía entonces de la “voluntad” de los paseantes y lograba como mucho 25 libras al día. Curar las incontables heridas del gato (“daba la impresión de que se había peleado con un zorro”), ponerle antibióticos para evitar las infecciones y procurarle una comida decente le costó nada menos que 28 libras. “¿Pero quién no se gasta eso en ayudar a un amigo?”.



Bob le devolvió con creces el favor. Los ingresos del cantante callejero se multiplicaron por tres gracias a la presencia del felino de espíritu juguetón e irresistible ojos verdes. James, que siempre había vivido al minuto, aprendió a administrar mejor sus ingresos. Su vida cobró de pronto un nuevo sentido: “Por primera vez, sentí como si tuviera mi propia familia. El gato me dio la determinación para buscar un vida mejor, para mí y para él”.
     
La verdad es que James Bowen siempre se sintió como un gato errante. Nacido hace 33 años en Inglaterra, su familia emigró a Australia cuando aún no iba al colegio. Sus padres se separaron y el recuerdo de su infancia es el de una soledad insondable y un trasiego incesante, mudándose de una casa a otra con su madre, que intentó a duras penas abrirse paso con “pequeños negocios que nunca acababan de fraguar”.
     
A los 19 años, con las maletas cargadas de deudas emocionales, Bowen volvió a Londres con la intención de convertirse en una estrella del rock. Acabó tocando y durmiendo en la calle... “Cuando llevas ese tipo de vida, acabas rodeado de droga. Te la ofrecen para poder dormir o para sentirte mejor, y acabas diciendo “¿Por qué no? No tengo nada mejor que hacer...””.

Bowen ocó fondo antes de conocer a Bob, y en varias ocasiones confiesa que vio “la muerte desde muy cerca”. El gato, asegura, le ayudo a “limpiar” su vida en todos los sentidos: “Nunca volveré a las drogas. He aprendido mucho y he madurado en estos años”.
     
La recesión y el acoso policial, sin embargo, mermaron los ingresos callejeros de la pareja. Durante varios meses, James salió adelante gracias al sueldo extra como vendedor de “Big Issue”, la revista de los “homeless” londinenses. Hasta que un día, cerca de Covent Garden, se le apareció la agente literaria Mary Pachnos y le ofreció “la idea alocada de escribir un libro sobre mi vida con el gato”.


    
“A Street Cat Named Bob” ha llegado esta semana al número uno de los libros de “no ficción” en el Reino Unido. Con más de 250.000 ejemplares vendidos y ediciones en curso en varias lenguas, James y Bob han ganado de momento lo que en mil días cantando y deambulando.
     
Ahora está en tratos con Hollywood: los productores de “Marley y Yo” quieren llevar al cine la historia del hombre y el gato que recobraron la esperanza en las calles de Londres... “Bob podría hacer de él mismo. La gente me dice que Johnny Depp estaría bien en mi papel. Pero yo creo que es un poco viejo”...

Carlos Fresneda - Correponsal Londres
Publicado en la edición papel de El Mundo
 

Cuando los hijos se ganan el pan

Lara y Jack Prince, en la cocina casera de The Pocket Bakery | Rii Schroer/The Daily Telegraph
 Lara y Jack Prince, en la cocina casera de The Pocket Bakery | Rii Schroer/The Daily Telegraph

  • Empezaron a vender a sus vecinos, pero cada semana llegan clientes nuevos
  • Jack ha encontrado una motivación y no descarta hacer carrera profesional
  • 'Microtrabajos' temporales, una alternativa útil en momentos de crisis
A esto se le llama ganarse el pan... Jack Prince, 17 años, y su hermana Lara, de 14, se acuestan bien temprano cada viernes. Se levantan el sábado de madrugada, bajan a la cocina familiar, calientan el horno, comprueban el estado de la levadura madre, amasan con esmero la harina y siguen al pie de la letra los secretos que les confió el 'maestro' Giuseppe Mascoli para elaborar (más que 'fabricar') un pan artesanal como los que ya no se hacen.

Empezaron vendiéndolo a conocidos y amigos, y no tardó en correr la voz. Todos los sábados, en el sótano de su propia casa en el sur de Londres, los chavales despachan a discreción las barras de levadura natural, las hogazas de pan de centeno, la esponjosa focaccia y las pequeñas pizzas que saben a gloria recién horneada.

Tal fue el éxito que decidieron crear una 'micropanadería', The Pocket Bakery, y montar un puesto una vez a la semana en el Doodle Bar de Battersea. La idea inicial era ganarse el dinero de "bolsillo" para dejar de pedir a sus padres, pero lo cierto es que el negocio va tirando y Jack Prince está pensando ya en independizarse.

 

Cuando el trabajo se vuelve pasión

"Antes de empezar con The Pocket Bakery yo me sentía desmotivado y perdido, como la mayoría de la gente a mi edad", confiesa Jack. "Ahora no sólo he encontrado algo que me permite hacer dinero, sino que encima me gusta y me hace sentirme útil para esta pequeña comunidad que hemos creado. A mis amigos les esperan quizás años de estudios y de desempleo, tal y como está la cosa. Yo empiezo a ver mi futuro más o menos claro".
Curtido como aprendiz en Bread Bread, una famosa pizzería de levadura natural del mercado de Brixton, Jack ejerce como 'micropanadero' por cuenta propia dos días a la semana y con la ayuda de Lara. El trabajo, aunque duro, se ha convertido en una inesperada pasión para Jack, que disfruta experimentando con la masa madre y con las proporciones que debe usar "para lograr un pan más o menos vivo".

Para Lara, hacer pan es de momento una manera de ganar "dinero de bolsillo" y aprovechar el tiempo hasta que descubra lo que de verdad quiere hacer en la vida. "Es pronto para saberlo, aún no estoy segura. La panadería me entretiene de momento. Aprendí más rápido de lo que nunca imaginé, gracias sobre todo a un buen profesor como Giusseppe. La parte que más me gusta es el amasado". Jack y Lara reconocen en todo caso que el "motor" de The Pocket Bakery, hasta que terminó de arrancar, fue su propia madre, Rose Prince, crítica gastronómica del 'Daily Telegraph'. Prince ha creado su propio 'Baking Club', para salir al encuentro del creciente interés de los lectores por el arte del pan casero. En las páginas del diario relató incluso el nacimiento accidentado de The Pocket Bakery, cuando sus hijos no demostraron excesivo interés al primer intento y ella misma –incapaz de usar la pala de panadero y de ajustar las baldosas cerámicas en su horno- acabó quemando la primera tanda.

Jack, en el puesto al que acude a vender sus panes. | C.F.Jack, en el puesto al que acude a vender sus panes. | C.F.

"Al viernes siguiente, Jack y Lara decidieron sin embargo tomarse las cosas en serio", escribe Rose en un artículo titulado 'Cómo mis hijos se ganan el pan'. "Nada más volver de la escuela decidieron ponerse con las manos en la masa, y partir de ese día ya no hubo que decirles nada. Nos convertimos en perfectos 'pizzaiolos'. Nos salió un pan maravilloso y se lo vendimos a los vecinos. Ellos ganaron sus primeras 18 libras por cabeza".

"En pocas semanas teníamos ya 20 clientes habituales y 30 que pasaban todos los sábados por casa", recuerda Rose. "De pronto descubrimos que estábamos rodeados de gente maravillosa, volcada en mantener viva nuestra pequeña panadería sin aditivos. Muchos vinieron a comprar siguiendo el olor a pan. Jack le vendió dos hogazas a dos testigos de Jehová que llamaron a la puerta".

 

Una salida para tiempos de crisis

Rose estuvo veraneando este verano en España con sus hijos y sabe de primera mano lo que está cociendo en nuestro país: "Vivimos tiempos muy difíciles y vamos a tener que ir pensando en soluciones distintas al paro juvenil. Una de ellas puede ser la creación de 'microempresas' y 'microtrabajos' temporales que sirvan a los jóvenes como alternativa y aprendizaje mientras llega la oportunidad de sus sueños. Los jóvenes necesitan herramientas y esperanzas para abrirse paso en medio de esta incertidumbre económica". Para lanzarse con The Pocket Bakery, Jack y Lara Prince no necesitaron más que una inspección municipal y unos pequeños ajustes en la cocina. "Mientras no vendamos grandes cantidades podemos funcionar como hasta ahora y haciendo el pan en casa", asegura Jack. "Creo que los jóvenes tendríamos que tener muchas más facilidades para empezar negocios así por nuestra propia cuenta, sin necesidad de una gran inversión y sin tanta burocracia".

Las 'micropanaderías', como respuesta sabrosa y sana a alimentación industrial, se están multiplicando como el pan y los peces por los barrios de Londres. La campaña Real Bread promueve la elaboración casera, los Clubs de Pan y la creación de Panaderías de Soporte Comunitario (siguiendo el mismo modelo que la agricultura urbana). Este fin de semana, sin ir más lejos, se celebra en el Southbank Center el Festival del Pan Real, la mayor convergencia de panaderos artesanales de Gran Bretaña.

"El pan siempre ha tenido siempre un papel primordial a lo largo de la historia", recalca Cal Courtney, escritor y ayudante ocasional de Jack Prince en The Pocket Bakery. "Es curioso que la gente vuelva a valorarlo ahora, en estos tiempos de crisis. Conviene no olvidar que el pan fue en realidad la mecha que encendió la revolución francesa".

Carlos Fresneda (Corresponsal) | Londres

'Volar' en bicicleta

El alcalde, Boris Johnson, está considerando la propuesta



Esto es lo más parecido a 'volar' en bicicleta… El arquitecto Sam Martin ha propuesto la creación de carriles elevados para que los ciclistas puedan viajar sin peligro de atropellos sobre las abigarradas calles de Londres.

El Skycycle, que así se ha bautizado la idea, puede resultar a simple vista utópico o futurista, pero el proyecto –que ha causado ya división de opiniones entre los propios ciclistas urbanos- puede estar más cerca de la realidad de lo que parece...

La propuesta ha pasado ya por la mesa del alcalde Boris Johnson, que la ha considerado como "interesante". Johnson, usuario de las dos ruedas e impulsor de la bici pública, ha puesto incluso en marcha un grupo de trabajo para la creación de carriles 'skycycles' que permitiría conectar las principales estaciones de Londres.

Aunque aún no hay un coste estimado de la propuesta, el sistema lo financiarían en principio los propios ciclistas, que podrían hacer uso del carril elevado usando la tarjeta de transporte (Oyster). Su finalidad primordial sería conectar los grandes intercambiadores, con rampas de acceso en las propias estaciones.

La propuesta de Sam Martin, al frente del estudio Exterior Architecture, consiste básicamente en la habiotación de plataformas elevadas -siguiendo sobre todo el trazado ya existente del ferrocarril- protegidas por paneles y ocasionalmente por 'tubos' de cristal que permitirían a los ciclistas circular con mayor seguridad y con un 90% más de eficiencia.


El peligro de ir en bici

La idea la tuvo Sam Martin hace dos años, cuando dejó de usar la bicicleta en Londres por considerar que no era seguro. El aumento de los accidentes en el 2011, con 16 ciclistas muertos en las calles de la ciudad, ha disparado las alarmas. El periódico The Times ha lanzado una campaña nacional por la seguridad de las dos ruedas y miles de londinenses ocuparon recientemente las calles de la ciudad para pedir la "conversión" al modelo holandés ("London Go Dutch!").

"Se calcula que en el 2020 se van a producir 1,5 millones de viajes en bicicleta en Londres", asegura Sam Martin. "¿Qué espacio van a ocupar los ciclistas? No hay sitios para más carriles bici en la superficie y tenemos siempre el problema de la congestión del tráfico".

"Skycicle es el siguiente paso natural para la bicicleta", afirma Martin. "Al alcalde le gusta la idea de conectar las estaciones con carriles elevados y ya en mayo se celebró la primera reunión de expertos para estudiar su viabilidad. Sinceramente pienso que podría ser el próximo paso para transformar la infraestructura de la ciudad".


 Sam Martin reconoce que las posibilidades de ver el Skycycle convertido en una realidad son escasas, "pero al menos existe la voluntad política y el interés real de la red de ferrocarriles". Si las cosas avanzan según lo previsto, el arquitecto espera que la primera sección del Skycycle –de una longitud de 2 a 5 kilómetros- podría estar operativa en el 2016, con la idea de “extender la red a un total de 100 kilómetros”.

La parte más ardua del proyecto, diseñado por Martin en colaboración con Oli Clark, ha sido "localizar la infraestructura del ferrocarril que puede ser adaptada al uso de las bicicletas". Según el arquitecto, las "estructuras victorianas podrían ejercer de soporte con muy pocas reformas, aunque ocasionalmente habrá que levantar plataformas específicas parala bicicleta".

"El objetivo no es 'limpiar' las calles de Londres de bicicletas ni separar obligatoriamente a los ciclistas", sostiene Martin, saliendo al paso de las tempranas críticas. "Se trata simplemente de dar una nueva opción a quienes viajen en dos ruedas".

Carlos Fresneda (Corresponsal) | Londres
Publicando en Natura de El Mundo.es

10.000 ciclistas reclaman un Londres más seguro para las dos ruedas


La serpiente multicolor a su paso por Park Lane (Londres). | C. FresnedaLa serpiente multicolor a su paso por Park Lane (Londres). | C. Fresneda
  • Alerta ante el aumento de accidentes mortales por el tráfico
  • La campaña 'Go Dutch' propone seguir el modelo holandés
Más de 10.000 ciclistas han tomado las calles de Londres para reclamar más seguridad e infraestructura para las dos ruedas. Bajo la consigna "Love London, Go Dutch", la serpiente multicolor desafió la lluvia y recorrió Picadilly Circus, Trafalgar Square y el Big Ben pidiendo que se levanten barreras al coche y se implanten medidas similares a las de las ciudades holandesas.


Ciclistas con pancartas. | C. F.
Ciclistas en Westminster Abbey. | C.F.Ciclistas en Westminster Abbey. | C.F.


"Aún nos queda un largo camino para llegar hasta donde está Amsterdam", aseguraba al frente del pelotón Ann Kenrick, de la London Cycle Campaign (LCC). "Queremos más carriles-bici, más límites de velocidad y un rediseño de las intersecciones para que no tengamos que jugarnos la vida en cada giro. Queremos una ciudad más transitables para ciclistas y peatones".
Dieciséis ciclistas murieron en accidentes de tráfico en Londres el año pasado, frente a diez el año anterior, con un preocupante aumento del número de heridos. La seguridad vial se ha convertido en uno de los temas calientes en las elecciones municipales del 3 de mayo. El periódico 'The Times' ha lanzado su popia cruzada tras el accidente sufrido por una de sus periodistas.

Londres, por el buen camino

Todos los candidatos se han aprestado a suscribir entre tanto la campaña 'Go Dutch', respaldada hoy 'in situ' por la candidata del Partido Verde Jenny Jones. El laborista Ken Livingstone ha prometido convertir la seguridad vial en una de sus tres prioridades.
El alcalde conservador Boris Johnson -impulsor de la bicicleta pública- asegura que Londres va por el 'buen camino'. Muchos le acusan sin embargo de haber practicado un peligroso doble juego desde su llegada a la alcaldía, con la retirada del 'peaje de congestión' en el oeste de Londres y la alteración de la secuencia de los semáforos que prima descaradamente al tráfico rodado.

El número de ciclistas urbanos se ha triplicado en la última década. Aún así, los desplazamientos a dos ruedas en Londres están entre el 3% y el 5%, frente a más del 30% en ciudades como Amsterdam y Copenhague. La embajada holandesa apadrinó precisamente la manifestación rodante, que discurrió bajo el pacífico lema de 'Seguridad, Adaptablidad, Armonía'.

Louis Franklin sacó a pasear un esqueleto como paquete, en recordatorio de "mi mejor amigo que sufrió hace un año un accidente y que por suerte ha sobrevivido para poder contarlo". Sarah Lootman, estudiante universitaria, reconoció cómo ha estado dos años sin sacar la bici después de "una experiencia escalofriante" al ser adelantada a gran velocidad por un autobús de dos pisos.
"Londres corre el riesgo de quedarse desfasada con soluciones que siempre priman al automovilista, por delante del ciclista y del peatón", se lamenta Ashok Sinha, director ejecutivo de LCC. "Todo lo que se ha hecho hasta ahora se ha quedado desfasado. Lo que necesitamos es una auténtica revolución a la holandesa para llevar las dos ruedas al siguiente nivel".

Carlos Fresneda (Corresponsal) | Londres
Publicado en El Mundo Natura

¡Salvemos el Supermercado del Pueblo!


Interior del supemercado. | C. F.
Interior del supemercado. | C. F.
  • La cooperativa más simbólica de Londres corre el riesgo de cerrar
  • Sus 1.200 miembros tienen descuentos por trabajar cuatro horas al mes
En mayo del 2010, el 'chef' Arthur Potts Dawson y una veintena de entusiastas decidieron plantarle cara a la crisis en el corazón de Londres con una idea rompedora: el Supermercado del Pueblo.
The People's Supermaket fue la respuesta desde la base a los supermercados convencionales. Mitad cooperativa de consumidores, mitad cooperativa de trabajadores, sus 1.200 miembros han podido gozar de descuentos de hasta el 20% a cambio de cuatro horas de trabajo mensuales en la tienda, que apuesta claramente por los productos locales y por el comercio justo, al tiempo que reivindica "el servicio a la comunidad y al medio ambiente".

La respuesta popular fue tan fulminante que el Canal 4 de televisión les dedicó un documental seguido por millones de espectadores. La voz llegó hasta el propio David Cameron, que vino hasta Holborn con la cesta de la compra para visitar el Supermercado del Pueblo y usarlo como escaparate de aquello que aún se llamaba The Big Society.

Un año después, nadie se atreve a volver a hablar de la 'Gran Sociedad'. La ira popular, hasta ahora concentrada en los bancos, empieza a sonar cada vez más fuerte contra las grandes cadenas de supermercados (Tesco, Sainsbury y demás) por los salarios multimillonarios de sus directivos y por la sistemática explotación laboral.

Y repentinamente, pese a las cooperativas de nuevo cuño que han surgido en el país imitando su modelo, The People's Supermarket anuncia que corre el riesgo de cerrar su puertas porque no puede renegociar los impuestos que deben.
"El sistema con el que funcionamos no permite que florezcan las empresas sociales", denuncia Tara Mulqueen, una neoyorquina que se unió al proyecto con la experiencia cercana de la Park Slope Food Coop. "Aquí tienes que ser por fuerza un negocio o una organización caritativa, no hay lugar para un término medio. Nadie valora nuestro servicio a la comunidad, al medio ambiente o a los productores locales".

"A la hora de tributar nos miden por el mismo rasero que cualquier supermercado", se lamenta Tara, con la soga del cierre pendiendo sobre la colorista y simbólica tienda, que ha calado en lo más hondo del vecindario. "¡Salvad vuestro supermercado!", puede leerse estos días en la pancarta de la entrada, a modo de S.O.S. dirigido a las autoridades municipales.

Michael Mulcahy, Tara Mulqueen y Craig Jobbins en la puerta del Supermercado del Pueblo.Michael Mulcahy, Tara Mulqueen y Craig Jobbins en la puerta del Supermercado del Pueblo.

Cocina y floristas

Pese a las dificultades para lograr créditos, el proyecto nació con una inversión inicial de 180.000 libras. Y aunque la facturación ha llegado a superar 1,5 millones de libras, la deuda acumulada con el distrito municipal de Camden ronda las 50.000 libras anuales (la cantidad que ahora están intentando renegociar).

Aunque hay ya en marcha un proyecto para abrir otro Supermercado del Pueblo en el barrio de Hackney, el cierre de la tienda original sería un mazazo para los fundadores. "No sólo pondrían en la calle a 23 trabajadores y causarían un gran perjuicio económico", advierte Michael Mulcahy, despachando en la caja. "Si cerramos, dejaríamos un gran espacio vacío precisamente en el momento en que más necesitamos alternativas a los modelos convencionales".

En las estanterías de The People's Supermarket, los productos más o menos reconocibles se codean con la Leche del Pueblo, los Huevos del Pueblo o la Carne del Pueblo, procedentes de granjas cercanas. Los vegetales y las frutas son también de procedencia local, aunque no falta la Coca-Cola, los Corn Flakes u otros productos típicos de cualquier supermercado.
Como ingrediente añadido, 'La Cocina del Pueblo' se ha convertido también en un poderoso reclamo para el vecindario. Vincent Manzanilla, que trabaja como voluntario, certifica que no sólo se sirve todas las semanas cientos de comensales, sino que se aprovechan más de 200 kilos de alimentos que de otra manera acabarían en la basura.

En el sótano de la tienda, las Floristas del Pueblo -Annette Sackar y Denise Walker- trabajan esta semana a destajo para completar a tiempo los ornamentos para un funeral: "Esperamos no tener que hacer los arreglos florales para nuestra propia despedida... Este es un proyecto en el que la gente ha puesto demasiada energía e ilusión como para que pueda morir".

Las Floristas del Pueblo Annette Sackar (sentada) y Denise Wolker (en primer plano). | C. F.Las Floristas del Pueblo Annette Sackar (sentada) y Denise Wolker
(en primer plano). | C. F.

Carlos Fresneda (Corresponsal) | Londres

Lo que Occupy nos dejó



Fotos: C.F.

Han tardado poco en borrar el rastro de los “ocupantes”. Las porras de la policía dejaron paso a las mangueras, gentileza de la Corporación de la Ciudad de Londres. El olor a humanidad sucumbió bajo el poder de los desinfectantes. Los alrededores de la Catedral de St. Paul recobraron su aspecto aséptico y pétreo, a tiempo para la inminente visita de la Reina.

Y en el interior el templo, día de plegaria y reflexión. Al menos tuvieron el detalle de no cobrar 12,50 libras a la puerta y dejar entrar gratis a la gente: otro los de “logros” impagables de Occupy London, que ha hecho temblar los cimientos de las finanzas y de la Iglesia Anglicana.

     
¿A quién le importaba lo que cobraban los banqueros hace cinco meses? ¿Quién se atrevía a desafiar a “los ídolos de las altas finanzas”? ¿Quién hablaba del “precio corrosivo” de la desigualdad económica?
     
Contra viento y marea, los “indignados” londinenses han logrado poner sobre el tapete los temas más candentes en plena crisis económica. Ridiculizados como “una panda de haraganes y fumetas” por los "tories", hostigados hasta el último momento por la prensa conservadora, los miembros de Occupy London han dejado su huella indeleble sobre el granito de St. Paul.
    
“Este no es más que el principio”... Podía leerse en uno de los últimos mensajes que llegaron a dejar con tiza los últimos “indignados”, que volvieron por la tarde a las escalinatas en son de paz, para tramar los siguientes pasos... “¿Y ahora qué?”.

“Ahora es el momento de reflexionar, recargar baterías y poner en práctica todo lo que hemos aprendido durante todo este tiempo”, asegura Nafisa Shamsuddian, preocupada aún por los doce detenidos que seguían en las dependencias policiales. “No nos vamos a dispersar de la noche a la mañana; volveremos a la acción”...
      
“Mayo es uno de nuestros meses favoritos”, podía leerse en el comunicado de Occupy London, insinuando acaso una nueva y sonada acción global coincidiendo con el aniversario del 15-M. Algunos de los más de doscientos desalojados han trasladado de momento sus bártulos a Finsbury Square, el campamento paralelo al otro lado de la City. Pero incluso allí, los ánimos empiezan a decaer tras un largo invierno.
       
Mientras los “indignados” londinenses deshojan su estrategia primaveral, The Guardian recuerda en su editorial de hoy cómo la mayoría de los británicos han acabado comulgando con el idealismo del movimiento y cuestionan los poderes económicos como nunca antes.
       
En St. Paul, mientras, se ha instalado un inquietante silencio de piedra, presagio tal vez de lo que está aún por llegar. Como dice una de los lemas más repetidos del movimiento: “Esto no es una protesta, es un proceso”...

Carlos Fresneda - Londres
Publicado en Blogoterráqueo de El Mundo




 

20 detenidos en el desalojo de los 'indignados' de Londres

  • Se lanzó la operación a la medianoche y los 'ocupantes' montaron barricadas
  • Los 'indignados' acusan a la catedral de haber 'traicionado' al movimiento
  • 'No es el principio del final, sino el final del principio', afirman
La policía esperó a las campanadas de la medianoche en St. Paul para desalojar a los 'indignados' que llevaban acampados desde el pasado 15 de octubre en las escalinatas de la catedral londinense. Unos levantaron con resignación sus tiendas de campaña y formaron círculos de plegaria. Otros levantaron barricadas y opusieron resistencia.


Uno veinte miembros de Occupy London fueron detenidos en el forcejeo con la policía, que se empleó a fondo para "limpiar" el campamento y dejar el menor rastro posible de la "ocupación" pacífica que ha golpeado la conciencia de la City.

Los manifestantes acusaron a las autoridades de la catedral de haber claudicado ante la Corporación de la City y de haberles "traicionado" en el último momento. Aunque lo cierto es que las decenas de "indignados" que resistían a los pies de la catedral llevaban contando las horas desde la pasada semana, cuando un tribunal londinense dio el visto bueno a la orden de desalojo.

"No es el principio del final, sino el final del principio", declaró ante las cámaras de la BBC George Barda, uno de los cinco miembros de Occupy London que decidió llevar el desalojo ante el Tribunal Supremo.
"No podemos permitir el drama eclipse las cuestiones importantes que afrontamos en este país y en todo el mundo", añadió Barda. "No me cabe duda de que, conforme la situación económica siga empeorando, más y más gente se va a unir a nuestro movimiento".


Otro 'indignado', Ed Green, plantó resistencia hasta el último momento y se unió a un grupo parapetado tras lo que había sido la cocina colectiva del campamento: "Hay gente que elige la resistencia pacífica, pero yo pienso que no hay nada malo en ejercer la autodefensa".
La policía actuó ayudada por potentes reflectores. A las dos de madrugada hubo un apagón general, aprovechado por algunos miembros de Occupy London para atrincherarse en las puertas de la catedral. La policía reveló poco después que tenía el permiso explícito de St. Paul para evacuar a los "indignados" de las escalinatas, usadas durante los cuatro últimos meses como anfiteatro en las asambleas populares.

Poco después del desalojo, y antes del amaneces, muchos de los 'indignados' se trasladaron con sus bártulos al segundo campamento de Occupy London en Finsbury Square, al otro lado de la City, donde recalcaron su mensaje con nuevas y viejas pancartas: "No podéis desalojar una idea cuyo momento ha llegado".

Los miembros de 'Occupy London' que protestaban entre otras cosas por los excesos de la Banca y las grandes corporaciones, han pedido a través de sus cuentas en Twitter "la necesidad urgente de observadores legales" y denuncian que las fuerzas del orden están llevando a cabo arrestos.

Carlos Fresneda (Corresponsal) | Londres

Bienvenidos a la City, el 'feudo' sin alma de las finanzas


Escudo de la City. | Carlos FresnedaEscudo de la City. | Carlos Fresneda
  • Banqueros y 'traders' pasan del éxito al fracaso en un mundo de avaricia
  • Cameron se ha quedado solo en la UE por defender los intereses de la City
  • Quiso imponer un veto y se negó aceptar regulaciones financieras de la UE

En la ciudad de la codicia, todo parece concebido para mayor gloria de las finanzas y mayor desolación del hombre. Apenas 9.000 almas viven en este "feudo" sombrío, levantado sin escrúpulos sobre las ruinas del viejo Londinium, sacudido todos los días por una marea de 300.000 oficinistas, banqueros, inversores, 'brokers', 'traders' y demás trabajadores que van y vienen, vienen y van, ajenos a la historia del lugar y de las murallas que ocasionalmente muerden los rascacielos.

El 'pepinillo' de Norman Foster (30 St. Mary Axe) es el símbolo incuestionable de la City, delimitada a lo lejos por la cúpula de St. Paul, a cuyos pies sigue erigido el campamento de tenderetes de los 'indignados', ahí les duele. Junto a la catedral, en una plaza privadísima y semiculta, protegida las 24 horas por decenas de cámaras y agentes privados de seguridad, tenemos la sacrosanta y aséptica Bolsa londinense, viviendo de espaldas a todo lo que acontece en la ciudad.

Porque todo en la City desprende secretismo, ocultamiento y misterio, como si una invisible burbuja la aislara del mundo e impidiera a toda costa que el sol ilumine sus conspicuos callejones. Tal vez por eso David Cameron rompió la baraja en la última cumbre europea y se negó a aceptar las regulaciones que quiere imponer la UE para defender los derechos de la City, uno de los mayores centros financieros del mundo, y que supone un 10% del PIB británico.

"La City es como un estado autónomo dentro de nuestras fronteras, en una posición ideal para lavar el dinero de los oligarcas, de los cleptócratas, de los gángsters y de los barones de la droga", escribe George Monbiot, en uno de los artículos más demoledores contra "el corazón oscuro de Gran Bretaña".

'Aquí trabajamos muchos curritos'

Susan Davenport, empleada de Administración de un banco (prefiere no decir cuál), intenta rebatir por su parte el mito de la City mientras se fuma un cigarro en los soportales triangulares del 'pepinillo': "No es oro todo lo que reluce. Aquí trabajamos también muchos "curritos" que tenemos mucho más en común con la gente de fuera. A quienes llevan las riendas de la City no les verás en la calle. En todo caso, detrás de los cristales ahumados de sus Mercedes o sus Ferrari. O a lo mejor al filo de la medianoche, reponiendo 'fuerzas' en los pubs".

Hace unos meses condenaron a tres años a un tal Anthony Alexander, propietario del Bar Nine, el más notorio de una cadena invisible de clubs de "cocaína y alcohol" para los sufridos trabajadores de la City. Uno de ellos, el 'trader' Kweku Abodoli, fue detenido por defraudar 1.456 millones de euros (se dicen pronto) en operaciones de altísimo riesgo para el banco suizo UBS. Su libro de cabecera no era otro que 'El Lobo de Wall Street', de Jordan Belfort, protagonista y "víctima" de esta economía cocainóamana de fulminantes subidones y demoledoras caídas.

Como en los confines de Wall Street, todo parece "esquinado" en la City. Se diría que los financieros de aquí y de allá se han puesto de acuerdo para apropiarse de la historia de la ciudad, amurallar su 'milla dorada' y dejarla irreconocible e inhóspita (la Unesco ha amenazado con arrebatar a la Torre de Londres el título de Patrimonio Mundial ante la manifiesta fealdad de todo lo que han construido a su alrededor en las últimas décadas).

La City tiene pues algo de castillo kafkiano, para mayor gloria de los 1.117 bancos y firmas extranjeras arraigadas en sus confines de apenas tres kilómetros cuadrados bañados por el Támesis. Ni el Parlamento de Westminster ni el acalde de Londres (Boris Johnson) pintan nada en este feudo anacrónico del siglo XXI, regido por su propio 'lord' alcalde (David Wootton) y protegido con celo por la clase política.

Las empresas radicadas en la City son las mayores contribuyentes a la causa del Partido Conservador, y eso se nota. El sector financiero tiene un peso demoledor, el 10% del PIB de Gran Bretaña, y eso también se nota. El padre de David Cameron fue 'broker' en la Bolsa, y eso se vio bien claro en su afán por lograr en Bruselas las "salvaguardas" para su venerada City (o sea, excluirla del nuevo rigor fiscal de la UE y, por supuesto, de cualquier intento de poner un impuesto a las trasacciones financieras).

"El egoísmo de la City no justifica el sacrificio nacional", escribe Nicholas Faith en 'The Independent'. "La milla de oro ha sido siempre una lugar avaricioso e insular, independiente del resto del país y capaz de ignorar las necesidades de nuestra economía".
"Bienvenidos a la Bancocracia", titula 'The Guardian' en un artículo de Aditya Chakrabortty que dispara contra el creciente y preocupante poder de la City: "En un país más pobre, la complicidad que existe entre nuestros políticos y nuestros banqueros sería vigilada muy de cerca por los oficiales del Banco Mundial, que no dudarían en calificarla de corrupción".
Bienvenidos a la City...

Carlos Fresneda (Corresponsal) | Londres
Publicado en El Mundo.es

La economía cocainómana


 
                     Fotos: C.F.

En una de las calles más “nobles” de distrito financiero de Londres, Lombard Street, se esconde también uno de sus secretos mejor guardados: City Beacon. Allí no acude uno a buscar consejo sobre cómo o dónde invertir, o sobre cómo capear el temporal económico en estos tiempos inciertos.

Allí se va pidiendo -suplicando casi- una “receta” para salir del “agujero” vital y personal al que arrastra la cocaína.
Desde el suicidio del alto ejectivo del HSBC Christen Shnor (en plena debacle financiera del 2008) a la detención en el 2011 del “trader” Kweku Abodoli (por defraudar 1.456 millones de euros en operaciones de alto riesgo para el banco suizo UBS), los titulares asociados con el uso y abuso de la cocaína han sacudido sospechosa y periódicamente la City.

Habitualmente se citan el estrés, la presión y la fatiga como los factores que llevan a los “brokers” y a los “traders” al galope desbocado de la coca. La droga se interpreta siempre como la consecuencia y nunca como la causa. Faltan estudios que indaguen en la estrecha conexión entre los “hábitos” particulares del mundo de las finanzas y el comportamiento general de una economía atizada con la fusta de la farlopa.


   
Aumento de la autoestima. Confianza en el poder de uno mismo. Excesiva excitación. Terrible irratibilidad. Compulsión progesiva. Insomnio crónico. Intensas depresiones.  Psicosis paranoica…
Los síntomas del adicto a la coca podrían aplicarse pefectamente al “subidón” que experimentó la economía antes de la demoledora caída del 2008. Desde entonces, la hemos tenido en “rehabilitación”, y ahora parece que estamos en la “recaída”. Todo hace pensar que en el 2012 nos tocará la “cura de realidad”: no habrá salida posible hasta que todos reconozcamos nuestro papel en esta adicción colectiva.

Datos que avalan nuestra tesis: del 2003 al 2008 aumentó el consumo coca un 50% en el Reino Unido, lo que convierte a los británicos en los primeros consumidores per cápita del mundo occidental en vísperas de la gran batacazo. Aunque el consumo ha caído, curiosamente, coincidiendo con la ralentización de la economía: las muertes “accidentales” asociadas con la cocaína bajaron en la Gran Manzana de 478 en el 2006 a 274 en el 2010.

    
En City Beacon, a un paso del Banco de Inglaterra, los “especialistas” atienden simultáneamente a un centenar de banqueros y “traders”, entre los 25 y 40 años, tanto hombres como mujeres, unidos por el deseo desesperado de encontrar una salida. El cofundador Richard Kingdom reconoce al Evening Standard que la “espiral” de adictos  buscando tratamiento se ha acelerado precisamente con la creciente zozobra financiera.
    
En la City, hace apenas siete meses, detuvieron por cierto a un tal Anthony Alexander, al frente de uno de los clubs más reputados (Bar Nine) de “cocktails y cocaína”: la combinación letal que puede acabar por hundir la economía.



Miles de jóvenes toman las calles de Londres contra los recortes de Cameron

  • 'La educación es un derecho, no un privilegio', claman
  • Convergen con los 'indignados' en las escalinatas de St. Paul
  • La policía advierte que responderá a la violencia con balas de goma 
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Más de 10.000 estudiantes han tomado las calles de Londres en protesta contra los recortes del Gobierno de Cameron y contra la subida de las matrículas universitarias. Entre gritos de "La educación es un derecho, no un privilegio", y ante un muro de 4.000 policías con balas de goma en la recámara, el río de jóvenes manifestantes ha desembocado en las escalinatas de la catedral de St. Paul, haciendo causa común con los 'indignados'.

"Nuestros problemas y nuestras demandas son los mismos que afectan a la juventud en países europeos como España", asegura Kit Withnail, 23 años, estudiantes de Políticas en la Universidad de Londres. "Los que estamos en la universidad apenas tenemos salidas, y la enseñanza superior se privatiza cada vez más y más... No hay dinero para costear la enseñanza pública porque los ricos no pagan sus impuestos".

"El Gabinete de los millonarios quiere negar el acceso de los estudiantes sin recursos a la universidad y amenaza con triplicar el coste de las matrículas", se lamente Michael Chessum, portavoz de la Campaña Nacional contra las Tarifas y los Recortes. "Quieren que las leyes del mercado, las mismas que están arruinando Europa, se impongan también en el sistema educativo".

"Los estudiantes somos algo más que un 'producto' que se puede manufacturar y se lo vamos a demostrar a Cameron", advierte Lisa Sterling, de 21 años, estudiante de Psicología, mientras reparte ejemplares del 'Socialist Worker', anunciando la huelga del 30-N.


La manifestación, con la pancarta "¡No cortéis nuestro futuro!" abriendo la comitiva, se interpreta como un "ensayo" de lo que será la jornada del 30 de noviembre, en la que la huelga del sector público contra el recorte de las pensiones amenaza con dejar paralizada gran parte del país.
La protesta ha sido también una prueba de fuego para Scotland Yard y su nuevo jefe, Bernard Hogan-Howe, que ha ordenado el mayor despliegue policial en la ciudad desde los disturbios del pasado verano y ha impartido instrucciones para responder con balas de goma ante "circunstancias extremas".

Carlos Fresneda (Corresponsal) | Londres
Publicado en El Mundo.es