OBAMA REVIVE EL ESPIRITU DE COPENHAGUE

El presidente norteamericano se comprometerá a fijar un límite a las emisiones en la capital danesa


Obama despejó ayer la niebla y confirmó que asistirá a la cumbre del clima en Copenhague. Y lo hará además con una promesa concreta bajo el brazo: reducir las emisiones de CO2 un 17% en el año 2020. El presidente norteamericano reiteró de paso su compromiso para “hacer frente a la amenaza del cambio climático y construir los cimientos de un nuevo futuro próspero y sostenible con las energías limpias”.


Obama acudirá sin embargo tan sólo a los primeros lances de la cumbre, el 9 diciembre, antes de partir hacia Oslo para recibir el Premio Nobel de la Paz. El jefe de la ONU para el cambio climático, Yvo de Boer, y el primer ministro danés Loekke Rasmussen celebraron la decisión del presidente norteamericano, criticado sin embargo por Greenpeace por “no tomarse el asunto seriamente”.


“La cumbre del clima no es una oportunidad para hacerse una fotografía”, declaró el el portavoz de la asociación ecologista Mike Townsley. “El objetivo de la cumbre es conseguir un acuerdo global para acabar con el caos del clima, y el presidente Obama necesitar estar allí al mismo tiempo que todos los otros líderes mundiales, el 18 de diciembre”.


La Casa Blanca confirmó sin embargo que la escala en Copenhague será anterior a la parada y fonda en Oslo, donde Obama aprovechará también la oportunidad para romper una lanza en la lucha contra el cambio climático durante su discurso de aceptación del Nobel.


Hace tan sólo una semana, el presidente norteamericano provocó los recelos de los grupos ecologistas al rebajar las expectativas de Copenhague y anticipar que no habrá un acuerdo similar al protocolo de Kioto. Desde entonces, y en un intento desesperado de salvar la cumbre, tanto Rasmussen con De Boer elevaron la presión sobre la Administración Obama, con el respaldo de la Unión Europea.


Rasmussen dijo sentirse ayer “muy feliz” por la decisión de Obama, mientra Yvo de Boer reconoció que su presencia será “crítica para un buen resultado”. De Boer insistió en que el objetivo será lograr “un amplio acuerdo político” de las naciones industrializadas y “la máxima claridad posible” por parte de China, India y otras potencias emergentes.


En Estados Unidos, entre tanto, la labor a la sombra del ex vicepresidente Al Gore ha sido también decisiva para el cambio de planes de Obama, que dejó entrever con anterioridad que sólo iría a Copenhague si se allanaba el camino a un posible compromiso político que vinculara de paso a China e India. Sus recientes encuentros con el presidente Hu Jintao en Pekín y con el primer ministro Manmohan Singh, anteayer en Washington, sirvieron para avanzar en esa dirección.


Por primera vez durante todo el proceso negociador de Copenhague, Obama se ha comprometido además a poner sobre la mesa una reducción de emisiones, que coincide exactamente con el aprobado el pasado verano por la Cámara de Representantes: el 17% (con respecto a los niveles del 2005) en el año 2020 y el 83% en el 2050.


Hasta la fecha, con la ley del cambio climático debatiéndose aún en el Senado, el presidente norteamericano se había resistido a fijar un límite a la emisiones. Aunque el borrador que maneja actualmente la Cámara Alta podría elevar incluso el listón al 20% en el 2020, las resistencias republicanas podrían sin embargo descarrilar la ley del cambio climático y poner a finalmente a Obama en un compromiso ante la comunidad internacional.


El presidente se despertó precisamente ayer con una “incómoda” realidad: sus compatriotas creen cada vez menos en el cambio climático. Según un sondeo del Washington Post, un 72% de los norteamericanos cree que el planeta se está calentando, frente al 85% en el 2006. Entre los votantes republicanos, tan sólo uno de cada dos admite que el clima está cambiando.


Los norteamericanos están también muy divididos ante la conveniencia de adoptar medidas como la creación de una mercado de emisiones de carbono (respaldada por un 53% frente al 42% que se opone). La gran mayoría se opone sin embargo a medidas más drásticas como la de crear un impuesto del carbono.


El senador republicano James Inhofe pididó entre tanto ayer la apertura de una investigación en el Congreso para determinar si los científicos están manipulando y exagerando la evidencia sobre el cambio climático. Inhofe se refirió a los correos electrónicos “pirateados” recientemente a los expertos de la Universidad East Anglia en Gran Bretaña.


Aunque la Administración Obama no se ha pronunciado oficialmente sobre el tema, el científico-jefe del Departamento de Medio Ambiente y Asuntos Rurales, Bob Watson, se manifestó así en declaraciones al diario The Guardian: “Los que aseguran que el planeta no se está calentando, y en especial la industria de los combustibles fósiles, nos están poniendo cada vez más difícil, por no decir imposible, el objetivo de no superar un aumento de temperaturas de 2 grados centígrados”.


Carlos Fresneda, Nueva York

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