“¡Cuidado con los cocodrilos!”. La inquietante señal nos acompaña durante tres horas en la travesía de los Everglades, la mayor región pantanosa subtropical de Norteamérica, extendiéndose como una mancha sinuosa de agua por todo el sur de Florida. Cuesta creer que exista este otro mundo, poblado de manglares, neblinas y misterios, entre los monstruos urbanos de Miami y Fort Myers.
Y sin embargo aquí estamos, en un mar interior de aves acuáticas, avanzando por una de las dos carreteras que lo atraviesan (ruta 41) y buscando afanosamente el enclave conocido como Babcock Ranch.
Nos recibe cordialmente el “capataz” John Broderick, y junto a él recorremos el rancho de 36.000 hectáreas hasta avistar finalmente a los cocodrilos, que se mantienen sin embargo semisumergidos y alejados voluntariamente de la “civilización”. Otras especies, como los cerdos y los pavos silvestres, sí se acercan a las zonas pobladas, intrigadas por el trasiego de las excavadoras...
En medio de la nada acuática, en tierra de rancheros y de ecoturismo incipiente, se está construyendo la ciudad solar de Florida. La burbuja inmobiliaria ralentizó el despegue, pero Broderick da constancia de la actividad creciente, al borde de la cantera convertida en lago donde estará el centro urbano de Babcok Ranch o al norte de la finca, donde se construirá la central solar fotovoltaica de 75 megavatios que saciará gran parte de las necesidades energéticas de sus futuros 45.000 habitantes.
“No se trata de una utopía, sino de una realidad cada vez más cercana”, asegura Syd Kitson, que ha presentado estos días su proyecto en Nueva York, en la conferencia The Ideas Economy, organizada por The Economist. “Sin entrar en comparaciones con Masdar City (la ciudad futurista en el desierto diseñada por Norman Foster), nuestro proyecto está cimentado en ideas probadas y en tecnologías que ya existen”.
Siguiendo las pautas del “smart growth” o crecimiento inteligente, el promotor de Kitson & Partners presume de haber concentrado la densidad urbana en apenas 6.900 hectáreas y de haber dejado más del 80% de la extensión para zonas verdes, largos y parques. “Aspiramos a ser un laboratorio de vida urbana”, asegura Kitson, “en total sintonía con el medio ambiente y demostrando que es posible coexistir con la naturaleza”.
Una tercera parte de la población vivirá en el centro, y el resto estará distribuido en ocho pequeños núcleo, unidos por transporte público, carriles-bici y un innovador sistema de coche eléctrico compartido, con quioscos solares donde podrán cargar baterías. La iluminación pública también será solar, aplicando lo último en tecnología LED. Aparte de la central fotovoltaica, los paneles se alternarán con los tejados verdes en los edificios de altura...
“Aspiramos a ser la primera ciudad en el mundo que se mueve por entero con energía limpia”, añade Syd Kitson. “Y queremos marcar también la pauta en eficiencia y en ahorro de energía. Pretendemos neutralizar todas nuestras emisiones y mostrar el camino a otras ciudades en la era del cambio climático”.
Con 557.000 metros cuadrados de suelo para oficinas, los promotores de Babcock Ranch quieren convertir la ciudad en uno de los puntales tecnológicos de Estados Unidos en los sectores de energía y comunicaciones (la ciudad entera estará conectada a internet por un sistema de wi-fi). La reivindicación de lo público y los “espacios comunes” ha pesado también lo suyo en los diseños iniciales, que potencian los recorridos a pie y en bicicleta. La ciudad pretende contar también con cinco escuelas públicas bajo el lema de la innovación.
“Queremos que la gente viva, trabaje, estudie y se divierta en Babcok Ranch, sin la necesidad perentoria de depender del coche a todas las horas”, afirma Kitson. “Nos hemos fijado la meta de crear 20.000 puestos de trabajo y hacer la ciudad asequible a todos los bolsillos”.
El promotor no se atreve a poner una cifra sobre la mesa, pero algunas estimaciones hablan de una inversión inicial de 2.000 millones de dólares para ver hecho realidad el sueño “verde” en el que lleva cinco años volcado. Las dificultades económicas y el triste expediente ecológico de Florida han provocado un razonable escepticismo ante el proyecto, pero Kitson aspira a verlo levantar el vuelo de aquí al 2015: “Vamos a hacer que Florida se merezca finalmente el título del estado “solar””.
Carlos Fresneda, Nueva York
Publicado en blog En la Ruta Verde de El Mundo.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario