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Cómo rediseñar el mundo desde la cuna


 
                   Foto: Isaac Hernández

No es fácil cambiar el mundo. Que se lo digan al arquitecto William McDonough, más de una década predicando el concepto de 'cradle to cradle' junto a su socio y cómplice, el químico alemán Michael Braungart. Más de una década vaticinando la definitiva 'revolución' tecnológica: un cambio radical en la manera de pensar, diseñar y hacer las cosas...
    
Siguiendo los principios de la naturaleza, donde no existe el concepto de 'residuo'. Tratando los materiales como 'nutrientes'. Creando un flujo continuo para reusar y reciclar todo lo que producimos. Generando una 'economía circular' que sustituya a este nefasto modelo en el que llevamos anclados desde hace más de un siglo: usar y tirar, quemar y enterrar, 'de la cuna a la tumba'.
   
Escuchamos al visionario McDonough en aquellos primeros encuentros de los Bioneros, cuando la idea del 'cradle to cradle' ('de la cuna a la cuna') empezaba a levantar el vuelo. Coincidimos en la conferencia de TED, y allí nos anunció la creación del Green Products Innovation Institute (GPII), la definitiva mutación del concepto, con la esperanza de convertir California en el gran laboratorio mundial de productos verdes.
    
A sus 61 años, de vuelta de su experimento fallido en China (la ciudad ecológica de Huangbaiyu que nunca llegó a despegar), William McDonough ha perdido parte del viejo entusiasmo, pero no la fe en sus ideas. De acuerdo con sus cálculos, unos 30.000 productos deberían haber logrado la certificación 'cradle to cradle' en el 2012. De momento son algo más de 300, suficientes (según él) para demostrar que el concepto no es una utopía, sino "un ideal alcanzable, beneficioso y rentable".
    
Como arquitecto, sigue fiel a sus principios: un edificio debe aspirar a ser como un árbol, y aportar lo más posible a su entorno. Lo demostró en su día con la regeneración de la planta de Ford en Dearborn, Michigan, con el tejado verde de 100.000 metros cuadrados. Lo intenta probar ahora con la Base de Sostenibilidad de la NASA en California, capaz de producir más energía (solar y geotérmica) que la que necesita y de consumir el 90% menos de agua que un edificio de sus características.
     
McDonough se ha implicado también hasta el tuétano en el renacimiento de Nueva Orleans, con el diseño de la Flow House y la colaboración con Brad Pitt y la fundación Make it Right, que ha aplicado los principios del C2C ('cradle to cradle') a las casas ecológicas que construye en el Noveno Distrito. El arquitecto pondrá también una pica en Hospitalet del Llobregat, con el centro de investigación y desarrollo de Ferrer que aspira a ser un modelo de construcción biosostenible.
     
Pero su niño mimado sigue siendo 'de la cuna a la cuna' Y su sueño irrenunciable es "convertir el imperativo ecológico en el imperativo económico"...
"Las empresas siguen creyendo que lo verde y sostenible no es rentable. Muchos empresarios te escuchan con interés, pero acto seguido te preguntan: "Me parece muy bien, ¿pero cuánto me va a costar?". No me canso de decirles que la innovación no sólo es beneficiosa, sino que a medio plazo es muy rentable y convierte a las empresas en algo social y ecológicamente relevante. No podemos seguir funcionando como en la vieja revolución industrial; tenemos que cambiar radicalmente nuestros modelos productivos y mentales".
       
Le pedimos a McDonough que haga un esfuerzo didáctico y simplifique el concepto del 'cradle to cradle' (C2C) para profanos... 'Hay que rediseñar las cosas siguiendo las pautas de la naturaleza, donde todo son nutrientes. El residuo es un invento humano, acaso el más pernicioso. Tenemos que pensar en todo momento en el uso presente y futuro de los materiales. Una parte de ellos volverá a la biosfera, otra parte se quedará necesariamente circulando en la tecnosfera".
    
"El primer requisito es pues separar los materiales por su metabolismo. El segundo es lo que yo llamo un plan de gestión de nutrientes: determinar qué se va a hacer con ellos tras su uso. El tercer criterio es que estén fabricados con energías renovables, y el cuarto es minimizar el uso del agua y que pueda ser reaprovechada. El quinto, y no menos importante: que los productos sean fabricados con criterios de  responsabilidad social".
     
El listón del C2C es bien alto, pero está técnicamente nuestro alcance, sostiene McDonnough. La silla Think de Steelcase, uno de los primeros productos en lograr la certificación, es un claro ejemplo: fabricada con el 37% de material reciclado, el 98% de sus materiales son reciclables. Edificios enteros, cubiertas exteriores, materiales de construcción, alfombras, césped artificial, tejidos, teclados reciclables, pañales compostables... El universo del 'cradle to cradle' se ha expandido desde la publicación del emblemático libro, hace diez años, aunque no todo lo rápido que sus impulsores habrían querido.
    
"El concepto está ya muy arraigado en países como Alemania y Estados Unidos, pero nos falta dar un salto cualitativo", admite McDonough. "El terreno está muy abonado también en India (donde se identifica con la idea de la reencarnación) o en China (donde se traduce como 'economía circular'). Cada país debe adaptar el concepto a su propia cultura, pero nuestro objetivo es lograr un estándar global. Y lograr que el 'cradle to cradle' se eleve a la categoría de ley, que sea algo así como la certificación pública de la ecoeficiencia".
     
A McDonough le acusan de un excesivo celo con su certificación. También le critican por el revés sufrido en China, donde sus planes se estrellaron con los deseos de los promotores y con 'problemas de comunicación', pero donde sus ideas de un urbanismo en simbiosis con la naturaleza han echado raíces.
     
El C2C evoluciona entre tanto y da pie a tendencias como el 'upcycling' (el reciclaje 'hacia arriba' de los materiales más valiosos) en contraste con el 'downcycling' o el reciclaje 'hacia abajo' que ha sido hasta la ahora la moneda corriente. McDonough no se cansa de citar el ejemplo inmejorable del aluminio: "Reciclando el aluminio usamos el 95% de la energía y ahorramos el 95% de las emisiones que nos costaría fabricarlo por primera vez. No es de extrañar que sigamos usando el 75% del aluminio producido desde 1888...".
     
Sin renunciar a su pasión por la arquitectura, el artífice de 'cradle to cradle' -hermanado en la distancia con Michael Braungart- sigue dándole vueltas por las noches a cómo 'diseñar' un mundo mejor desde la cuna.

Carlos Fresneda - Londres
Publicado en el blog Ecohéroes de El Mundo

El mensajero del agua


Foto: Isaac Hernández

Brock Dolman tiene algo de zahorí con bigote, rastreando a todas las horas el rumor irresistible del agua...
     
El ciclo del agua es el ciclo de la vida. Si lo alteramos gravemente, si deshidratamos la tierra, estamos poniendo en peligro nuestra propia subsistencia. Se avecinan tiempos inciertos. Deberíamos pensar en las cuencas de agua como en nuestros botes salvavidas...”.
     
“Conoce tu cuenca”, es el lema con el que Dolman recorre estos días Madrid, Barcelona y Mallorca, intentando crear ciencia y conciencia del agua. “Hay que reconectar con la fuente la vida, recuperar los cauces, establecer una nueva relaci'on de simbiosis y gratitud... Desde que arrancó eso que llamamos “civilización”, a la vera del Tigris y del Eufrates, el agua ha sido fuente de innumerables conflictos. Tenemos que dejar las peleas de lado, dejar de competir por el agua. Tenemos que aprender a hacer equipo con ella".
    
Nos dejamos arrastrar por la magia y la ironía del mensajero del agua en la conferencia de los Bioneros en California. De allí nos llevó a su elemento líquido: el estanque del Occidental Arts and Ecology Center, donde Dolman y su tribu de permacultores, horticultores, educadores, activistas y artistas han creado un espacio de fusión total con la naturaleza, concebido para mayor deleite de los sentidos y mayor aprovechamiento del venerado líquido
       
Aquí, en el corazón del apacible Russian Valley, estuvo en tiempos el Farallon Institute, puntal del movimiento ecologista californiano en los años setenta. El idealismo sigue muy vivo, pero lo que prima ahora en este paraíso terrenal de la permacultura es la práctica...
      
“”¿Qué quiere el agua?”, es la pregunta que nos hacemos siempre ante cualquier situación. El agua es realmente la que ha “diseñado” este espacio. En lo más alto tenemos el estanque de captación de agua de lluvias, que es nuestro Departamento de Seguridad Acuática. Allí se almacenan hasta ocho millones de litros, que sirven para la irrigación durante la temporada seca. Las huertas, los corrales y hasta las casas donde vivimos están pensadas para el máximo aprovechamiento, incluido el reciclaje de aguas grises”.
         
Aljibes, cisternas, acequias, bancales, sumideros... La lluvia pone en marcha un flujo que se va canalizando ante la presencia del visitante, en el caso de aguacero. Cualquiera diría que un duende líquido ha dispuesto el destino de la última gota en este vergel de verduras, árboles frutales y hierbas aromáticas que abastece durante gran parte del año a la veintena larga de moradores, en perfecta armon'ia con el bosque.
        
Pero el cambio climático, advierte Dolman, está haciendo de las suyas... “Cada vez pasamos con más frecuencia de un extremo al otro: de las inundaciones a las sequías, por eso es importante tener un “plan”, y cuidar lo mejor posible tu bote “salvavidas”. Por eso es también vital reorganizarlo todo alrededor de las cuencas de agua, que son la esencia de la econom'ia local. Hay que implantar técnicas de captación, ahorro y reaprovechamiento del agua en las ciudades. Lo que necesitamos es una auténtica “revolución" hídrica”, aquí en el Planeta Agua".
       
En eso anda precisamente Brock Dolman, optimista por naturaleza y bromista por definición, sin ocultar todo lo que est'a en juego pero dispuesto siempre a "hidratar" sus charlas con unas gotas de buen humor...
       
¡Vaya con Gaia!”, se despide alegremente (y en español) el mensajero del agua, saciando su sed entre los nenúfares. “!Y regrese con sangría!"

(Para información sobre los cursos de Brock Dolman en España, escribid a pbarbadillo@ibacom.es)

Carlos Fresneda, Nueva York
Publicado en el blog EcoHéroes de El Mundo.es

¡QUE VIENEN LOS BIONEROS!


Los Bioneers son un heterogéneo grupo de activistas, científicos, pensadores e inventores con un fin común: buscar soluciones inteligentes, éticas y naturales para devolver la salud al planeta. En octubre se reúnen en Escocia y ‘abren’ sus conferencias y talleres al gran público.

Todos los hongos son mágicos”... La proclama de Paul Stamets, el micólogo más revolucionario de la galaxia, ha calado bien hondo desde aquella cumbre de los Bioneros, cuando anunció a bombo y platillo el lanzamiento de “la caja de la vida”, el invento con el que aspira a reforestar el planeta.

Imaginemos a Paul Stamets subido a lo alto de un escenario, con su sombrero fabricado con hongos y calado hasta las orejas, como un duende recién escapado de un cuento. Viajemos con él a lo más profundo del bosque y dejémonos guiar por el instinto y por sus sabias palabras: “Las soluciones están literalmente bajo nuestros pies”.

Visualicemos sobre la marcha la inmensa red del micelio que alimenta y protege los árboles y las plantas, y que conecta hasta el último resquicio de vida... “Porque los hongos son los auténticos guardianes de los ecosistemas, la inteligencia natural de la tierra, nuestra última gran esperanza. Y su mensaje es es así de claro: todo está interconectado.”  Acompañemos luego al micólogo mágico por una incursión intergaláctica a toda pantalla, o por los vínculos invisibles que hacen posible Internet, y hagamos finalmente la conexión.

 

Stamets encarna como pocos el espíritu de los Bioneros, pioneros de la biología, veinte años difundiendo las soluciones desde el corazón de la naturaleza. La carpa de los Bioneers se levanta cada otoño en San Rafael (California), y por ella desfilan los científicos, inventores, pensadores, activistas y ecologistas más respetados del planeta.  El invento de Stamets es la ‘caja de la vida’, con semillas de árboles y esporas de hongos para crear un bosque

Fue a primeros de los noventa, más o menos cuando se acuñaba la idea del “desarrollo sostenible”, cuando Kenny Ausubel y Nina Simons decidieron convocar la primera reunión de su genuina tribu con una misión inaplazable: restaurar la natutaleza y devolverle el equilibrio perdido. La misión de los Bioneros es ahora más apremiante que nunca, y con ese espíritu acaban de tender puentes hacia Europa (la pasada primavera en Holanda; este otoño, en Escocia) como preámbulo de esa red global que se está propagando como el micelio de Stamets.
La idea del cradle to cradle (reutilización total) de William McDonugh se gestó precisamente en una de las primeras reuniones anuales de los Bioneros. Janine Benyus impulsó también desde ahí su visión de la biomímesis, que ha dado la vuelta al mundo. Paul Hawken habló por primera ver del capitalismo natural y Fritjof Capra tejió la red de la vida. John Todd presentó en público a las ecomáquinas (depuradoras naturales de algas y plantas acuáticas) y Jason McLennan sorprendió en la última edición con el reto de los edificios vivos, que aspira a revolucionar la arquitectura.

El reconocimiento de los Derechos de la Naturaleza, incorporado a la Constitución de Ecuador, fue otra propuesta que brotó de la hoguera incombustible de Bioneros, que pasó por momentos difíciles, pero que encontró una nueva razón de ser a partir del documental La hora 11 –producido y presentado por Leonardo DiCaprio– y en la era del cambio climático. El climatólogo de la NASA James Hansen ha sido una de las estrellas del pasado cónclave californiano (del 15 al 17 de octubre), que ha tenido como hada madrina a Jane Goodall y su visión de los próximos cincuenta años.

Stamets y su reino de los hongos

Pero volvamos con el duende Paul Stamets ahora que le hemos puesto en su contexto y visitémosle en su reino particular de los hongos, bautizado como Fungi Perfecti y a los pies de las impresionantes Olympic Mountains, uno de los parajes más vírgenes del noroeste de Estados Unidos.

Cualquiera diría que el micólogo esperaba nuestra llegada en el momento más mágico, cuando los primeros rayos acarician los parasoles, esas setas de pie esbelto y sombrero deforma asombrillada (a juego con el del propio Stamets) que parecen desperezarse a primera hora del día. Con la cámara en un trípode, Stamets se deleita en la contemplación de su crecimiento (hasta 40 centímetros de altura pueden alcanzar) como un padre que atestigua el estirón de sus hijos.

Fungi Perfecti se dedica sobre todo a la comercialización de hongos medicinales, productos para gourmets (como el puré de trufas blancas o el chocolate CordyChi) y todo lo necesario para el cultivo doméstico (de las setas de ostra al shiitake). Stamets es también un precursor de las aplicaciones de los hongos para romper las toxinas, y entre sus clientes insospechados ha llegado a figurar el Pentágono. La Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) llamó a sus puertas para ayudar a combatir el vertido del Golfo de México con micorremedios naturales.

Casi toda su experiencia está cocentrada en un fascinante compendio, Mycellium Running, aunque está convencido que lo que la gente necesita a estas alturas no son más libros sino herramientas para pasar a las “acciones individuales en masa”. 


Con la habilidad de un prestidigitador, Stamets nos lleva a la parte más recóndita de su reino y nos muestra de pronto su codiciado invento, la caja de la vida...
“Aquí, en una simple caja de cartón reciclado, viajan comprimidas las semillas de un centenar de árboles y las miles de esporas que ayudarán con el tiempo a crear un pequeño bosque. Si seguimos detalladamente los pasos, cada caja plantada en casa y transplantada luego a un lugar permanente servirá para secuestrar al menos una tonelada de CO2 a lo largo de 30 años”.

La idea es repartir un millón de cajas de la vida a un dólar cada una. “Con llegar al 1% de los envíos en Estados Unidos, podríamos reforestar una superficie de 2.500 hectáreas todas la semanas. Si la idea fructifica y se extiende a otras partes del mundo, podría ser la mayor reforestación colectiva de todo el planeta.”
Abetos, secuoyas, fresnos, cedros, olmos... Desde el frondoso noroeste de Estados Unidos, Stamets aspira a adaptar con el tiempo su invento a otros climas, y en eso anda, divulgando su idea de sol a sol, convencido de que “nos queda poco tiempo” para hacer las paces con el planeta.

En las culturas occidentales, recuerda, los hongos han tenido siempre mala fama y se han asociado tradicionalmente con la descomposición o la muerte. “Ahora que estamos empezando realmente
a conocerlos y a valorar su función, nos estamos alineando con la visión oriental, donde las setas se han visto siempre como símbolo de renacimiento y renovación”... Sostiene Stamets que estamos en los albores de una auténtica “revolución micológica”, a la que ya le ha encontrado un lema: “Sana la Tierra y la Tierra te matendrá sano”.

Dolman y el planeta agua
“¡Vaya con Gaia!”, es el saludo en español original (virado al chicano) que nos dispensa otro notable bionero, Brock Dolman, cabecilla la revolución hídrica. Las charlas de Dolman son inmersiones profundas en el Planeta Agua y en todo lo que el venerado líquido significa: “El ciclo del agua es inevitablemente el círculo de la vida”.


Se diría que Dolman tiene algo de zahorí con bigote y que invoca a su paso la lluvia. Un tremendo aguacero, de esos que dan la vuelta al paraguas, se desata a nuestra llegada al Art and Ecology Center de Occidental (California), donde Dolman y su equipo de permacultores, horticultores, educadores, activistas y artistas han creado un espacio de total fusión con la naturaleza, concebido para el mayor deleite de los sentidos y el mayor aprovechamiento del venerado líquido.


“La salud del agua es la medida infalible de la salud de la tierra”, advierte Dolman. “Es básico preservar la calidad y la cantidad del agua, porque nuestra vida depende de ello. Hemos entrado en un período de extremos climáticos, las inundaciones y sequías se alternan cada vez con más frecuencia, y cada comunidad y cada país dene tener su propio bote salvavidas”.

“Conoce tu cuenca de agua”, es otro de sus lemas predilectos. “No nos valen los mismos remedios de adaptación en Australia que en España, pero la filosofía es idéntica en cualquier lugar del planeta... Desde que arrancó eso que llamamos civilización, a la vera del Tigris y el Eufrates, el agua ha sido fuente de innumerables conflictos. Tenemos que dejar las peleas de lado, dejar de competir por y con el agua. Tenemos que hacer equipo con ella.”

Aljibes, cisternas, acequias, bancales, sumideros... La lluvia pone en marcha un flujo que se va canalizando a nuestro paso por el Art and Ecology Center, donde los huertos orgánicos reciben en sabias dosis el maná del cielo. “La agricultura se lleva del 60% al 80% del agua en California”, recalca Dolman. “Tenemos que implantar técnicas de captación y ahorro del agua en las ciudades, y cada uno debemos poner nuestra gota de agua, pero la mayor revolución hídrica es la que tiene que producirse en la agricultura industrial, que es también la mayor contaminadora del agua.”

Andy Lipkis, el hombre-árbol
Dejamos al mensajero del agua en su modélico retiro al norte de San Francisco, y viajamos por la costa oeste siguiendo la vieja senda de las secuoyas, dejando atrás las brumas de Big Sur y adentrándonos en el smog de Los Angeles. “La situación ha mejorado bastante desde los años ochenta”, certifica el bionero local por excelencia, Andy Lipkis. “Pero no podemos olvidar que 5.400 personas mueren todos los años por enfermedades respiratorias en la ciudad, y que el asma es una auténtica epidemia sobre todo entre los niños que viven en las inmediaciones de las autopistas.”
Lipkis sufrió asma de niño y su refugio fue el bosque. A los 15 años ya tuvo claro que lo suyo era plantar árboles y en 1973 decidió alumbrar TreePeople, pionero del movimento de reforestación urbana que, tiempo después, ha sacudido Estados Unidos. Él mismo ha perdido ya la cuenta de los árboles plantados,pero estima que los miles de voluntarios de su oganización han participado en la siembra de dos millones de hermanos vegetales en Los Angeles.


“La gente tiene la idea de que esta ciudad es un enjambre de autopistas”, apunta Lipkis, ”aunque la verdad es que el centro está aquí, en las colinas de Hollywood, y ya ves el vergel en el que estamos”.
La sede de TreePeople está en el mítico Mullholand Drive, en uno de esos sinuosos cañones a los que ocasionalmente llegan los coyotes. Desde aquí, Andy Lipkis, el hombre-árbol, nos invita a asomarnos al futuro de su ciudad –de cualquier ciudad– con otra perspectiva...

“Toda civilización que corta los árboles está condenada a la desaparición, como nos ha recordado Jared Diamond en Colpaso. De la misma manera, un barrio sin árboles es un lugar muerto. Los árboles son nuestro soporte de vida, aunque hasta hace poco su presencia en la ciudad era poco menos que ornamental. No hay dinero en el mundo para pagar su trabajo: absorben el CO2, limpian la contaminación, capturan el agua, nos protegen de las tormentas y de las sequías, nos propocionan sombra, nos dan oxígeno”.

La raíz de TreePeople es el hermanamiento ser humano-árbol, y el tronco es sin duda “esa conexión entre la gente que quiere llevar salud y comunidad a su vecindario”. El ideal de Lipkis es el citizen forester, algo así como el ciudadano forestal, cuidador del ecosistema urbano, familiarizado con el terreno (y, por supuesto, con la cuenca de agua).

Las plantaciones semanales de Tree-People –que cuenta con 15.000 miembros y dos mil voluntarios– se hacen siguiendo un meticuloso ritual que empieza con una fiesta vecinal en la calle y concluye con un círculo alrededor de cada árbol, que se humaniza con un nombre: “Los árboles necesitan a la gente, la gente necesita a los árboles. ¡Bienvenido Herbert!”.

Podríamos seguir a muchos otros bioneros hasta su cuna, como Jerome Ringo, unas de la voces más poderosas de la justicia ambiental en Luisiana, al frente ahora esa Alianza Apolo donde se dan la mano ecologistas, sindicalistas, acitivistas sociales y empresarios comprometidos con las energías renovables. Seguiríamos el periplo por Alaska con Sarah James, de la tribu de los Gwich’in, reclamando los derechos de los pueblos indígenas contra las explotaciones petrolíferas y ante la amenaza del cambio climático.

Volveríamos a California para hacer una parada obligada en Berkeley, donde vive la bionera mayor Annie Leonard –la autora de La historia de las cosas, obligando a los americanos a replantearse sus pautas de producción y consumo–, y también Michael Pollan, autor de El detective en el supermercado, que en la última edición de los Bioneros defendió el valor de la comida local frente al yugo de la alimentación industrial: “La nueva pregunta cada vez que nos sentemos en la mesa debería ser ésta: ¿cuánto petróleo nos estamos comiendo?”.

Haríamos, por supuesto, un alto en Nueva York, siguiendo el ritmo trepidante de Jack Hidary, fundador de Pace, empeñado en acelerar la transición hacia las renovables en los hogares y en el transporte. Y acabaríamos el trayecto en “Soñando Nuevo México”, el proyecto visionario impulsado por los Bioneros y apadrinado entre otros líderes por el hispano Arturo Sandoval.

Los Bioneros tienen precisamente su sede en Sante Fe, y allí fue donde Kenny Ausubel concibió este semillero de cambios e innovaciones que con el tiempo se ha convertido en esta tribu global, unida en torno a las verdaderas biotecnologías.

“Tenemos por delante la ardua tarea de rediseñar el mundo, pero las soluciones están a nuestro al alcance”, advierte Ausubel. “El manual de instrucciones está en la propia naturaleza; no tenemos más que descifrarlo y pasar a la acción”. 

Carlos Fresneda
Publicado en Integral 370, octubre 2010



¿Eres un bionero? por Daniel C. Wahl
Co-director del ‘Findhorn College’. Ha colaborado con Kenny Ausubel para traer los Bioneers a Europa. Junto con Marcello Palazzi, de la Fundación Progressio, organizó el evento Bioneers Global en zeist y ahora preparajunto a otros bioneros el próximo evento en Europa: la conferencia ‘Bioneers at Findhorn’.

El mero hecho de que estés leyendo estas líneas en ‘Integral’ nos lleva a la conclusión probable de que estás involucrado –o, al menos, interesado– en la innovación social y ecológica,la justicia ambiental y social,la educación medioambiental, el liderazgo de las mujeres,la sabiduría indígena,el apoyo a la juventud y el desarrollo sostenible a escala local,o unode losmuchos otros camposde actividad donde la gente desarrolla medidas prácticas para un futuro positivo. Durante más de 20 años, los Bioneers han puesto de relieve las mejores prácticas y procesos en estos ámbitos. Ahora, el movimiento se está expandiendo más allá de EEUU, hacia Europa y Asia, y amplía los círculos de la colaboración.
Como una red de redes que comparte una meta y ética común, el movimiento Bioneers aprovecha el poder de la colaboración y del intercambio de ideas inspiradoras para catalizar un cambio que sea eficaz y profundo. Kenny Ausubel y Nina Simons fundaron Bioneers en 1990 con la convicción de que “los principios de la naturaleza –el parentesco, la cooperación, la diversidad, la simbiosis y la creación de ciclos continuos con ausencia de residuos– también pueden servir como guías metafóricas para organizar una sociedad equitativa, solidaria y democrática”.
La conferencia anual en San Rafael, California, durante la última década, se ha convertido en un oasis de esperanza: más de 3.000 personas se congregan para compartir sus ideas, experiencias y su pasión por la co-creación de un futuro positivo.
El evento es transmitido en directo vía satélite a los festivales y conferencias de todo Estados Unidos, por lo que alrededor de 18.000 personas pueden compartir los discursos inspiradores y educativos.
“No existe una conferencia igual en la Tierra que celebre más las posibilidades de crear un mundo que sea propicio a la vida; Bioneers es fundamental para la re-imaginación de lo que significa ser humano”,dice Paul hawken,autor de Natural Capitalism y Blessed Unrest.
La mayoría del equipo de los Bioneers vive en Nuevo México. Allí han iniciado un proceso de transición que vincula a múltiples interesados en el desarrollo y la creación de sistemas de energías renovables y sistemas de alimentación biorregional y saludable. Este proceso de soñar (Dreaming …) está comenzando a ofrecer un modelo y una metodología para la acción biorregional en otros lugares.Ya existe un grupo en Mallorca trabajando en el plan de “Soñar Mallorca” (Dreaming Mallorca).
Los Bioneers son más que una organización o un grupo de personas que ofrecen conferencias y escriben artículos. Ser un bionero es sobre todo una actitud y una forma de activismo. Como Kenny Ausubel dice: “El movimiento de los Bioneers es una cultura de innovadores sociales y científicos que están imitando las instrucciones de funcionamiento de la naturaleza al servicio de fines humanos, mientras están contribuyendo a la curación de los sistemas naturales, que son la fuente del salud del planeta.”
Entre el 30 de octubre 30 y el 2 de noviembre de 2010, la ecoaldea de Findhorn, en Escocia, será la sede de la primera conferencia abierta al publico de los Bioneros en Europa. Entre los participantes, estarán Vandana Shiva, Peter Harper (del Centro de Tecnologías Alternativas en Gales), Kenny Ausubel y Nina Simons (fundadores de los‘Bioneers’), Ann Pettifor (Fundación de la Economía Nueva), May East (Educación Gaia), Maddy Harland (editora de la revista Permaculture Magazine), Hosken Liz (Fundación Gaia), John P. Milton  y muchos otros. El encuentro ofrecerá conferencias, talleres prácticos, y tiempo para el diálogo, la profundización y la integración. Si te sientes llamado a contribuir y participar en esta reunión única de gente activa en el cambio positivo hacia una vida mas consciente y sostenible, ¡eres un bionero!

LOS BIONEROS SE HACEN GLOBALES

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La red de ecologistas norteamerianos celebra sus 20 años y se prepara para dar el salto a Europa


Hace veinte años, cuando el cambio climático se percibía aún como una amenaza lejana, Kenny Ausubel tuvo la idea de reunir bajo un mismo paraguas a ecologistas y científicos, a indígenas y urbanistas, a pensadores y activistas, convocados ante un dilema apremiante y común: “¿Cómo rediseñar el mundo siguiendo los principios de la naturaleza?”.


La pregunta resuena hoy más fuerte que nunca. Pese a todas la tribulaciones de estas dos últimas décadas, Kenny Ausubel sostiene que las respuestas despuntan ya en el horizonte en forma de “soluciones” que surgieron precisamente en el cónclave anual de los “Bioneers” en la bahía de San Francisco.

El concepto “cradle to cradle” de William McDonough, la “biomímesis” de Janine Benyus, la red de la vida de Fritjof Capra, las “máquinas vivas” de John Todd o el “capitalismo natural” de Paul Hawken han sido algunas de las ideas revolucionarias que vieron la luz durante la larga travesía de los “Bioneros” (Pioneros de la Biología).


Entre las conquistas colectivas, el reconociomiento de los Derechos de la Naturaleza en la Constitución de Ecuador, otra propuesta que brotó como una chispa en esta hoguera incombustible de mentes, culturas y etnias que en unos meses dará el doble salto a Europa (en Amsterdam en primavera; en la Fundación Findhorn de Escocia en el otoño).


Kenny Ausubel –mano a mano con su esposa y cofundadora Nina Simons- tiene la mirada puesta en los nuevos horizontes de Bioneers Global y en la renovada llamada a la acción frente al cambio climático. Pero el alma de los Bioneros -que fue documentalista y especialista en medicina altenativa, biodiversidad y semillas- pretende seguir regango las raíces de la red y las ramas dispersas por la vasta geografía de la “otra” América.


“Durante estos 20 años hemos tenido momentos especialmente difíciles” reconoce Ausubel. “Hasta hace poco existía una gran contradicción entre el sentido de la urgencia ante la crisis ambiental y social y la dificultad de llevar nuestro mensaje al mayor número de gente... Pero estoy convencido en que el año 2006 hubo una especie de “iluminación global ecológica”, y la receptividad que existe hoy en día es mucho mayor en cualquier punto del planeta”.


“Una verdad incómoda” marcó el punto de inflexión, según Ausubel, que fue asesor de Leonardo DiCaprio en “La hora 11”, el documental que aglutinó por primera vez ante las cámaras a la tribu de los Bioneros. (disponible desde Fundación Terra en una edición especial con una guía para la acción, actualemente con un precio muy especial) El elenco de viejos y nuevos “pioneros” no ha dejado de crecer desde entonces, y la cita con la que despidieron el 2009 fue algo así como una declaración de principios para la década que viene...



Michael Pollan
, profeta de la comida sana, trazó una línea muy clara entre los alimentos “limpios” y locales y los productos procesados e industriales que abarrotan los supermercados: “La nueva pregunta cada vez que nos sentemos en la mesa debería ser ésta: ¿Cuánto petróleo nos estamos comiendo?”.


Brock Dolman, permacultor y agitador social, esbozó las líneas maestras de la “revolución de la rehidratación” e invitó a los más de dos mil asistentes al pleno de los Bioneros a velar por la última gota del líquido elemento: “El ciclo del agua es el ciclo de la vida, porque si hay una ley infalible en el planeta Tierra es precisamente ésa: sin agua no hay vida”.


El arquitecto Jason McLennan nos introdujo en el fascinante mundo de los “edificios vivos” (“living buildings”), que van mucho más allá de lo que hasta ahora se entendía por “contrucción sostenible” y aspira precisamente a “derribar todas las barreras” y a buscar la integración total con la naturaleza.


Annie Leonard, la “mensajera” de la basura, reescribió las reglas del activismo femenino con ese vídeo de apenas veinte minutos –“The Story of Stuff”- que está haciendo pensar a millones y millones de ciudadanos/consumidores a través de Internet.


Desde Alaska, y en son de paz entre las culturas indígenas y la civilización occidental, la infatigable Sarah James –la voz de la “nación del caribú”- ilustró los efectos devastadores del cambio climático en el Refugio del Artico y reescribió la regla de las tres “erres”: “Reducir, Reusar, Reciclar... y Rechazar”. (entrevista en yocambio)


El doctor Andrew Weil habló de la intimísima conexión entre la salud humana y la salud del planeta. El afroamericano Jerome Ringo, al frente de la Alianza Apolo, esbozó las líneas maestras de la incipiente economía verde. El visionario Jack Hidary urgió finalmente a multiplicar por diez el ritmo de la revolución energética...


En su veinte aniversario, y tendiendo ya el puente imaginario hacia Europa, los Bioneros se apuntaron a la campaña del Liderazgo Climático auspiciada por Jim Garrison, presidente del State of the World Forum, que en febrero reunirá en Washington a las mentes más clarividentes del planeta para dar un impulso postrero al proceso de Copenhague.


“Nuestro objetivo es presionar para que el objetivo de reducir un 80% las emisiones se acelere y se adelante al 2020”, declaró Kenny Ausubel en el “clímax” de los Bioneros. “Las soluciones están a nuestro alcance, y podemos llegar sin duda a ese objetivo ambicioso si logramos que la mayoría de la sociedad se movilice y actúe con la urgencia necesaria”.


Carlos Fresneda
Enviado especial (San Rafael / California)

Publicado en Natura 42 de El Mundo

Enlace al suplemento completo en pdf
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LA 'OTRA SARAH' DE ALASKA

Foto Isaac Hernández

'La población del Caribú se ha reducido de 189.000 a 100.000 cabezas'
'Bush sólo quería perforar nuestra tierra, Obama es nuestra esperanza'

"Soy la 'otra Sarah' de Alaska, pertenezco a la Nación del Caribú y vivo en la Tierra Sagrada donde la vida empieza..." Así se presenta en público Sarah James, 65 años, la 'voz' del Refugio Nacional para la Vida Silvestre del Ártico.

A diferencia de Sarah Palin (que ni siquiera nació en Alaska), las raíces de Sarah James se remontan a hace 20.000 años, cuando los Gwich’in llegaron a estas tierras espectaculares e inhóspitas siguiendo la ruta migratoria del Caribú, sustento alimenticio y espiritual de la tribu india más septentrional de América.

“La población del Caribú se ha reducido de 189.000 a 100.000 cabezas en apenas 20 años, y esa es para nosotros una cruel advertencia (...) La pérdida del Caribú sería como la pérdida del búfalo que acabó con muchas culturas indígenas en el Oeste hace más de un siglo”.

Los Gwich’in viven repartidos por 15 aldeas, y la Villa de Ártico (150 habitantes) marca desde tiempos inmemoriales el norte. Por encima de ellos quedan tan sólo los 'inuit' (esquimales) en Kaktovic. Entre unos y otros se extiende ese espacio indómito de 78.000 metros cuadrados, protegido en su día por Dwight Eisenhower y codiciado hasta bien recientemente por George W. Bush y Sarah Palin.

Explotación del petróleo

“La Nación del Caribú celebró un cónclave en 1988, y ya entonces decidimos oponernos a cualquier intento de explotar el Refugio para la búsqueda de petróleo. Pero la gobernadora jamás nos tuvo en cuenta, y ya sabemos cuáles eran las intenciones de Bush: perforar nuestra tierra, que es como perforar el corazón de nuestra existencia(...) El presidente Obama es ahora nuestra mayor esperanza: queremos protección permanente para el refugio”.

Sarah James invita a todos los escépticos a que suban hasta Alaska, a comprobar de primera mano los efectos del cambio climático: “Los animales están hambrientos, confusos y desorientados. Los caribús no encuentran el forraje con que alimentarse. La taiga se está secando y los incendios duran todo el verano. El “permafrost” (la capa permanentemente helada) se está derritiendo y emitiendo grandes cantidades de metano”.

Seis meses antes de la cumbre de Copenhague, los pueblos indígenas celebraron su propia cumbre en Alaska para reclamar sus “derechos humanos” en la era de cambio climático “Vivimos en las zonas más vulberables del planeta”, atestigua Sarah James, “y reclamamos la conexión sagrada entre la tierra, el aire, el agua, los bosques, los animales y las comunidades humanas que ven peligrar su propia supervivencia”.

Más de 20 años lleva Sarah James ejerciendo de embajadora permanente de la Nación del Caribú, viajando de la Cumbre de Río hasta el Capitolio, desde la Villa del Artico hasta el Canal de Panamá, en esa Marcha por la Paz y la Dignidad donde confluyen cada cuatro años los indígenas del hielo con los indígenas del sol: “Procedemos del mismo tronco, y nos entendemos por signos sin necesidad de traducciones”.

Galardonada por su activismo en el 2002 con el prestigioso Goldman Environmental Prize (el 'Nobel' del Medio Ambiente), Sarah James descendió hasta la bahía de San Francisco para asistir al reciente encuentro de Bioneers Con humildad pero con firmeza, hizo un llamamiento al “encuentro” entre la civilización occidental y las culturas indígenas, recordó cómo “no es posible la paz sin un aire limpio” y se despidió desgranando su propia e irreverente receta contra el cambio climático: “Reduce, Reuse, Recycle... Refuse (Reducir, Reusar, Reciclar... Rechazar)”.

Carlos Fresneda
Publicado en El Mundo.es América

¡ACTÚA ANTES DE LA ÚLTIMA HORA!

La hora 11 es una película que impacta en el alma y nos hace sentir amor por la vida mientras nos explica lo que está pasando en nuestro planeta y lo que puede pasar si nos rebelamos.

En el telediario me entero de las nuevas sobre el último gran ladrón especulador; en Polonia, el cambio por el clima no parece que vaya a cambiar mucho el clima; en Estados Unidos, un ciudadano de color suministra intenciones de máxima cordura ante el cambio global, mientras el ciudadano poco valorado al que sustituye aparece recibiendo honores de sus guerreros. Lo hace en un país petrolero arrasado por las bombas que mandó tirar y en el que unos zapatos voladores casi aciertan.

El invierno toca los muros del piso de alquiler que no están aislados; la noche es fría de verdad y hemos decidido abrigarnos y tirar de energía solar concentrada hace millones de años –gas fósil llamado natural–, un lujo para calentar nuestra ineficiencia estructural. Son ya las 11 de la noche y dispongo de un cañón de proyección de mi personal tecnoequipamiento para el curro y de un DVD con libro que se presenta interesante. Me lo ha dejado un buen colega y me ha sugerido que le pase una valoración. A las 11 de la noche todavía altera el oído algún petardo; debe de haber ganado el equipo local y los aficionados encuentran un motivo de pingüe celebración molestando a los que nos importan un bledo los éxitos deportivos. Estamos en un cine doméstico; imagino que como muchos ciudadanos a los que la crisis nos hace reflexionar sobre cómo invertir los recursos que aporta nuestra venta de energía vital y tiempo a cambio de un dinero que cada vez parece menos limpio por todos lados.
Leo, al mismo tiempo, la contraportada de la guía para la acción que acompaña el DVD –por cierto, menudo recurso para la cultura ambiental y la del cambio total–: La hora 11 describe el último momento en el que es posible cambiar. La película explora cómo la humanidad ha llegado a este momento; cómo vivimos, el impacto que producimos sobre los ecosistemas y lo que podemos hacer para cambiar nuestra trayectoria. Expertos de todo el mundo –una pléyade de decenas de científicos, pensadores y activistas de primera línea– nos presentan los hechos y hablan de los aspectos más urgentes a los que se enfrenta nuestra humanidad en el planeta que nos aloja.

Estoy lleno como partícipe comodón de la primera gran crisis global, y en la hora antes de la última, una serie de humanos, muchos de los cuales ya tenía clasificados en mi agenda como ecohéroes, me han comenzado a decir desde la pantalla cosas importantísimas con una claridad de montaje, escenas y música de fondo insuperables. Kenny Ausbel, fundador de los BIONEERS, me cuenta que hay una impresión generalizada de que no somos parte de la naturaleza, cuando en realidad, sí lo somos. De hecho, somos naturaleza. Éste es, probablemente, el mayor malentendido que existe en el mundo y el que está causando todos estos males. Paul Hawken, por su parte, señala que hace 40 millones de siglos se formó una célula; esa célula tenía un gen y ese gen es la clave de todas las formas de vida existentes. Y lo impresionante acerca del cuerpo humano es que tiene cien billones de células y el 90% de ellas no son humanas, sino hongos, bacterias, microorganismos... Así pues, lo que nos hace humanos no es humano, de modo que nuestro interior encierra la historia de la vida en nuestro planeta desde esa primera célula original de hace 40 millones de años.
Oren Lyons se hace la siguiente pregunta: “¿Escogimos erradicarnos nosotros mismos de la Tierra?" Con el tiempo, ésta se regenerará y todos los lagos volverán a ser cristalinos. Los ríos, las aguas, las montañas; todo estará verde de nuevo y en paz. Puede que no queden humanos, pero la Tierra se sanará porque ella tiene todo el tiempo del mundo y nosotros NO. En ese preciso momento nos encontramos.

Lo de predicar puede parecer una actividad a la que soy propenso, pero no es así como lo siento. Sí, La hora 11 ha impactado en mi alma, te lo digo sin tapujos. Te recomiendo que en el cine, en la escuela, con los amigos o en tu casa, mientras un mundo feo comienza a declinar y otro que debe ser todo lo hermoso que podamos conseguir avanza, recibas con toda la atención lo que esos sabios humanos explican sobre cómo cambiar todo para poder aspirar a ser felices algún día de la eternidad.
Si te fijas, a alguno de ellos se le saltan las lágrimas. Incluso me sucede a mí, a pesar de ser conocedor de gran parte de lo expuesto. Nunca nadie me explicó tan directo y tan claro qué es la Vida, qué es la Energía, qué es la Naturaleza, qué está pasando y qué puede pasar si ahora mismo –no hay mucho más tiempo– me rebelo y paso a la acción. Hasta esta noche de petardos futboleros, nunca he valorado tanto el efecto de sentir amor hacia la vida como lo he hecho después de escuchar a los invitados de la producción de Leonardo di Caprio, elegante actor e inteligente activista. A tu disposición está la obra, DVD y guía para la acción de La hora 11. Puedes seguir la pista en las webs de los promotores, no hay una hora que perder, y no te olvides de agradecerles –es mi personal propuesta, que conste– el favor que han hecho al bien común. Los que soñamos, vemos, queremos y ya estamos en pleno cambio tenemos un DVD y un libro guía para accionarnos después de los impactos sabios que nos llegan en inglés, pero que también podemos escuchar, suprema, en castellano.
No nos queda una hora, nos queda un segundo, que no es eterno, para cambiar de verdad todo lo que está mal hecho. Crisis laboral, sí; muchas crisis, sí, pero no todas. La espiritual, puede ser, pero tenemos un trabajo urgente que no acabaremos en todo los que nos queda por vivir. En el último segundo de la hora final, un futuro de película verde, hermosa, heroica en humildad y sensible se me ha puesto delante... Ése es el futuro que quiero ya para mí y para todos. Me voy hacia él, ¿te vienes?

Manolo vílchez
Publicado en Integral 350, febrero 2008
artículo publicado (pdf)

Integral Práctica:
-El precio del libro y el DVD es de 20 e (IVA incluido) + gastos de envío. Para más información y compra: Fundación Tierra y Artemisa Comunicación Audiovisual
-BIONEERS ha inspirado el documental de la Hora 11
-En los cines se ha podido ver UTOPIA, una mirada global a nuestro estilo de vida, hecha aquí y relacionada con la esencia de la Hora 11, protagonizada por dos ciudadanos que recorren el territorio entrevistando a los bioneros de aquí.
-Algunos bioneros cercanos a nosotros:
Joaquín Araújo, naturalista, escritor y comunicador
Jorge Riechmann, poeta, sociólogo, ecoinvestigador, escritor
• Jordi Miralles, biólogo, ecoactivista y presidente de la Fundación Terra
• Domingo Jiménez-Beltrán, fundador del Observatorio de la Sostenibilidad de España y ex director de la Agencia Europea de Medio Ambiente

“BIONERAS”: COMO RESTAURAR LA MADRE TIERRA

En un lugar llamado Lamy, en una antigua escuela de adobe rodeada de plácidas colinas, anida la tribu ecológica de los bioneros. ¿Su lema? Restaurar la Naturaleza. Aprender de la Madre Tierra. Reparar todo el daño causado por la especie humana usando la sabiduría acumulada en cada surco del planeta. De ahí el nombre: pioneros de la biología. Y también bioneras...

Corría el año 1990 cuando Nina Simons cofundó los Bioneers junto a su marido Kenny Ausubel. Venían de crear una compañía, Seeds of Change, que intentaba preservar la diversidad de las semillas frente a la invasión de los monocultivos y los trasgénicos. Los dos sentían ese vínculo íntimo con la naturaleza, pero necesitaban ir más allá. Convocaron en Santa Fe la primera reunión de los bioneros, y la idea no tardó en polinizar.El otoño pasado llegaron a los 3.000 seguidores, en la gran tienda instalada en la bahía de San Francisco. Su misión es buscar soluciones a la encrucijada ecológica en la que vivimos, ensanchar los horizontes y crear una red donde tengan cabida no sólo los activistas y los científicos, también los inventores y los empresarios, los pensadores y los artistas, y las feministas, y los líderes espirituales, y las culturas indígenas...

Todos estamos conectados es otro de los principios básicos de los Bioneers, y como el micelio que se propaga por los bosques, su mensaje no entiende ya de fronteras. Destacados bioneros y bioneras, como David Suzuki o Janine Benyus, se erigieron en protagonistas de The 11th Hour, el documental producido por Leonardo DiCaprio. Anita Rodick, la fundadora de Body Shop, fue en su día otra de las entusiastas impulsoras del movimiento, alentado también por Vandana Shiva, Terry Tempest Williams o Julia “Butterfly” Hill, la mujer que pasó 738 días encaramada a una secuoya gigante para evitar su tala.

Los Bioneers han roto el molde monolítico de los movimientos ecologistas y han introducido ese espíritu de colaboración y co-creación más acorde con los tiempos que corren. “Estamos asistiendo al retorno del principio femenino, que de alguna manera supone la restauración del equilibrio perdido en el planeta” afirma la bionera mayor, Nina Simons. “En estos momentos de crisis y de grandes cambios es fundamental otro tipo de liderazgo: la mujeres podemos ayudar a enseñar el camino”. Antes de especializarse en Cultivando el Liderazgo Femenino (así se titula su retiro periódico para mujeres empresarias), Nina Simons se dedicó al teatro y a la comunicación. Fue en Nuevo México, la tierra adoptiva de Georgia O’Keeffe, donde sintió ese hermanamiento proverbial entre el paisaje terroso y la cultura indígena... “Un día visité un jardín de biodiversidad y fue como si sintiera un palmadita en la espalda, y escuchara a la naturaleza diciéndome: “Ahora, vas a trabajar para mí””.

En el 2001, y como una tantas ramas que brotan de los Bioneers, Nina Simons participó en el lanzamiento de “UnReasonable Women for the Earth”. Lo de mujeres irrazonables responde a una cita de George Bernard Shaw, adaptada por la bionera texana Diane Wilson durante uno de los cónclaves anuales de la tribu: “Una mujer razonable es aquella que se adapta al mundo; una mujer irrazonable es la que hace que el mundo se adapte ella... Animo a toda las mujeres a ser irrazonables, porque el mundo nos necesita”.
De la misma cepa nació el grupo pacifista Code Pink, co-creado por Medea Benjamin y Jodie Evans. Bajo el paraguas de los Bioneers ha crecido también otra asociación que defiende el derecho a la maternidad como un acto revindicativo: Moms Rising, hijo compartido de Kristin Rowe-Finkbeiner y Joan Blades.

Joan Blades es también la madre de MoveOn, el sitio Web que ha reinventado el arte del activismo político en la era de internet (creado junto su marido Wes Boyd). “Empezamos apenas cien amigos y en poco tiempo éramos ya medio millón”, recuerda. “Entre todos hemos creado un sitio de ciudadanos ordinarios que antes se sentían sin fuerza y ahora están totalmente involucrados en el proceso democrático, reclamando a los gobernantes que presten atención a cuestiones como la sanidad o el cambio climático”.

MoveOn fue la primera plataforma de lanzamiento de Al Gore en su cruzada contra el calentamiento global. Joan Blades ha decidido entre tanto virar hacia un terreno más familiar con ese Manifiesto de la Maternidad que clama por la igualdad de género desde una perspectiva distinta a la del movimiento feminista.

"Las madres ganan un 27% menos que hombres con el mismo nivel educativo y de experiencia,y las madres solteras ganan incluso un 40% menos”, se lamenta Blades. “Está claro porque hay tantas mujeres y niños viviendo en la pobreza, y tan pocas mujeres líderes". Con Moms Rising (Madres en Ascenso), Blades aspira a “cruzar las líneas políticas, económicas y culturales” e introducir de paso la perspectiva a largo plazo en el movimiento ecologista: “Necesitamos gente que piense en sus hijos, en lo que va a quedar para ellos".

Un río inabarcable de ideas y líderes, directa o indirectamente relacionados con el medio ambiente, converge todos los años en el cónclave de los Bioneers. “La nuestra es una propuesta integradora, que intenta conectar todos los puntos y romper con la polarización tan habitual en nuestra sociedad”, recalca Nina Simons, citando a otro destacada bionero, el físico Fritjof Capra, autor de “La red de la vida”.
Confiesa Nina que uno de los momentos más sentidos de este viaje, que dura ya 18 años, fue cuando escuchó a una comadrona tendiendo un puente entre lo que ocurre en un parto y este preciso instante, a escala planetaria: “Hay un momento en todo nacimiento en el que la mujer está abrumada por el dolor, exhausta, y no puede imaginar la manera de seguir adelante y alumbrar un hijo... Ese es el momento en el que estamos: una situación difícil y llena de angustia, miedo y dolor, pero hay una nueva forma de vida que está naciendo entre nosotros. Es un momento apasionante”.

Los jóvenes bioneros tienen también su espacio propio, y quien más ha hecho por alimentar la savia nueva es posiblemente Julia “Butterfly” Hill, la mujer arborescente: más de dos años encaramada a 70 metros de altura para evitar la tala de una secuoya gigante que ella misma bautió con Luna. Desde su nido lanzó aquel mensaje de resistencia y persistencia contra las sierras mecánicas de la Pacific Lumber Company. Al final logró salvar 1,2 hectáreas de coníferas centenarias en el norte de Califonia.

Ahora camina con los pies (descalzos) por la tierra... "¿Qué es lo que le empuja a uno a ir más allá de lo cómodo y adentrarnos en lo incómodo, y darnos cuenta que somos más poderosos y más mágicos de lo que nuestra mente nunca se hubiera imaginado?", se sigue preguntando. Esta idea la llevó a co-fundar Círculo de la Vida (Circle of Life Foundation) y la Red Captar (Engage Network), dedicada a enseñar a la gente a encontrar su fuerza, a través de un programa llamado apropiadamente ¿Cuál es tu árbol?. Hill ha salido en los Simpsons, en canciones y libros, y será protagonista de una película en 2009, con Rachel Weisz haciendo su papel.

Melissa Nelson, de la tribu Turtle Mountain de los indios Chippewa, es otra bionera destacada. Al frente de la Cultural Conservancy, su misión es preservar las tradiciones americanas nativas... “Mi visión es un mundo que celebra la diversidad, cultural y biológica, viviendo en comunidades sostenibles, comiendo alimentos autóctonos de la región, bebiendo agua limpia, educándose mutuamente, cantando y bailando, hablando en lenguas indígenas, compartiendo recursos".
Nelson ejerce también como profesora en la Universidad Estatal de San Francisco, y desde allí vislumbra “la reconciliación entre el colonizador y el colonizado, porque hoy somos todos de raza mixta, para que todos podamos trabajar juntos por un futuro sano y fuerte para nuestros hijos, uno que honre toda la diversidad de nuestro planeta".
La doctora Lucy Boulanger pasó varios años contemplando los estragos de las minas de uranio y de las centrales térmicas en la reserva de los indios navajo en Nuevo México. Junto a su marido, John Fogarty, atendieron el dispensario por el que no dejaban de pasar cientos de nativos, aquejados de enfermedades de pulmón y riñón.

De regreso a Santa Fe, los doctores se pasaron a la prevención directa y crearon New Energy Economy, cuya misión es impulsar las energías renovables en todo el estado, con la mirada puesta sobre todo en la maltrecha reserva, que aún sufre las consecuencias de la contaminación del uranio... “Entendimos que la mejor manera es acercar a los nativos las alternativas limpias, hacerles ver que son viables económicamente y que saldrán ganando con su salud y la salud del planeta”.
Martha Arguello es la directora ejecutiva de Médicos por la Responsabilidad Social en Los Ángeles, y lleva media vida luchando por la justicia ambiental, especializada en la lucha política en el área de pesticidas y calidad de aire, y en el efecto de las toxinas y químicos en la reproducción y el desarrollo.

"Lo más importante que podemos hacer es proteger los derechos de esta y de futuras generaciones al aire, agua, tierra y comida limpios",  explica. "Tenemos que asegurarnos que combatimos el cambio climático de una manera correcta. La nueva economía verde ha de redistribuir la riqueza, creando empleo sano y seguro, y nuevas oportunidades para que la prosperidad económica sea compatible con la salud de nuestro planeta".

Janine Benyus es finalmente la bionera por excelencia, autora de “Biomimetismo: Innovación inspirada por la naturaleza” y punto constante de referencia del movimiento desde su terruño adoptivo de Montana. Benyus suele hablar del respeto “a lo más que humano”, a esa fuerza que vibra en todo lo vivo y donde suelen esconderse casi todas las respuesta.“Somos una especie joven, perlo muy adaptable y capacitada para la imitación”, asegura con optimismo la naturalista. “Podemos aprender lo que otros organismos han hecho: hacer de este planeta un Edén, una casa que es también nuestra pero que tenemos que aprender a compartir con millones de especies”.

Confían en la ecología para salvar el planeta y forman parte de un movimiento de más de 3.000 seguidores en Estados Unidos. Las Bioneers (o bioneras) han roto el molde monolítico de los movimientos ecologistas para introducir un espíritu de colaboración más acorde con los tiempos que corren. ¿Su objetivo? Expandir allá donde vayan sus ideas para cuidar de la Madre Tierra. En España preparan su desembarco de la mano de la Fundación Tierra, que impulsará un encuentro que probablemente se celebre el próximo mes de noviembre entre los simpatizantes españoles y los fundadores de Bioneers en Estados Unidos.

Entre los 'fans' más destacados del movimiento encontramos nombres como el de David Suzuki o Janine Benyus, que se erigieron en protagonistas de 'The 11th Hour' (La hora 11), el documental producido y presentado por Leonardo DiCrapio y cuya versión en castellano se estrenó a finales del año pasado (ver tráiler). En el largometraje, 50 expertos de todo el mundo reflexionan sobre los desafíos más urgentes a los que se enfrenta el planeta. "Hablar de salvar el medio ambiente es incorrecto, porque el medio ambiente sobrevivirá", dice al comienzo del documental Kenny Ausbel, fundador de los Bioneers. "Somos nosotros los que podríamos no sobrevivir. O tal vez lo hagamos en un mundo en el que no queramos estar". Junto al documental se ha editado una guía con una serie de prácticas concretas para un desarrollo sostenible.

Anita Roddick, la fundadora de Body Shop, fue en su día otra de las entusiastas impulsoras del movimiento, alentado también por Vandana Shiva, Terry Tempest Williams o Julia Butterfly Hill, la mujer que pasó 738 días encaramada a una secuoya gigante para evitar su tala.

Enlace a Bionners

Por Carlos fresneda y Nancy Black

Publicado en Yo Dona - El Mundo, sábado 7 de febrero de 2009