España impulsa la “segunda ola” de las renovables desde Escocia

Glasgow.- A quince kilómetros escasos de Glasgow, a 300 metros sobre el nivel del mar y en una zona inhóspita y pantanosa, se alza el parque eólico terrestre más grande de Europa. Desde Whitelee, ante un “bosque” de 215 turbinas capaces de abastecer a la mitad de la población de la mayor ciudad escocesa, Iberdrola otea el nuevo horizonte de las renovables.
    
“Escocia tiene posiblemente los mejores recursos naturales de Europa en sus costas”, apunta Keith Anderson, director de Scottish Power Renewables, la filial británica de la compañía española. “Si a eso le añadimos un marco regulatorio estable para las renovables y la vanguardia en tecnología para desarrollar las energías marinas, tenemos seguramente la clave”.
     
Desde Glasgow, y pesar de los viento en contra de la recesión, Iberdrola ha decidido impulsar la “segunda ola” de las renovables, que apunta sin miedo hacia esos mares bravíos y espumosos. En los dos próximos años, el 42% de las inversiones globales de la compañía se destinarán al Reino Unido. La inversión prevista esta década rondará los 14.900 millones de euros.
   
El presidente de la compañía, Ignacio Sánchez Galán, reiteró recientemente su compromiso a su paso por la «Scottish Low Carbon Investment Conference» en Edimburgo. En Londres, y sin afán de meterse en política, Galán presumió de entenderse “igual de bien con David Cameron que con Alex Salmond”.
    

En cualquier caso, la apuesta está hecha. Ante la incertidumbre generada por la crisis económica y ante la situación de las renovables en España, la compañía implantada en 23 países ha decidido mirar hacia el futuro desde la atalaya de Glasgow.
    
 En Escocia se está planificando pues el salto de gigante en la eólica marina, con una cartera de proyectos de 10.000 megavatios, en el Reino Unido, Francia y Alemania. Tan sólo en Gran Bretaña, la compañía va a invertir más de 6.000 millones de euros de aquí al 2020 en parques “offshore”. El más inminente es el de West of Duddon Sands, en el Mar de Irlanda, con una potencia instalada de 389 megavatios, con la danesa Dong Energy como socio y listo para estar operativo en el 2014.
     
Aunque la “madre” de todos los proyectos eólicos marinos es sin duda el megaparque de East Anglia, que aspira a ser el más grande del mundo. Se construirá en seis fases en la costa sureste de Inglaterra, a partir del 2015, con una capacidad prevista de hasta 7.200 megavatios, suficientes para abastecer la necesidades energéticas de cinco millones de personas. Scottish Power cuenta en esta ocasión como socio al 50% al la eléctrica sueca Vattenfall.
     
El proyecto de Iberdrola amenaza con empequeñecer al último “gigante” de los parques eólicos marinos, el London Array, (fruto de un consorcio entre Dong, E.ON y Masdar), cuya primera fase acaba de entrar en funcionamiento. Con 341 turbinas y una potencia de 1.000 megavatios, el nuevo proyecto emplazado a apenas 20 kilómetros de la embocadura del Támesis, será capaz de proveer el 25% de la energía de Londres.

   

“El futuro de la eólica se encuentra sin duda en el mar”, sostiene el consejero de Scottish Power Renewables, Keith Anderson. Pese al gran avance que supuso la construcción del parque terrestre de Whitelee, convertido ahora en una de las principales atracciones turísticas de Glasgow y visitado por miles de escolares todos los años, Anderson reconoce que las limitaciones geográficas y las resistencias a las turbinas han limitado la expansión de la eólica terrestre.
    
 “A diferencia de España, éste es un país relativamente pequeño, “estrecho” y superpoblado, lo que hace que el impacto visual sea más patente”, admite el director de la filial británica de Iberdrola. “Paradójicamente, las resistencias a las turbinas en el mar han sido aquí bastante menores, lo que ha hecho posible que Gran Bretaña se consolide como la primera potencia mundial en eólica “offshore”. La idea es seguir avanzando por ese camino, con parques a gran escala y turbinas cada vez mayores, de cinco a seis megavatios”.
      
Pese a las resistencias de decenas de diputados del Partido Conservador y la campaña contra la energía eólica de los diarios Daily Mail y Daily Telegraph, el ministro de Energía y Cambio Climático, el liberal-demócrata Ed Davey, ha despejado esta semana el futuro de las renovables en el Reino Unido. La nueva ley de energía no ha cumplido con las demandas para “descarbonizar” la generación de energía de aquí al 2030, como reclamaban los grupos ecologistas, pero al menos ha despejado la niebla a la energía eólica y a la solar (también a la nuclear).
     
En Escocia, con su propia meta de llegar al 100% renovables en el 2020, las miras están puestas sin embargo más allá. “El próximo gran reto es sin duda el poder aprovechar a gran escala la energía generadas por las olas, las mareas y las corrientes marinas”, asegura Anderson. “Escocia podría cubrir sus necesidades energéticas si desarrollamos la tecnología para poder aprovechar ese potencia”.

  



En la isla de Ockney se encuentra precisamente el Centro Europeo de Energía Marina (EMEC), a la vanguardia en la investigación de tecnologías como las turbinas mareomotrices o las infraestructuras undimotrices. Allí ha probado Iberdrola innovaciones como la “serpiente articulada”  Pelamis P2 (“made in Scotland”) y las turbinas submarinas de un megavatio de Hammerfest Strom, capaces de suministrar electricidad a 500 hogares aún en las condiciones climatológicas más adversas.
     
“La tecnología para aprovechar la energía de las olas y de las corrientes aún es cara y estamos en las primeras fase de comercialización”, admite Anderson. “Pero el potencial en la próxima década es muy grande. Y Escocia está una vez más en una posición privilegiada no sólo como “laboratorio de pruebas”, también marcar el camino comercial al resto del mundo”.

Carlos Fresneda / Enviado especial
Publicado en la edición papel de El Mundo 7.12.12

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