Fue el primero en tomarle el pulso al planeta, pionero del "desarrollo sostenible" y faro imprescindible del ecologismo americano. Al cabo de cuatro décadas de chequeo implacable, Lester Brown sostiene que hara falta una "movilización de guerra” para transformar la economía y salvar de paso la civilización.
EDAD: 74 años OCUPACION: Director del Earth Policy Institute, autor de “La eco-economía”y ”Salvar el planeta: Plan B”. FORMACION: Licenciado de Ciencia Agrícola en Rutgers, master de agricultura económica en Maryland y en Administración Pública en Harvard. CREDO: La capacidad de la sociedad para “movilizarse” ante los grandes retos SUENO: La erradicación del hambre y la pobreza
“Hace falta una “movilización de guerra” para transformar la economía y salvar la civilización”
En su luminoso despacho cuelga una foto en la que se le ve de joven, estrechando la mano de Lyndon B. Johnson. En aquellos tiempos ejercía de asesor del Departamento de Agricultura, con la experiencia de campo que se trajo de la India rural, donde vivió muy de cerca los efectos de la sobrepoblación, la pobreza, el hambre y el deterioro ambiental... “Si queremos construir un mundo más justo y salvar el planeta, deberíamos escuchar los consejos de Lester Brown”, dijo bastante tiempo después Bill Clinton.
Ahora, al oreo del presidente Obama, la voz notoria y pausada de este ecologista de surco y semilla –reconocido por el Washington Post como “uno de los pensadores más influyentes del mundo”- vuelve a sonar con pujanza renovada en medio de la crisis económica y del debate sobre el cambio climático.
Fundador del Worldwatch Institute en 1974 (el primer instituto en explorar las tendencias globales del medio ambiente), autor de medio centenar de libros como “La eco-economía” o “Salvar el planeta: Plan B”, Lester Brown otea el mundo desde el mirador del Earth Policy Institute y cree vislumbrar las primeras y positivas señales de esa “movilización” que considera “inaplazable”.
PREGUNTA: Usted ha advertido que la naturaleza y la política están librando una carrera, con el futuro del planeta en juego ?Quién va ganando?
RESPUESTA: Ahora mismo, todos estamos perdiendo. Las tendencias medioambientales que hemos seguido las últimas décadas -deforestación, erosión del suelo, retracción de los glaciares, expansión de los desiertos, subida de los niveles de CO2- avanzan implacables. No hemos conseguido dar la vuelta a una sola de estas tendencias, pero aún nos cuesta hablar del declive y del colapso de nuestra civilización. Es mucho más fácil hablar del colapso de los sumerios o de los mayas que mirar hacia el futuro y darnos cuenta de que estamos avanzando hacia un colapso global, que no podemos seguir indefinidamente por el mismo camino.
P: ¿Y hasta qué punto la crisis económica está ganando ya la partida a la lucha contra el cambio climático?
R: La prioridad del presidente Obama será estabilizar la economía, y le llevará tiempo poder hacerlo. El proceso se va ralentizar unos meses, pero su apuesta ha sido muy clara: la recuperación económica y la reconversión a la nueva energía van juntas. Obama ha prometido potenciar el “empleo verde”, porque es bueno para el medio ambiente y bueno para la economía. Cada mil millones de dólares invertidos en granjas eólicas sirven para crear 3.350 puestos de trabajo, frente a los 870 creados con la misma inversión en una central térmica de carbón.
P: Usted ayudó acuñar en los años setenta el concepto de “desarrollo sostenible”, pero últimamente parece renegar de él...
R: No es que renuncie a él, pero ahora admito que es un término demasiado académico, que no ha sabido trasmitir la urgencia del momento. Quizás había que hacer más hincapié en el “desarrollo insostenible”, que es lo que tenemos ahora, y plantear claramente una alternativa, lo que yo llamo el “Plan B”... Lo que necesitamos es un plan para salvar la civilización, ni más ni menos. Los ecologistas hablamos mucho de “salvar el planeta”, pero tampoco es un término acertado: el planeta puede sobrevivir sin nosotros.
P: Un senador, con cierta sorna, le preguntó la semana pasada a Al Gore que cuánto tiempo nos queda de “civilización”...
R: Nadie puede decirlo exactamente, pero comparto esa sensación de “alerta planetaria” que tiene Al Gore. La meta del año 2050 para reducir las emisiones de CO2 un 80% es muy lejana. Esa meta debería alcanzarse en el 2020, acompañada por una campaña masiva de reforestación y restauración de los sistemas naturales, y con dos objetivos sociales muy ligados: la estabilización de la población y la erradicación de la pobreza. Tenemos que avanzar hacia una “eco-economía” que funcione en beneficio de la Tierra y en beneficio de la gente. Lo económico, lo ecológico y lo social deben ir necesariamente juntos, como quedará patente en la cuarta puesta al día del “Plan B” en la que estoy trabajando.
P: ¿El plan de estímulo será suficiente?
R: Creo que en el capítulo de las energías renovables es un paso en la dirección adecuada. Hay que mantener las exenciones fiscales al viento y al sol para que sigan experimentado el crecimiento vertical de los últimos años, pese a la situación económica.
P: Y aun así, usted insiste en que hace falta una “gran movilización”, como la que puso en marcha Roosevelt en 1942 ¿Escucharemos Obama decir aquello de que “nadie diga que no se puede hacer”?
R: Acabará diciendo algo parecido, si de verdad queremos salvar la civilización... Roosevelt ordenó en 1942 la reconversión de la industria automovilística para fabricar maquinaria de guerra. Y fijó unos objetivos en tres años que nadie se podía creer entonces: fabricar 45.000 tanques, 60.000 aviones, 6 milonesFord. Y si lo hicimos una vez, podemos volver a hacerlo ¿Acaso no sería posible reconvertir una parte de la industria automovilística para fabricar turbinas de viento? Hace falta una “movilización de guerra” para transformar la economía y hacer frente al cambio climático. Podemos hacer las cosas mucho más rápido de lo que creemos; sólo nos falta entender la gravedad del problema.
P: Pero aún hay líderes como el presidente checo Vaclav Klaus que consideran que el cambio climático es un “camelo” y que podemos para seguir como hasta ahora...
R: Ese tipo de líderes pertenecen ya a otro tiempo. La sociedad va por otro camino.
P: Perdone por la insistencia.... ¿Los nubarrones económicos no han hecho mella en su optimismo?
R: Mi experiencia me dice que los cambios políticos y sociales ocurren a veces muy rápido, sin que nadie los vea venir, y creo que estamos en uno de esos momentos, agravado si cabe por la situación económica... Yo considero que hay tres modelos fundamentales de cambio social: el modelo Pearl Harbour, el modelo Muro de Berlín y el modelo “sandwich”. El primero lo precipita un suceso catrastrófico, como el que llevó a este país a movilizarse durante la Segunda Guerra Mundial. El segundo ocurre cuando la insatisfacción y la frustración de la gente va desgastando el sistema, como ocurrió con el derribo simbólico del muro y el “levantamiento” de Europa del Este. El modelo “sandwich” es lo que está sucediendo en este país: hay una subida desde abajo, movimientos de base que van labrando el terreno, hasta que llega un liderazgo político que comparte esos objetivos, se pone a la altura y puede hacer posible el cambio. La capacidad de Obama para movilizar a los votantes ha quedado muy clara; creo que está perfetamente capacitado para movilizar ahora al país en la dirección correcta.
P: Las últimas encuestas demuestran también que la crisis está sirviendo para reordenar las “prioridades” de los norteamericanos. La preocupación por el medio ambiente ha pasado a segundo o tercer plano...
R: Pese a la imagen que este país ha proyectado los último años, lo cierto es que se han puesto muchas cosas en marcha, y una de ellas es el movimiento para frenar la construcción de nuevas centrales térmicas. Estamos asistiendo al principio del fin del carbón, y esto es algo que no tiene que ver con Kioto. El movimiento empezó a nivel local, con el Sierra Club coordinando las acciones a escala nacional. El resultado ha sido fulminante: todos los planes para construir hasta 150 nuevas centrales de térmicas de carbón se han paralizado. En el Congreso está esperando una ley, auspiciada por Henry Waxman y Edward Markey, que condiciona la contrucción de nuevas plantas al desarrollo de la tecnología para capturar el carbono. Si la ley se aprueba, será de hecho una moratoria casi indefinida. Y el siguiente paso será seguramente reclamar el cierre paulatino de las centrales en uso. Nadie quiere que se siga quemando carbón en sus cercanías... Este movimiento puede ser la primera piedra de una movilización sin precedentes.
P: ¿Ocurrirá lo mismo con las centrales nucleares?
R: No hará ni siquiera falta. Hay bastantes razones ambientales para opernerse a la energía nuclear, pero hay otra razón muy poderosa y puramente económica: la energía nuclear no puede competir con la eólica. El coste del kilovatio hora es casi el doble, y eso es algo que tienen muy en cuenta los inversores de Wall Street. En los últimos 30 años no se han construido nuevos reactores en Estados Unidos por un argumento así de simple: no son rentables y nadie quiere invertir en ellos. ¡Se acabó la partida para la energía nuclear!
P: Pero no podemos olvidar que las renovables apenas representan el 3% de la tarta energética en EEUU ¿hasta qué punto es realista la transición que usted plantea?
R:Todo está ocurriendo a un paso y a una escala que no era imaginable hace apenas un año. Pensemos en lo que está sucediendo en el patio trasero de George Bush, en el estado petrolero por excelencia. Texas ha adelantado a California en la producción de energía eólica, tiene hoy por hoy una capacidad de 6.000 megavatios y tiene planes para llegar a 45.000 megavatios, el equivalente de 45 centrales térmicas, suficientes para abastecer de sobra a sus 24 millones de habitantes. Pensemos en Dakota del Sur, donde BP y Clipper Windpower han planeado la mayor granja eólica del mundo, de 5.050 megavatios, que puede generar cinco veces las necesidades de energía de sus 780.000 residentes. En el oeste norteamericano se ha desatado una auténtica “fiebre” del viento y del también del sol, como bien lo saben las compañías españolas. Y no hablemos del “boom” de la energía geotérmica, con 96 plantas en construcción. Las renovables están experimentando un crecimiento casi vertical.
P: Muchos expertos sostienen que el verdadero “test” de la civilización será China. Usted mismo escribió un libro sobre el tema “¿Quién alimentará a China?”...
R: En China hay tantos signos preocupantes como alentadores. La producción de energía limpia se está duplicando en los últimos años. En el 2010, adelantará seguramente a EEUU en fabricación de turbinas de viento. Hay 40 millones de hogares en China que tienen el agua caliente con placas foltovoltaicas... Tanto China como India están empezando a plantearse muy seriamente los efectos del cambio climático. La retracción de los glaciares del Himalaya puede tener un impacto tremendo en las cosechas, el Ganges podría convertirse en un río estacional... Los países en vías de desarrollo están dando ya pasos muy importantes en la transición a la nueva energía, como la apuesta de Indonesia por la geotérmica, o la de Turquía por la eólica, o la de Argelia con la solar.
P: ¿Qué cabe esperar de la cumbre del cambio climático en Copenague?
R: He llegado a la conclusión de que los acuerdos internacionales sobre el clima se han quedado posiblemente obsoletos. Como premisa, pocos países están dispuestos a ceder a menos que lo hagan los otros, y eso lleva invariablemente a rebajar los objetivos... Los tratados internacionales siguen siendo necesarios, pero el proceso es muy lento: pueden pasar años mientras se negocian y más años para ratificarlos. Cuando queremos ponerlos en marcha resulta que se han quedado viejos.
Carlos Fresneda / Corresponsal Washington
Publicado en El Mundo, sábado 28 de febrero 2009
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La Fundacion Terra traduce desde hace unos años la
alertas planetarias que lanza el Earth Policy Institute. Recientemente a traducido el documento
"Time for Plan B: cutting carbon emissions 80% by 2020", un plan para reorientar la acción política hacia la reducción real y útil de emisiones /
El Momento del Plan B (
aqui pdf)
El libro
SALVAR EL PLANETA. Plan B: ecología para un mundo en peligro está editado en España por Paidos