La mancha de petróleo en el Golfo de México amenza a más de 400 especies y a la industria pesquera y turística
“La mancha ha tocado el delta del Mississippi”, (enlace a gráfico) certificó ayer el presidente del distrito de Plaquemines, Billy Nungesser, tras el último vuelo de reconocimiento en la zona afectada. Plaquemines y St. Bernard, dos de las zonas más devastadas por el huracán Katrina, vuelven a estar en primera línea de fuego por el desastre en la plataforma de BP, que ayer seguía bombeando al mar el equivalente a 5.000 barriles de petróleo al día.
Un fuerte olor a combustible llegaba ayer a la franja costera de casi un centenar de kilómetros entre Nueva Orleans y las marismas de Venice, pasando por la refinerías de Port Sulphur. Las barreras flotantes desplegadas por la Guardia Costera para proteger las zonas más fágiles del Delta del Mississippi se vieron ayer desbordadas.
“El mal tiempo ha hecho totalmente inefectiva la protección”, certificó Billy Nungesser tras la inspección aérea. “El petróleo ha saltado las barreras y está ya entrando en el delta”.
“Nos estamos preparando para lo peor”, advirtió por su parte el director de la Guardia Costera, Rob Birdwell. A falta de confirmación oficial sobre la llegada a tierra del crudo, Birdwell confesó: “Nuestro esfuerzo ahora es tratar de minimizar el impacto”.
Las imágenes del primera alcatraz embadurnado en el distrito de Plaquemines sirvieron para certificar los peores temores. Se estima que 25 millones de aves acuáticas pasan al día por el delta del Mississippi en plena época migratoria. Especies como el pelícano pardo, la garza roja, el pato jaspeado o el fraile blanco están gravemente amenazados por el impacto de la marea negra que podría afectar a 20 reservas de vida silvestre.
La mancha de petróleo podría diezmar también los bancos de atún de aleta azul y afectar a las poblaciones de mamíferos marinos como los cachalotes y a varias especies e tortugas marinas que desovan en las playas de Alabama, Florida y Mississippi. El Departamento de Fauna, Flora y Vida Marina de Luisiana estima que más de 400 dependen del ecosistema costero y se pueden ver afectadas.
El impacto en la industria pesquera local puede ser también devastador. En las aguas del Golfo de México se encuentra el 50% de la producción anual de gambas, el 40% de ostras y el 35% de cangrejos azules en Estados Unidos. Según estimaciones de la firma de inversiones Bernstein, las pérdidas económicas para el secto podrían superar los 2.500 millones de dólares. Dos industrias locales han denunciado ya BP ante los tribunales y han reclamado daños compensatorios de 5 millones de dólares.
El sector turístico podría perder también más de 3.00 millones de dólares, tras el estado de emergencia que se ha propagado a la costas de Alabama y Florida, donde se espera que la marea negra pueda llegar a las playas a partir del lunes.
“Estoy asustado: la magnitud del desastre es muy, muy grande”, admitió David Kennedy, de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica. “Los esfuerzos que van a hacer falta para hacer frente a esto, sobre si la fuga de petróleo continúa, van mucho más allá de los que podamos imaginar”.
“Estamos ante el peor vertido de petróleo desde el Exxon Valdez”, advirtió por su parte el director de la sección oceánica de Greenpeace en Estado Unidos, John Hocevar. “Y aunque las cantiades derramadas sean menores, es posible que acabe siendo aún peor en términos de impacto ambiental, sobre todo si BP es incapaz de cerrar la fuga durante meses, y teniendo en cuenta el habitat en el que ha producido”.
El accidente del Exxon Valdez en 1989, en la bahía de Prudhoe en Alaska, acabó con un vertido de 40 millones de litros de crudo (el equivalente a 250.000 barriles) y afectó a un área estimada de 3.400 kilómetros cuadrados. La mancha del Golfo de México cubre ya una zona cuatro veces mayor (del tamaño del estado de Connecticut), aunque la cantidad de derramada de petróleo es de momento sustancialmente menor: unos 800.000 litros (a razón de 5.000 barriles al día).
“Si no logramos contener la mancha, el vertido puede ser catastrófico”, reconoció el comandante Thad Allen, portavoz de la Guardia Costera y al frente de los esfuerzos intentar “controlar” la marea negra.
Carlos Fresneda, enviado especial, Nueva Orleans
Publicado en El Mundo, 1 mayo 2010,
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