Ahora que los norteamericanos vuelven a las urnas, conviene recordar lo que nos dijo en su día John Zerzan,
a modo de oráculo anarquista... "Obama no prometió demasiado para
empezar; no sé por qué la gente se sorprende a estas alturas. Su
compromiso con el "cambio" era pura retórica. En el Pentágono mantuvo a
los mismos hombres que Bush y decidió continuar la guerra en Afganistán.
Obama es al fin y al cabo un político centrista y va camino de
convertirse en un nuevo Clinton, que por cierto le prestó todos sus
asesores económicos. En vez de cambiar de raíz el sistema, se puso de
rodillas ante los bancos ¿Dónde está el cambio?".
John Zerzan es seguramente el pensador más radical en la otra orilla del Atlántico. Autor de "Contra la Civilización" y "El futuro primitivo", sus
proclamas sirvieron para incendiar la mecha de las protestas en
Seattle, allá por 1999. A través de Anarchy Radio y de la revista Green
Anarchy, Zerzan ha adaptado su ideario a los tiempos de "Occupy" y ha
recreado la historia de la plutocracia, desde el imperio romano a la
crisis griega, en "Los orígenes del 1%".
"No se puede construir algo radicalmente distinto sin una carga
de negatividad", insiste el anarquista verde. "Las reformas y las medias
tintas no nos valen. Esta sociedad globalizada y mecanizada que hemos
construido sirve sólo para enriquecer a unos pocos y alienar a la gran
mayoría. La globalización nos está llevando por un camino suicida".
Nos imaginábamos a John Zerzan viviendo lejos de la civilización
o en todo caso hostigando el fuego de la rebeldía desde su refugio en
Eugene (Oregón). Pero ni el profeta del "anarcoprimitivismo" es tan
fiero como se pudiera pensar por sus escritos, ni la cuna del anarquismo
en Estados Unidos mantiene viva la llama de la rebelión contra el
sistema.
Trece años después de la "batalla" de Seattle, un año después de
las protestas de "Occupy", cualquiera diría que el río de la isurrección
vuele a su cauce. La convulsión creada por el huracán Sandy ha servido
en todo caso para remover algunas conciencias, pero hoy por hoy los
norteamericanos claman por una vuelta a la "normalidad"...
"En este punto de la civilización, la única pregunta colectiva
que nos queda por responder es ésta: ¿en cuánto tiempo queremos acabar
con el planeta?", advierte Zerzan, entre el alarmismo y la urgencia.
"Hay que empezar a actuar ya y avanzar hacia modelos totalmente
descentralizados, hacia comunidades autosuficientes que eliminen las
estructuras de poder y retomen el contacto con la naturaleza y con la
esencia del ser humano".
"Lo que no nos vale es la autocomplacencia", palabra del
anarquista norteamericano. "Tampoco nos basta con cambiar las bombillas y
usar la bicicleta... Todos podemos ser los agentes de cambio, es
cierto, pero lo que necesitamos es un cambio de paradigma, un giro
radical que convulsione la sociedad. El sistema sigue intacto".
A sus 69 años, John Zerzan ha recorrido un largo camino hasta
llegar a la anarquía verde. Fue detenido en durantes las protestas
contra la guerra del Vietnam en Berkeley. Se dejó la melena en la
eclosión del movimiento "hippie". Luego se hizo sindicalista de
izquierdas, para simpatizar después con Guy Debord y los situacionistas
franceses, y , finalmente convertirse en referencia obligada del
pensamiento radical junto a su amigo Derrick Jensen.
Su relación epistolar con el Ted Kaczynski, el Unabomber, le
sirvió para consquistar no pocas críticas... "Yo no defiendo ningún tipo
de agresión que afecte a la vida humana. Pero considero que la
destrucción de la propiedad no es violencia. Romper una ventana no causa
dolor físico, no hace daño a ninguna criatura viva... En Seattle,
además, los objetivos fueron los bancos y las corporaciones que
practican un capitalismo depredador. Allí no hubo más heridos que los
que causó la policía".
A Zerzan le acusan de no ser consecuente con su ideario, por
utilizar la tecnología, viajar en avión y tener incluso un coche
(compartido)... "Ya que tenemos estas herramientas, las utilizo aunque
sea para clamar por otro mundo distinto. El anarcoprimitivismo aspira a
erradicar toda forma de dominación, desmantelar el actual sistema
productivista y recuperar la relación perdida con el mundo natural".
¿Se molesta si le llamamos utópico? "Soy utópico en el sentido de
que tengo esperanzas en un mundo diferente. Tenemos posibilidades
radicales que no estamos explorando y a las que podemos aspirar. Tiene
que haber otros modos de vivir distintos al de esta sociedad
postmodernista y patológica que hemos creado".
¿Y entre la complacencia y la ruptura total no cabe un témino
medio? "Puede que lo haya, pero yo sinceramente no lo veo. La crisis
actual ha servido para agudizar los problemas. El sistema se ha quedado
sin respuestas y está haciendo aguas. Aunque la resistencia al cambio es
muy fuerte y preferimos seguir actuando como si no pasara nada".
Carlos Fresneda
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