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Judias cocinadas sin carbón

Me cuenta Jorge que se llevó un día a los chavales a la playa, y que les hizo unas fotos y que en una de ellas cuando la visionó en la pantallica vio un bucólico barquillo a vela, al fondo del encuadre. Se acercó, y la carga parecía que eran unos sacos de rafia blanca. Me sigue contando que en mercado del pueblo más cercano por donde ha andado estos últimos tres meses no pudo sacar una foto que perseguia. Fue dos veces pero no. 

Los chavales de la playa estaban viviendo en un orfanato, el mar de la foto era el Caribe, la barca del fondo llevaba carbón vegetal en sacos, en el mercado quiso y no pudo fotografiar el comercio energético de árboles carbonizados, Jorge ha estado tres meses de voluntario, por su cuenta, en Haití.


El menú de El Vergel es de ensueño como siempre, yo cuando estoy en Madrid no tengo otro sitio donde ir, siempre vuelvo al mismo, porque creo que nunca me cansare de disfrutarme sus menús del día. Jorge lleva un rato en Madrid, ha sido casualidad la conexión, acaba de llegar y se ha pasao tres meses en el orfanato, entre otras cosas,  ayudando a cocinar la comida de los 30 a 50 comensales del lugar. El 90% de las veces han sido judías a palo seco, para luego mezclarlas con arroz, pero también se ha puesto con bizcochos, cereales, platos típicos y hasta panes. Disfruta en la mesa, se le nota, aunque lo observo y come lo justo, con agradecimiento nombra los sabores y colores que tiene sobre el plato, no pide postre, se toma una tila mientras yo me extasio con el flan de agar agar y me encuentro en mi copa el resto de su cerveza 00.


Me cuenta como con un colaborador de 25 años, haitano de toda la vida y panadero formado, se atrevieron con unos panes receta local, y de como el chaval le dijo, que de todos los panes de su vida el que acababan de sacar de la cacerola función horno de aire caliente en una cocina solar parabólica, ese fue el pan más gustoso que con sus manos pudo preparar hasta ese día.

Jorge es ingeniero electrónico, esta preparando su proyecto fin de carrera que trata sobre un aparato para seguir el sol para que un horno o cocina solar rinda más, y lo más automáticamente posible. Ya andaba con ello cuando Haiti se vino más abajo por lo telúrico, allá se fue volao y ayudo en todo lo que pudo, al volver llamó y dijo que volvería pero con una cocina solar bajo el brazo porque lo que vio del carbón, le pareció muy negro. Y así fue, además de llevarse en la maleta unos kits educativos de solar fotovoltaica y en los huecos todos los juguetes y libros ilustraos que pudo, en su segundo viaje ha hecho todo lo que ha podido ademas de cocinar con el sol durante 3 meses, hablar con los locales de todo tipo y condición y llegar a la conclusión de que allá las cocinas solares no son importantes solo para el medio ambiente sino que quizás mucho más para la cartera. Cada saco de la bucólica barca a vela de la foto cuesta entorno a 20 euros, son unos 18 kg de carbon que multiplicados por 6 kg de media dan el peso de lo que en su dia fue un árbol. Con el entusiasmao panadero llegaron a tramar que con 20 cocinas solares a 5 panes al día por unidad, 100 panes eran ya una empresa considerable, donde lo mejor de todo era que no había que pagar por carbón, nada y que sacando números, los panes iban además a competir sin duda en el mercado. Quizás el tercer viaje, que ahora no sabe cuando será, vete a saber si no se hace socio con él del pan y ponen un cartel de Panadería sin emisiones, panes solares, o parecido...

La foto de los chavales en la playa con el transporte energético al fondo me rememora la primera foto que hice en Haiti, después de una mañana intentando pasar la caravana por la frontera de Malpaso, a los 100 días del terremoto y percatarme desde la ventanilla que la barquilla donde remaba sudoroso un chaval de ojos blancos y piel oscura, que llegaba a la orilla podría llevar en esos sacos, el tan nombrado carbón vegetal. Al otro lado del lago esta República Dominicana, y los de la caravana asistimos en primer plano al contrabando energético, uno de los pocos negocios bollantes del dólido país donde no queda en pie y a pesar de la protección, más del 1% de los árboles que un día daban sombra, evitaban riadas y garantizaban alimentos y mucho más, a ese paraíso extinto.


Rumbo al metro nos para la policia, nos piden el carnet con guantes en las manos y nos hacen las preguntillas típicas, ambos, eso si, con pinta desenfadada y sonrientes bien nutridos de papeo e ilusiones, no llego a saber que vieron en nosotros, felices de con nuestras actividades no hacer daño a nadie y yo preguntándole en ese preciso momento a Jorge si ha calculao cuantos kilos de judías procesó, sin gastar un gramo de carbón, ensuciar el aire y los pulmones de la gente del orfanato, cuidando Haití como pocos. Le digo a un agente que venimos de alla al lao, de El Vergel, de comernos un menú, y sale Jorge y me dice, a 4 kilos por día, 60 días en total, 240 kg de judías, que no es poco. Creo que los jóvenes currantes del orden, se dieron cuenta que tenían delante a dos ciudadanos algo especiales. Nos despedimos y me comenta que tiene que acabar el informe para pasarlo a las gentes del Casal Prosperitat de Nou Barris en Barcelona, que con la donación de la caja hecha en la jornada por Haiti que celebran cada año, como que se fueron también con Jorge a Haiti, poniendo en sus manos la cocina solar y el caceroleo que servirá durante mucho años, a los chavales del orfanato y los cocineros que les preparen las viandas.

Manolo Vílchez

José Andrés por la cocina limpia



El chef José Andrés y la Secretaria de Estado de EEUU, Hillary Rodham Clinton con tres cocinas mejoradas. Foto: Departamento de Estado de EEUU.

El chef asturiano José Andrés se reunió ayer con la Secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton para celebrar la participación del chef español como “Embajador Culinario” de la Alianza Global para Cocinas Limpias (Global Alliance for Clean Cookstoves, o GACC por sus siglas en inglés).

Casi dos millones de personas mueren cada año por neumonía o enfermedad crónica de pulmón, causada por el uso de hornillos y combustibles contaminantes, en su mayoría mujeres y niños. Un niño expuesto al humo de uno de estos hornillos tiene el doble de posibilidades de contraer neumonía.

Para Andrés la cocina sin humos no es nada nuevo. Tras el terremoto que desoló Haiti, el cocinero se desplazó al país caribeño, donde cocinó para los damnificados con cocinas solares facilitadas por la empresa española alSol.


“Es un honor para mí formar parte de esta Alianza”, dice Andrés, quien opera varios restaurantes en Washington DC, Las Vegas y Los Ángeles a través del Think Food Group. “(En Haiti) fui testigo de este asesino silencioso. Pude ver las condiciones demoledoras de pobreza exacerbadas por cocinas anti-higiénicas en campos de refugiados atiborrados de gente”.

Tras ese viaje, Andrés fundó la Cocina Central Mundial (World Central Kitchen o WCK por sus siglas en inglés). La meta de WCK es promover cocinas higiénicas y poco contaminantes en países que estén sobrellevando crisis humanitarias e inseguridad alimenticia crónica. “Formé WCK para promover soluciones innovadoras que alivien el hambre en el mundo”, continúa Andrés. “Hay demasiadas mujeres y niños, en Haití y otras partes del mundo, que sufren grandes dificultades y peligros para poder cocinar. Es una gran crisis”. WCK trabajará junto a la GACC para llegar a la meta de distribuir cien millones de hornillos limpios para el año 2020.

Según los estudios de Veerabhadran Ramanathan, profesor del Instituto Scripps de San Diego quien descubrió que los CFCs eran responsables del efecto invernadero, el carboncillo producido por hornillos rudimentarios que queman excrementos alimenta la nube marrón de polución creada por el consumo de diesel y de carbón. Esta nube no sólo agrava el problema del calentamiento global, sino que también, según Ramanathan, contribuye a que se derritan los glaciares de los Himalayas y reduce la producción agrícola porque los monzones traen menos lluvia. Por ello, Ramanathan está dedicando el resto de su carrera científica ha ayudar a la gente de su India natal a solventar este problema.

Ramanathan, quien va en autobús al trabajo para reducir su huella de carbono, está buscando fondos para distribuir 100.000 cocinas solares y cocinas limpias en el norte de India. Para ello ha fundado el Proyecto Surya (sol en sánscrito) al que ha donado 15.000 dólares de su bolsillo, además de los 200.000 dólares que recibió por el Premio Tyler de Logros Ambientales. "Si los 4.000 millones de personas que utilizan biocombustibles empiezan a usar combustibles fósiles, entonces no hay esperanza”, dice el científico.

Unos tres mil millones de familias en el mundo cocinan con un horno rudimentario alimentado con carbón, madera o excrementos, casi siempre en hogares con mala ventilación. Según la Organización Mundial de la Salud, el humo de estos hornillos representa el quinto mayor factor de riesgo para la salud en países en desarrollo.

Entre los fundadores de la GACC, creada el año pasado, están el Departamentos de Estado de EEUU, los gobiernos de Noruega y Perú, el Ministerio Alemán para la Cooperación Económica, la Organización para el Desarrollo SNV de Holanda, la Fundación de las Naciones Unidas.

Issac Hernández, Santa Bárbara, California
Publicado en el blog Crónicas desde EEUU de El Mundo.es

Casí una mes por la Tierra, conectando con el Sol



Sale mi madre del gallinero casero, lleva 5 huevos de gallinas casi felices, al rato son batidos y mezclados alquimicamente para que la tecnología los convierta en un sorprendente bizcocho sin emisiones. Durante el café, también subido al sol, la TV escupe políticos del siglo XX que no sirven para nada ahora y vomita Fukushima, el drama que sigue y cambiará Japón para siempre, la perplejidad todavía es poca para entender y buscar sentido a la mayor de las locuras de la especie humana, aunque la primera es matarnos todavía con las armas con las que traficamos, tan lejos de una conciencia crítica de especie, que poco a poco se va sembrando. Comparto con mis padres y su vivir humilde, en un lugar para la buena vida, allá donde ganaron por una vez  en la vida la carrera de la fertilidad, allá donde los parieron, allá donde han decidido viajar hacia su final biológico.

Antes del bizcocho con huevos de gallinas no infelices, por Madrid la Ong Cesal tuvo a bien acoger la performance de unas cocinas parabólicas alSol, un humilde horno solar autoconstruido y algunos artefactos para sentir la electricidad solar. Primero en un encuentro de familias católicas, donde con una atención suprema los chavales fliparon aun si tener sol. Luego varios colegios y entidades sociales de la periferia de la gran ciudad, donde mañanas con sol fueron igual a procesado de alimentos para nutrir los sentidos, explicar las vivencias en Haiti e intentar iluminar con luz natural el camino al futuro de la primera generación que no lo pasará tan bien como yo.


Al poco en Murcia, repetición de la jugada, esta vez en la fiesta campera de los ingenieros de la región, allá no faltó menú sin emisiones: vegui fideúa, bizcocho, café y tisanas compitieron con paella suprema vía gas. Dos pinches de excepción, dos estudiantes, dos ciudadanos activistas de Bullas con un futuro especial delante, le echaron al tema valor, el sol acompañó, y la misión de paz cultural, cumplida.



Donde el bizcocho salió, entro otra fideúa y acabó la acción con otro café, mientras José se forraba una vieja cantimplora de aluminio con una funda de esparto por el trenzada, el gallo le daba a su cacareo de vez en cuando, una camiseta del 350.org colgaba secándose por mismo sol, todo un ensayo para un futuro reportaje en la TV autonómica que no pudo grabarse ese día. Fukushima invadió cada disparo de la cámara, como una venganza antinuclear, cada imagen no preparada era para el recuerdo un grito activista, un grito camino de la celebración del Día de la Tierra, durante el tour donde todos los días eran dedicados a ella.


Subiendo con la furgo cargada parada obligada en Benidorm, y con el alSolChef Rene Bijloo, entrega oficial nocturna para test solar del proto de la nueva cocina alsol 1.2 serie Gehrlicher, que ya levanta pasiones por ser lo más avanzado que una humilde microempresa social pone al servicio de eso de cocinar al ritmo de la vida.


Y nada más llegar a BCN, rumbo a la Fira per la Terra, donde del Arco del Triunfo cuelga la mayor pancarta de la historia local antinuclear, y me lo tomo como la meta final de un recorrido por la Paz, todo mu intimo. En el espacio de los solardomésticos repetimos paella, fiduea, bizcochos y café, y  elevamos el menú sin emisiones a nuestro grito radical contra el dominio de unos pocos sobre todos los demás, y contra las fuentes de energía sucias, peligrosas y criminales con el futuro por llegar, contra todos los sinvergüenzas que invaden la política y los campos de la economía  local y global, donde las acciones dañan a otros en cualquier lugar de este hermoso planeta, que si nos espabilamos nos perderemos el poder disfrutar a pleno pulmón, todos.

 


Todos los días son los días de la Tierra, todos los días son los días para una Humanidad que puede si se reta, vivir su incertidumbre en el universo con las mayores garantías de equidad, justicia y libertad, que puede conseguir vivir en Paz. La batalla para ello, ardua, nos espera y no debemos el tiempo  dejar pasar, no hay nada más bello por construir.

Manolo Vilchez

Por Japón, por Haití, y por ellos

Tener el privilegio de hacer bizcochos y patatas fritas utilizando la energía del sol no es poco. Hacerlo delante de centenas de chavales, esto no es ni poco, sino mucho, incluso demasiado para el cuerpo, según se mida. Con Cesal, Ong de ayuda al desarrollo que ayudo al Solar For Hope a tomar solar Haiti a los 100 días de venirse abajo por las fuerzas de la natura, con Cesal andamos por coles de Madrid enseñando las cocinas solares y el carbón vegetal, y Fukushima aparece citada.


Cada mañana noticiario, cada mañana, daño al alma, por Libia, por Costa de Marfil, por ese activista israelí caído por bala criminal como todas y que llevó el Teatro de la Libertad a los perdedores,. Cada mañana un deseo de suerte por las gentes y tierras cercanas a la locura rota de una de las 440 centrales nucleares de este mundo patas arriba. Pero me voy antes de actuar gracias al sol a buscar paz interior a la expo Agua del Museo de Ciencias Naturales, me ha costado asimilar que agua cargada de isótopos radiactivos están tirándose al mar, no me ha costado asimilar de que estamos locos perdios. 

No estamos solos en esto de la cultura energética de las renovables por la vía más sabrosa, desde Helsinki llega Antto Melasniemi, que por vía de Martí Guixé, los dos conocedores y usuarios de la cocina solar, le han echado huevos al tema desde Lapin Kulta Solar kitchen Restaurant, aquí como:



Esta tarde Coslada, José Crespo de Cesal hará la presentación, entregará el Buenas Noticias preparado para la ocasión y 60 jóvenes esperan, habrá bizcocho y patatas al  horno regadas con mojo picón, todo sin emisiones, todo si riesgos, todo con ilusión. 


Saldrá Fukushima, brindaremos por Haiti y su nuevo rumbo (el que canta será presidente, al mejor ritmo de humanidad) y hablaremos de un país, este donde estamos, 100% renovable de aquí a poco, serán ellos los pilotos, serán ellos sus usuarios adultos, serán ellos la fuerza para llegar cuanto antes al mejor destino, que no el último, de una especie sin conciencia crítica ahora pero si pronto.



Por cierto, acaba de llegar desde la ONU la aprobación para que desde alSol podamos utilizar un logotipo vinculado a Haiti, vinculado a las cocinas solares, vinculado a la vida. Aquí su primer uso,  en versión 6 idiomas, linkando sobre él llegarás a un año importante, nuestro año para cambiar tanto.


Manolo Vilchez, Madrid

Wyclef Jean canta a la 'libertad' de Egipto


Wyclef Jean, ex cantante de los Fugees y candidato frustrado a la presidencia de Haití, se redime a estas alturas dedicándole un tema a la libertad de Egipto, en chandal verde y a solas con su guitarra acústica...

"Esto no es un éxodo.../ Decidle al Faraón/ que nadie se va ir/ que no vamos a marcharnos/ Esto más bien un Génesis/ El principio de la libertad..." En pocas horas, 'Freedom (Song for Egypt)' se ha converitido en un auténtico fenómeno en YouTube, con miles de mensajes de agradecimiento (y alguna que otra puya) desde El Cairo al Pequeño Egipto de Nueva York, pasando por Filadelfia, Nueva Jersey y Michigan.

Los egipcios en Estados Unidos se han lanzado a las calles desde el viernes para unirse a la algarabía en su país, pero ha tenido que ser un cantante haitiano quien celebre su gesta desde lejos y con resonancias muy cercanas a las de Bob Marley en 'Redemption Song'...

"El Cairo quiere la libertad/ La gente quiere la libertad/ Y si las pirámides hablaran probablemente dirían/ Queremos libertad (en árabe)".

Llevaba varios meses callado Wyclef Jean, desde que su candidatura fue invalidada y acabó dando su apoyo al también cantante Michel Martelly. "Nadie puede robar el voto popular", dijo la última vez que fue avistado en Puerto Prícipe, en compañía de Martely: "Apoyo unas elecciones justas, y por eso estoy aquí, encima de este coche y junto a Micky".

Fustigado por su afán de protagonismo, y a sabiendas de que no tenía prácticamente posibilidades de ser seleccionado por tener su residencia en Estados Unidos, el cantante se replegó en sí mismo y ha trabajado en los últimos meses en el que será su octavo álbum: "Si yo fuera presidete: la experiencia haitiana".

La salida del disco ha sido aplazada varias veces, pero el lanzamiento está previsto inicialmente para el 21 de febrero, con 17 cortes y nuevas colaboraciones con Lil Wayne, Cee Lo-Green y por supuesto Shakira: "Adieu Haiti"

En estos momentos, El Cairo ha desplazado a Puerto Príncipe de sus pensamientos. Su último post está dedicado precisamente a "los hermanos y hermanas egipcios": "Cotinuad luchando por el cambio. Nos estáis solos. Dios está con vosotros".

"Veo camellos en los desiertos/ Pero no hay quien los monte/ El pueblo pueblo ha tomado el poder/ Son supervivientes/ Y esto no es un éxodo...".

Carlos Fresneda, Nueva York

HUMILDE REVOLUCION ENERGETICA, ...EN EL PLACHADO DE ROPA

Como aprendiz de agitador de sacarle al sol por efecto parabólico todos los servicios energéticos posibles, principalmente los de procesado de alimentos, osea cocinar sin emisiones, uno anda mirando alrededor y buscando otros usos. Y mira por cuestiones de la ilusión de que este mundo patas arriba gire rumbo a toda vela hacia las renovables y salga del mundo energético construido por unos pocos para otros pocos a base de crimen y sufrimiento humano.  En fín, haylos y guapos, otros usos, me quedo con uno de ellos.

Hace tiempo que vengo recolectando planchas de alisar la ropa, de las de antes de las eléctricas, que fueron hasta de gas en medio Europa hasta que explotaron varias y se socializo la arruga como interesante y casi obligada, mucho antes de de Domínguez la elevara a culto. Aquí la electricidad resolvió el tema y quedaron los necesitados de alisado, sin problemas. Pero mira por donde que estoy pensando en hacer a Haití exportadora de planchas, porque allá se fabrican artesalmente y la gente plancha con el calor del carbón, la mayoría, y planchan para desde su pobreza noble jodida por las injusticias de los tiranos, suyos y foráneos, por el cólera de la tierra , hace poco también del cielo y por mala suerte, el cólera epidemia (no me es fácil sacar algo dulce pero lo hago como terapia). 

De Haití llegaron la semana pasada dos planchas como las de antes aquí,  gracias al SFH y  a la cortesía del I+D del World Central Kitchen, enseguida fueron solarizadas con un pulido y una pintura anticalorica, mangos de madera protegidos y listas para recibir del sol, limpia energía planchadora. No tardé en llamar a mi madre, que le pega a cocina solar de a diario, y en preguntarle por su planchadas históricas, y tengo ya el master a distancia aunque la espero de regreso para ponerla a planchar y enseñarme el arte sobre la tabla. Ella usaba parecida a la haitianas, pero con brasas de la lumbre. Y sus problemas tenia con la ceniza y el proceso. 

Imaginaba en Haití, un planchado, sacando negro carbón de la lumbre pobre de los pobres, para dejar impoluta sus humildes galas para ese domingo donde expresarse con sus ritos y sus dioses y quizás preguntarse, porque Haití no tiene suerte.

Aquí el argumento y el paso a paso, y todo ello en la era del iPad, pues nada, le pongo el iPlanchado sin CO2 y me quedo tan a gusto. Y todo en honor a los que ya han plachado con el sol en lugares duros en acceso a la energía, a los que espero que pueda planchar (no te olvidamos Haití) y a Dieter e Imma Seifert, de los que recibí las primeras nociones, y a mi madre, por todo lo que planchó y porque ojalá no tarde, que nos espera una colada entera y la recogida de sus impresiones. Luego llegará el tratado de planchar sin emisiones, sin humos, sin combustibles, sin gastos, con alegría, con humildad, con solidaridad.... en fin.

Desde donde tengo la suerte de realizar labores plateamos una propuesta de aprovechamiento del servicio energético de un concentrador parabólico alSol para planchado de ropa, que como complemento al principal aprovechamiento del procesado de alimentos, permite en los países donde se emplean planchas de hierro colado con cámara para brasas o carbón vegetal, sustituir a estos combustibles y sus inconvenientes de uso, por un cómodo y eficaz servicio solar.


Planchas de hierro colado para carbón, utilizadas en Haití. A la izquierda unidad solarizada con tratamiento anti calórico negro mate y protección del asa de madera

2.Colocación en punto focal de un parabol alSol K10 con temperatura media de más de 180ºC. Se recomienda el uso de dos unidades, una en uso y otra en foco


3.Aplicación de planchado, es posible aumentar el rendimiento colocando en el interior masa térmica como puede ser arcilla compactada, extraible, permitiendo su uso habitual con carbón en caso de necesidad.



4. Planchado sin emisiones, en tiempos similares a los habituales, sin molestias ni protección contra residuos, sin costes de combustible y tiempos para el ciclo de gestión de estos.

Desde alSol, agrdecidos y sabedores de que el sol siempre nos acompaña...

Manolo Vílchez

THE SOLAR FOR HOPE: ENTREVISTA EN RADIO "THE KOJON NAMDI SHOW" A JOSE ANDRES

enlace a THE SOLAR FOR HOPE: ENTREVISTA EN RADIO "THE KOJON NAMDI SHOW" A JOSE ANDRES

José Andrés entrevistado en radio el 10.11.10 en el programa The Kojon Namdi Show, sobre cocinas solares, cocinar con eficiencia y justicia alimentaria y su fundación World Central Kitchen / Food is a central element of Haiti's culture and economy. It's also an important piece of the country's fight to recover from the string of natural disasters that have taken place there during the past several years. We learn about Haitian agriculture and cooking and explore efforts to get the country's economy on track.

DESDE PUERTO PRINCIPE

Estar aquí, en un lugar realmente especial, tiene que ver con labores de colaboración técnica con un chef de renombre que vibra con lo solidario vinculado a los fogones y a la comida, y a lo que esa alquimia ancestral produce, procesar alimentos para nutrir cuerpos. He acompañao durante unos días a José Andrés en su búsqueda del mejor lugar para instalar en Haití un espacio donde se prepare comida para ayudar al mundo desde su fundación recién cocinada, World Central Kitchen. En este caso, donde se desarrolle y experimente una enfoque actualizado desde la cocina colectiva eficiente y de alta responsabilidad con el medioambiente y la economía local. Un lugar donde enseñar a cocinar la sostenibilidad en un país que la necesita como el agua y como la necesitamos todos. Desde The Solar for Hope, esa iniciativa de voluntad popular, dos cocinas solares parabólicas y complementos viajaron como equipaje facturable para ser instaladas donde mejor procediera.

La vida energética desde los fogones anhelada por José Andrés en Haití pasa por el uso de tecnologías y combustibles idóneos para la autonomía energética de un pueblo al que llegan desde el exterior casi todos los recursos energéticos que utiliza, con gran dificultad. Pero también es exterior el sol de la fotosíntesis y de la foresta, el mismo sol que ayudará a las gentes de Haití a dar el salto al futuro, pero para eso queda, igual no mucho.

La foresta, que queda poca, y la poca que queda pasa a carbón vegetal demasiado rápido ya que es la fuente principal de las mayorías, es para la energía de lo pobres y desheredados, acicate para una desforestación que esta a punto de sesgar vidas porque escribo unas horas antes de que la antes tormenta tropical y ya huracán Tomas ponga patas arriba la débil situación de un pueblo dolido, y jodido por todos lados. Y es que Haití tiene una historia política moderna que da pena, tiene el dolor de un terremoto donde más duele, en el alma y cuerpos de la gente y tiene la epidemia del cólera que avanza imparable y ahora lo que faltaba, un huracán sobre quizás parte importante de los con techo de lona o plásticos. Si lo coges todo junto, aterra, y la palabra maldición se queda justa. Si te paseas por los entornos, ves un pueblo que quiere vivir en paz, muy posiblemente dispuesto a no abandonarse, si procesarse y salir de esas durezas que marca y rigen la pura supervivencia. Haití necesita todo, necesita casi nacer de nuevo y recibir lo mejor que los demás podamos aportar. Haití somos todos, por lo menos los que sienten que no hay lugar para que la familia humana global siga tan mal avenida.

Estos días, ha tocado inhalar en horas punta cuando nos trasladabamos con privilegio desde la inclinada Petion Ville hacia zonas de Puerto Príncipe, ida o vuelta, dosis demasiado cargadas de insano aire mezclado con partículas de la insalubre vida cotidiana y la combustión de hidrocarburos de una de las flotas más numerosas que he visto en mi vida de 4x4 y otros cacharros que con 20 años menos no los hubieran ni dejado entrar a una de nuestras habituales ITVs.


Todavía me pesan los pulmones, mientras escribo protegido del agua anunciadora de la nueva agresión de la naturaleza. Fuera las calles están llenas de los caretos aspirantes a presidente del país, quedan 3 semanas para votar al sustituto de Preval. La gente no lo tiene fácil para distinguir entre 19 candidatos, 2 mujeres. Los más fuertes desde los polos políticos de toda la historia barrerán con la condición de contentar a la comunidad internacional para que empiecen a llegar los recursos de la reconstrucción, para que comience el reparto del pastel. Por cierto, el Kinam, hotel de culto donde nos hemos hospedado, acoge a cooperantes, periodistas, negociantes y de vez en cuando, huele a mafia, que como en todos los lugares, debe estar tomando posiciones.

El otro día encuentro con Jorge, Jordi y la nueva compañera que gestionan los proyectos de la ong Cesal, que tanto nos apoyo cuando estuvimos aquí cargados de productos e ilusiones de esperanza solar, allá a los tres meses de la ruina telúrica. Nos cuentan los cambios y las dificultades cuando de la fase de superar la emergencia se pasa a la fase de la fustración y las tensiones de la gente local. Nos anuncian sus nuevas acciones de acompañamiento socioeducativo en zonas de barrios muy afectados por el terremoto. Nos hablan de cantinas escolares, y enseguida pensamos que en cada una un sistema de cocción eficiente, ya veremos con que tecnologías, pero uno por cada cole, por favor energético.


En las cercanías del orfanato y dentro de las instalaciones de la ong italiana  Fundación Francesca Rava, quedó depositada para pruebas y valoración, una olla express testada in situ y en desarrollo  bajo la asesoria técnica de Joé Andrés con la empresa española Fagor y una cocina alSol 1.4 con capacitación de un técnico del complejo de instalaciones que dejo tieso de contento a José Andrés, obrador mecanizado de pasta, el famoso horno de los 10 mil panes x día desde el momento siguiente al 12 de enero, el taller de reparación de vehículos y desde el mismo la fabricación de cientos de pupitres para las escuelas que cuidan y promueven, 27 en total.


Hoy tocaba el departamento de acciones sostenibles de la ONU qeu está preparando soluciones  contra el carbón vegetal, pero la alerta roja por el huracán que esta a punto de llegar no lo ha hecho posible, todos movilizados, porque la cosa es seria y quizás muy dura. El cólera con las inundaciones, avanzará su senda de muerte y los perdedores perderán la nada que les queda. Una pequeña cocina alSol K10 queda en custodia con los colegas de Cesal para la próxima estancia del chef.


Llueve, la previsión asusta, me voy a dormir, con el sentimiento de pedirle a las fuerzas de la Naturaleza que sean benévolas con los millones de haitianos que no tienen más que una tienda y cuatro cacharros, para protegerse de sus avatares.
Espero que mañana el Haití que nos conmueve, no aumente su intensidad. 

Manolo Vílchez

OTRO HAITÍ ES POSIBLE


Ahí estábamos, en Haití, intentando plantarle cara al olvido. Pero queríamos también buscar un rayo de esperanza. Por ello, nos fuimos hasta allí con una carga de cocinas solares, para hacer de ellas un símbolo del cambio, de que siempre es posible empezar de nuevo de otra manera.

Hay viajes de los que no se regresa nunca. Hay vivencias, personas, paisajes que se quedan clavados en el alma. Aunque a veces duelan. Aunque a veces pesen como gruesos nubarrones sobre nuestras conciencias acomodadas, habitantes que somos de la parte privilegiada del planeta, tan cerca de ese otro mundo invisible donde la vida es pura supervivencia y la muerte machaca con saña. Haití, sin ir más lejos.
El terremoto había quedado atrás. Y aunque las víctimas superaban ya las 250.000, y un millón de personas vivían a la intemperie en las condiciones más desesperadas, los grandes medios habían decidido pasar de hoja, pendientes siempre de la próxima guerra o del próximo desastre. La idea era precisamente plantarle cara al olvido y a la actualidad sangrante. Recordar que la tragedia seguía viva, pero buscar al mismo tiempo un rayo de esperanza. Por pequeño que fuera. Aunque hubiera que encontrarlo en las montañas deforestadas de Fond Verrettes, en las destartaladas ciudades-tienda de Puerto Príncipe o en la remota aldea de Areguy.
EXPEDICIÓN SOLAR
Poco a poco se fue forjando en nuestra mente la ruta imaginaria, con la ayuda impagable de Cesal, Ingeniería sin Fronteras País Vasco y otras ONG españolas, norteamericanas y haitianas que nos ayudaron a desbrozar el camino a distancia. Pero no queríamos conformarnos con viajar para contarlo. Había que encontrarle un sentido a todo aquello y, poco a poco, fue surgiendo la idea de una expedición solar.
Paul Munsen, de Sun Oven International, y la gente de SolarWorld fueron marcando la senda. Aunque hablar de cocinas solares en Haití era poco menos que mentar a los marcianos.

Nuestra llegada iba a coincidir con la época de lluvias, pero la consigna contundente de sor Pilar (a la que luego conoceremos) disipó las últimas dudas: “Aquí el sol nunca nos falta”.
El impulso final llegó en forma de llamada telefónica. El cocinero José Andrés nos llamó desde Washington. Que había probado la cocina solar a varios grados bajo cero y se quedó impresionado con los resultados. Que quería viajar con nosotros y con una docena de parabólicas solares bajo el brazo para enseñar a los haitianos a cocinar con el sol. Así nació The Solar For Hope (con el artículo delante, a la española).

TRES PERSONAS Y UN SOLO OBJETIVO
Lo que empezó como una improbable trinidad –el cocinero global, el microempresario/comunicador y el periodista sin más– acabó fraguando en una auténtica misión de tecnología solar. Los consejos de Telmo Aldaz de la Quadra-Salcedo, que ya abrió brecha con “Madrid Rumbo al Sur”, fueron también vitales para atinar con nuestra ruta. El punto de partida fue Santo Domingo, a bordo de una ranchera blanca que partió un viernes de abril con 400 kilos de materiales como carga y otros tantos de ilusión.
Llevar a un cocinero solidario en la expedición hizo que acabáramos con las existencias de un colmado en Jimaní, antes de dejar atrás el trópico privilegiado y enfilar hacia la deforestación absoluta que ya se palpaba desde el otro lado de la frontera. El tajo entre los dos países que viven de espaldas en la isla de La Española no es tan brutal como lo describe Jared Diamond en Colapso. El paisaje en la República Dominicana se va desdibujando desde que dejamos Barahona y el verde se va trocando poco a poco en un marrón árido, hasta virar al gris a la altura de Haití.
Malpaso/Malpasse hace honor a su doble nombre. La frontera es un purgatorio polvoriento y nauseabundo donde todo vale. La corrupción de poca monta es la moneda corriente en el lado dominicano; la miseria es la triste impronta en el flanco haitiano. El lago Enriquillo deja paso al Lac Azuei, siempre al borde del desbordamiento por el agua que baja a raudales de las montañas peladas, en su día, forestas de un paraíso.

La primera e imborrable visión: barcazas cargadas de carbón vegetal. Y el sudor del remero haitiano, emparentado con los esclavos africanos. Lo traen de contrabando desde la República Dominicana, donde se está propagando ya el virus de la deforestación. A ocho dólares el saco, multiplicado por tres o cuatro antes de llegar a la capital. El carbón vegetal es la vida y la lacra de los haitianos. Sin él, no comen. Con él, agonizan lentamente junto a su tierra desposeída y maltratada.

El 97% del país está deforestado. Cada persona consume al año el equivalente a 500 kilos de madera. Todos los años se talan 30 milllones de árboles y se queman 380.000 toneladas de madera. Una familia media se deja la mitad de sus ganancias –16 dólares semanales– en la compra de la leña tiznada: una comida para 4 personas puede costar en carbón el equivalente a lo que cuesta la energía para una comida para 40 en Barcelona.

Las columnas humeantes de las carboneras van marcando el camino polvoriento hacia Fond Verrettes, nuestra primera parada. Las montañas ofrecen su lado más crudo y devastado. Avanzamos a duras penas entre desfiladeros y torrenteras: a nuestro paso salen niños semidesnudos, montados en burros o cargando durante kilómetros un bidón en la cabeza rumbo a una aldea donde el agua potable y la luz eléctrica son aún una quimera.

Fond Verrettes o la metáfora del Haití profundo. Fond Verrettes o la pobreza en su versión más extrema, bajo un yugo de nubarrones que amenazan con descargar su ira cada tarde. Un ciclón arrasó por completo la aldea en 2004. El agua se lo llevó todo y sólo dejó en pie los muros azules y blancos de la antigua comisaría, allá a lo lejos. Los muertos se contaron por decenas en un pueblo de 900 familias.
Pero Fond Verrettes tiene también algo de extraño paraíso perdido y rocoso. En sus callejones se respira una placidez de otra época, aderezada por el canto a destiempo del gallo. Y en los puestos del mercado se atisba un bullicio contagioso desde las seis de la mañana, incluido el paisano con su puesto de recargador de móviles, con el apoyo solar fotovoltaico.
En este pueblo está todo por hacer: ése es el gran reto que tiene también el país por delante”, atestigua Jorge Calero, ingeniero de montes y cooperante de la ONG Cesal. Jorge llegó a la zona hace apenas cuatro meses y ya ha quedado atrapado en el poderoso e inexplicable imán de Fond Verrettes, belleza dura donde las haya. Su sueño es convertir el lugar en un modelo de soberanía alimentaria y en un reclamo de futuro turismo solidario, porque harán falta muchas manos para sacarlo a flote...
Las hambrunas son frecuentes y el agua es un problema acuciante”, afirma Jorge. “Muchos niños no van a la escuela porque tienen que traer agua a casa cada día. El río más cercano está a varios kilómetros, y los sistemas de captación del agua de lluvia son muy deficientes. La tierra es mala para el cultivo, y la gente practica una agricultura de subsistencia, sobre todo maíz y fríjoles. Les ayudamos a organizarse y a mejorar los medios de comercialización, que son su único soporte económico.” 
 
LO QUE OCURRE CUANDO NO HAY ÁRBOLES
La erosión, nuestro gran problema es la erosión”, certifica el alcalde, Jean Junel. “Nuestra principal fuente de energía es el carbón vegetal, y en ese proceso hemos acabado con los árboles. Hemos tenido cuatro ciclones en diez años y estamos totalmente desprotegidos. Antes no era así, todo esto se ha agravado en los últimos 25 años… La gente corta los árboles para poder sobrevivir, no hay otros medios para ganarse la vida.”
La degradación está directamente vinculada con la pobreza extrema, que llega al 67% en las zonas rurales. En el país profundo, la electricidad y el agua apenas alcanzan al 10% de los hogares. El círculo de la miseria se expande sin remedio. Pero todo es posible en Fond Verrettes, donde despertó gran curiosidad la cocina solar. El pueblo entero ayudó en la construcción del ingenio parabólico, que estuvo listo en poco más de una hora, a la caída de la tarde.
Al día siguiente, José Andrés preparó su primer arroz solar ante los ojos y los paladares atónitos de la parroquia local. Corrió la voz, y el guiso se agotó en un abrir y cerrar de boca. El cocinero de la expedición improvisó entonces unas migas con sardinas. De buena gana se habría quedado allí toda la semana, pero Puerto Príncipe era ya un rumor demasiado cercano.

Texto fotos: De izquierda a derecha y de arriba abajo: montaje de cocinas solares en el refugio coordinado por la ONG
Cesal; la alegría en el momento de la entrega a dicha ONG en Fond Verretes; cocinera en la ONG Pure Water; entrega
de la cocina a dicha ONG en su oficina de Puerto Príncipe. Por último, José Andrés dando las explicaciones de
uso a las Hermanas de la Caridad, que recibieron otra cocina solar.
El cocinero José Andrés reparte la comida recién salida de la cocina solar en la zona de los refugios coordinados por Cesal, en Puerto Príncipe.

PUERTO PRÍNCIPE, PLANTANDO CARA A LA TRAGEDIA
El sol pega duro a las seis de la mañana en la capital haitiana. A esas horas, las calles de Puerto Príncipe son ya un hervidero trepidante de gente buscándose la vida, vendiendo mangos y tostones entre las ruinas, plantándole cara a la tragedia con una entereza a prueba de terremotos y ciclones.
El temblor estaba aún reciente, pero los haitianos habían decidido volver a la faena con pasmosa premura, entre montañas de cascotes y de basura fermentada, entre ríos de agua sucia y barrizales, entre una marejada de ciudades-tienda que noche tras noche se inundan y les condenan a un perenne duermevela.
Pero todo esto forma ya parte de la rutina en Haití, ante los ojos incrédulos de todos los que venimos de fuera, que seguimos preguntándonos de qué fibra está hecha esta gente, cómo son capaces de tirar del carro en la devastación absoluta, después de haber perdido a la familia y sin más posesiones que la dignidad y la paciencia, prestos siempre a desarmarte con una implacable sonrisa. Como nos comentó Cameron Sinclair, de Arquitectura para la Humanidad, hablando de la reconstrucción de Haití, ¡cómo no va a ser posible cuando en sus calles hay 9 millones de emprendedores con enormes ganas de construir su futuro!

Jordi Bach, catalán sin fronteras, al frente de Cesal en Haití, encuentra la respuesta en un dicho local: “Mientras no te corten la cabeza, tienes la esperanza de ponerte el sombrero”. Pese a todo lo vivido desde el terremoto, Jordi no sale de su asombro ante las pruebas de entereza de este pueblo vapuleado por la naturaleza y por la historia: “Tenemos a nueve millones de personas con una capacidad extraordinaria,atrapadas en el peor de los sistemas... En medio de toda esta destrucción, se abre una última oportunidad. O Haití sale de ésta ahora o no sale nunca”.
La máxima preocupación de Jordi es ahora proteger a los 6.400 refugiados en los tres campamentos que Cesal gestiona en Cité Militaire –bajo indicación de Naciones Unidas– de las tormentas tropicales... Desmond y Angelique Fourton, que perdieron la casa en el terremoto, han logrado elevar su tienda a tres palmos del suelo, suficientes para que el agua corra por debajo por las noches. Las goteras son inevitables; a sus tres hijos les reservan la parte seca. Dos de ellos han vuelto ya al colegio, y aunque él perdió su empleo como vigilante, “tenemos que darle gracias a Dios por estar vivos: hemos perdido tantos amigos y familiares en el temblor...”.
El miedo al terremoto (pocos, muy pocos se atreven aún a dormir bajo techo firme en Puerto Príncipe) ha dejado paso al temor a los huracanes, que pueden arrasar las ciudades-tienda en cuestión de segundos. Sin embargo, Jordi Bach tiene puesta ya la mirada en lo que vendrá después: “La gente no puede vivir mucho tiempo más en estas condiciones. Hay que ir creando poco a poco la cultura del regreso”.

TALLER DE COCINA SOLAR
Impartir el taller habitual sobre el uso y manejo de la cocina solar, la caja para calor retenido, las linternas y lámparas solares y repartir el material escolar fue una sorpresa para nosostros por el extraordinario grado de organización de la gente. A la hora en punto, todos –algunos con sus mejores humildes galas– prestaron especial atención a nuestras explicaciones, mientras Jordi traducía. Las preguntas fueron muchas, entre ellas la de un paisano con espíritu emprededor sobre cómo fabricar en el lugar esas máquinas para cocinar que no requieren carbón cuando luce el sol. Fue la más emocionante y potente de todas las charlas dadas para hablar del paso a la acción, camino a la revolución solar, aquí más que urgente. No nos saltaron lágrimas porque no tocaba, pero casi, porque la emoción se dispara cuando ves
estás cumpliendo con lo que habíamos puesto en el papel y con lo que les dijimos a nuestros colegas partícipes en la distancia.
Y para iluminar las noches, la brigada de vigilantes recibió agradecida todo el pack de lámparas solares. Los saltamontes solares, un excelente kit educativo para niños, levantó expectación entre las monjas educadoras y algún que otro zagal atento al bicho de juguete sin pilas.

Ya caída la noche, Noel Jean Beret, músico, Louis Jean Fefny, profesor, y Teifont Widni, mecánico, hicieron que el montaje de la segunda cocina fuera de lo más emotivo por estar donde estábamos, por sus impresiones sobre lo importante que es el uso de la energía solar para el medio ambiente de su país y para su gente.
Todo sirvió para que, al día siguiente, un equipo de cocina especial cogiera de un colmado más de lo que las dos cocinas podían gestionar. Allá estaba el equipo improvisado de pinches con nuestro cocinero solar al frente de los fogones sin carbón, con unas ollas enormes de judías y arroz que rebosaban. José Andrés preparó mucha y buena comida. Tenía que hacerlo, es lo que sabe y quería hacer, y lo consiguió lejos de sus fogones americanos, delante de dos parabólicas de aluminio, recibiendo un sol a ratos con nubes, y unas cestas térmicas de plástico polipropileno. Él y todos nos encontrábamos frente al máximo valor de nuestra misión, cocinar recetas para el
cambio.

CON LAS HERMANAS DE LA CARIDAD
Más tiempo que nadie lleva al pie del cañón la inquebrantable sor Pilar Pascual. Casi media vida (27 años) se ha dejado la monja y enfermera navarra en los dispensarios de María Magdalena de las Hijas de la Caridad. Ahora está en uno de los barrios más duros de Puerto Príncipe, Cité Soleil. Incontables huracanes, golpes de Estado y demás contratiempos políticos y naturales han pasado ante sus ojos... “Pero nunca nos enfrentamos a un desastre de la magnitud del terremoto. Los haitianos han perdido lo poquísimo que tenían, ya los veis. Ahora sí que es una auténtica lucha por la supervivencia. Los problemas que tienen son tan inmensos que es muy fácil perder la esperanza.”
Hablamos con las cinco hermanas, que van llegando a la zona de montaje de la cocina, donde cocinero y pinche al unísono montamos la máquina adjudicada al lugar con rapidez.
Las monjas nos explican que son 75 mil historias médicas en cinco años. Colas en la puerta a partir de las tres de la mañana de gente que busca el consuelo y remedio de estas campeonas de la humanidad, que se entregan cada día a los más pobres de los pobres de un Haití tan pobre. Hablamos de los molinos de viento de Navarra y sor Aparecida le pregunta a su Dios que para cuándo en Haití. Mientras, el libro de cocina solar pasa de mano en mano entre diálogos amenos.

Les entregamos el lote previsto con esa sensación de ser unos papanoeles solares. A una hermana le sorprende que la lámpara de cámping incorpore un sistema electrónico antimosquitos, y le explicamos que, hasta que no pruebe con los del lugar, no sabrá si es eficaz. José Andrés graba un vídeo para enviar a una televisión de Estados Unidos mientras el agua hierve en el patio.
Al rato, nos esperan a la entrada de Cité Soleil miembros de la ONG Pure Water, con los que hemos quedado para adentrarnos en el duro poblado de pobreza extrema. Comenzamos bajo los depósitos de agua elevados y tristemente famosos: fueron tiroteados como revancha por militares de fuerzas de la ONU en vete a saber qué batalla no muy lejana. Al lado, en una ciénaga llena de basura, los chavales revolotean, muchos caminan con el agua recién recogida de las cisternas y camiones. Es una fiesta, una celebración que atrae a los más pequeños, algunos con bidones de aceite industrial de igual tamaño que sus cuerpos.
Al poco, llegamos al humilde puerto con dos sectores de actividad. A la derecha, sobre la dársena de madera, los pescadores y sus familias enmendando sus artes le dan a la postal un aire de paz caribeña. Al otro, otra vez la descarga de negro carbón, aquí como centro logístico de primer nivel, con barcazas sin rádar desde donde los grandes sacos de combustible pasan a hombros de estibadores rumbo a carros de tracción humana que los llevan a los almacenes cercanos. Con dolor, vemos descargar lo que fueron árboles, es el principio del colapso local. Delante de la última cisterna, mientras los espigadores recogen bajo una carreta unos gramos de carbón caído, recordamos lo que el día anterior nos contaba Jean Succar, el hatiano director de la oficina de Pure Water for the World: “Uno de cada cinco niños muere por enfermedades relacionadas con el agua. Ése es un drama con el que ha vivido este país durante demasiado tiempo y que tiene que terminar. Con microsoluciones como los filtros, estamos consiguiendo por primera vez reducir el absentismo escolar y prevenir multitud de enfermedades”. Succar, que estudió en Estados Unidos y trabajaba para una filial de Western Union, pertenece a esa nueva generación de haitianos que ha tomado conciencia social después del terremoto...
Todos los problemas que teníamos han salido desgraciadamente a flote, en una magnitud mucho mayor de la que imaginamos. Nuestro pueblo necesita tanto, tanto...”
Cae la tarde, el naranja del cielo se mezcla con los lejanos nubarrones. El día finaliza con sofocante olor dentro de nuestros pulmones, con dolorosos escenarios para nuestros ojos, con demasiado peso por sentirnos unos privilegiados, con renovadas ganas de seguir al día siguiente encontrando otros lugares y gentes, otras o quizás las mismas realidades de este pueblo desafortunado.

TODA AYUDA ES POCA CUANDO TODO ESTÁ POR HACER
Tocaba salir de Puerto Príncipe rumbo a las montañas. Sirvió para respirar aires con menos cargas. Allá, después de ver algo de verde abundante, de flipar con el bullicio del mercado de Jacmel, de carretear la carga de alimentos, subimos largo trecho a ese destino tan coordinado, Areguy, donde nos esperaban Julian, Elena y Dori, de ISFPV, junto a Miguel, Jon e Iker, de Lanbi Elkartea, dedicados a facilitar la educación en la zona. Las hermanas del colectivo Madre Laura, Agathe y Lina, varias veces contactadas para los preparativos, nos pusieron mesa y enseguida estábamos montando cocinas y entregando materiales:
Antes del terremoto, Haití era ya una emergencia”, recuerda Julián Bajo, 54 años, nacido en León, criado en el País Vasco y curtido en el lugar, donde pasa estos días sus vacaciones. Julián es médico familiar y miembro de Ingeniería Sin Fronteras. Todo su empeño es crear aquí, en el sur profundo de Haití, un modélico centro de salud. “El haitiano es un pueblo superviviente por naturaleza”, asegura, “pero las necesidades son tan grandes que toda ayuda es poca. Mucha gente ha venido a las zonas rurales tras el terremoto, pero se han dado cuenta de que aquí no hay manera de salir adelante porque no hay trabajo. La única opción de vida es la subsistencia.”
"Ya de noche, y con los dos vehículos averíados, llegamos al ajetreo urbano. Queda poco para partir, se suceden reuniones con agentes locales, se terminan de cubrir los reportajes y objetivos que nos trajeron al lugar, se repasan vivencias... Son demasiadas experiencias, así que es mejor dejarlas reposar para cuando estemos de nuevo en nuestras cotidianidades.
En Haití, una histórica perla de la Antillas, el primer pueblo libre de la esclavitud, víctima geopolítica de dominadores globales, su gente y la comunidad internacional tenemos la oportunidad de colaborar en su reconstrucción, con un proyecto lleno de humanidad, justicia y sostenibilidad. Haití merece recibir lo mejor de las tecnologías de energía renovable, de la eficiencia, conservación del agua para sus ciudades y sus poblaciones rurales, mientras la reforestación de sus cauces y laderas genera cientos de miles de empleos verdes. Como explica Félix I. Ponte: “Haití necesita colaboración y supervisión internacional desinteresada para la rehabilitación de un sistema político que propicie su gobernabilidad soberana, cimentada en principios democráticos, de justicia social y equidad, transparente y libre de la corrupción inducida por el narcotráfico, de la avaricia de los oligarcas nacionales y la de los organismos financieros internacionales”.
Este país necesita un renovado compromiso de solidaridad entre humanos, constante y permanente, ya que nos va mucho en ello. Nosotros, tres ciudadanos afortunados, teníamos que ir y fuimos, y posiblemente volveremos... Cocinar alimentos e ilusiones con eficiencia es, allá y aquí también, necesario. 
 
Se hace camino al andar, por José Andrés
Uno de los cocineros más prestigiosos; reside en Estados Unidos, donde dirige el ThinkFoodGroup.
Llueve en Bethesda, Maryland, donde resido desde hace años. No puedo dejar de pensar que en Haití también estará lloviendo. Y no tienen dinero para paraguas. Las goteras aparecen allí donde menos te lo esperas. Pero están acostumbrados... o no. Al mal tiempo, buena cara, cantó Serrat. No son las goteras lo que me preocupa. Es dónde están situados esos campos de tiendas sin límite. Pequeñas ciudades organizadas en un santiamén. Muchas están en lugares que se inundan o en zonas de riadas. La lluvia no penetra en la tierra. Resbala por las laderas...
Haití es la cara de una madre que llora desconsolada. Y con su llanto daña a sus hijos sin saberlo. Cualquier valle, camino o calle se convierte en un río. Y mucha gente no tendrá donde resguardarse. Podría seguir describiendo más escenas que se mantienen congeladas en mi mente. Cuentos de pena. Pero mis días en Haití me han cambiado, me han enseñado y me han mostrado que se hace camino al andar.
Un paso adelante es lo único que necesita esta gente. Un paso de millones de personas. Ellos ya lo han dado. Me refiero a un paso adelante nuestro. De nuestros gobiernos, de nuestros políticos. Pero también de todos nosotros. Hoy hablamos de Haití, pero hay tantos países como ellos. Demasiados. Soluciones ya. ¿Socialismo o capitalismo? Ni lo uno ni lo otro: pragmatismo. Dejemos la política a un lado y dejemos hacer a los que saben, a los técnicos en sus diferentes campos.
Lamentablemente, eso no sucede. Para mí es difícil ya pensar en tomarme un café. ¿Le estarán pagando bien al que lo recoge miles de kilómetros de distancia de donde vivo yo? Tal vez no... ¿Qué hacemos? Lo que está claro es que el nivel de vida que tenemos en Occidente no es sostenible. Y si no estamos dispuestos a salir al mundo, si nos quedamos en nuestros hogares y vemos la televisión basura y no los documentales, nunca sabremos qué pasa en el mundo. Pobreza, hambre, enfermedades... Si nos quedamos en casa, todo está bien. El Estado nos financia la energía y nuestra sociedad del bienestar. Es un derecho. Que no nos lo toquen. Eso está bien... Pero estaría mejor si otros tuvieran servicios mínimos universales.
Hay gente que vive en el infierno y no lo sabe. Porque hay un espíritu de superación en el hombre que puede con todo. Si no, no lo entiendo. Cuando caminaba por las calles de Puerto Príncipe y por el interior de los campos, esas sonrisas de los niños parecían decirte: “¡Te perdono! Comprendo que tu vivas mejor que yo”.
Tal vez exista la reencarnación. Sería justo. Nos daría a todos la oportunidad de pasar por las experiencias de otros. De pasar hambre, frío, de no tener nada... Y tal vez pasaríamos a la acción. No intentando ayudar cuando los problemas aparecen, sino con prevención. ¿Alguien se acuerda de los niños hambrientos de Etiopía? ¿O los del Perú?
El trabajo de las ONG es maravilloso. Con poco hacen tanto. Españoles, hay muchos. Pero me gustaría resaltar a Cesal. Tremenda labor. Me pregunto yo qué sería de todos esos niños sin las ONG. El Gobierno americano está haciendo una gran labor. Al menos, yo observo muchas personas del Departamento de Estado comprometidas con la causa.
Sigue lloviendo en Bethesda. Las fotos que he tomado pasan sobre la pantalla de mi ordenador por sí solas. Imágenes de niños y de madres. De edificios destrozados. Pero de bosques o ríos hermosos también.
Un terremoto es un aviso de allá arriba. Espero que este aviso sea un pequeño paso atrás para el hombre, pero un gran salto hacia delante para la humanidad. La desigualdad social está por todas partes. No hay que irse al Tercer Mundo. En Madrid o Washington, no muy lejos de donde tú vives, también hay historias. Descúbrelas y ayuda. Como dije antes, se hace camino al andar.

Agradecimientos: Desde aquí, queremos dar las gracias a los donantes por su ayuda, que hemos materializado en tecnología solar. Gracias al equipo humano de Air Europa por colaborar más allá de lo previsto con el transporte de 23 enormes paquetes. Y también ciudadanos anónimos, empresas de la economía solar e incluso Carrefour acudieron a la llamada sin pensárselo mucho. Fundación Terra puso su logística, junto a las cocinas parabólicas alSol a las que da soporte.
Carlos Fresneda, Manolo Vílchez y José Andrés


La iniciativa The Solar For Hope continúa

Si deseas echar una mano a Haití, la inciativa The Solar For Hope / Energía Solar para la Esperanza prepara su segunda acción sobre el terreno para realizar una aportación de equipamiento (cocinas solares parabólicas y recipientes eficientes, junto con algunos sistemas de iluminación solar portátil). Un curso de capacitación profesional para jóvenes, dirigido por José Andrés, con el soporte de un equipo local de colaboradores, promoverá el procesado de alimentos con eficiencia energética. Se recogen donaciones para la adquisición de los equipos. Los participantes reciben información de toda la trazabilidad del proyecto. Información The Solar For Hope
o por email


Enlaces recomendados:
El blog diario de la iniciativa The Solar For Hope
CESAL colaboró desde sus oficinas en Madrid, República Dominicana y Haití. Es una ONG española dedicada, desde 1988, a la cooperación internacional y hoy presente en 17 países de África, América Latina y Europa del Este con proyectos de educación, salud, habitabilidad, agua y saneamiento, desarrollo productivo, microempresa y formación para el empleo. En Haití, CESAL mantiene la Campaña “Pasa el testigo”. Jordi Bach, Jorge Calero, María Leitao y todo el equipo de CESAL Haití sigue necesitando ayuda para ayudar a los haitianos.
Ingeniería Sin Fronteras País Vasco realiza un proyecto de Centro de Salud en Areguy y ha organizado un paquete cultural, Descubriendo Haití, lleno de recursos y valores.
Fundación Tierra, colaboró con la gestión de donaciones y aportación de asesoraría técnica en cooperación internacional.
AlSol Tecnologías Solares SL, microempresa fabricante de las cocinas solares parabólicas instaladas en Haití junto a equipos de cocción por calor retenido
The Solar For Hope / Haití 2010 contó con el soporte de:
- José Andrés Think Food Group / Washington
- SBE / Los Ángeles
- Riserva Naturale Monterano
/ Roma
- Agermanament Popular Nou Barris – Boris Vega / Barcelona
- Casa de Barri Prosperitat / Barcelona
- Peña los Tetes – Properitat / Barcelona
- Merche Mas / Milan
- Carrefour
- Air Europa
- Alfil Negro / Madrid
- Toormix / Barcelona
- Fadisel / Barcelona
- Laboratorios Zotal / Sevilla
- Mic Mic / Madrid
- Gehrlicher Solar España S.L. / Murcia
- Francisco Espín / Bullas, Murcia
- Dibeas Trading S.L. / Asturias
- Ecoreciclat / Barcelona
- Asociación Dulce Revolución / Lleida
- Familia Vílchez / Barcelona
- Ecocentro Mas Lluerna / Lleida