Las montañas de la Sangre de Cristo velan por el pasado y el presente
de Arroyo Seco, un poblachón de apenas mil almas, entre la madera y el
adobe, con un pie en el valle y otro en el desierto. Doscientos años
hace que echaron raíces aquí los hermanos Cristóbal y José Gregorio
Martínez, que venían de Río Arriba...
Y una década lleva Roberta Salazar agitando las alas de la
asociación Ríos y Pájaros, invitando a los niños a que exploren el mundo
natural, arrastrando a los visitantes hasta orillas del lago Williams,
donde se reflejan los picos más altos e insospechados de este rincón
mágico de Nuevo México.
"Los niños de hoy en día apenas pasan tiempo a cielo abierto",
se lamenta Roberta. "Incluso en un lugar como éste, donde el apego a la
tierra ha perdurado durante siglos, se han perdido los lazos con el
entorno. Si queremos un futuro saludable y sostenible, tenemos que
ayudar a los más pequeños a conectar con la fuente primordial de la
vida".
Roberta Salazar, 55 años, con sangre hispana y de los indios
"pueblo" en las venas, fue elegida en el 2010 como Heroína Nacional de
la Vida Silvestre por el Pew Center por su labor educativa. El lema de
Ríos y Pájaros lo dice todo: "Aventuras en el aprendizaje".
Lo que más le reconforta a estas alturas a Roberta es recoger la
cosecha de esta larga década de "aventuras", intentando contagiar a más
de 2.000 niños su pasión por la naturaleza....
"El círculo se empezó a cerrar el día en que vino hasta a mí una
mujer joven, Claire Cote, decidida a trabajar con nosotros como artista y
educadora de medio ambiente. Resultó ser una de las primeras
estudiantes que salió del aula con nosotros, y aprendió a identificar
los pájaros y a tomar muestras del agua en los ríos y en los lagos. Me
confesó que aquella experiencia había marcado su infancia y había
servido para que se decidiera a trabajar por la naturaleza".
"Vivimos en un planeta mágico", sostiene
Roberta. "Y la mejor manera de captar esa magia es aprovechando esa edad
de fascinación total por lo que nos rodea. A los niños no hay que
explicarles lo que es la "biofilia".
Su atracción por el mundo natural es instantánea, y lo único que hay
que hacer es alimentarla. No hay mejor aula que el bosque, ni mejor
manera de preservar la naturaleza".
Roberta recuerda su propia infancia como un sueño bien
palpable... "Me crié en una granja aquí, al norte de Nuevo México. A mis
padres les veía siempre cultivando o haciendo cosas con las manos. Llevábamos una vida muy frugal y al mismo tiempo muy rica,
muy vinculada a la tierra. Imagino que por eso he acabado siempre
volviendo. Siento unos lazos yo diría que espirituales con el valle de
Taos".
A los 22 años, Roberta conoció al que luego sería su marido, el
escalador Doug Bridgers, que le ayudó a ensanchar su horizonte. Junto a
él subió a las cimas de Grand Teton en Wyoming o el Half Dome de
Yosemite. Sobre la marcha se hizo bióloga y trabajó durante 17 años en
parques nacionales. La llegada de su hijo, Noah, le hizo sentir de veras
"la llamada de la naturaleza"...
"Me di cuenta de lo desconectada que está la biología del mundo
real. Tuve la suerte de trabajar en lugares bellísimos, pero toda mi
labor consistía en contribuir a la "domesticación" de la vida silvestre,
usando herbicidas o contribuyendo a la destrucción de espacios
naturales".
En 1999 tuvo la idea de insuflar unas dosis de "aventura" en el
mundo de la educación. Junto al ornitólogo Jim Travis, John Otis y un
equipo de científicos y pedagogos fundó Rivers & Birds, con ese
pájaro de la paz como emblema... "Porque en el fondo la paz no es sino la armonía y la serenidad trasplantada a nuestras relaciones con los seres vivos y con la naturaleza".
La propia Roberta Salazar se convierte ante nuestros ojos en
mujer pájaro en nuestra subida improvisada hasta el lago Williams, en
las estribaciones de las Montañas de la Sangre de Cristo, que cobran
repentinamente un aire alpino después de la travesía del alto desierto. Nuevo México es decididamente un territorio proclive a las ensoñaciones. No es extraño que Georgia O´Keeffe (y últimamente Julia Roberts) decidiera echar raíces en estas tierras.
No es difícil imaginar las "aventuras" de los niños de Taos y
Arroyo Seco, convertidos en ornitólogos con prismáticos por nueve días. O
recorriendo como auténticos exploradores los ríos hasta el mismo
nacimiento. O midiendo la calidad del agua, ese maná tan venerado en Nuevo México, donde persiste al cabo de más de cinco siglos la cultura de las acequias, acaso el mejor legado de la "ocupación" española...
"Agua, aire, tierra, fuego. Los niños tienen que descubrir por sí
mismos la interconexión que existe entre los elementos espirituales de
la vida. Nuestras culturas ancestrales entendieron claramente que
nuestra supervivencia dependía de la sabia combinación de los cuatro
para preservar la biodiversidad".
"Conservación, frugalidad y simplicidad", es la
trilogía con la que se despide Roberta. "Esa fue también otra lección
que nos trasmitieron nuestros ancestros, aquí en Nuevo México, y que
ahora germina otra vez en los niños. Yo confío mucho en la nueva
generación: ellos serán los auténticos custodios de la naturaleza".
Carlos Fresneda
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