Tristram Stuart, en Trafalgar Square, junto a una montaña de frutas y verduras desechadas. | Feeding the 5.000
- Cada europeo desecha al año de 95 a 115 kilos de comida apta para el consumo
- Varias organizaciones sociales impulsan actos para cambiar esta actitud
- Nadie ha batallado tanto en este campo como el británico Tristram Stuart
En época de vacas flacas, los europeos nos permitimos el lujo de tirar a la basura más de una tercera parte de la comida que producimos. El despilfarro es aún mayor en Estados Unidos, donde se desechan todos los años 40 millones de toneladas de comida,
suficientes para alimentar con creces a los 1.000 millones de humanos
que pasan hambre. Más de 43 millones de europeos están precisamente bajo
la línea de 'pobreza alimenticia', agravada aún más por la crisis... Y
sin embargo así seguimos, desechando todos los años una media de 95 a 115 kilos por cabeza de comida apta para el consumo.
"Aún nos queda un largo camino, pero puedo decir con franqueza que la crisis nos ha hecho despertar ante la inmensidad de este problema", reconoce Tristram Stuart, autor de 'Despilfarro: el escándalo global de la comida'.
Nadie ha batallado tanto por el tema como Stuart, que empezó rescatando
alimentos desechados por los supermercados y recuerda ahora la
finalidad última del 'freeganismo': "El movimiento desaparecerá en el
momento en que consiga su objetivo y no encontremos comida aprovechable en los cubos de la basura".
Desde 2009, cuando Stuart publicó su insólita vuelta al mundo,
denunciando el derroche y encontrado por el camino soluciones
alentadoras, la ONU ha tomado cartas en el asunto y se ha propuesto la meta de reducir en un 50% el despilfarro de comida de aquí a 2025.
La Unión Europea se ha subido al carro con la celebración de la semana
de Reducción de los Desechos y con actos programados estos días (del 17
al 25 de noviembre) en 25 países.
Hacer visible un problema
En Zaragoza, sin ir más lejos, la acción Feeding Zgz (convocada por la Alianza Aragonesa contra la Pobreza) consiguió alimentar el pasado mes de octubre a más de 1.000 personas con 3.000 kilos de comida desechada y en buen estado. Más de cien voluntarios contribuyeron a la preparación del banquete colectivo, en reconocimiento de los mil millones que pasan hambre en el mundo (y de las miles de familias españolas afectadas por las crisis y que sufre para poder llenar la cesta de la compra).
Este fin de semana se cumple precisamente un año del multitudinario 'Feeding the 5.000' en Trafalgar Square que puso definitivamente la 'patata caliente' del despilfarro sobre la mesa. Allí estuvo Tristram Stuart, encaramado a una montaña de frutas y verduras, incitando a los comensales a saborear por un día las toneladas de alimentos que, de lo contrario, estarían pudriéndose en los campos, en los cubos y en los vertederos.
Feeding the 5.000
Las acciones colectivas de Stuart han servido sin duda para hacer
"visible" un gran problema hasta ahora escondido... "Al menos se ha
producido ya un reconocimiento a nivel político. Los
medios han ayudado a propagar la voz y el mundo se está moviendo. Nos
queda sin embargo una larga tarea de concienciación y cambio de hábitos.
La cultura de 'usar y tirar' está muy arraigada y hacen falta muchas
más campañas, y trabajar a nivel de educación para cambiar esa
tendencia".
Stuart está convencido de que la solución empieza por nosotros mismos,
en nuestros hogares, que tan despreocupadamente contribuyen al
despilfarro: "Tenemos un gran poder como ciudadanos y consumidores. Cada
cual es muy libre de seguir su propia receta para la acción, pero las
opciones son muchas. Desde hacer la compra con una lista de lo
estrictamente necesario, hasta no dejarnos seducir por la 'navidad perpetua' en las estanterías de los supermercados. Se puede cocinar para reaprovechar los alimentos y compostar los restos de basura orgánica. Y se puede presionar también a las tiendas, preguntar qué hacen con los desechos o con las cortezas del pan. O insistir en por qué todas las manzanas parecen iguales...”.
Sistema alimentario
Esa presión de los consumidores, según Stuart, ha servido para que
una cadena de supermercados británica reduzca hasta un 40% de la comida
desechada. O para que los consumidores tengan ahora la opción de comprar fruta de peor aspecto (pero perfectamente comestible) por menos precio. O para que organizaciones como FoodCycle, que organizan comedores populares para gente sin recursos, consiga reaprovechar el máximo posible de alimentos.
El contacto directo entre productores y consumidores contribuye a
aliviar notablemente el problema, cuya raíz está precisamente en
"nuestro alejamiento del sistema alimentario y la falta
de valor que damos a la tierra, el agua, la energía y el trabajo
humano". Stuart nos invita sin embargo a no rechazar de entrada los
supermercados o a los restaurantes "como los malos de la película" y a
intentar cambiarlos en todo caso. Admite el autor de 'Despilfarro' que
si la comida llevara asociada su coste ecológico sería sin duda mucho
más cara: "Pero tampoco me parece una solución que la gente tuviera que pagar más por lo que come, porque a la larga los más perjudicados van a ser siempre los más pobres".
Despilfarro desde el principio
El despilfarro, advierte, empieza siempre en el primer eslabón de la cadena alimentaria, en la granja industrial o en el barco de pesca ("ningún pez por la borda"). Si en los países rico el problema es el derroche de recursos y la falta de eficiencia del sistema, en los países en desarrollo se pierde mucha comida por los problemas de distribución o la deficiencia de las infraestructuras.De principio a fin, insiste Stuart, el mensaje que debería guiar nuestros actos para evitar el despilfarro debería parecerse mucho a lo que dijo Jesucristo a sus discípulos una vez consumado el milagro del pan los peces: "Recoged los pedazos que han sobrado para que no se pierdan"...
Carlos Fresneda (corresponsal) | Londres
Publicado en IDEAS ANTE LA CRISIS |
Campañas contra el 'escándalo global de la comida'
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