"Soy la bestia del clima y estoy hambrienta"... La "bicha" en cuestión en una serpiente ornamental y vengativa, colgada a la entrada del despacho de Wallace Broecker
-"Wally" para los amigos- el científico que en 1975 acuñó el término de
"calentamiento global" en un famoso artículo en la revista "Science".
"Wally" posa con el látigo para simbolizar, ni más ni menos, lo
que estamos haciendo los humanos con las emisiones de CO2, y ya pueden
pensar lo que quieran los "escépticos" del clima...
El prestigioso geoquímico de 81 años, miembro de la Academia Nacional de las Ciencias, galardonado con el premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA,
admite que la credibilidad de los científicos ha sufrido un duro revés
en estos últimos años, pero vaticina que la cruda realidad acabará
llevándose por delante a todos lo que aún dudan si el planeta se está
calentando.
Desde su observatorio acristalado en el campus de Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia, "Wally" Broecker pudo comprobar y padecer los efectos devastadores del Sandy a su paso por Nueva York.
El científico en el que converge la "tormenta perfecta" del
conocimiento del planeta -geoquímico, oceanógrafo, paleoclimatólogo-
confía en que sus compatriotas abran los ojos y que los políticos pase
finalmente a la acción ahora que uede volver a hablarse del
"calentamiento global"".
"Es cierto que usé ese concepto en el título de una
investigación publicada en "Science", allá por 1975, pero no sé si fui
realmente el primero", recuerda Broecker. "La teoría llevaba rodando
desde el siglo XIX. El científico sueco Svante Arrhenius fue de los
primeros en formularla de una manera muy elemental: quemando combustibles fósiles se calienta el planeta."
¿Cambio climático o calentamiento global? "Cambio climático es un
concepto muy nuboso y difuso. Yo sigo defendiendo y creyendo en
"calentamiento global" porque obedece a un principio de física: si
seguimos aumentando los niveles de CO2 en la atmósfera, el planeta se va
a calentar, nos guste o no nos guste, más tarde o más temprano".
Los "escépticos" sostienen sin embargo que después de 1998,
cuando se registró la temperatura récord, entramos en una fase de
"enfriamiento global"... "Estamos en todo caso en una fase
estacionaria", precisa el científico del clima. "El calentamiento no se produce de una manera gradual, sino que pasa por muchas fases abruptas.
Pero es muy posible que dejemos pronto atrás este ciclo y entremos en
una fase de calentamiento natural que, mezclado con los niveles
crecientes de CO2 en la atmósfera, pueda llevarnos a un aumento
realmente alarmante de las temperaturas".
"Aunque si miramos hacia atrás, si vemos lo que ha sucedido
desde 1976 y ponemos en contexto la evolución global de las
temperaturas, no hay vuelta de hoja", advierte Broecker. "El hielo del Artico se está derritiendo y los insectos en nuestro jardín nos están confirmando la sospecha. Es evidente que el planeta se está calentando y que se va a calentar cada vez más".
Tanto como el calentamiento, a Broecker le preocupa "la
respuesta del planeta para compensar lo que está sucediendo". A eso se
refiere precisamente cuando habla de la "bestia" del clima... "Estamos ante un animal, capaz de actuar de un modo imprevisible y violento,
sobre todo si los humanos la azuzamos con un palo, que es lo que
estamos haciendo... Los sistemas terrestres tienden a responder de una
manera amplificada. Los pequeños impactos pueden dar pie a grandes
respuestas "naturales" como las que estamos viendo estos últimos años".
Los humanos, advierte "Wally", estamos empujando el clima hacia
un territorio en el que no ha estado durante un largo tiempo..."Estamos
avanzando hacia un planeta sin hielo. Somos como un hombre ciego que
camina por una llanura, a sabiendas de que hay un acantilado. Pero no
tenemos una idea clara de dónde está y por eso no sabemos hasta qué
punto preocuparnos".
En su despacho, como si fuera una encrucijada, Broecker tiene
una señal de direcciones múltiples, marcando lo que nos espera con
distintos niveles de CO2... "Hay gente que dice que el límite seguridad
está en las 450 partículas por millón (ppm) y que podemos parar en ese
punto, pero yo lo veo muy difícil al ritmo que van las cosas. Nos
estamos aproximando ya, y avanzamos de un modo preocupante. Yo creo que
va a ser muy difícil pararse en los 600 si no hacemos urgentemente algo y
seguimos funcionando con la inercia de estos últimos treinta años".
Ahí entra en serias discrepancias Broecker con su colega en
Columbia, el climatólogo de la NASA James Hansen (a quien le reservamos
este mismo espacio en una semana). Hansen sostiene que el límite de
seguridad para evitar un aumento peligroso de las temperaturas es 350
partículas por millón y hace tiempo que ya lo dejamos atrás. Hansen
declara la guerra abierta al carbón, mientras que Broecker propone capturar el CO2 para "mitigar el problema todo lo que podamos".
"Wally" ha entrado también en confrontación directa con
Greenpeace y otros grupos ecologistas, a los que acusa de no ser
"realistas"... "China, por más que avancen las energías renovables, va a
seguir abriendo centrales térmicas de carbón a un ritmo trepidante. Y
lo mismo va a pasar en India y en otros países en desarrollo. Hay que
afrontar esa realidad, precisamente diseñando métodos para capturar el
CO2".
Broecker defiende pues la captura como la práctica más "natural"
de mitigación... "En Europa, y en el este de Estados Unidos, hay muchas
formaciones geológicas muy aptas para el almacenamiento de CO2. En
países volcánicos y con una gran actividad sísmica como Japón, se puede
bombear hacia las profundidades de los océanos. Al fin y al cabo, los
océanos han sido sido hasta ahora los grandes sumideros del CO2, aunque
el proceso es muy lento y las capas superficiales están ya en capacidad
máxima de absorción".
"Wally" es partidario se soluciones que bordean ya la
"geoingeniería" blanda, como el "depurador" diseñado parcialmente por él
mismo y consistente en una tolva cónica y rellena con una fibra de
plástico. "El aire entra por un lado con 400 ppm de CO2 y sale con 280 partículas por millón,
la proporción que había en la era preindustrial", explica el
científico. "Con miles de dispositivos como éste, a gran escala,
seríamos pues capaces de retener hasta el 30% del CO2.
¿Y no sería más razonable volcar todos los esfuerzos en
acelerar el tránsito hacia las energías renovables? "Creo que la gente
tiene una medida poco realista de la capacidad de las renovables a corto
plazo. Haría falta una movilización como la que ocurrió en la Segunda Guerra Mundial
para suplantar el actual entramado energético por otro totalmente
distinto. El futuro es de la energía solar, no me cabe duda, pero
tardaremos posiblemente cien años en garantizar todo nuestro suministro
con el sol".
Carlos Fresneda
No hay comentarios:
Publicar un comentario