Las
pistolas se convirtieron en metal fundido. Y el metal fundido se
transformó en palas. Y las palas cavaron 1.527 hoyos para sembrar otros
tantos árboles. Y los árboles están creciendo ya en Culiacán y otras
nueve ciudades mexicanas, como desafío de vida ante el reguero de muerte
del narco.
La idea la tuvo Pedro Reyes, de profesión “artista social”. La campaña Palas Por Pistolas ha tenido un profundo impacto en las conciencias de su país natal, sacudido por 70.000 muertes violentas en los últimos seis años. La vida y obras de este peculiar alquimista de las armas ha llegado al otro lado de la frontera, de donde proviene religiosamente el suministro letal…
“Casi
todas las armas que entran a México vienen del norte. Allí acuden los
carteles para armarse. Estados Unidos es el principal exportador del
miedo y de la violencia. Tres de cada cuatro estadounidenses está
armado, y esa mentalidad es la que se propaga por el mundo. Ya vemos lo
que hace Obama con su mortíferos drones”.
Los “drones”, por
cierto, ya se utilizan para labores de vigilancia en la frontera, quién
sabe si algún día descargarán bombas como en Afganistán. Pedro Reyes
sigue dándole vueltas a qué hacer con ellos si pudiera transformarlos en
herramientas para la paz. Lo que sí tiene claro es lo que haría con un
tanque: “Lo convertiría en un carillón gigantesco, en un órgano de
iglesia o en un campanario”.
En eso anda ahora el singular artista mexicano de 41 años, transformando las armas en instrumentos musicales, que es una manera (como la de las palas y los árboles) de hacerle un corte de mangas a la muerte y a todos sus sicarios…
“Hay
algo de exorcismo en esto de convertir los cañones recortados en
flautas, o los cargadores en guitarras eléctricas”, sostiene Pedro
Reyes, que se ha traído sus instrumentos “desarmados” a la galería
Lisson de Londres. “Estamos sacando los demonios a las armas y entonando
al mismo tiempo un réquiem por los que murieron. Pero estamos sobre
todo celebrando la vida y propagando un mensaje: tenemos que retirar las
pistolas de la circulación”.
“Disarm” da título a su peculiar
exposición y “performance” de instrumentos autómatas, construidos con el
vil metal por un equipo de “lutiers” pacificistas que usaron como
materia prima más de 6.700 armas incautadas a los carteles en Ciudad
Juárez.
Cincuenta
pistolas Colt, soldadas entre sí, componen el inquietante armazón del
violoncello magnético. Decenas de rifles y ametralladoras, alineados a
modo de marimba, resuenan como el insólito “cañonófono”. Doce cargadores
de fusiles AK47, dispuestos en forma de circunferencia y golpeados
automáticamente por un “ejército” de baquetas, dan vida a un frenético
instrumento de percusión: el “kalishniclock”…
La idea de “Disarm”
se le ocurrió a Pedro Reyes a partir de una noticia inusual entre la
portadas sangrantes de los periódicos mexicanos: “NADIE MUERE
VIOLENTAMENTE EN CHIHUAHUA… mientras dura el festival internacional de
música.”
“Fue curioso pensar en esa tregua no escrita”, recuerda
Pedro. “En el fondo, las armas representan el miedo. La música es todo
lo contrario: la confianza. Y es verdad que mientras suenan los
mariachis y las bandas en Chihuahua la gente pierde el miedo y saca
plácidamente sus sillas a la calle, como en los buenos tiempos”.
Ha
llegado el momento de enterrar de una vez por todas la guerra contra
las drogas y declarar la guerra al tráfico de armas. Ése es sin duda el
negocio más sucio del mundo
Le dio por pensar a Pedro Reyes que
la música es el mejor antídoto contra las matanzas… “Y qué mejor aún que
transformar el agente de la muerte en puro oro social, trabajando
precisamente con el mero metal. En el fondo, en un proceso de pura
alquimia”.
La militancia pacifista de Reyes fue vital para salvar
las 6.700 armas de Ciudad Juárez de la destrucción garantizada bajo las
apisonadoras y los tanques. En pocas semanas, el peculiar anti-ejército
de alquimistas musicales logró la transformación de las crisálidas
metálicas.
Algunos instrumentos, los más reconocibles, son interpretados en vivo por una banda en la “performance” titulada “Imagine”,
en memoria de John Lennon. El plato fuerte es sin embargo “Disarm”,
interpretado aleatoriamente por el “kalashniclock”, el “cañonófono” , el
violoncello de pistolas y demás instrumentos tan siniestros como
indescifrables.
Con la guitarra “desarmada” al hombro, Pedro
Reyes revindica la utilidad del arte frente la retos históricos y los
conflictos sociales: “Creo que ha llegado el momento de enterrar de una
vez por todas la guerra contra las drogas, que es la que nos ha llevado a
esta situación de violencia extrema. Tenemos que trabajar en la
prevención social y en el cambio de mentalidad. Y tenemos que declarar
en todo caso la guerra al tráfico de armas. Ése es sin duda el negocio
más sucio del mundo”.
Carlos Fresneda
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