LA CIUDAD ·POST-CARBONO"

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Cuando vuelva de Copenhague, y en vez de regresar a Washington, el presidente debería enfilar hacia el noroeste y darse una vuelta por la lejana Portland (Oregón). Seguramente recuerda Obama aquel mítin histórico, en la encrucijada de las primarias, cuando miles de ciclistas acudieron a su reclamo y anunciaron la llegada de “la economía de la nueva energía”.


Otras veces nos hemos referido a Portland como “la ciudad posible”. Ahora la rebautizamos como la ciudad “post-carbono”, siguiendo la estela marcada por el urbanista Daniel Lerch...


“El cambio climático y el “pico del petróleo” (peak oil) van a alterar drásticamente el modo en que vivimos en las ciudades. Aquí, en Portland, llevamos tiempo mentalizándonos... El mundo va a ser un lugar muy diferente, y hay que estar preparados para cambiar radicalmente las pautas de la energía, del transporte y de la alimentación”.


En Portland existe ya una “fuerza de choque” que trabaja para la adaptación de la ciudad a lo que se viene encima. “No basta ya con reverdecer el entorno urbano o con lograr un aire más respirable”, sostiene Lerch. “Hay que dar un paso más allá y adaptar las ciudades a los grandes retos del siglo XXI”.


Ciudades “post-carbono”, ciudades en transición, ciudades “resilientes” ... Cualquiera de estos tres nombres nos valen para definir el futuro apremiante de nuestras ciudades, que tarde o temprano se mirarán al espejo de Portland.


Portland inició su periplo visionario en los años setenta. Cuando las ciudades norteamericanas estrangulaban sus centros urbanos con autopistas y emprendían la expansión salvaje de los suburbios, aquí empezó a fraguarse la resistencia del “smart growth”: el crecimiento inteligente.


La ciudad trazó un límite muy claro a la marabunta urbana y preservó sus bosques y su tierra agrícola. En vez de construir anillos radiales, se invirtió en el ferrocarril ligero y se levantaron barreras a los coches. Se recuperaron los espacios públicos, con esa Plaza de los Pioneros que marcó un antes y un después.


Los “reparadores” de la ciudad tomaron el testigo y “okuparon” las intersecciones, convertidas ahora en coloristas puntos de encuentro. Los jardines se han reconvertido en granjas urbanas y los carriles-bici han ido creciendo hasta superar el millar de kilómetros en el área metropolitana.


“Portland no ha tenido miedo a la hora de apostar por un futuro distinto”, admite Daniel Lerch. “Ha habido sin duda un impulso político, pero se ha creado ante todo una cultura y una economía local que está facilitando el cambio de un modo muy rápido. Tenemos el mayor número de edificios “verdes” en Estados Unidos, y para una ciudad de medio millón de habitantes es un gran logro”.



Portland, ciudad “post-cabono”, marcando incluso el paso a sus hermanas mayores, Seattle y Vancouver... En Seattle, por cierto, el visionario Alex Steffen –fundador de Worldchanging- ha llevado el reto hasta Copenhague y ha fijado una fecha en el horizonte -2030- para todas las ciudades que aspiren al título de “carbon neutral” (con un balance neutro de emisiones).


No hay vuelta de hoja: la auténtica carrera contra el cambio climático se está librando ya en las ciudades, y Portland marcha ya con gran ventaja, enfilando a todo pedal hacia la línea de meta.


Carlos Fresneda. Portland

Publicado en el blog On the Green Road/En la Ruta Verde, de El Mundo América


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