BLOOMBERG PONE A LOS NEOYORKINOS A DIETA DE SAL

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El alcalde insta la industria y a los restaurantes a reducir su uso en un 25%


Michael Bloomberg ha decidido poner a los neoyorquinos a dieta baja en sal. Apoyándose en los estudios que vinculan la sal con la alta presión saguínea, el acalde ha pedido a la industria alimentaria y a los restaurantes que reduzcan su uso en un 25%.

El artífice de la medida es el doctor Thomas Farley, la máxima autoridad de salud pública en la ciudad, que ya convenció al alcalde para prohibir el uso de grasas “trans fat”, alertar sobre el alto contenido de azúcar de las bebidas refrescantes y obligar a los restaurantes a informar de las calorías en sus menús. Farley fue también el impulsor de la polémica medida para prohibir fumar en los parques y de un plan para combatir la obesidad e incitar a los neoyorquinos a hacer deporte.


Mientras la ciudad hace acopio de sal refinada para combatir la nieve en las calles, el alcalde decide pues restringir su uso en la mesa, avalado también por las recomendaciones del Gobierno federal, que recomienda limitar la ingestar diaria de sodio entre los 1.500 y los 2.300 milígramos (el americano medio consume 3.400 milígramos al día).

La iniciativa será de momento voluntaria, aunque no se descarta que sea obligatoria al cabo de cinco años. Decenas de fabricantes y restaurantes han aceptado el compromiso y se disponen ya a aplicar las tablas de reducción elaboradas por el Departamento de Salud, que prevé la reducción de sal del 10% al 40% en 61 productos en los supermercados y en 25 platos habituales en los restaurantes.


“Todos consumidos demasiada sal y el 80% de la ingesta viene de los productos refinados del supermercado o de las comidas en los restaurantes”, asegura el doctor Farley, que recalcó que la reducción de sodio en la dieta puede servir para prevenir afecciones cardíacas y parálisis cerebrales.


El doctor Michael Alderman, profesor de Medician en la Universidad Albert Einsteinm, ha criticado sin embargo la iniciativa de Bloomberg en las página del New York Times: “Estamos ante un experimento incontrolado sobre la salud pública. Me preocupa que puedan existir consecuencias no previstas”.


La industria alimentaria ha reaccionado entre tanto con una de sal y otra de arena. Campbell y ConAngra son dos de las compañías que han decidido desmarcarse de la iniciativa de Bloomberg, aunque han asegurado que están reduciendo ya la cantidad de sal en sus productos y lo seguirán haciendo “si el mercado lo acepta”.


La industria ha respondido sin embargo en bloque contra otra iniciativa en estudio en Nueva York y otras partes del país: la posibilidad de un impuesto sobre las bebidas refrescantes (“soda tax”) para combatir la obesidad galopante en los niños.
También esta semana, para mejorar el expediente ambiental de la ciudad, Bloomber ha decidido destina 1,2 millones de dólares a un programa innovador para instruir a los neoyorquinos sobre cómo compostar en casa los residuos orgánicos y reducir hasta un 30% el contenido de la bolsa de basura.


Carlos Fresneda, correspondal Nueva York

Publicado en El Mundo, 13.01.2010
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