Charles Eisenstein y la portada de su libro.
- El filósofo Charles Einstein cree que hay que cambiar el concepto de dinero
- 'En las culturas tribales, el principio primordial era compartir y no competir'
El dinero no es lo que era. El dinero, en su versión actual, es una fría e implacable moneda de dos caras: usura y deuda, codicia y escasez... Y la factura la seguiremos pagando entre todos, a menos que seamos capaces de devolver al dinero la cualidad "sagrada" que tenía en su origen. A saber: propiciar el encuentro de los "dones" humanos y de las necesidades humanas para crear abundancia colectiva.
Hasta aquí la tesis de Charles Eisenstein,
el filósofo y matemático norteamericano de 45 años que está creando una
auténtica revolución silenciosa en torno a su último libro: 'Sacred Economics' ('Economía Sagrada', en la edición en español que verá la luz este mismo año).
"Al contrario de lo que creen la mayoría de los economistas, el
dinero no se origina directamente del intercambio sino de las 'gift
economies' (economías del "obsequio")", advierte de entrada Einsenstein.
"En las culturas tribales, el principio operativo primordial era
compartir y no competir. El dinero nace en el contexto del "espíritu del
don", como un ritual que conecta y coordina la actividad humana hacia
un fin común.
A su paso por la Gaia Foundation de Londres, Eisenstein nos invitó a
ir más allá del tópico –"el dinero como raíz de todos los males"- y
reivindicó esa cualidad primordial y "sagrada" de la economía en sus
orígenes.
"El problema que tenemos hoy en día es que nuestro sistema monetario
genera competición desde el primer momento", asegura Eisenstein. "Desde
el momento en que lo creamos, el dinero está asociado a la deuda y a los intereses.
Un sistema así sólo funciona si hay un crecimiento constante. Y
conforme crece la economía "monetaria", todos los otros elementos de
interacción económica se quedan en los márgenes. El resultado es un
mundo con "ganadores" y "perdedores". Un mundo en el que todo tiene un
"valor", y la comunidad y la naturaleza se han convertido en meros
"servicios" o "productos".
El sistema está tocando fondo, advierte Eisenstein, y las
"respuestas" actuales a la crisis van a servir para que el problema
aflore aún con más virulencia en el futuro... "En un punto determinado, la sociedad dirá '¡Basta!'.
Ya hay en marcha un movimiento de personas que están aplicando la
presión desde abajo para cambiar el sistema de la deuda. Creo que lo que
está gestando es una revuelta de deudores como ha ocurrido en otros
momentos de la historia".
La oportunidad de la crisis
La crisis, advierte Eisenstein, está abriendo en cualquier caso una
oportunidad histórica. "En un momento dado será necesario afrontar la
realidad y reconocer que las deudas no pueden ser pagadas", leemos en
'Economía Sagrada'. "Lo que vamos a necesitar es una versión moderna de
las reformas económicas de Solon en Atenas hace 2.600 años. Habrá que perdonar la deuda y cambiar nuestras convenciones sobre el dinero y la propiedad".
Una de las propuestas más "rompedoras" del libro, los tipos de
interés negativo, más conocido con sus siglas en inglés (NIRP), ya se ha
empezado a experimentar en Dinamarca y Alemania. "El dinero de interés
negativo, respaldado por cosas que son realmente "sagradas", puede
hacernos salir de la Era de la Usura", escribe Eisenstein. "Aunque
parezca a simple vista incompatible con la idea de inversión, se trata
de una medida tan práctica que acabará siendo común en una era
excepcional como la que vivimos".
Entre tanto, y mientras llega la reforma "solónica", Eisenstein
admite que asistiremos a intentos cada vez más visibles de acelerar la
transición desde la ciudadanía... "En países como Grecia y España, donde
la economía "monetaria" no funciona ya, la gente está redescubriendo la
necesidad de salir al encuentro de las necesidades reales y retirarse
parcialmente de las estructuras económicas existentes. Los agricultores,
por ejemplo, han encontrado fórmulas para llegar directamente a los
consumidores. Se están creando más y más cooperativas, bancos de tiempo,
monedas complementarias y demás alternativas".
Eisenstein vaticina que asistiremos a una reinvención de los sistemas
de intercambio que borrará las tradicionales fronteras entre el «reino
monetario» y el "no monetario". "No estoy hablando de la completa
desmonetarización de nuestra sociedad", advierte. "Vamos a seguir
necesitando el dinero, sobre todo para funcionar a nivel internacional o
a gran escala. Pero parte de la respuesta va a ser volver a la
producción local para muchas de las cosas que usamos a diario y que
enriquecen nuestras vidas. Y no hablo sólo de la relocalización del
sistema de producción de alimentos, también en sectores como la
construcción y los servicios".
Era del decrecimiento
El autor de 'Sacred Economics' derriba sin rodeos la 'vaca sagrada'
del actual pensamiento económico y vaticina que con el tiempo miraremos
hacia el 2012 como "el año en que cayó el paradigma del crecimiento".
"Seguirán creciendo por un tiempo China, India, Turquía. Pero en Estados
Unidos y en Europa nos daremos cuenta de que los viejos días no
volverán. Habrá que ajustar el sistema de era del crecimiento rápido a
la era del equilibrio o del decrecimiento".
Le preguntamos a Eisenstein que si el "decrecimiento" no es
precisamente lo que estamos experimentando ahora mismo en España en su
manifestación más cruda: el desempleo. "La principal causa del desempleo
es el aumento de la productividad", responde el pensador
norteamericano, dándole la vuelta a la premisa. "El sistema exige que el
consumo aumente constantemente para que la economía crezca, con lo cual
nos vemos obligados a producir más y más. Es un círculo vicioso, que se
viene abajo en cuanto baja el consumo. En esa trampa hemos caído,
acentuada además por la tecnología que nos ha hecho más 'productivos'".
Como antídoto contra la paradoja de la productividad, Eisenstein
propone rescatar una audaz idea respaldada por varios premios Nobel de
Economía y que se remonta a 'La Justicia Agraria' de Thomas Paine
en 1795. "La solución más obvia sería la de implantar un salario básico
universal. Sería una manera de repartir el «dividendo social",
garantizando unos ingresos mínimos a todos y dando a la gente la opción
de "trabajar" si quiere, en empleos remunerados o en no remunerados. Hay
muchas actividades, en el terreno social y ambiental, que son
necesarias y no están consideradas hoy por hoy como "económicas".
Eisenstein reconoce que alguna de sus propuestas –interés negativo,
internalización de costes, salario básico universal, relocalización de
la economía- pueden resultar más o menos lejanas en el tiempo. 'Economía
Sagrada¡ ofrece en cualquier caso una "hoja de ruta positiva" para esa
transición que ya está en marcha y que pasa necesariamente por un cambio
de ADN en la actividad económica:
"Todas las crisis que vivimos hoy en día tiene una raíz común: la
separación. En la economía monetaria en la que aún vivimos, el dinero
nos separa de la naturaleza, nos distancia de nuestras comunidades,
convierte a los demás en competidores y nos involucra en relaciones
anónimas con extraños distantes. En la economía "sagrada", como en las
comunidades tradicionales, todos dependeremos los unos de otros, todos
tendremos algo que dar y algo que recibir, y el dinero recuperará la
integridad perdida como herramienta de cooperación y gratitud. Todos
tendremos la sensación de estar en esto juntos".
Carlos Fresneda (corresponsal) | Londres
1 comentario:
o como decía mi amigo Quevedo... "poderoso caballero es Don Dinero"
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