La
economía es de Marte, la ecología es de Venus. Lo que hemos vivido en
las últimas décadas es el permanente desencuentro entre las dos ramas
que, se supone, deberían brotar del mismo árbol. Pero las dos “ciencias”
han estado durante mucho tiempo a palos y es ahora cuando recogemos los
frutos… podridos.
La economía y la ecología deben encontrarse
necesariamente en la Tierra, y en eso estamos. Al fin y al cabo, la raíz
es la misma: “oikos”, la casa (o sea, el planeta que nos da cobijo). La
diferencia está en todo caso en la “savia”: una debería velar por la
administración y la gestión de los recursos, y la otra por el
conocimiento y por el cuidado de ese gran ser vivo que llamamos Gaia.
Después
de la delirante aventura interplanetaria, el aterrizaje forzoso del
2008 debería servir finalmente de punto de encuentro… “¡A la ecología
por la economía! (y viceversa)”, como hace poco le oí proclamar a
nuestro amigo y director de EcoHabitar Toni Marín, uno de los primeros en olerse la inevitable convergencia.
Los
tiempos están cambiando, que diría Bob Dylan, y esta misma semana ha
saltado la liebre del marido economista y la esposa ecologista… Pues
resulta que al gobernador del Banco de Canadá y futuro gobernador del
Banco de Inglaterra, Mark Carney, le ha salido una mujer muy “verde” (en
el buen sentido).
Diana Carney, la esposa del banquero, ha
expresado sus simpatías por el movimiento “Occupy” y ha reconocido que
la “desigualdad económica” es el problema más grave de nuestro tiempo. A
sus 46 años, ha decidido recuperar la infancia perdida (hija de un
granjero) y convertirse al “credo verde”, montando en bicicleta,
cultivando sus verduras y recomendando “frugalidad” frente al
hiperconsumismo en su propio blog.
Los
canadienses no ven nada extraño en el matrimonio entre el economista y
la ecologista (más allá de la contradicción de vivir en una confortable
mansión de un millón de euros en Ottawa). Los medios británicos, sin
embargo, se han llevado las manos a la cabeza y han condenado a la mujer
del banquero como “anti-capitalista” y “eco-guerrera”… Vuelta a
empezar.
Lo último que necesitan la economía y la ecología es una
nueva guerra, después de las armas de destrucción masiva empleadas para
negar el cambio climático. Llegados a este punto se impone
necesariamente una tregua, como la firmada esta misma semana en Londres
en la conferencia “Sustainable Brands”.
Había
que haber visto a Paul Gilding, ex director ejecutivo de Greenpeace y
autor de “La gran disrupción”, dando una lección de futuro a los
empresarios y a los expertos en marketing: “Hemos llegado al “pico” del
estado de negación en el que vivíamos. La economía necesita tocar tierra
y recuperar su propósito real: mejorar nuestras vidas”.
Carlos Fresneda
Publicado en el blog Realidad Paralela de El Correo del Sol
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