Ahora que la mancha de alquitrán llega hasta las costas de Florida, tal vez ha llegado el momento de mirar más allá del vertido del Golfo de México y asumir nuestra parte de culpa en el entuerto. Todos somos estamos “pringados” en lo que está ocurriendo, y quien no sienta la soga asfixiante del petróleo cada vez que llena el depósito del coche que levante la mano…
En Florida vive precisamente un ecologista práctico, Patrick Vanderwyden, que decidió declararse por su cuenta y riesgo “oil free” (libre de petróleo) hace tres años. Llevábamos siguiendo la pista a Vanderwyden en Facebook y en varios blogs “verdes”, pero la CNN le acaba de elevar a la categoría de “ciudadano ejemplar” en un vídeo que pone el contrapunto necesario a las noticias apocalípticas de estos días.
“Estoy triste por la mancha de petróleo, pero al menos está sirviendo para concentrar de nuevo nuestra atención sobre este asunto”, declara Vanderwyden. “Espero que la gente entienda que es nuestra demanda (insaciable) la que nos hacer perforar a una milla de profundidad en el Golfo”.
Patrick Vanderwyden, 49 años, fue hippie y militó en la New Age antes de pasar a la acción solar. Con placas térmicas consigue el agua caliente y con las fotovoltaicas obtiene toda la energía necesaria no sólo para la casa, también para la ranchera y la bici eléctricas. A la vieja Chevy le cambió el motor hace tres años, aunque la mayoría de sus desplazamientos los hace a todo pedal (su debilidad es una bici customizada que ha bautizado como “Fankenbike”).
“Lo que hago tendrá un efecto en futuras generaciones”, asegura. “No quiero dejar a las futuras generaciones con un problema. Y realmente pienso que puedo ayudar”.
Todos podríamos ayudar, aunque fuera siguiendo tan sólo uno de los consejos de Patrick: reducir el consumo de energía en un 30%. Bajando de piñón, moviéndonos menos y aprediendo a ser más eficientes, deberíamos ser capaces de aprobar la eterna asignatura pendiente desde los años setenta.
La crisis del petróleo sirvió de bien poco: Estados Unidos ha duplicado su consumo de crudo en los últimos cuarenta años, y así seguirá al menos durante una década. El petróleo y sus derivados siguen consumiendo una tercio de la tarta energética. La electrificación del transporte con renovables sigue siendo poco menos que una quimera mientras alimentemos nuestra perpetua adicción a la gasolina.
El "pico" del petr'oleo se produjo en el verano del 2008, cuando el precio del barril se disparó, y los americanos comenzaron a pagar el precio “real” del combustible. Pero el consumo desmedido ha vuelto por sus fueros y volvemos a quemar gasolina como posesos. A falta de una solución final, y mientras siga manando el crudo del fondo del océano, cada cual debería emular según sus posibilidades al amigo Vanderwyden y aplicarse el plan de ruta: tres días, tres semanas, tres meses, tres años sin petróleo…
Carlos Fresneda
Publicado en el blog En la Ruta Verde de El Mundo América
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