- No hay arreglo doméstico que se le resista a Xabier Elazen
- Es uno de los colaboradores de la plataforma Etece
- En siete meses han completado más de 3.000 tareas
Cambiar dos tomas de luz (30 euros). Colocar grifo (25 euros).
Instalar un "home cinema" (50 euros). Encolar seis sillas de madera (50
euros). Montar y desmontar mueble-cama abatible (60 euros).
No hay arreglo doméstico que se le resista a Xabier Elazen, 42 años,
que nació con ese don proverbial para que todo vuelva a funcionar.
Aunque su habilidad se estaba oxidando desde que arrancó la crisis.
Curtido como instalador electricista en incontables obras, toda la energía se le iba en lidiar con los impagos y las cancelaciones. Y en esto oyó hablar de Etece, la plataforma "on line" de encargos y tareas rápidas...
"Soy un tipo muy activo y me estaba empezando a deprimir. Ahora no es
que se me haya abierto el cielo, pero al menos he recuperado la ilusión
de hacer cosas y tengo al menos una ayuda todos los meses. Mi sueño sigue siendo crear mi propia sociedad. Entre tanto estoy encantado con hacer de 'solucionador'".
"En nuestro servicio, el poder pasa del proveedor al cliente, que es el que fija el precio".
Los 350 "solucionadores" de Etece han completado en siete meses más de 3.000 tareas. Empezaron en Madrid, ahora han saltado a Barcelona y pronto lo harán en Valencia y otras ciudades españolas.
La compañía ofrece "tiempo para los que tienen tiempo", aunque en el
caso de Xabier Elazen (65 tareas y cinco estrellas que le acreditan como
profesional impecable) la cosa va mucho más allá de los recados y
gestiones...
"De joven estudié publicidad, pero siempre fui un "manitas". A fuerza
de trabajar en las obras he aprendido a hacer prácticamente de todo: lo
mismo hago una instalación eléctrica que un arreglo de fontanería o una
pequeña reforma en el hogar. Los clientes mandan y creo que hasta la
fecha están contentos. Soy detallista y me gusta que los trabajos queden bien hechos".
Ramón Blanco.
Economía colaborativa
Le pasamos ahora la palabra a dos clientes, Guillermo Muñoz y Enrique
Jaramillo, emprendedor y abogado, que supieron de Etece por el boca a
boca. "Abres el ordenador, describes la tarea y tú mismo fijas el precio
y la hora: todo son ventajas", asegura Guillermo. "No se me ocurre un
método más directo, eficiente y fiable. Puedes comprobar todo el
historial del "solucionador", y tú mismo le votas cuando acaba el
trabajo. A mí me han venido a hacer desde una conexión telefónica en la
oficina, a instalar un cristal separador o montar un mueble de Ikea".
"El español es desconfiado por naturaleza, pero cada vez estamos más habituados a hacerlo todo por internet y esto se verá como algo de lo más normal en muy poco tiempo",
admite Enrique. "Yo he recurrido ya a cinco "solucionadores". Me parece
gente muy profesional, nada que ver con la cultura de la chapuza tan
extendida entre nosotros".
Etece es en realidad una adaptación a la española de TaskRabbit, que abrió el fuego de la economía colaborativa doméstica en Estados Unidos. La "pionera" Leah Busque,
tuvo la idea una tarde en que le faltaba tiempo para ir a comprar
comida para el perro allá en Boston. "¿Y si conectamos a la gente que
necesita un poco de tiempo extra con la que necesita un poco dinero
extra?", fue la pregunta ingenua que dio pie a un negocio que ya da
empleo parcial a 5.000 "solucionadores" y ha recibido una inyección de
37 millones de dólares.
"El modelo TaskRabbit tiene el potencial de revolucionar el mundo laboral", asegura Leah Busque. "Estamos en plena transición de las redes sociales a las redes de servicios.
La web permite que la gente comparta sus recursos, y eso es lo que
estamos haciendo: crear una herramienta que permita compartir el
tiempo... Para unos se trata de una ayuda ocasional para llegar a fin de
mes, para otros empieza a ser ya un trabajo a tiempo completo".
En España, sin embargo, el modelo se topa con trabas legales que hasta ahora han limitado su despegue. "En Estados Unidos no necesitas declarar nada por debajo de los 600 dólares de facturación",
certifica Ramón Blanco, cofundador de Etece. "Aquí todos los trabajos,
por pequeños que sean en duración o en importe están muy fuertemente
regulados".
¿Solución? Pedir a los "solucionadores" que sean capaces de facturar.
O sea, que estén dados de alta como autónomos (aunque hay otros estados
legales permitidos). "El sistema obliga a los parados a no hacer nada mientras cobran el subsidio", se lamenta Blanco. "En mi opinión, esto es un absurdo".
Precios a la medida del cliente
Pero el emprendedor español, fundador de Selftrade y 15 veces
internacional de rugby, está habituado a foguearse ante las dificultades
del "made in Spain". Para lanzar Etece hizo piña con Daniel Brandy (Top
Rural) y Javier Fernández (BuyVip). Entre los inversores cuenta con
gente aguerrida en las "startups" Jesús Encinar y César Oteiza
(Idealista), François Berbaix, Carlos Muñoz (Vueling) y Aquilino Peña
(Sindelantal). En su adpaptación española, el concepto de "solucionador"
va más allá de las simples tareas: la ha convertido los "arreglos del
hogar" en el servicio más solicitado.
"La gente se ahorra hasta un 35% con respecto a los precios de
mercado", asegura Ramón Blanco. "En nuestro servicio, el poder pasa del
proveedor al cliente, que es el que fija el precio. Como los
"solucionadores" tienen tiempo libre, están dispuestos a cambiarlo por
dinero, aunque sea a precios más bajos". La mecánica es deudora del
modelo eBay. Un cliente pide una tarea y fija un precio (a veces tiene
subirlo si es demasiado bajo y no le salen "solucionadores"). La tarea queda "abierta" en la red hasta que los dos interesados se ponen de acuerdo.
Una vez finalizado el trabajo, el pago se hace con tarjeta de crédito o
débito a través de la web de Etecé (el precio incluye los impuestos y
la comisión por intermediación).
Todo lo nuevo, ya se sabe, levanta por estas tierras dobles
suspicacias. A la pregunta de rigor -¿y esto no fomenta la economía
sumergida?- Blanco se defiende con contundencia: "No hay pagos en
efectivo. Todo lleva factura y las trasacciones se realizan a través de
banco. De hecho, luchamos contra la economía sumergida. Hacienda debería
darnos una medalla".
"Nos enfrentamos sin embargo a la desconfianza inicial de la gente",
admite. "Por eso tratamos de hacernos visibles y hacer muy presentes
las opiniones de la gente que ha usado el servicio. También garantizamos
que si no se está contento, no se paga. Aunque nuestros
"solucionadores" han pasado antes por un "casting" y un riguroso proceso
de selección".
Picar la pared de una escalera (100 euros). Montar una cocina de Ikea
(125 euros). Pasar una noche y parte del día en una cola (200 euros).
Diseñar un logotipo (75 euros). Lavar y cortar el pelo a un perro de
raza Shih Tzu (27 euros). Recoger un coche y pasar la ITV (25 euros).
Planchar ropa de adulto y de niño (20 euros)...
Tina D., camarera de profesión y con diez años de experiencia como en tareas domésticas, está "contentísima" con su nueva vida como "solucionadora".
Con 23 encargos en sus alforjas, todas las semanas bucea en el portal
de Etece a la espera de nuevas "misiones" con las que conseguir esa
ayudita tan necesaria: "Limpio, plancho, hago catering, cocino, voy de
compras, cuido de niños, llevo a la gente coche, hago arreglos de ropa y
dobladillos. Tengo buenas referencias que demuestran mi valía...".
Carlos Fresneda | Londres
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